La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

martes, 23 de noviembre de 2010

Compás de espera

Hace poco un amigo compartía conmigo esta cita del genial Goethe:
"Educados en el silencio, la tranquilidad y la austeridad, de repente se nos arroja al mundo; cien mil olas nos envuelven; todo nos seduce, muchas cosas nos atraen; otras muchas nos enojan y, de hora en hora,  titubea un ligero sentimiento de inquietud; sentimos, y lo que sentimos lo enjuaga la abigarrada confusión del mundo"

Ojalá todos pudiéramos decir que hemos sido educados en el silencio, la tranquilidad y la austeridad. Pero sí es cierto que cuando iniciamos y recorremos caminos de silenciamiento, de reflexión profunda, de introspección y de conexión con uno mismo y con el mundo desde honduras mayores, entonces sí, nos damos cuenta de que "cien mil olas nos envuelven".
Nuestra actual forma de vida se caracteriza por una velocidad que aumenta de forma exponencial. Todo es para ahora mismo, todo debe decirse, saberse, tenerse y hacerse lo antes posible. Las nuevas tecnologías han introyectado al mundo un ritmo vertiginoso. Va desapareciendo de nuestro horizonte la capacidad de espera. Los mensajes de móvil, los mails, los mensajes instantáneos en los foros sociales han relegado las cartas, aquellas cartas que se escribían poco a poco y se enviaban y uno sabía que debía esperar a que llegara y esperar a que fuera respondida y dejada en el buzón... No hace mucho aún viajábamos sin móvil y se llamaba a casa cuando se llegaba al destino y, así, vivíamos con compases de espera.

Sí, los compases de espera están despareciendo peligrosamente. Porque ciertamente es peligroso que perdamos la capacidad de esperar. Peligroso porque aquello realmente esencial y valioso, precisa de crecimiento, de fases de descubrimiento, comprensión y acogida. Lo esencial y valioso, lo que pertence a la esfera del Ser, se cuece a fuego lento y nada tiene que ver con la comida rápida.

El amor, la amistad, la autocomprensión, la sabiduría, la fe y tantas cosas más precisan de los compases de espera. Dejar que las cosas sucedan a su tiempo es todo un arte necesario para no vivir alienados, agobiados y exigiendo.

Dentro de poco los cristianos nos sumergiremos en un gran compás de espera: el Adviento. A pesar de que el mundo comercial se salte este compás deseoso de hacernos consumir sin medida, los cristianos tenemos la oportunidad de preparar el enorme acontecimiento de la Encarnación del Hijo de Dios transitando cuatro semanas luminosas. El Adviento nos ayuda a recuperar la sabiduría de la espera activa. El Adviento nos prepara para poder ser adentrados en el Misterio de Dios que se hace carne, algo que supera cualquier lógica y espectativa y que no deja de sorprender a quien se acerca vulnerablemente a la Navidad.

Que las olas de la vida actual, que casi son un tsunami de requerimientos y prisas, no ahoguen en nosotros la sabiduría de la espera, la humildad de dejar fluir la Vida y hacerse consciente de los sentimientos que ésta hace nacer, sólo así seremos personas, no marionetas, contemplativos y no "mirones" o meros espectadores.

Un saludo con todo mi cariño a la espera de que visites este blog.



lunes, 22 de noviembre de 2010

"Cada uno da lo que recibe..."

Hay una canción que me encanta, y sé que a muchas personas más, entre ellas Laura. Es una preciosa canción de Jorge Drexler, se titula "Todo se transforma". Esa canción me ha acompañado en momentos especiales durante los últimos 3 años, llenándose de vivencias, de tal forma que yo la entiendo a mi manera, desde mi historia, como nos pasa a todos con las canciones que hacemos nuestras.

Esa canción dice esto tan hermoso: "Cada uno da lo que recibe, y luego recibe lo que da, nada es más simple, no hay otra norma: nada se pierde, todo se transforma". Algo así nos enseñaron sobre la energía en el colegio... y, claro, esto que dice Drexler habla de la Energía de la vida, de la Energía del Amor.

Si es cierto, y creo que lo es, que cada uno da en gran medida lo que recibe, esta que aquí escribe, debería pasar el día entero derrochando amor, ternura, generosidad, sonrisas y abrazos, porque es lo que recibo de tanta personas, comenzando por mis padres y siguiendo por mis amigos y amigas y, encontrando en medio una pléyade de personas que en el trabajo o en un encuentro fortuíto, te ofrecen inesperadamente auténticas perlas de humanidad.

Sinceramente: recibo mucho más de lo que doy pero también sé que doy algo de eso y, así, la ley se cumple: "cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da".

El sábado pasado, en Manresa, lugar especialísimo para mí, esta canción se hizo vida, baile y amistad. Marisa y Laura vinieron a verme. Dos rayos de luz en un día gris y lluvioso.

Sin planearlo, tal y como suceden las cosas más hermosas, resonó esa canción de Drexler en la sala donde tantas horas hermosas de interioridad he vivido con cientos de chavales. Esa canción y la presencia de mis dos amigas, me transformaron en danzarina y, juntas, danzamos la Danza de la Vida cuando la Vida toma forma de Amistad.

"Nada se pierde... todo se transforma" Aunque hoy ya no esté tan cerca físicamente  de mis amig@s, nada he perdido. Los encuentros ahora se han transformado en oportunidades para disfrutar aún más, para tomar mayor conciencia del carácter absolutamente único de la presencia de la amiga, del amigo en la propia vida. Son momentos de "leche condensada": un poquito tiene la capacidad de endulzar la vida.

Por cierto, Laura, ahora esta canción tan tuya y tan mía, es canción de las tres, de Marisa, de Laura y de Elena y de un momentazo único, genial... Ojalá se sumen más y más seres a ese baile de Amistad.

Os propongo hacer un ejercicio durante esta semana: recopilad todo aquello que habéis recibido, lo que se os ha dado, el patrimonio personal no tangible, los bienes inmuebles de vuestro interior: amor. sinceridad, empatía. generosidad, escucha, ternura, abrazos, besos, caricias, sonrisas, amistades y pasiones, etc... Escribidlo, dejáos sorprender por la larga lista de riqueza no contabilizable que acumuláis y poned nombres propios, como cuando el banco nos envia el extracto de movimientos y nos dice quién nos cobró qué cosa o nos pagó qué otra... Poned junto a ello el nombre de aquellos y aquellas de los que habéis recibido tanta riqueza y... por último: mira a ver qué das tú... seguramente la lista primera y la segunda se parecerán mucho porque, no lo olvides: "cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da".

Si quieres, me lo explicas o nos lo explicas, que ya somos 16 en este "blogito". Feliz semana.

jueves, 18 de noviembre de 2010

"No tengo ni idea de si te gusta el chocolate"

Esta mañana me he encontrado en el casillero de mi trabajo una paquetito precioso de un color verde vivo hermosísimo. Lo he llevado a mi despacho y allí lo he abierto. Era una cajita de bombones con un nota escrita con una letra plucra que ya me es conocida. La nota comenzaba diciendo "No tengo ni idea de si te gusta el chocolate..." y continuaba diciéndome que ese regalito era para endulzar los momentos durillos.

¡Qué maravilla! ¡qué gozada! Cuando alguien piensa en ti y se toma la molestia de comprar algo, de envolverlo, de preparar la sorpresa... Claro que para alguien con esa sensibilidad hacer algo así no es una molestia sino un placer.

Conozco un poquito a esa persona. Es una Educadora, sí, con mayúsculas, lo sé porque me han ido llegando ecos y porque es algo fácil de "diagnosticar" tras varias conversaciones con ella. Yo soy aún nueva en este centro escolar, pero ella, mi "chocolatera" personal, ha sido una presencia acogedora y cercana, especialmente este curso.

Podemos no saber muchas cosas de los demás, por ejemplo si les gusta o no el chocolate, pero ciertamente sí sabemos que los otros son personas como nosotros, personas que tienen días buenos y días malos, alegrías y disgustos... Sabemos que "a nadie le amarga un dulce" y que a todos, un pequeño gesto de cariño y cercanía, de comprensión, nos puede hacer recuperar las fuerzas perdidas y la sonrisa.

No sé porqué nos cuesta tanto tener detalles con los demás ¡es tan sencillo! Y mi querida "chocolatera" es una especialista en detalles: una sonrisa cada vez que paso a su lado, un "¿cómo ha ido?" cuando me ve tras realizar un taller con los chavales y ¡ya van dos lotes de chocolate! A este paso... ¡se agrandarán mis líneas curvas de pura felicidad chocolateada!

Personas así educan, enseñan, suscitan deseos de ir por el mismo camino. Gracias, Amaia... Sí, al final digo tu nombre, no puede ser de otra manera, perdona si no te parece bien. Y...sí, me encanta el chocolate y aún más los bombones, pero infinitamente más si los puedo compartir con alguien como tú.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Un sueño común que precisa un lugar común

Actualmente son muchas las escuelas que están poniendo en práctica o acercándose a proyectos de Educación de la Interioridad. Tengo el enorme privilegio de acompañar y asesorar a muchas de esas escuelas. En todas ellas encuentro personas sensibles, abiertas, deseosas, con ganas de hacer llegar a sus alumnos mucho más que meros conocimientos académicos.

Uno de mis sueños sería poder artícular un ámbito de encuentro entre todos esos/as educadores/as para poder conocernos, compartir deseos, dudas, cansancios... Porque desde donde yo estoy compruebo casi a diario que es infinitamente más lo que nos une que lo que nos separa, que en el mapa educativo de las escuelas cristianas hay una búsqueda y un anhelo común: la educación de la interioridad. ALgunos hablan de inteligencia espiritual, otros comienzan por la educación emocional... Pero al final vamos confluyendo en "algo" que busca llegar al sí de la esencia de cada alumno y darle herramientas para ser persona y ser persona con otros. Se trata de la competencia básica del "aprender a ser".

Por ello desde este humilde lugar de un pequeño y desconocido blog comienzo a poner palabras a mi sueño: crear un lugar común donde compartir este camino de búsqueda. No pienso sólo en un lugar virtual, internet para eso es una buena herramienta, pienso además en un lugar físico que podría ser en el futuro una "universidad de la interioridad".

Fijaos bien, la universidad del País Vasco otorga créditos a los estudiantes que hace ncursos de arteterapia y hay muchos palnteamientos en la línea de llevar esta terapia humanista a las aulas... ¿Por qué no soñar con generar un sistema organizado de estudios que puedan acreditar las facultades de Magisterio para impartir formación en Educación de la interioridad? ¡Ojalá!

Por mi parte voy sintiendo que falta equipo, personas, que la demanda es grande pero que somos pocos. ¡Animaos! 
Espero que el sueño compartido encuentre un lugar común donde ser cuidado, gestado y dado a luz.


martes, 9 de noviembre de 2010

Regresar a casa

Durante las dos últimas semanas se me ha hecho más y más patente la urgencia de poner toda nuestra creatividad a funcionar para ofrecer ámbitos en los que se puedan conocer los caminos de acceso a nuestra interioridad. Las personas creyentes parece que lo tendríamos que tener mas fácil puesto que las religiones tienen en sí pedagogías para hacer crecer el hombre, la mujer interior, sin embargo, las voces oficiales que más se hacen oir en los medios de comunicación parece que invitan más al dogma y al culto externo que a la vida interior. Catolicismo e Islam aparecen en las noticias y casi siempre por razón de asuntos bien poco religiosos. Si atendemos a las dos etimologías de la palabra religión, re-ligar y re-leer, las religiones debieran capacitar a sus fieles para re-ligar, es decir, volver a unir la realidad con su núcleo original que el creyente reconoce en Dios, un Dios Amor en el cristianismo y un Dios Misericordioso en el Islam. Evidentemente, cuando la deformación del fundamentalismo se hace presente en las religiones, éstas se transforman en lazos que axfisian y, en lugar de reunir o convocar, generan rechazo y repulsa.

Del mismo modo, si atendemos a la etimoliogía que relaciona religión con relectura, los fieles de las diferentes religiones debieran ser personas capaces de leer la realidad, toda realidad, desde las claves centrales de su fe. La lectura creyente de la realidad es capaz de ver en ella las huellas de Dios que no se aleja de su creación sino lo necesario para que ésta pueda ser. Cada lectura de la realidad tiene sus acentos desde cada religión, por ello ninguna lectura debiera ser excluyente, sino portadora de nuevas posibilidades de comprensión de la realidad. Ninguna religión agota el Misterio de DIos. Cada religión ofrece plenitud, pero no totalidad De nuevo aquí el fundamentalismo religioso transforma esa mirada que debiera ser contemplativa y, por lo tanto, humilde, en juicio, sospecha y persecución de lo no ortodoxo.

Es así, desde el fundamentalismo religioso como se perpetúa la separación entre sagrado y profano, es más, pareciera que esa separación es buena y necesaria.

Sin embargo, a pesar de esa deformación presente en todas las religiones, éstas están preñadas de sabiduría, una sabiduria que hoy se busca por doquier porque ha ido desapareciendo de la esfera pública. Nuestros políticos adolecen de palabras y hechos coherentes, los grandes mensajes bien ensamblados, capaces de ilusionar y esperanzar son inexistentes dejando lugar a riñas de patio de colegio entre unos y otros con continuas descalificaciones muy parecidas en ocasiones a las de los programas de cotilleo rosa.

¿Donde escucharán los jóvenes mensajes de hondura?¿Qué modelo de dirigentes, de líderes, de emprendedores encuentran? Que el premio Príncipe de Asturias al mérito deportivo sea otorgado a la selección española de fútbol dice mucho de por donde van los tiros en cuanto a los referentes que se ofrecen a la juventud. Por otro lado los contínuos escándalos de corrupción tampoco suscitan la confianza en los dirigentes políticos.

Pero en medio de todos estos desatinos públicos, sabemos que siguen existiendo las personas anónimas que viven cimentadas en recios valores como la generosidad, el servicio gratuito, la responsabilidad, el respeto verdadero a los demás, sean éstos quienes sean y vengan de donde vengan. Continúan existiendo personas con capacidad de reflexión honda, críticas con el aluvión de noticias falseadas y superficiales que nos llueven a través de internet y de la TV.

Y, gracias a Dios, aun hay hombres y mujeres sabios, creyentes y no creyentes, que, con valentía y lucidez, se adentran en los caminos del interior para buscar allí el ensamblaje de las múltiples piezas del puzzle de la vida.

Son muchisimos los creyentes y los ateos auténticamente humanos. Personas que irradian profundidad, sentido, paciencia... 

Urge hoy que entre todos reabramos las sendas que dan acceso a la interioridad humana. Urge que las religiones dialoguen entre ellas y pongan a funcionar a máxima potencia aquello que cada una tiene como regalo al mundo pero sin imposiciones y proselitismos que, en el fondo, buscan el poder.

Es muy urgente educar a nuestros niños, adolescentes y jóvenes para que sepan cómo vivir desde el interior para generar así una exterioridad que  no sea mero escaparate o protección  sino una exterioridad profunda que sale sin miedo al encuentro del otro y, si se escucha su susurro, del Otro, generando un compromiso hondo y serio con la vida.

Urge regresar a casa, al hogar interior. Al lugar donde puedo alimentarme y descansar, donde puedo reponer fuerzas y releer lo vivido. Sí... ojalá se reproduzcan como los virus de internet los mistagogos y mistagogas que nos enseñen, en el pórtico del siglo XXI, el camino a casa.

jueves, 4 de noviembre de 2010

DEJAR IR

Las personas tenemos una tendencia muy clara a aferrarnos a las cosas, a otras personas, a nuestras emociones, planes... Somos como trapecistas que nunca acaban de soltarse de su trapecio para lanzarse hacia el otro y, así, no acabamos de volar libres.

Sin embargo, el único camino para recibirlo todo es darlo todo. Hace poco os proponía observar y conectar con nuestar respiración. En ella descubrimos ese doble movimiento de acoger y de entregar. En la inspiración recibo el aire necesario, el oxígeno vital, al espirar lo entrego, porque no puedo retenerlo sino unos segundos. Si no inspiro, me ahogo, si no espiro también me ahogo. Pues bien, muchas veces pretendemos vivir en una contínua "inspiración", es decir, buscamos recibir  de fuera todo aquello que sentimos como necesario para nuestra vida, para nuestra felicidad. Esa continua búsqueda puede convertirse en una pulsión que genere una gran ansiedad. Quien se deja arrastrar por ella se puede convertir en un tirano en las relaciones y en un avaro en las posesiones. Pretender que cuanto necesito me llegue desde fuera, me aboca al éxodo de mí mismo y, a la larga, a terminar mendigando o exigiendo.

Pero también puede pasar que viva en una continua "espiración", es decir, incapaz de recibir nada de otros me siento realizado y feliz dando contínuamente, sintiéndome necesario en toda situación. Esa posición vital puede llevar al derroche de la energía personal que acabe dejándome tan vacío de mí como la pulsión contraria y además generando en los demás una sensación de ahogo.

Acoger agradecidamente y saber dar generosamente, los dos movimientos son necesarios, nos equilibran.

Con todo, sólo si dejamos fluir la vida ésta nos entrega todo su caudal. Dejar ir es lo más difícil, lo que más miedo nos da, pero es lo que más felicidad nos puede llegar a aportar. Se trata de soltarse interiormente, de no aferrarse a nada, a nadie. Es la actitud del contempaltivo que deja ser a todos los seres, que observa pero no manipula, que acaricia todo con su mirada afincada en el ser interior pero de nada se siente poseedor.

Especialmente necesario es aprender a dejar ir a las personas, dejar que el otro, la otra sea quien es, no pretender cambiar a los demás, no pretender que sean lo que creemos que son. Permitir que el otro se manifieste tal y como es y que ante mi presencia reaccione en libertad.

El amor entre las personas suele venir cargado de impurezas. ¿A qué llamamos amor? quizá al reflejo de mí en el otro, a las proyecciones que superpongo en la otra persona. El amigo, el amante queda tantas veces recubierto de capas y capas que no le son propias.

Amar es dejar ser y dejar ir. Amar es soltar las amarras que me atan al otro para poder pasar a caminar juntos eligiendo entre los dos el rumbo.

Dejar ir lo que más amamos nunca nos dejará vacíos, al contrario, recuperaremos todo aquello que creímos perder en una forma más genuína y hermosa, porque todo regresará preñado de libertad.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Bendita la luz de tu mirada...desde el alma

Hace muchos años alguien me dijo esta frase: "quien te cree, te crea", esa frase se me grabó en el corazón. La relacioné primero con el Amor de Dios. Dios ama de tal manera que nos crea, la creación entera es una explosión de Amor, una cósmica explosión de Amor. Fui descubriendo que dejar espacio en la vida a Dios es abrir un espacio al amor incondicional, al amor que ama sin razón o por razón de amor. Experimentarlo así me fue haciendo más libre. Cuando se sabe y se siente que hay un Amor gratuito e incondicional en tu vida, entonces brota una genuína libertad que aumenta cuanto más te abandonas en ese amor. "El mirar de Dios es amar" dijo S. Juan de la Cruz, ¡qué gran verdad! Dios mira amando, Dios ama mirando, fija sus ojos en nosotros, en todos, no hay criatura que esté huérfana de la mirada amorosa de Dios. María: lo experimento de forma especialísima y por ello pudo decir "Porque ha mirado la humildad de su sierva". Dios mira, Dios se fija en mí, en ti, en todos, es una mirada materna, la mirada de la Madre que no puede apartar los ojos de su hijo/a.

Nunca he conocido al Dios juez severo que mira con sospecha, desde pequeña he conocido la mirada amorosa del Padre, luego comencé a descubrir a Dios Madre y, poco a poco, me dí cuenta de que si te dejas mirar por Dios algo de su forma de mirar se te acaba contagiando y ya no puedes mirar a los demás con miedo, ni con juicios cerrados y severos. Quien se deja mirar por el Amor aprende a amar poco a poco. Es como una operación de catartas o una de esas que te quitan la miopía. Dejarse mirar por Dios descorre los velos que impiden reconocer este mundo y a cada criatura como absolutamente amados por Dios.

Dejarme mirar por Dios también me ha ido enseñando que en los lugares de dolor y muerte de la persona y de la humanidad, esa mirada es aún más cierta aunque se perciba como ausencia. ¿Miraba Dios a los judíos caminar hacia las cámaras de concentración? ¿miraba Dios a los millones de muertos del genocidio de Ruanda? la pregunta es ¿quién miraba a Jesús mientra cargaba con la cruz mientras moría en ella? Muchos volvieron el rostro, muchos no supieron ver en aquel varón de dolores la presencia del Amor que ama hasta dar la vida. Y es que Dios mira a través de nuestros ojos, igual da su Amor a través de nuestras  manos. Hoy seguimos sin saber descubrir que Dios se ha quedado a los pies de la humanidad sufriendo con los que sufren. Sólo quien mira muchas horas, muchos días a Dios dejándose mirar por él lo descubre. 

Y.así, he ido descubriendo que aquella frase "quien te cree, te crea" tiene un color especial referida a la mirada entre nosotros, entre los humanos. He vivido el poder receador en mí de la mirada de quienes me aman y el poder destructivo de las miradas torcidas o severas. 

Nada más excelso, nada más hondo, nada más indecible que la experiencia de ser mirado por otro o de sentir que tu mirada brota del corazón hacia otro. Porque cuando miro, cuando fijo mi atención en alguien le otorgo realidad, pienso en tantos rostros o miradas que he esquivado, que he hecho como que no veía, esa es la forma humana de decir "tú no me gustas" o "tú me molestas" o "tú me agredes". Apartamos la mirada cuando nos da miedo ser mirados, cuando no hay trasparencia. Por ello, mirar y creer van unidos: si te miro, te veo, si te veo establezco contacto, si contacto contigo siento una llamada que me lleva a creer en ti... eso nos enseña Jesús aquel que fue más allá de todas las apariencias de todos y miró creyendo en la bondad de la prostituta, del recaudador de impuestos, de Zaqueo... y su mirada que atravesaba las corazas externas, los prejuicios sociales, encendía nueva vida, era fuente de creación.

La comunión de las miradas no es atontamiento ni alienación del mundo, la comunión de las miradas teje redes de fraternidad, destroza los argumentos de ataque o defensa. Frente a la mirada del otro desaparece la confrontación y brota, suavemente, la comunión.

"Bendita la luz de tu mirada, desde el alma" canta Maná... Si, bendita la luz de tantas miradas que me han creado, que me han re-creado. Benditos los valientes que se han atrevido a mirarme cuando no quería ser mirada y me han rescatado con el amor que provenía de la mirada del amor.