La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

domingo, 30 de enero de 2011

NO NACÍ UN DÍA CUALQUIERA...

Tal día como hoy del año 1948 fue asesinado en Neva Delhi un alma grande: Mohandas Karamchand Gandhi.


Como muchos de nosotros, conocí la vida de Gandhi en el colegio. Años más tarde me acerqué por mi propio pie a él a través de su autobiografía y de otras lectura. Me fascinó. Me estremecía y aún me estremece pensar que en este mundo ha vivido alguien como él. Me impactó descubrir que yo había nacido en el día de su asesinato (exáctamente 20 años después). Desde entonces mi cumpleaños me pareció más especial, como una invitación a seguir los pasos de Gandhi.

Soy bilbaína, vasca... He vivido de cerca la violencia de ETA de varias maneras: asesinato de personas muy cercanas, amigos, conocidos... El sufrimiento de un familiar quemado por la kale borroka y, durante mi adolescencia y juventud, el hecho de tener que salir corriendo tantas veces y buscar refugio para huir de los altercados callejeros, fiestas de mi pueblo politizadas, miedo a hablar de política en la calle e incluso salir indemne por los pelos de un atentado por la providencia de haberme ido hacía unos minutos de aquel lugar... En los años que estudié en Deusto formé parte de los primeros pasos de "Gesto por la paz". Podría explicaros muchas cosas y aún siento algo de temor por hacerlo...

Todo esto es para compartir con vosotros esta llamada que siento desde muy joven a ser constructora de la paz. Una vocación que proviene de mi contexto vital pero también de la huella que Gandhi ha dejado en mí.

No entiendo que no se dé a conocer su figura, su hondura personal. En nuestros tiempos convulsos en los que parece que la tónica general es desvincularse de los compromisos sociales y de la lucha pacífica por un mundo más justo, este hombre pequeño físicamente pero enorme por dentro, podría ser un modelo, una inspiración, un maestro. Una de las cosas que puede enseñarnos es que un corazón abierto al amor, sea cual sea su religión, entra inmediatamente en comunión con todos. Gandhi conocía perfectamente el cristianismo, leía la Biblia, no era un hombre cerrado en su mundo, en su raza, en su fe... era universal como todos los grandes hombres y mujeres. Pero, claro, hoy eso no vende, no da audencia en la televisión ni en el ciberespacio, hoy los futbolistas y Belén esteban son los grandes ejemplos de como triunfar en este mundo, de la vida vivida a tope, eso sí, dejando claro su compromiso con los desfavorecidos ante las cámaras, que queda muy bonito y merece que les miremos con admiración porque "qué buenos son en el fondo...".

Hoy, 30 de enero de 2011, cumplo 43 años y deseo con todo mi corazón que la vida que se me dé signifique algo en la construcción de un mundo pacífico, acogedor, de hombres y mujeres libres, de encuentro entre las religiones y filosofias. Deseo que me siga emocionando y convocando el ejemplo de Gandhi o de Ignacio Ellacuría o de Lluís Espinal o de Hildegarda de Binguen, Teresa de Jesús. Hadewijch de Anveres, Edith Stein, Etty Hillesum y un largo etcétera de seres humanos sublimes. 

Ojalá cada uno de nosotros hiciera que su cumpleaños no fuera una fecha cualquiera...

Deseo poder recoger una minúscula partícula del legado de este gran ser humano y hacerla fructificar allí donde la Vida me lleve. Shanti... Pakea... Paz.

miércoles, 26 de enero de 2011

El fin no justifica los medios.

Las informaciones sobre el juicio por el asesinato de Marta del Castillo suscitan en mí sentimientos encontrados. Una parte de mí, imaginando el sufrimiento añadido que debe suponer  para su familia no poder  despedirse de su hija en un entierro, desearía que de cualquier forma se consiguiera sacar de la boca de los culpables el lugar donde dejaron el cuerpo. Otra parte  quiere seguir confiando en la justicia y otra quiere seguir confiando en que los corazones de los culpables demuestren algo de humanidad y confiesen finalmente.

Al ver esta tarde en las noticias las imágenes de unas personas increpando e intentando agredir al abogado de uno de los culpables, al saber que como decía el locutor, éstos "han optado por el silencio", de nuevo se han movilizado en mi interior esos sentimientos encontrados. Pero, viendo los empujones que se propinaban al abogado, escuchando los gritos destemplados, he confirmado que nunca la violencia puede ser respuesta a la violencia, nunca la sinrazón puede aportar nada a la solución del dolor, de los conflictos, de las injusticias, sino sumar más ignorancia, más estupidez, más sinrazón, en definitiva. Del abogado de los culpables se hace el chivo expiatorio ¿qué sentido tiene?

Contrasta casi siempre en estos casos la "aparente" serenidad de los más cercanos a las víctimas (recordemos el caso de los padres de Mari Luz) con esa algarabía que generan quienes esperan a las puertas de los juzgados. Se entiende, es quizá el grito en la calle la única vía de escape para la indignación y la rabia. Sin embargo, algo me dice que no aporta nada, es más, que puede traer consecuencias que empeoren la situación.

Pondré un ejemplo más fácil de explicar. Hace un tiempo en el metro de Bilbao presencié una escena que no he olvidado. Una pareja joven estaba de pie en la zona reservada a los carritos para niños y asientos para ancianos o personas con muletas. Cuando yo llegué el conflicto estaba comenzando. Parece ser que esa parejita, dedicada a sus carantoñas, dificultaba el que una señora mayor y con muletas pudiera acceder a esos asientos. Una mujer salió en defensa de aquella señora llamando la atención a la pareja. Pero... tanto la forma de dirigirse a ellos la señora como la respuesta de la pareja fueron tan fuera de tono que la cosa derivó en unos insultos  horribles, una suma de "palabros" de todo tipo y, llegando a la siguiente parada, casi a las manos. La pareja bajó del vagón y la señora se quedó dentro gritando todo tipo de palabrotas y juramentos y a punto de un ataque de nervios. Mientras, aquella a la que intentaba defender, pudo sentarse e intentaba tranquilizarla. Todo el mundo en el vagón daba la razon a la señora. Pero, yo sólo pensé una cosa: "si alguna vez alguien me tiene que defender, que no lo haga así". Porque aquello fue patético. Simplemente cada uno dejó salir toda su, con perdón, "mala leche", se reconocía en el tipo de insultos que no reproduciré aquí. Ya no se trataba de la defensa de esa persona mayor, simplemente se creó un enfrentamiento que yo catalogaría de "barriobajero".

Perdemos la razón que quizá teníamos cuando rompemos la línea del respeto al otro, respeto total que debe ser manifestado en las palabras y gestos. Pretender que la justicia y la paz son cosa externa a nosotros mismos es un desatino. La justicia y la paz deben estar primero asentadas en nuestros corazones, de lo contrario lo único que generamos continuamente a nuestro alrededor es  más confrontación y el "ojo por ojo y diente por diente" (que por cierto, en su sentido original no tiene el sentido que nosotros le damos sino el de asegurar que a un tipo de infracción le corresponde una pena coherente).

Una causa justa no puede ser defendida de cualquier manera ni utilizando cualquier medio. Agredir a un abogado no soluciona nada y nos une a la espiral de violencia sembrada por los culpables, alimentando un clima de crispación que no aporta nada. El fin jamás justifica los medios.

Es en la vida diaria, en la forma de solucionar los pequeños conflictos de cada día, donde debemos fortalecer la capacidad de diálogo, de autocrítica. Es en la vida de cada día donde podemos ejercitar la paciencia, la serenidad o al contrario dar rienda suelta a las reacciones más primarias. Eso es lo que aprenderán de nosotros nuestros niños y adolescentes.

Deseo ferviertemente que la familia de Marta del Castillo pueda llegar a descansar, que los culpables digan de una vez donde está el cuerpo y que la sociedad en su conjunto dé ejemplo de que lo que nos constituye como colectividad no son la violencia y la ira, por más difícil que nos resulte.

sábado, 22 de enero de 2011

"No apaguéis el Espíritu" II

Os ofrezco el resto del texto de Rahner. Para quien quiera conocer mas de este enorme teólogo y creyente recomiendo el libro Dios, amor que desciende. Escritos espirituales. Ed. Sal Terrae, 2009. Os permitirá disfrutar y reflexionar sobre temas nucleares de la fe y de la vida cristiana.

Lo segundo es tener valor para la audacia. Permítasenos repetir otra vez con insistencia lo que acabamos de decir. Vivimos en una época en la que, sencillamente, es necesario llegar hasta el último extremo con valor frente a lo nuevo y lo no experimentado, ir hasta donde sea absolutamente claro e indiscutible para la doctrina cristiana y para la conciencia cristiana que no se ve con posibilidad de seguir más adelante. El único tuciorismo permitido hoy en día en la vida práctica de la Iglesia es el tuciorismo de la audacia.

Al tratar de solucionar los problemas actuales, ya no podemos propiamente preguntarnos hasta dónde debemos llegar, ya que la situación nos obliga a avanzar por lo menos algo, sino que debemos preguntarnos hasta dónde nos es dado llegar en la utilización de todas nuestras posibilidades teológicas y pastorales, porque indudablemente la situación del Reino de Dios es tal que hemos de atrevernos a lo mas audaz para poder ser tal como Dios quiere que seamos.

En las cuestiones ecuménicas, por ejemplo, no hemos de preguntarnos: ¿Qué concesiones podemos hacer a los hermanos separados?, sino: ¿cómo lograremos poner en juego todas las posibilidades de acercamiento que tengan algún sentido y sean de algún modo concebibles para nuestra conciencia cristiano-católica, y ello con tranquilidad y valor, ya que en la actualidad no podemos pemitirnos el lujo de hacer menos, para, por lo menos, acercarnos a la unidad de los cristianos?

Tengo la impresión de que si en esta y en otras cuestiones se aplicase este tuciorismo, es decir, si se tomase como punto de partida, como imperativo válido para nuestra hora -aunque no como principio válido para todos los tiempos- la convicción de que hoy lo más seguro es lo más audaz, y de que la mejor oportunidad para conseguirlo -o conseguir al menos algo- no es la prudencia reservada, sino la más animosa audacia, en tal caso cambiaría dentro de la Iglesia más de un modo de pensar. 

Uno de los presupuestos para que se logre la vitalidad del Espíritu es también el valor frente a ese inevitable antagonismo que se da en la Iglesia. La Iglesia no es " un corazón y un alma" en el sentido de que en ella no pueda derse lucha alguna, ni dolor alguno de mutua incomprensión. En la Iglesia hay realmente muchos carismas, y nadie los tiene todos, y a nadie se le ha confiado la administración de todos los carismas, ya que nisiquiera el cuidado por el mantenimiento de la unidad de la fe y de amor, que en la Iglesia tiene su correspondiente organismo oficial, equivale propiamente a una administración de todo los carismas por la Iglesia jerárquica. No, los cristianos en muchas cosas debemos opinar de manera diferente, debemos tener diversas tendencias. No es necesario que todas las cosas se acomoden positivamente a cada uno. Un amor que se levanta en la uniformidad sería muy fácil, pero en la Iglesia ha de dominar el Espíritu del amor que reúna en una unidad los dones múltiples y siempre distintos, del amor que acepta a los demás y reconoce su valor, aunque no lo comprenda.

Muy feliz fin de semana a todos y a todas.

martes, 18 de enero de 2011

Educar la Interioridad: educadores que interiorizan

Antes de seguir con el texto de Karl Rahner quiero dedicar un momento a reflexionar sobre el tema que da sentido a este blog: la interioridad y más concretamente la Educación de la Interioridad (EI)

Los últimos once años de mi vida los he dedicado a investigar, reflexionar y crear materiales en torno a la EI así como a asesorar numerosos centros educativos. Recuerdo que en los comienzos casi nadie hablaba de este tema aunque se percibía en el contexto educativo que algo debía cambiar, que era necesario "tocar otras teclas" en la educación.

En el ámbito de las escuelas cristianas el "piloto rojo" se encendió con la crisis de la pastoral tradicional, ello puso a muchos educadores en movimiento para buscar cómo ofertar hoy la fe.

El caso es que, paulatinamente, ha ido entrando en el vocabulario escolar como algo normal la expresión Educación de la Interioridad. Cierto es que bajo esa expresión se entienden a veces cosas diferentes, pero se ha ido llegando a una comprensión de la EI como una necesidad actual y un reto ineludible no sólo en el ambito escolar, sino también en la sociedad en general.

En todos los casos en los que me ha tocado asesorar a diferentes colegios para la creación y puesta en práctica de proyectos de EI, se da la clara percepción de que tal proyecto no tiene sentido si los propios educadores no están conectados a su interioridad. Y esto es importantísimo.

Nadie puede dar lo que no tiene, eso no hace falta discutirlo, sin embargo se nos escapa a veces el hecho de que para conducir al niño o al adolescente hacia su lugar interior más profundo es imprescindible que el adulto que propone y acompaña ese proceso sea él mismo o ella misma una persona que ha conectado con su propio centro o al menos que lo intenta.

Este es el gran reto y a la vez el gran regalo que nos dará la aplicación seria de los proyectos de EI: el claustro escolar quedará inmediatamente afectado y ello, estoy convencida, en sentido positivo. La vocación educativa lleva en sí un dinamismo que afecta al educador/a. Educar no es un acto aséptico, el buen educador, la buena educadora, queda afectada, conmovida por sus alumnos y alumnas.

La practica de la EI en el aula exige formación y esa formación se transforma en un cúmulo de experiencias fuertes que vivirá el educador/a y no solo/a sino en compañía de otros/as educadores/as. Durante la formación se transitarán los caminos del interior personal y también de la interioridad del propio claustro. Es así como se pueden comprender las dificultades propias del crecimiento personal, de la autoconciencia, de la expresión adecuada de las emociones, del logro de una forma de relacionarse empática y compasiva...

Únicamente si cada educador/a hace esa experiencia y ahonda en ella podrá guiar, acompañar y animar a sus alumnos/as. Si esto se da, la primera consecuencia es que el/la educadora/a puede llegar a redescubrir y re-animar su propia vocación educativa, pero además otra de las consecuencias será la mejora en las relaciones y en el ambiente general del claustro.

Evidentemente siempre habrá adultos que vivan todo ese proceso formativo y de aplicación con desgana o con miedo o con rechazo. También encontraremos alumnos que lo vivan así. Ello no debe frenar el proyecto igual que no se dejan de aplicar otro tipo de proyectos cuando se entiende que son prioritarios en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Ante la fuerza de las vivencias que se pueden originar en los procesos formativos, será necesario pensar y crear formas de acompañar también a los propios adultos, ese es quizá uno de los grandes retos a la hora de implementar un proyecto de EI.

Estoy convencida de que los primeros que sentirán las consecuencias positivas de la EI serán los/as propios/as educadores/as, y si es así, la mejora en el ambiente del colegio y en el aula no tardará en notarse.

domingo, 16 de enero de 2011

"No apaguéis el Espíritu"

Quiero compartir con vosotros un texto de Karl Rahner, en opinión de muchos el mayor teólogo del siglo XX y el más espiritual. Su teología puede resumirse en la afirmación de que Dios se autocomunica al ser humano de forma gratuíta. Así, la persona puede experimentar a Dios, su amor infinito y conocer lo que Dios desea de ella.

Las palabras que he escogido son de una rabiosa actualidad dada la situación de la Iglesia actualmente, pero creo que también podrían ser aplicadas a otras religiones e instituciones. La tentación del ser humano sigue siendo la de frenar la Vida cuando ésta nos saca de nuestras seguridades. En el caso de las religiones, además, se alega la Voluntad de Dios para impedir lo que se contempla como desviación y que, tantas veces, acaba siendo asumida sigos después.

En el caso del cristianismo, Rahner nos alerta:

"Lo primero que hay que hacer y hay que tomar muy a pecho es preocuparse por el hecho de que se pueda apagar al Espíritu. El Espíritu puede ser apagado, aunque no en toda la Iglesia, sí al menos de una forma tan amplia y tan espantosa que nos debe hacer temblar ante el juicio, que comienza ya en la casa de Dios. y por ello debe atormentarnos la preocupación de ser nosotros los que apaguemos el Espíritu. Apagarlo con la soberbia de querer saberlo todo mejor que nadie, con la pereza del corazón, la cobardía y la ignorancia con que nos enfrentamos a los nuevos impulsos y las nuevas iniciativas que surgen en la Iglesia.
¡Cuántas cosas serían de otra manera si no se saliese al encuentro de lo nuevo con una seguridad en uno mismo consciente de su superioridad, con un conservadurismo que no defiende precisamente la gloria y la doctrina de DIos y la fundación de la Iglesia sobre la tierra, sino que se defiende a si mismo, las antiguas costumbres, lo usual, el principio de poder vivir sin el dolor de una continua metanoia! Pero cuando se ha percibido en lo vivo que uno también puede ser juzgado por sus omisiones, por su dureza de corazón difusa y anónima, por su falta culpable de fantasía creadora y de valor para lo audaz, en tal caso indudablemente se prestará atención con oído más fino, con más cuidado, con sentido de anticipación, a la más ligera posibilidad de que el Espíritu se esté moviendo en algún lugar fuera de las fórmulas y máximas jerárquicas de la Iglesia y de sus centros oficiales."

El texto continúa, hoy lo dejo aquí... Precisa ser reflexionado. El resto, otro día.

jueves, 13 de enero de 2011

Amor es el origen de todo y su final.

Ríe el agua entre las rocas
mientras acaricia el lecho del río.
Peina el viento
la cabellera de pastos y árboles de la fértil tierra.
Visten las nubes
de lechos suaves el amable cielo.

Surcan silentes rocas estelares
distancias inauditas dibujando haces de luz en la noche.
Giran fielmente en su danza
los planetas emitiendo una música inaudible.
Fertilizan el universo las grandes estrellas
en el momento de su muerte.

Se aprietan en un centro microcósmico
protones y neutrones
y crean coraza los electrones otorgando unidad
a cuanto existe.
Se abrazan elementos creando
moléculas increíbles.

Macro y microcosmos sustentan este orden que conozco.
Yo soy polvo de estrellas,
soy río y lecho,
soy nube y cielo.
Soy ese asteroide que surca los años luz,
soy el núcleo de la materia...

Estuve en el Big-Bang
y estaré en su devenir futuro
pues la materia tiene un Alma,
todo cuanto es de Ella viene,
todo en Ella es Unidad.

Dios, Vida, Alma, Alfa y Omega,
Energía amorosa,
Seno gestante,
Palabra, Sabiduría...
AMOR.

Amor es el origen de todo y su final.
En Él no hay división.
Amor es Uno,
Amor es Unidad,
el Fundamento de todo,
su consistencia y finalidad.

Yo, diminuto ser amado,
soy parte del todo,
llamada a ser con todo cuanto es,
llamada a la eternidad.

martes, 4 de enero de 2011

Ser agradecidos

Mi padre nos ha dado un susto. Mi madre y yo hemos estado en urgencias toda la tarde. Finalmente no ha sido nada grave y a las 21:00 entrábamos en casa los tres aliviados y contentos.

Durante esas horas en las que estás en una sala desangelada, rodeada de otros familiares nerviosos y cansados, piensas en muchas cosas. Un hospital siempre es un entorno muy extraño, inhóspito, sobretodo cuando lo que te lleva a él no es algo agradable.

A urgencias llega uno desorientado, nervioso y te encuentras con médicos, enfermeras y recepcionistas tantas veces superados y agotados.

En esas horas en las que mi madre y yo hemos estado sentadas a la espera de saber algo, hemos oído muchas quejas, todas en referencia a la falta de información y al trato de algunos profesionales. y yo me pregunto siempre si las cosas son tan sencillas como creemos...

Tengo varios amigos y amigas médicos, enfermeras... Todos ellos, me consta, intentan tratar con delicadeza a los enfermos, son buenos profesionales, vocacionados. Ellos y ellas me explican lo agotador de sus turnos en urgencias. Visto desde su perspetiva incluso creo que las cosas salen demasiado bien.

Pero creo que realmente pocas personas tienen en cuenta la sensación de vulnerabilidad del enfermo y de sus acompañantes. Es esa vulnerabilidad e impotencia la que hace que los nervios aumenten. 

Escuchando algunas conversaciones he llegado a pensar que todos necesitamos aprender a expresarnos con educación y necesitamos aprender empatía. Necesita empatizar el médico, la enfermera, el recepcionista, saber captar la angustia o la preocupación del enfermo, del familiar. Pero necesitamos también empatizar con el profesional que debe asistir a muchos pacientes y tomar muchas decisiones en poco tiempo.

Pensaba que en situaciones como las que se viven en el entorno de una sala de urgencias médicas aflora la realidad de cada uno, el cómo somos de verdad y por ello es tan complejo ese trato médico-paciente-familiar.

Por otro lado el sistema dificulta mucho las cosas. A mí me hubiera gustado poder estar junto a mi padre en esas horas que habrá estado solo entre prueba y prueba ¿por qué debo asumir un sistema sanitario que no me deja estar presente transmitiendo el cariño que más agradece un enfermo y que es el de su familia, los suyos? 

Y, finalmente, he pensado que debo agradecer vivir en un país en el que mi padre ha podido ser primero atendido en casa, luego llevado en ambulancia, después bien revisado y finalmente traido a casa de nuevo en otra ambulancia. Le encontraré fallos, pero no quiero olvidar a los millones de seres humanos en el mundo que no tienen ni la más mínima atención médica.

Vivir desde dentro también es ser agradecido. Hoy, a pesar de sus muchos límites y fallos, agradezco la atención sanitaria de mi país.

Mi padre hoy está bien. Doy gracias a Dios.

lunes, 3 de enero de 2011

No hace falta saberlo todo, poderlo todo, comprenderlo todo...

Eso me digo hoy que me siento cansada y desorientada. Hay días así, epocas así. De pronto se esfuman las certezas y cobran protagonismo las dudas. De pronto se apagan las luces del alma y sólo se perciben tinieblas. De pronto las fuerzas decaen y se añora ser llevado, ser tomado en brazos un tramo del camino y tener donde reclinar la cabeza...

Ha comenzado el año nuevo y a mi alrededor todo son propósitos en boca de las personas con las que he hablado estos días. Yo... me mantengo en el propósito con el que regresé del verano: "A cada día le basta su afán".

Pero tengo un pequeño caos de afanes. Me siento requerida y llamada a batallar en frentes muy potentes que piden mucho de mí. Sé que puedo. Sé que la Vida jamás me ha puesto delante retos que fueran imposibles de afrontar. Pero... ¡qué cansada me siento! 

Por eso hoy me abrazo a mí misma y me digo que no hace falta saberlo todo, poderlo todo, comprenderlo todo. Que hay momentos en los que lo más sabio es acoger la incapacidad para ver más allá del paso que se está dando desde la certeza de que nos conduce hacia nos debe conducir. Me digo a mí misma que hay días o épocas en los que lo importante es no cejar en el empeño de ser uno mismo a pesar de todas las posibles equivocaciones. Me digo a mí misma que debo amar "la arcilla que va en mis manos", debo amar su barro hasta la locura (¡gracias Silvio!) porque si no, no puedo pretender tocar lo cierto...

Son estos momentos la oportunidad para la humildad amable que me hace más pacífica, más comprensiva, creo que más sabia.

Hoy... me siento cansada, siento que he perdido un poco el rumbo. Siento que debo dar respuestas, a mí, a otros y...¡no llega el tiempo de encontrar dentro de mí las palabras y la Luz!

Pero todo llegará, se que llegará. Nunca la Vida me ha defraudado. Ahora, se trata de custodiar la vida que late dentro, nada más.