Hay un grupo de jóvenes en Barcelona que, por segundo año, deciden vivir juntos durante una semana para compartir su fe, inquietudes y soñar con un estilo de vida comunitario propio del siglo XXI.
En ese grupo hay una personita muy especial para mí, Lara. A ella le escribo cada día un mail. Es mi forma de sentirme con ellos, con ella. Es mi forma de animar el sueño de estos jóvenes, todos ellos vinculados al Casal Loiola y a la espritualidad ignaciana.
Conocí a Lara en un retiro que acompañé en Manresa (Barcelona). Fueron unos días de ensueño. Ella tenía entonces 15 años y fue en ese momento cuando tuvo una hermosa experiencia de Dios en una de las dinámicas que les propuse. Tuve el enorme privilegio de presenciar y escuchar de su boca una verdadera experiencia fundante que ha originada en ella un camino, unas elecciones concretas de gran calado. Lara es ya una mujer y una hermosa mujer creyente.
Lara es un regalo que me ha hecho el Señor. En ella veo el paso de Dios, la transformación que genera en los corazones que se abren a Él.
Ayer escribí mi segundo mail para ella y he pensado que podía compartir con vosotros y vosotras su contenido, porque nos sirve a todos. Al menos a mí me sirve, porque, tengamos la edad que tengamos, todos y todas seguimos buscando, tantas veces, nuestro lugar en el mundo.
Hay un primer "lugar" para todos nosotros: nuestra familia, en ella recibimos las bases sólidas (a veces puede que un poco líquidas...) para la construcción de nuestra personalidad.
Hay un segundo "lugar": el cole... allí donde salimos del hogar calentito y nos lanzamos (bueno, nos lanzan) a la vida con otros desconocidos. En el cole comienzo a socializarme de otra manera...
Hay un tercer "lugar": los amigos, su corazón. En el corazón del amigo yo existo como alguien único y amado por una elección. A los amigos los elijo y me eligen.
Y, por último, hay dos "lugares" muy especiales. A estos pocas personas acceden, pocas saben que existen:
MI CORAZÓN Y EL CORAZÓN DE DIOS.
Sí, el cuarto "lugar" es mi propio corazón, que representa la totalidad de mi persona. Yo soy "mi lugar". Mi interior. Podemos pasarnos toda la vida buscando lugares exteriores que me conforten, preguntándome cuál es mi lugar en el mundo o dónde habrá un lugar para mí, sin darme cuenta de que si no estoy en mí mismo como en mi casa, andaré siempre inquieto e insatisfecho. Si no me siento en mí mismo como en mi casa, deambularé por la vida como de alquiler o como un "okupa". El reto es ser el dueño del mejor hogar: mi propio yo. ¡Bienvenido a la república independiente de mi "yo"! (¡qué buenas ideas nos da Ikea...!), pero yo lo cambiaría aún más y diría "bienvenido a la república abierta a todos de mi yo". Independientes sí, aislados no...¿no os parece? Por eso estáis ahí unidos, compartiendo búsquedas y anhelos comunes.
Y... Nos queda un quinto "lugar"... El corazón de Dios. Es el hogar de todos los hogares. Es el que los sutenta todo. El corazón de Dios es donde "caemos" cuando nos exiliamos de nosotros. Leed el salmo 138: "Señor, tú me sondeas y me conoces... Aunque me acueste en el abismo, allí te encuentro...." Leedlo en esta clave y os resonará hermosísimo.
Todos los "lugares" confluyen en un único y acogedor "lugar": el corazón amoroso de Dios. Bienaventurado quien sabe escuchar el latido del corazón de Dios, porque él descansará feliz...
Os deseo a cada uno de vosotros, especialmente a ti, querida Lara, que este "lugar", el casal, se transfome en el simbolo exterior de una realidad interior, la de saberos y sentiros en las manos de un Dios que os quiere para sí y que es vuestro "lugar" más real, aunque jamás le veáis. Muchos besos desde este lugar del planeta que se llama Vitoria. ELENA