La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

martes, 31 de mayo de 2011

SILENCIO SIN PREGUNTAS

Todos buscamos un sentido a la vida. Todos, en el fondo de nuestro ser, nos preguntamos muchas veces el porqué de las cosas que nos suceden. Pero hoy me pregunto si todo tiene que tener un sentido. Quizá hay cosas que suceden porque sí, sin más razón que el mero hecho de suceder.

A los que como yo tenemos la tendencia a buscar el sentido de las cosas, a veces nos va bien dejar que las cosas sean. "Si algo es, deja que sea", me decía hace unos meses una persona. En el caso de los acontecimientos gozosos resulta más fácil dejar que sean, que fluyan, pero cuando nos enfrentamos al sufrimiento, eso ya es otro cantar. Es ante el sufrimiento donde brota inmediata la pregunta por el sentido: "¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?"

Hoy, en cambio, ha aparecido ante mí un profundo silencio carente de preguntas. Hoy que me ha sucedido algo doloroso, sorprendentemente me está inundando un silencio que me calma y pacifica. De pronto no hay preguntas. Me duele, pero no hay preguntas. Si esto ha de tener un sentido se me revelará en el momento oportuno, mientras... Dejo que sea.

Os aseguro que siento paz y os deseo esa misma paz, la que viene de lo alto porque nosotros no la tenemos.

PAZ...PAKEA...PAU...SHALOM...SHANTI...

viernes, 27 de mayo de 2011

BAILAR UN VALS CON LA PROPIA SOMBRA

Hace ya varios años leí el magnífico libro "Reconciliarse con la propia sombra. El lado oscuro de la persona" de Jean Monbourquette (si te interesa está en ed. Sal Terrae). Fue en un momento de mi vida en el que estaba despertando a la Vida de otra forma. Las experiencias interiories que viví en aquel periodo me llevaron a comprender cordialmente (con el corazón) que no hay posibilidad de plenitud en el ser humano si éste no toma entre sus manos sus infiernos interiores, su sombra, su lado oscuro.

En esta fase de nuestros Ser que llamamos vida, topamos continuamente con lo imperfecto. La imperfección forma parte de nuestra finitud. Podemos obviar tal imperfección, podemos huir hacia delante, podemos hundirnos en ella o... podemos reconciliarnos con ella.

Lo más complicado es que el proceso de reconciliación con nuestra imperfección, con nuestra sombra, es más, con nuestros infiernos, es eso, un proceso y, como tal, no se hace de golpe. No nos levantamos un día con todo ya perfectamente asumido, comprendido y reconciliado.

A medida que avanzan los años voy viendo que esta vida es una preciosa oportunidad que se nos regala para desplegar nuestro Ser. ¿Qué hacemos con el regalo de la vida? quizá lo que buenamente podemos porque este regalo no viene con "instrucciones de uso".

Cuando estoy con los adolescentes y les escucho hablar como si ya lo supieran todo, se despierta en mí una gran ternura. Así era yo a su edad: me comía el mundo, lo sabía todo o lo que creía saber lo sabía totalmente, categóricamente. Ahora descubro maravillada lo hermoso que es el proceso, el camino, la aventura de ir desplegando ese Ser que se nos da. Es ese dinamismo de crecimiento que impregna la vida lo más excitante y precioso. Abandonarse a ese proceso confiadamente va abriendo las puertas (crece nuestra consciencia) que dan acceso a estancias de ese "castillo interior" del que habla Teresa de Jesús. Curiosamente ella nos dice que las primeras moradas están llenas de bichos y ruidos... He ahí la sombra en una de sus primeras y más obvias manifestaciones. Luego... se nos cuela por donde menos lo esperamos, se camufla y reaparece. Es lo que tienen las sombras, se cuelan por donde quieren...

Utilizando los lenguajes propios de cada época, todos/as los/as grandes maestros/as de vida interior nos dicen que lo primero en el proceso espiritual es poner en orden tu propia casa. O sea, lo divino nos impele a ser más humanos, "mejores" humanos. Sí, al final, el premio, la gozada es que, poco a poco, te vas sintiendo en ti como en casa. Dice el Maestro Eckhart a este respecto:
“Dios está siempre dispuesto, pero nuestra falta de preparación es grande; Dios está cercano a nosotros, pero nosotros estamos lejos de Él; Dios está en nosotros, nosotros estamos fuera de nosotros; Dios está en su casa en nosotros, nosotros somos los extranjeros” (sermón 8).

¡Qué curioso! A Dios le gusta estar en mí, se siente como en su casa. En cambio yo puedo pasarme la vida entera exiliado de mí mismo por no soportar lo que descubro dentro simplemente porque no sé, porque nadie me ha enseñado a abrazar mi propia sombra como llave de acceso a otras "moradas" interiores. Sí, nuestra falta de preparación es grande. Hacemos lo que buenamente podemos.
Pero.. Dios está deseando dárnoslo todo. Cuando nos abrimos a Él confiadamente... podemos llegar a bailar un vals con nuestra propia sombra.

Eso os deseo, eso te deseo, eso me deseo.

jueves, 26 de mayo de 2011

UN AMOR QUE NOS MADURA

Verbo amar: primera conjugación...¡primera necesidad!. Amar y ser amado es el ritmo, la cadencia que necesita todo ser humano para avanzar y crecer. Amar y ser amado, dos momentos que son inseparables. Sin uno de los dos tiempos, el activo o el pasivo, no hay despliegue del Ser profundo. Si nos fijamos en todo cuanto nos rodea descubriremos que vivimos dentro de un tempo vital universal de entrega y recepción: las mareas, las olas que rompen sobre la costa y regresan al mar, la lluvia que cae y regresa al cielo convertida en vapor, nuestra respiración, los latidos del corazón... Allá donde miremos comprobamos que el vacío y la plenitud van de la mano, que no puede haber verdadera entrega sino hay apertura para recibir, que no puedo acoger si no me vacío, me abro, me dejo ir.

Verbo amar: yo amo...¿yo amo? ¿no sería mejor comenzar por un "yo me amo"?. Porque a nadie podemos amar si no nos amamos a nosotros mismos sincera y amablemente. Precisamente porque a quien más nos cuesta amar es a nosotros mismos, tantas veces hacemos del amor al otro un sustitutivo del amor que no nos tenemos. Buscamos que el otro nos ame porque no sabemos o no podemos amarnos. Me amo a mí mismo/a en el/la otro/a (pareja, amistades...). Con todo ¡qué hermosa y fantástica experiencia! cuando me siento amado/a, acogido/a, aceptado/a por ese/a "otro/a" que en realidad es parte de mí. No pocas veces el amor que nos profesan, que nos regalan, es el bálsamo que nos permite comenzar a amarnos a nosotros/as mismos/as.

Es así como el amor nos madura, nos hace crecer. Saberse y sentirse amado/a incondicionalmente es como el viento suave que despliega las velas de un barco. Nuestro ser se abre y esponja al toque del amor como una flor lo hace para recibir el rocío de la mañana.

Un amor que no genera un dinamismo de mejora carece de algo, es sospechoso. Evidentemente todo es un proceso en el que se entremezclan luces y sombras. Deseamos amar, pero tantas veces no sabemos amar. Deseamos ser amados/as y, sin embargo, nos cuesta abandonarnos en el amor que se nos ofrece. Somos seres en construcción y eso se nota en nuestra forma de conjugar el verbo amar.

Pero, sea como sea, el amor verdadero nos madura porque siempre nos sitúa en nuestra verdad. A veces no sabremos como afrontarla, pero el hecho es que amar a otra persona nos "sintoniza" con nuestras frecuencias internas más profundas. Amando o intentando amar, dejándome amar o intentándolo emergen mis fondos interiores: ilusiones, deseos, capacidades y también miedos, fantasmas, complejos...

El amor está en el origen de nuestra existencia. Somos seres nacidos del amor y para el amor. Esa es nuestra vocación. No hemos de temer esta fabulosa aventura de amar y ser amados. Miedo y amor no pueden convivir: "No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor porque el temor mira el castigo, quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor" (1Jn 4, 18-19).

Frente al amor edulcorado o interesado, frente al amor narcisista y egoísta, está el amor que nos madura, que nos hace Ser. Por ese amor vale la pena todo y vale la alegría...

martes, 24 de mayo de 2011

Dia-logo...

Hablemos, dije,
hablemos, dijiste
y tu palabra se puso encima de la mía y su peso
y su rabia, y su inquietud, y su ansia
ahogaron la mía...

Hablemos, por favor, te dije,
sí, hablemos, me respondiste
y no hubo silencios,
no hubo miradas ni desvelos,
tan sólo torrente de palabras rotundas,
espesas, de hierro y metal.

Hablemos...
pero callé, tuve que callar,
no había lugar para mi palabra sin pretensión de nada,
con ilusión de todo...

No, no hablemos,
no parloteemos,
seres irracionalmente racionales
que visten de palabra
miedos, dudas y rabias.

No hablemos,
no me arrojes tus miedos a mí,
no me los pongas encima ahogando mi esperanza,
mi sueño, mi pequeñez.

No hablemos,
mejor dialoguemos,
dejemos nacer desnuda la palabra,
dejémosla pequeña y temblorosa parir
un encuentro.

Que la palabra se revele vehículo
de la Palabra,
vehículo de una final palabra común.
Desvistámosla de acentos e imperativos,
dejémosla trémula ir y venir
sin darle demasiada entidad ni peso
al fin y al cabo... ¿qué son las palabras?
Sin ti y sin mí cáscara de nada son,
envoltorio de un vacío.

Dialoguemos, transmutemos las palabras en LOGOS,
que acontezca la trasfiguración de la palabra en encuentro.
Que se transubstancie el verbo en abrazo,
el sustantivo en Ser,
el adjetivo en alabanza y agradecimiento.

Dialoguemos, dejemos que la duda sea hermana
y acojamos su compañía.
Dialoguemos...
Sinfonía de silencios musicados por un Verbo
y, al final, mirémonos y quizá, abracémonos,
porque no hay dia-logo
si la palabra no se hace encuentro,
nuevo nacimiento.

martes, 17 de mayo de 2011

MIEDO AL CAOS

Es normal que tengamos miedo al caos. Es normal que nos gusten las seguridades, lo seguro, lo claro y ordenado. Lo llevamos inscrito en nuestros genes, buscamos asegurar la especie, asegurar la supervivencia individual y del clan, eso es así desde los orígenes. Pero, curiosamente, en todos los textos sagrados se comienza mencionando un estado inicial de caos.

La obertura de la gran sinfonía bíblica es una frase contundente: "En el principio era el caos"... A partir de ahí todo comienza. Curioso: Dios hace del caos la materia prima de su creación. Sorprendente y sublime.

Quizá el gran mérito de la divinidad sea "estimular el tránsito desde el caos (entendido como un desorden sin sentido) hasta la realidad que vemos" (J. Briggs y F. David Beat, las siete leyes el caos). Estimular es un verbo interesante. Cuando estoy inmerso en mi caos inerior o la vida se transforma en un caos, un sinsentido, seguramente no necesito grandes palabras, sino tan solo encontrar ESTÍMULOS. Un Estímulo es como un faro que rompe la oscuridad o como una ola que bien cogida, lleva hasta la playa. Un Estímulo es una corriente de aire cálido que, bien tomada, permite planear sin desgastar la energía. La clave del Estímulo es que me impulse, me arranque del miedo, del vértigo, y me permita dar un primer paso. El Estímulo es como esa primera palabra creadora de Dios: "Hágase la luz".

El caos está ahí, pero en lugar de verlo como un enemigo, como algo a esquivar, podemos reconciliarnos con él, dejar de temerle tanto. Siempre hay una caos previo antes de todo orden. Es más, el caos está preñado de orden , existe un orden oculto dentro del caos.

La naturaleza utiliza el caos como medio adecuado para crear nuevas entidades, para conformar acontecimientos y mantener la cohesión del Universo. Esta revelación acerca del caos fue enunciada por los científicos hace más de 30 años y continúa siendo estudiada. "El término científico "caos" se refiere a una interconexión subyacente que se manifiesta en  acontecimientos aparentemente aleatorios" (Las siete leyes del caos). Es decir, la ciencia mira al caos como otro tipo de orden que tiene sus propias leyes. Creo que esta comprensión puede iluminarnos en nuestra vivencia personal de lo caótico, de todo aquello que en nuestra vida nos parece carente de sentido.

"La ciencia del caos se centra en los modelos ocultos, en los matices, en la "sensibilidad" de las cosas y en las reglas sobre cómo lo impredecible conduce a lo nuevo". ¿No se parece esto mucho al tipo de mirada sobre el mundo de los contemplativos, no se parece a la mirada que nos propone Jesús, no resuena lo que Dios dice en el Apocalipsis: "Todo lo hago nuevo"?

Mirar con los ojos de la fe desvela el orden de todo, el entramado maravilloso de hilos que han ido tejiendo la historia de la Salvación. Historia de la Humanidad en la que mi pequeño ser individual queda inserido, injertado.

"En el principio, era el caos y la Ruhá de Dios alteaba por sobre las tinieblas". En nuestro principio individual y colectivo es el caos, pero Dios ha impreso en él un Estímulo que crea algo nuevo... ¡No tengas miedo al caos!

viernes, 13 de mayo de 2011

Los sueños...¿sueños son?

¿Se puede vivir sin sueños? ¿Dónde está la frontera entre la utopía y la quimera? ¿Existe una "edad de los sueños" y una "edad de la realidad?

Soñar:uno de los verbos más hermosos y menos comprendidos y aprovechados... "I have a dream"...

Soñador: hay quien utiliza este epíteto de forma peyorativa: el soñador, la soñadora, es un iluso, una ilusa.

Ensoñación: estado cercano al trance... Mente y corazón que por un momento se reunen en la evocación de algo que eleva el espíritu, que acelera los latidos, que convoca el suspiro.

Existen sueños personales y sueños colectivos.

Hay quien renuncia a sus sueños y quien se aferra a ellos de forma obsesiva.

Existen sueños que nos aterrizan en la realidad y realidades que nos parecen un sueño.

Sea como sea... No renuncio a soñar porque, al fin y al cabo los sueños ¿sueños son?

martes, 10 de mayo de 2011

EGO versus ESENCIA

Seguimos adelante en la vivencia de la Pascua. Jesús resucitado continúa saliendo a nuestro encuentro. Jesús es el Cristo ahora. Aquello que sólo Pedro, Santiago y Juan pudieron "ver" en el Tabor, es ahora la experiencia de muchos. La esencia de Jesús queda patente, el Hijo de Dios, Dios encarnado. Lo más hermosos es que el Resucitado, el Cristo, conserva las heridas de la pasión. La irradiación de la esencia no anula la humanidad, no la olvida, no la arrincona, sino que la plenifica.

Me interesa este dato, esta imagen: el Resucitado que muestra las heridas de su pasión. Los que habéis hecho talleres conmigo recordaréis la dinámica del mural: el mural roto y re-construído queda lleno de marcas, de las señales de la vida, del proceso personal que cada uno y cada una debe recorrer y vivir. Gonzalez Faus lo dice muy bellamente refieriéndose al Resucitado: "es él mismo pero no el mismo".

Esta experiencia de sentirse o saberse "yo mismo/a" pero no "el/la misma" no nos es extraña. La crisis y el sufrimiento son consustanciales a la vida. Creo que el ser humano es una critura "crísica", es decir, que se construye de crisis en crisis. Crisis es una palabra que proviene del verbo griego "crimeo" que significa "juzgar, distinguir". Es el acto de separar el grano de la paja. Las crisis que atravesamos son realmente grandes oportunidades para reorientar el camino vital, para quedarnos con lo esencial, para volver a lo fundamental distinguiéndolo de lo accesorio.

A veces el calado de la crisis es tal que nos conduce a fondos abisales de nuestro océano interior. Allí descubrimos seres fantasmagóricos, demonios y ángeles, luces y sombras. En ocasiones nos suceden cosas que tocan directamente la línea de flotación de nuestra persona, de nuestra vida y surgen las grandes preguntas "¿Quién soy?" "¿Qué pinto yo en este mundo?" ¿Qué sentido tiene mi vida, la vida...?"...

Es entonces cuando se establece de forma clara la gran batalla, la épica batalla que acontece en el interior de cada ser humano: la batalla entre el ego y la esencia o el Ser. En leguaje paulino, la lucha entre el "hombre/mujer viejo/a" y "el hombre/mujer nuevo/a". Es un momento de gracia, es el comienzo del despertar, de la iluminación. Cuando por fin soy consciente de mi inconsciencia, tengo la oportunidad de optar, de ir más allá de mí mismo/a al encuentro con mi Ser, con la esencia de mi persona.

La esencia de cada uno de nosotros/as se sitúa más allá del ego. El ego se sirve de nuestra mente para establecer su reinado y sobrevivir. Simone Weil lo llama "la parte mediocre del alma". Sí, el ego es mediocre, no quiere que exploremos todas nuestras potencialidades, quiere comodidad. El ego nos ata al miedo haciéndonos creer que debemos defendernos de los demás, de Dios, de amenazas que, tantas veces, tan sólo existen en nuestro pensamiento. La mente, habitat del ego, crea pensamientos. Los pensamientos se proyectan en la mente como imágenes de una película y el gran drama es que llegamos a creernos esos pensamientos. Así, la mente, llena de ruidos, de enganches con el pasado, de miedos al futuro, de deseos irrefrenables e infantiles, nos opaca la visión del presente y lo deforma todo. La mente, controlada por el ego se convierte en un espejo deformado. Por eso dice el Talmud: "No vemos las cosas tal y como son, vemos las cosas tal y como somos".

Entonces nuestro trabajo es poner manos a la obra en la sanación de nuestra mente. El camino para por el silenciamiento. El silencio se hace atención y ésta desenmascara las trampas del ego y abre la puerta a la manifestación de nuestra esencia, del Ser. De nuevo usaré palabras de Simone Weil: "Hay un esfuerzo que hacer , que es con mucho el más duro de todos, pero que no pertenece al terreno de la acción. Consiste en tener la mirada orientada hacia Dios, volverla a dirigir a él cuando se aparta, aplicarla en cada instante con toda la intensidad que se es capaz. Esto es algo muy difícil porque toda la parte mediocre de nosotros mismos, que es lo que llamamos nuestro yo, se siente condenada a muerte por esta orientación de la mirada a Dios. Y no quiere morir; se rebela y fabrica falsos dioses a los que se pone el nombre de Dios (...) en tal caso la parte medioce del alma está en completa seguridad, nisiquiera la oración la amenaza".

Ser yo mismo, yo misma, es una fascinante aventura que dura toda la vida. Si alguien se dice a si mismo "ya está, yo ya estoy acabado, ya sé todo lo que debía saber, ya me conozco...", se cierra el camino de la plena realización. Nunca estamos hechos del todo. Nos vamos haciendo en la interrelación con los demás, con las circunstancias... Personalmente creo que es "el otro" el reto más grande que se nos lanza. Las personas con las que nos relacionamos de una u otra manera suscitan miles de reacciones, tocan sabiéndolo o no nuestros fondos luminosos y también los tenebrosos. El otro es mi salvación, es la mediación privilegiada para acceder a mi verdad si no me parapeto, si no me acorazo, si no me cierro.

Vivir desde mi esencia es ir más allá de ego, hacer oídos sordos a sus requerimientos y optar tozudamente por la parte brillante de mí, por mi excelencia. En realidad, aquietar el ego, no engancharme en sus trampas, es optar por la felicidad, sólo que es una felicidad diferente y nos asusta porque nos resulta más fácil y comprensible regresar a los "tics" aprendidos, a la ley de "acción-reacción". Vivir desde la esencia nos lleva a mirar las cosas con cierta distancia, sin empastarnos con nada. Esto requiere destrezas que se aprenden en la escuela del silencio y de la soledad.

He aquí la gran batalla: "EGO versus ESENCIA". Cristo, Buda, el Tao... nos señalan el camino, los pasos los hemos de dar cada uno de nosotros.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Chivos expiatorios

Existía en el antiguo Israel una ceremonia en la que se elegían dos chivos. Uno era sacrificado en el Templo, el otro, era cargado con todas las culpas del pueblo y llevado al desierto en medio de insultos y gritos y allí abandonado. Una forma de lavar las conciencias, de echar fuera de sí los pecados del pueblo, una catarsis, una limpieza colectiva.

No andamos muy lejos nosotros de ritos como este. Recordemos, por ejemplo, la Segunda Guerra Mundial. El nazismo avanza, el mundo tarda en reaccionar y, cuando lo hace, descubre horrorizado que millones de seres humanos han sido exterminados por una cuestión de raza. Hitler se suicida y su cuerpo es quemado... se le arrebata a Europa la posibilidad de apresar a aquel que concreta en sí el mal del mundo. Poco a poco los cabecillas y asesinos nazis van siendo apresados. Comienzan los juicios de Nüremberg. Las naciones aliadas juzgan a los protagonistas e ideólogos del exterminio. Algunos terminaran en la horca, otros cumplirán pena de cárcel quedando libres años después, en algunos casos enriqueciéndose al explicar sus experienciasn en conferencias y libros. Muchos nazis escaparán y se refugiarán en países como España viviendo tranquílamente el resto de sus días.

Los juicios de Nüremberg permitieron que las naciones aliadas encontraran sus chivos expiatorios. Evidentemente se debía juzgar a los culpables. No eran seres inocentes sobre los que descargaban culpas colectivas, eran evidentemente culpables. Sin embargo, una vez concluídos los juicios y castigados los grandes nombres de terrible memoria como Himmler... ¿fue el mundo un lugar mejor?¿tuvieron los miles de judíos sobrevivientes un trato justo? ¿se crearon las condiciones sociopolíticas para velar por la no proliferación de regímenes totalitarios y xenófobos? Estudiar los acontecimientos políticos tras el fin del nazismo no nos lleva a ser muy optimistas. Simplemente se descargó el golpe en unas personas pero se siguió sin ir al fondo de la cuestión. Lo mismo sucedió antes tras la Primera Guerra Mundial. Lo mismo continúa scediendo con los acontecimientos del mundo árabe y sus revueltas. Tranquilizamos nuestra conciencia presenciando la ejecución de Sadam Hussein, la victoria sobre Gadafi o la muerte de Bin Laden.

De alguna manera la raza humana tira balones fuera ante el problema del Mal. Es más fácil concretar en ciertos nombres, rostros o grupos el problema del mal que reconocer que ese mal lo llevamos todos dentro, al igual que el Bien y que optar por uno u otro es eso, una opción personal que se juega en el interior de la persona. Es más complicado reconocer y denunciar las estructuras que posibilitan la injusticia y las atrocidades que culpar a unos pocos y perseguirlos.

¿Celebrar en la calle el asesinato de un ser humano, por más culpable que fuera, nos hace mejores que los asesinos? ¿Cómo puede decir el presidente de la gran democracia americana que "el mundo es ahora un lugar mejor"? Frase superficial e infantil donde las halla. El mundo sigue poblado por seres violentos, el hambre continúa haciendo estragos, las guerras de mayor o menor escala continuan vigentes, una gran crisis económica está aplastando a los más débiles... ¿Es el mundo un lugar mejor smplemente porque se ha asesinado a Bin Laden?

¿Cuál es el nivel moral de las naciones que se autodenominan desarrolladas cuando seguimos tomando la vía más facilona: la del chivo expiatorio?

Crear catarsis colectivas para sentirnos más buenos que el vecino malvado no sirve de nada. La sanación de la herida de la Humanidad precisa de otros bálsamos que, como siempre, no se sitúan en los centros, sino en las periferias y los desiertos de las sociedades.

lunes, 2 de mayo de 2011

Lo esencial es invisible a los ojos...

...Solo se ve bien con el corazón. No hace falta decir de quién es esta frase, quizá una de las más hermosas de la literatura universal. Una sentencia en boca de un zorro que anhela una amigo, que pide ser domesticado... crear lazos... ¡qué hermosura!

EL zorro quiere un amigo pero no quiere atarlo, sino crear lazos, que el amigo sea como es y que él mismo pueda ser como es, por eso le pide ir poco a poco... suavecito... dejando el espacio necesario para que se dé la revelación de los lazos en su momento oportuno. Es por esta razón que le regala la frase al principito. Lo esencial de las relaciones, de la vida que fluye entre las personas, sólo se ve bien con el corazón.

Es importante aprender a cerrar los ojos físicos y permitir que se abra la mirada interior. Las cosas más importantes en la vida, lo esencial, como enseña el zorro al principito, descansa más allá de la superficie de los acontecimientos. Abrir la mirada interior supone hacer una camino de silenciamiento que permita que los esencial se revele. Cada persona, cada situación tienen una carga de misterio, de hondura, de belleza. Una mirada rápida o superficial, una mirada teñida del cúmulo de prejuicios, anticipaciones y prisas de la mente, actúa como una especie de velo que opaca esa hondura, que no permite ver realmente. Cuando somos capaces de ir más allá de las primeras apreciaciones conectando con la mirada del corazón, entonces todo se nos va revelnado porque caen los velos. La realidad se revela des-velándose. Es un proceso de desnudamiento, de pérdida de ropajes.

Sólo se ve bien con el corazón... ¿qué es el corazón? es el gran motor de nuestro cuerpo. En cada latido el corazón moviliza cantidades ingentes de energía. El latido del corazón materno nos acompaña durante nuestro crecimiento en su seno. Su sonido queda inscrito en el subconsciente de cada persona. Quizá por ello a nivel simbólico situamos en el corazón la sede de los sentimientos más profundos. Decimos "se me ha roto el corazón" o "me ha robado el corazón" o" te hablo con el corazón en la mano"... Nos queda algo por decir: "Te veo con el corazón". Es un paso cualitativamente distinto. Ver con el corazón significa atravesar las capas del ego, ir más allá de la pantalla de la mente que todo lo deforma con expectativas, con restos del pasado, con anticipaciones de futuro. Ver con el corazón es anclar la mirada en le presente y permitir que lo que es se nos revele.

Cuando el zorro regala al principito la frase, le está regalando mucho más. El zorro abre al principito la puerta de acceso a una forma de vida radicada más allá del ego y, por lo tanto, libre de miedos. Por eso el principito comprenderá que si quiere regresar con su rosa, a su planeta... a su casa, debe morir la parte de él que le limita. El principito se deja morder por la serpiente... acoje la muerte como paso a la nueva dimensión en la que no hay sino esencia y, por ello, total presencia. Por eso el aviador podrá ver a su querido principito en la estrella que brilla y el zorro lo encontrará en el color dorado del trigo...

Ver con el corazón nos abisma en la no-dualidad, en la experiencia de que somos parte de un Todo, como las cuentas del collar de Malinalli que ya comenté en otra entrada.

Ver con el corazón serena el interior, aquieta los pasos, nos confiere el ritmo exacto, el ritmo de las estaciones, el ritmo de las aves migratorias que saben cuando volar y cuando y donde descansar.

Ver con el corazón no nos hace ingenuos, pero sí devuelve al inocencia a la mirada. Mirar con el corazón desenmascara  los fantasmas que pueblan nuestro interior y nos hace ver que no tienen consistencia. Abrir la mirada interior ilumina el camino a través de las tinieblas que nos pueblan... Mirar con el corazón posibilita el perdón porque nos acerca al núcleo del amor.

"Lo esencial es invisible a los ojos, sólo se ve bien con el corazón"... Es como pintar en un  lienzo con agua.