La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

viernes, 27 de mayo de 2011

BAILAR UN VALS CON LA PROPIA SOMBRA

Hace ya varios años leí el magnífico libro "Reconciliarse con la propia sombra. El lado oscuro de la persona" de Jean Monbourquette (si te interesa está en ed. Sal Terrae). Fue en un momento de mi vida en el que estaba despertando a la Vida de otra forma. Las experiencias interiories que viví en aquel periodo me llevaron a comprender cordialmente (con el corazón) que no hay posibilidad de plenitud en el ser humano si éste no toma entre sus manos sus infiernos interiores, su sombra, su lado oscuro.

En esta fase de nuestros Ser que llamamos vida, topamos continuamente con lo imperfecto. La imperfección forma parte de nuestra finitud. Podemos obviar tal imperfección, podemos huir hacia delante, podemos hundirnos en ella o... podemos reconciliarnos con ella.

Lo más complicado es que el proceso de reconciliación con nuestra imperfección, con nuestra sombra, es más, con nuestros infiernos, es eso, un proceso y, como tal, no se hace de golpe. No nos levantamos un día con todo ya perfectamente asumido, comprendido y reconciliado.

A medida que avanzan los años voy viendo que esta vida es una preciosa oportunidad que se nos regala para desplegar nuestro Ser. ¿Qué hacemos con el regalo de la vida? quizá lo que buenamente podemos porque este regalo no viene con "instrucciones de uso".

Cuando estoy con los adolescentes y les escucho hablar como si ya lo supieran todo, se despierta en mí una gran ternura. Así era yo a su edad: me comía el mundo, lo sabía todo o lo que creía saber lo sabía totalmente, categóricamente. Ahora descubro maravillada lo hermoso que es el proceso, el camino, la aventura de ir desplegando ese Ser que se nos da. Es ese dinamismo de crecimiento que impregna la vida lo más excitante y precioso. Abandonarse a ese proceso confiadamente va abriendo las puertas (crece nuestra consciencia) que dan acceso a estancias de ese "castillo interior" del que habla Teresa de Jesús. Curiosamente ella nos dice que las primeras moradas están llenas de bichos y ruidos... He ahí la sombra en una de sus primeras y más obvias manifestaciones. Luego... se nos cuela por donde menos lo esperamos, se camufla y reaparece. Es lo que tienen las sombras, se cuelan por donde quieren...

Utilizando los lenguajes propios de cada época, todos/as los/as grandes maestros/as de vida interior nos dicen que lo primero en el proceso espiritual es poner en orden tu propia casa. O sea, lo divino nos impele a ser más humanos, "mejores" humanos. Sí, al final, el premio, la gozada es que, poco a poco, te vas sintiendo en ti como en casa. Dice el Maestro Eckhart a este respecto:
“Dios está siempre dispuesto, pero nuestra falta de preparación es grande; Dios está cercano a nosotros, pero nosotros estamos lejos de Él; Dios está en nosotros, nosotros estamos fuera de nosotros; Dios está en su casa en nosotros, nosotros somos los extranjeros” (sermón 8).

¡Qué curioso! A Dios le gusta estar en mí, se siente como en su casa. En cambio yo puedo pasarme la vida entera exiliado de mí mismo por no soportar lo que descubro dentro simplemente porque no sé, porque nadie me ha enseñado a abrazar mi propia sombra como llave de acceso a otras "moradas" interiores. Sí, nuestra falta de preparación es grande. Hacemos lo que buenamente podemos.
Pero.. Dios está deseando dárnoslo todo. Cuando nos abrimos a Él confiadamente... podemos llegar a bailar un vals con nuestra propia sombra.

Eso os deseo, eso te deseo, eso me deseo.

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