La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 6 de junio de 2011

AÑORADA Y TEMIDA LIBERTAD

Dejar ir lo que más amamos nunca nos dejará vacíos, al contrario, recuperaremos todo aquello que creímos perder en una forma más genuína y hermosa, porque todo regresará preñado de libertad.

Con estas palabras terminaba una de las entradas de este blog en la que reflexionaba sobre la importancia de "dejar ir". Pero es difícil. A veces nos sabemos muy bien la teoría y luego, llegado el momento, andamos torpes de reflejos para reaccionar conforme a eso que decimos haber interiorizado. A mí me pasa y lo miro con ternura. Somos tan frágiles los humanos... tan poquita cosa. Capaces de maravillas científicas, de grandes gestos, pero generalmente, en el día a día,  un poco títeres en manos de los sucesos, un pelín desastrosos a la hora de gestionar nuestras emociones y no digamos los fracasos, decepciones y problemas...

Pero creo que lo anterior responde a un nivel determinado de conciencia en el que no hay contacto con la esencia personal, con el Ser, con ese lugar en el que somos habitados por Otro que nos lo da todo.

Si alguien hiciera un resumen de todas las entradas de este blog, comprobaría que se habla de una sola cosa de diferentes maneras. Y es así porque son pocas las cuestiones esenciales en esto de ser persona, pero son tan profundas, tan bellamente hondas, que nos despitamos a la primera de cambio.

Sí, vamos despistados por la vida, el problema es que ese despiste nos puede llevar a hacernos mucho daño a nosotros mismos y a los demás. De ahí la importancia de enseñar a nuestros niños y jóvenes a no vivir despistados, a no conformarse con la manera en la que se nos dice que es normal vivir.

Puede que haya cosas que nos parezcan normales simplemente porque muchos las hacen o las viven de una determinada manera, pero no quiere decir que sea lo bueno ni mucho menos lo normal, es decir, lo normativo.

Vivir al márgen de los propios sentimientos negándolos o vivir esclavizados por ellos, vivir llenos de ruidos que nos impiden escuchar la Vida que llevamos dentro, vivir sin sentir que formo parte de un Todo que es esta Humanidad, el Planeta en el que vivo y el Cosmos, vivir sin sentir un deseo imperioso de cambiar las estrucutras injustas que rigen el mundo, vivir competiendo con todos, vivir queriendolo controlar todo... Eso no es normal, eso no es humano, eso no es válido, no puede ser la norma. Pero nos están convenciendo de que así es y de que vivir de otra forma o es de locos o es para una élite que "tiene tiempo para pensar y sentir", el resto, como hormigas obreras, tan sólo podemos trabajar y vivir lo más tranquilos que podamos, añorando tener lo que otros tienen o añorando que ya llegará ese día en el que pueda jubilarme y dedicarme a disfrutar del fruto de mi trabajo.

No, la vida de verdad es otra cosa muy diferente. La vida consiste en la tarea de reconquistar nuestro Ser. Se trata de un proceso de liberación. Es la conquista de nuestra Libertad. El retorno a casa, a nuestro hogar interior. Esa es la Vida verdadera.

Jesús vino a traernos esa Verdad, que somos hogar de Dios, que somos su templo. Jesús es el camino porque es el ser humano completo, acabado. Pero Jesús vivó el devenir humano. Jesús fue verdadero hombre, carne de nuestra carne, carne transida de Dios, pero carne, sarx. Jesús hizo también un proceso en su psique, en su afectividad... Él puede ser modelo porque fue uno como nosotros excepto en el pecado, es decir, en todo aquello que empequeñece y enquista el Ser. Así, en su paso a través de la oscuridad humana, Jesús deviene el Cristo... Jesucristo: el Resucitado que conserva las marcas del crucificado. La humanidad tomada en serio por Dios, tomada tan a broma y tan a la ligera por los propios humanos...

Hoy me surge desear la auténtica Libertad, la que se nos ha dicho que es la propia de los hijos e hijas de Dios. Nuestra temida y añorada libertad que trae consigo responsabilidad, la responsabilidad de hacerme cargo de mi vida acogiendo la de los demás, sintiendo toda vida como sagrada. ¡Loada seas, hermana Libertad!

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