La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 20 de junio de 2011

TRES PESARES FUNDAMENTALES

"HAY TRES PESARES FUNDAMENTALES EN EL SER HUMANO: EL MIEDO A LA ANIQUILACIÓN, LA DESESPERACIÓN FRENTE A LO ABSURDO Y LA PROFUNDA TRISTEZA FRENTE A LA SOLEDAD. La muerte, la falta de sentido y la soledad son -y siempre lo serán- los enemigos del Yo natural. Pero la muerte es inevitable, nos enfrentamos con lo absurdo a lo largo de toda la vida y todos experimentamos alguna vez la soledad sin esperanza...

La otra dimensión, que se sitúa más allá de nuestra facultad natural de comprensión y que es la dimensión trascendente de la vida, puede justamente surgir-aunque no está obligada a ello- en esas situaciones límites, de tal modo que nuestra conciencia derriba las barreras que habitualmente le impone una actitud objetivante y reductora. Pero esto sólo puede suceder a condición de que el hombre realice una hazaña paradójica, totalmente irrealizable para el Yo ordinario: ACEPTAR CONSCIENTEMENTE HACER LA PELIGROSA EXPERIENCIA DE LA AUTOANIQUILACIÓN. (Karl G. Dürckheim, 1896-1989. Experimentar la trascendencia)


SI CON LA HERIDA DE LA SANGRE…

Si con la herida de la sangre
hubiera de caminar
leguas de vida,
aún a riesgo de morir
sangrando,
de vivir abierta,
vulnerable, enfebrecida…
caminaría
aunque exhausta,
sonreiría
aunque enflaquecida.

Con la vida en muerte trocada aparejaría aún,
cada día,
la nave absoluta
dueña de un porvenir incierto
que se halla en otros mares,
en otras aguas no integradas
en el mapa de lo conocido.

Aún  sintiéndome yerta
en medio del vergel cotidiano
de movimientos impensados,
aún percibiéndome exiliada
de mi propio yo,
todavía alzaría la enseña
de quien cruza los mares
con el pecho inflamado
en esperanzas
del descubridor,
del incansable buscador
de lo verdadero.

No hay comentarios: