La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 18 de julio de 2011

Ecos desde San Asensio: Cuando el cuerpo se hace palabra

Re-conocer mi cuerpo. Re-descubrir mi cuerpo. Re-situar mi cuerpo. Soy mi cuerpo. Mi cuerpo no es una cosa, no es un objeto. Soy mi cuerpo. Desde estas claves hemos vivido la tarde de hoy en San Asensio y continuaremos mañana. ¡Qué belleza crear entre todos un espacio de expresión! La música nos ha ido llevando en la exploración de nuestra movilidad. Como bebés que experimentan nuevas sensaciones a través de nuevos movimientos, nos hemos sorprendido despertando trocitos de cuerpo, desde la punta del dedo gordo hasta la cintura (mañana continuaremos si las agujetas nos lo permiten). Y...¡qué gozada lo que cada uno ha compartido después! ¡qué frescura y qué sensibilidad en sus percepciones y vivencias!

Nuestra corporalidad es un magnífico pórtico de entrada que nos permite acceder a las estancias más ínteriores, menos asequibles. Nuestro cuerpo es el lugar donde podemos expresar lo que se nos revela en las moradas interiores. Como alguien decía hoy...¡qué gozada tener un cuerpo que responde, que funciona...! y qué privilegio haber podido bailar, saltar, reir juntos, dejando salir el niño/a que llevamos dentro.

Durante más de tres horas hemos vivido en el puro presente porque todo nuestro ser estaba centrado en el movimiento, en este "aquí" y "ahora" en el que exploro mis posibilidades, en el que conecto conmigo en mi cuerpo. Ese estar en el presente resulta liberador porque aquieta la mente siempre ocupada y pre-ocupada en mil pensamientos. Unificando respiración y movimiento se da el milagro: cuerpo, mente y corazón se focalizan  en una experiencia que, siendo física, afecta a la totalidad de la persona. Entonces, el cuerpo se hace palabra, una palabra contundente, sincera... En momentos así no hace apenas falta decir nada, las sonrisa que se afinca en los labios, la mirada que cobra hondura y emoción, los gestos que se hacen más dilatados y conscientes... El cuerpo se viste de hermosura y habla de nuestra esencia.

A mí sólo me resta decir: ¡GRACIAS! Mila Esker!, Gràcies! a todos y todas las que en tantas ocasiones os habéis fiado dejándoos conducir a través de experiencias de este tipo. Vosotras y vosotros certificáis que es así.

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