La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 11 de julio de 2011

Educar la interioridad: un asunto serio

Saber que se es... Sentir de pronto caer sobre ti el peso absoluto de tu ser: es un doloroso despertar. A algunos nunca les sucede porque cuando llegan los síntomas de ese despertar, se acallan sus mensajes y sensaciones con mil cosas exteriores. Es la opción por la superficialidd camuflándola de normalidad, viviendo en el ámbito de lo exterior bien visto en sociedad.

Cada vez más y más colegios se suman a la apuesta por la Educación de la Interioridad. ¿Sabemos bien lo que hacemos? Quizá algo de inconsciencia juegue a nuestro favor, porque de otra forma a lo mejor no nos embarcaríamos en semejante aventura.

¿Se puede educar la interioridad? Categóricamente sí. Desde siempre han existido en todas las culturas maestros y maestras de la vida interior. Necesitamos de guías para ir hacia dentro, no es fácil. Tendemos a pensar que antes corrían mejores tiempos para estas cosas, sin embargo, siempre ha resultado complejo para el ser humano concocerse, reconocerse, ir más allá del ego, de la dualidad. Ciertamente no suelen ser mayoria las personas que han permitido la manifestación de su Ser o que priorizan el alimento del ser interior por encima de otras cosas.


Curiosamente, en este mundo nuestro donde el mercado lo dirige todo, en el que la mentalidad científico-técnica es la que prima, se percibe un deseo de regreso a la interioridad. Ya no son los monasterios y los monjes los protagonistas de la búsqueda de Dios. Son cada vez más las personas "de a pie", laicos y laicas, que despiertan a otro nivel de conciencia, que acogen en sus vidas los espacios para el silencio, para la meditación y la oración, para el cultivo de su mundo interior, articulándolo con su trabajo y obligaciones sociales y familiares. Esto último creo que añade algo muy positivo al cultivo de la interioridad, ya que se aúna contemplación y acción de una forma natural. Eso  realmente normaliza los procesos, los purifica de los posibles espejismos que se dan cuando todo se focaliza en lo interior.
Como todo, también comporta dificultades añadidas, una de ellas, es la posibilidad de la distracción, del despiste porque hay muchos elementos que nos pueden alejar de lo esencial y que tenemos al alcance de la mano: el trabajo, la televisión, internet, y un largo etcétera de reclamos que hemos de saber discernir y situar en su justo lugar. Y más cuando llegan los momentos fuertes en el crecimiento interior: las crisis, la emergencia de experiencias que nos sobrepasan, las noches... Esos momentos requieren de una atención esmerada que nuestro ritmo de vida dificulta a no ser que se prioricen realmente.

Optar por la Educación de la Interioridad en el contexto educativo exigirá de nosotros ser consecuentes con los procesos que pondremos en marcha y conocer el contexto en el que los ponemos en marcha. Nuestros alumnos/as deberán poder seguir adelante en el crecimiento interior, en el cuidado y atención al ser interior en medio de un sociedad que no lo pone fácil pero, a la vez, lo busca cada vez con más insistencia.

Igualmente, y como ya he comentado en otras entradas del blog, exigirá de nosotros, educadores/as, ponernos en camino, priorizar también en nuestras vidas ese cultivo de la vida interior que proponemos a los chicos y chicas.

Y todo ello, sin eludir el hecho de que educar la interioridad abrirá la puerta a un despertar que, en ocasiones, puede resultar doloroso, muy doloroso, porque puede generar la experiencia del "saber que soy" que nos despierta de un sueño de felicidad y nos aboca al vacío existencial, paso imprescindible en el auténtico despertar.

Como dice el autor anónimo de la nube del no saber: Todo hombre tiene motivos de dolor, pero en especial el que sabe y siente que es. Todos los demás pesares son en verdad mero juego comparados con éste.

Educar la interioridad es un asunto serio. No podemos banalizarlo ni pretender que encaje al cien por cien en nuestros esquemas educativos tradicionales.

4 comentarios:

Ana dijo...

Elena, gracias por esta entrada...ya sabes que los centros Vedruna nos estamos adentrando en esto de la educación en la interioridad, motivados por el objetivo de pastoral del curso que viene, pero he caido en la cuenta de lo que implica y, sobre todo, de que no lo podemos hacer de cualquier manera...gracias...tengo que leer más despacio y captar todo lo que hoy quieres transmitir...para no caer en una lectura superficial, como nuestra actitud muchas veces en la vida.

Elena Andrés Suárez dijo...

GRacias por tu comentario, Ana. Si puedes lee entradas anteriores en las que trato directamente el tema, pero, cmo ves, todo cuanto escribo expresa de alguna manera los procesos de la vida interior que no son precisamente siempre de color de rosa. Sin embargo, tampoco todo es oscuridad y sufrimiento, la promesa que se nos hace en el Dios de la VIda es una promesa de Paz y de Bienaventuranza. Un abrazo.

Javier Palacios dijo...

En la estructuración de la escuela, con demasiada frecuencia, los esfuerzos se centran en que todo sea compatible y ser consecuentes con un planteamiento serio de la interioridad va a ser más difícil que echar a andar esta aventura... Sin embargo, de vuelta de Santiago, y al encontrarnos algunos de san Asensio tengo la convicción de que algo está cambiando de manera silenciosa. sssshhhh! No se lo digas a nadie...

Elena Andrés Suárez dijo...

Jajajaja, vale, no se lo diré a nadie...shhhhhh...