La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

sábado, 9 de julio de 2011

PLENIFICADOS EN EL VACIAMIENTO

(...) Tu segundo viaje comienza por un alejarse del pecado, es decir, por una metanoia o "cambio de corazón". La dura crisis que acabas de atravesar es esa metanoia, merced a la cual has llegado a repudiar ciertas tendencias que malograban tu vida. En tu inconsciente había tal vez apegos o inclinaciones que estaban separándote de Dios, de tus semejantes y de tu auténtico Yo. Ahora, en cambio, tu ego, tu yo separado, está agonizando (gracias a lo mucho que has sufrido) para que nazca el Yo real.
Mas nunca has de olvidar que tienes una inclinación innata al pecado, una tendencia natural a fortalecer el yo separado. Consciente de esto, has de volverte con toda confianza hacia Dios. Eres el hijo pródigo que, regresando al hogar paterno pidiendo que lo traten como a un criado, se encuentra con un ternero crepitando alegramente en la parrilla para festejar su llegada. Pero siempre es posible una nueva fuga. Por intensa que fuere tu iluminación, jamás pienses que no eres como los demás hombres (...) Cuanto mayor haya sido la iluminación, más desastrosa será la caída.
Por ello los antiguos maestros sobre todo hacían hincapié en la humildad, o sea el reconocimiento de la propia flaqueza. Ahora bien, ¿qué es exactamente la humildad?
(...) Siguiendo el ejemplo de los budhistas, hemos de reconsiderar nuestra noción de humildad en términos de "vacío de nosotros mismos" y de total pobreza.. El orgulla infla nuestro ego separándonos de Dios, y al hombre de la mujer; la humildad nos hace perder ese yo separado para encontrar el verdadero Yo unificado a Dios y a nuestra otra mitad. 
(...)En la práctica te harás humilde vaciándote de ti mismo y despidiéndote de todo (...). Sí, vacíate de todo, y nota bien que "todo" significa "todo". Adopta la mentalidad del propio Jesucristo, que se "anonadó", se vació de si mismo, tomado forma de esclavo (...).
Vacíate de todo razonamiento y conceptualización, de todo pensamiento discursivo. Deshazte de tus ansiedades. Vacíate de tus hermosos planes, de tus caras ambiciones y de tu afición a magníficos proyectos. ¡Quítate al máscara que llevas! ¡Baja de tu pedestal! Te tendrán por loco, sí. Y como loco sonreirás y reirás en situaciones en las que antes te rechinaban los dientes de rabia. Porque entonces serás libre. ¡Y qué magnífico don el de la libertad interior!
(...) Te has levantado un buen día riendo a carcajadas... porque la muerte ya no es para ti aquel ogro siniestro que te asustaba, sino una dulce hermana a quien amas.

                                       William Johnston. Enamorarse de Dios. Ed. Herder, 1998, págs. 98-99.

2 comentarios:

Amaia dijo...

Nadie está más vacío que aquel que sólo está lleno de sí mismo.

Como escribe Víctor Hugo la humildad tiene 2 polos:lo verdadero y lo bello.

Feliz tarde

Amaia

Elena Andrés Suárez dijo...

Precioso comentario, Amaia. Un beso.