La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 13 de julio de 2011

Una fragilidad preñada de Vida

Esta fotografía es de Javier Salaberría (Javi, espero que no te importe que publique tu nombre). Él me dio permiso para publicarla aquí. Y lo hago porque además de ser una fotografía preciosa me parece sumamente sugerente. 

Un tronco abierto y caído, como vencido, pero del que brotan unas ramas jóvenes llenas de vida. ¿Quién no se ha sentido así alguna vez: abierto, vulnerable, casi vencido por las tormentas de la vida? y, sin embargo, cuántas veces esa situación vital ha sido el momento oportuno, el momento preciso en el que hemos podido florecer, dar lo mejor de nosotros mismos. Es una gran paradoja, pero resulta que cuando más débiles nos sentimos, más fluye nuestra esencia, como este árbol.

Una vida que se abre, que de tan abierta casi parece romperse. Una vida que se derrumba, frágil pero rebosante de vida. Una vida con raíces que hacen que no se derrumbe del todo. "Cuando soy débil entonces soy fuerte" dirá San Pablo.

Este árbol me hace pensar en las mujeres, gestadoras y dadoras de vida, tantas mujeres rotas por dar vida, por cuidar de la vida. También reconozco en esta fotografía a los ancianos y ancianas llenos de una grna sabiduría oculta en cuerpos que se debilitan día a día. Veo a Jesús, que se rompió por completo generando un estallido eterno de Vida.

Veo en la imagen a tantos hombres y mujeres sufrientes que hacen de sus sufrimientos camino de amor.

Contemplo en la imagen la ontológica fragilidad humana que, sin embargo, está preñada de vida si sabemos hacer crecer nuestras raíces. En esta fotografía lo más importante está bajo tierra, y son las raíces.

Enraicémonos en nuestra identidad, en nuestra verdad, en nuestras esencia, todo lo demás fluirá y se nos dará por añadidura.

4 comentarios:

Amaia dijo...

La vida es una galería llena de cristales y uno pasa por ella intentando ser un gato, sigiloso y hábil para que nada se rompa. Nuestro cuerpo es frágil, nuestro corazón es frágil, nuestra felicidad, también es frágil. Un mal movimiento o un golpecito y el cristal se resquebraja y nos corta en mil pedazos. Una mirada, una palabra, un gesto, una noticia nos recuerda lo frágiles que somos.
Hay dos legados perdurables que podemos transmitir a nuestros alumnos: uno son raíces, el otro son alas. Hagamos crecer las raíces y proporcionémosles alas para vencer la fragilidad.

Un beso

Amaia

Elena Andrés Suárez dijo...

Amaia, creo que deberías ofrecernos tu propio blog. ¡Qué preciosidad! Raíces y alas.... mmmm... sugerente.

Ana dijo...

Un fragmento de una canción de Ain Karem, grupo musical Vedruna, dice: "La debilidad es cauce para el encuentro contigo (el Señor)". Siempre que escucho la canción, al llegar a esta certeza, me recorre un temblor en el cuerpo...siento -por experiencia- que la debilidad es cauce para...¡tantas cosas! aprender a relacionarnos y convivir con nuestra debilidad-fragilidad y con la de aquellos que comparten nuestro camino de la vida es vital para crecer como mujeres y hombres, hijas/os de Dios. Desde que he dejado a la fragilidad entrar en mi mundo interior y he dialogado con ella sin miedo, siento mi corazón nuevo y sobre todo que ha cambiado mi mirada hacia esta sociedad en la que vivimos. Un abrazo. Ana

Elena Andrés Suárez dijo...

Gracias Ana por scoger en tu vidsa a la hermana fragilidad.Otro abrazo para ti.