La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Nos están esperando: ¡ABRID LAS PUERTAS DE PAR EN PAR!

No lo saben quizá, nunca lo dirán aunque lo sientan, pero el hecho es que nos están esperando. Nuestros alumnos y alumnas nos esperan, algunos más que otros. Saben que en el cole son "alguien", saben que volverán a tener alrededor un batallón de adultos que organizan su tiempo para ellos, por ellos. Saben que, en el despacho del final del pasillo, está él o ella, ese/a profe que siempre tiene una sonrisa y una palabra "sólo para mí". Nos esperan, sí, aunque estos días muchos estén deseando no volver de las vacaciones. 

Por eso, porque nos esperan, ¡abramos las puertas de par en par! Preparemos ya nuestro corazón para el re-encuentro con sus voces, con sus miradas, con sus silencios, con sus quejas, con sus contradicciones, con sus demandas de atención, con sus carcajadas... Preparémonos para el re-encuentro con sus corazones.

No es lo nuestro, lo de los educadores/as lo del manido "síndrome post-vacacional".  Lo nuestro es estar ya con hormiguillas en el estómago a la espera de que desembarquen ellos y ellas con su ruidosa presencia en los pasillos del cole, en las aulas, en los patios.

Mañana nos veremos nosotros/as, los/as "profes". Admiraremos los diferentes tonos de moreno adquiridos en tal o cual viaje inolvidable, nos explicaremos las novedades de nuestras vidas, pero, ojalá, no nos demos permiso para hablar de pereza o de fastidio ante el comienzo del curso. Eso que quede para más adelante, para esos finales de trimestre en los que sí estaremos cansados y tendremos necesidad de un desahogo. Ahora lo que toca es volver a la ilusión del cuaderno en blanco, todo por hacer, todo por comenzar. Dejemos un espacio grande a la esperanza. Digámonos a nosotros mismos que este puede ser el mejor curso de nuestra vida y de la vida de nuestros chavales.

Porque nos están esperando: ¡ABRID LAS PUERTAS DE PAR EN PAR!

MUY FELIZ COMIENZO DE CURSO, QUERIDOS/AS EDUCADORES/AS.

jueves, 25 de agosto de 2011

A QUIENES ME HACÉIS BIEN

Regreso de un éxodo. Cuando llega el verano voy de casa en casa. Acojo atónita un tsunami de hospitalidad con epicentro en el corazón de mis amigos. Me instalo y me transformo en okupa, con mi maleta a cuestas. Allí estoy, en casas en las que siempre hay un hueco para mi y, lo sé, para otros muchos. Seres acogedores que generosa y amorosamente abren sus hogares y permiten que mi cepillo de dientes se asiente entre sus enseres.

A veces son un par de noches que transforman el salón en dormitorio, otras muchos más días, tantos que hasta tengo llave de la casa y entro y salgo como si allí viviera desde siempre, aunque eso suponga que los niños se queden sin habitación de juegos porque hay en ella una cama inchable y mi maleta compañera. En ocasiones es una familia entera que organiza seis días de su vida para darme gusto y mostrarme lo más hermoso de su isla.

Todo ello es la concreción exterior de una acogida interior, desde el corazón. Todo ello fruto de encuentros que generan comunión, amistad, amor. Vidas que se entrecruzan y ya no vuelven a ser igual, algo de uno quedó dentro del otro y se comienza a edificar el hogar del corazón.

No tengo palabras para agradecer. ME HACÉIS BIEN. Me enseñáis a ser acogedora y generosa. Yo también quiero que mi casa esté abierta. GRACIAS: Marisa y Alex, Eva, M. Antonia y Toni, mis acogedores hogares de este verano.

A todos lo que me acogéis a mí, a otros y otras porque sois "personas hogar", os dedico esta canción.

jueves, 11 de agosto de 2011

¿CUÁL ES MI CENTRO?

"¡Tienes que centrarte!"..."Estás muy descentrado". A los educadores seguro que nos suenan estas frases. Solemos decirlas con más frecuencia de la que creemos. Centrado y descentrado son dos calificativos que aplicamos a los/as alumnos/as en función, generalmente, de su avance en el proceso de aprendizaje.

Sin embargo, es algo absolutamente normal el hecho de que nuestros/as chavales estén descentrados de algunas cosas y muy centrados en otras. Estar centrado tiene que ver con tener un centro. Un niño y un adolescente aún están creando su identidad. En su mundo interior aún no hay opciones que configuren la vida, todo está en proceso, "abierto por obras". Será durante la juventud cuando se den los procesos que permitan la aparición de centros de interés personalizados. Por ello no debiera preocuparnos que durante unos años, para algunos de nuestros/as alumnos/as el "centro", lo central, lo que les centra y concentra, sean el fútbol o la moda. poco a poco irán llegando otros "centros" con un poco más de hondura: la experiencia de la amistad,  los primeros amores y desamores... Y así, poco a poco, sin quemar etapas, irá emergiendo en cada uno de ellos y de ellas, algo que se configure como central. Eso "central" tiene el poder de descentrarnos de nosotros mismos, porque es preciso salir de uno mismo tanto como lo es entrar dentro de uno. He aquí la magia del centro: nos des-centra para centrarnos.

Esto del centro lo percibí con fuerza ayer, visitando el monasterio budista del Garraf, en Barcelona. Allí pude dar las tres vueltas a la Stupa. Tres vueltas en torno a un centro de energía espiritual, de bendición, de oración, de ofrenda. Es el Centro el que atrae, el que orienta, el que focaliza las energias de las personas.

Como cristiana, girando en torno a la Stupa budista, no pude sino evocar al Cristo. Él es mi stupa, mi centro, Aquel que atrae mi Ser hacia honduras mayores. La atracción de Cristo, optar por Él como Centro del centro, focaliza mi vida unificándola, alejándola suavemente de la dispersión.

¿Cuál es mi centro? Hagamos nacer esta pregunta en el corazón de nuestros/as alumnos/as y les habremos hecho un enorme regalo.

martes, 9 de agosto de 2011

Fuera de la humanidad ¿hay salvación?

Dios es Misterio, nos guste o no. Dios es insobornable, irreductible, inaprensible... Dios es libre. La revelación cristiana contiene algo escandaloso: en su libertad, Dios decide hacerse uno de tantos, el último y el servidor de todos, hasta morir una muerte de cruz. Creemos los/las cristianos/as en un Dios que se hace carne (sarx), que se hace siervo y se vacía (kénosis), que muere y resucita. Escándalo para los judíos, locura para los gentiles y, si somos sinceros, escándalo y locura también para los que nos decimos seguidores de Jesús, el Cristo. Es normal que nos sintamos sobrepasados por la revelación de Dios en Jesús porque es algo inmenso, inconmensurable, no asequible a la pura razón. Si lo comprendiéramos totalmente, ya no sería Dios, sino creación humana.

Además hay otro dato: Jesús viene a dar cumplimiento a las promesas hechas a Israel, promesas que han sido pronunciadas en medio del acontecer humano. En el momento oportuno, Dios irrumpe en la historia humana pero no al márgen de ella, sino en ella, a partir de ella, haciéndose él también ser histórico y transitando los caminos de la "verdadera encarnación" como dice la Dei Verbum.

Cada página de la Biblia está plena de humanidad. Cada pasaje rezuma humanidad, pero una humanidad que es hecha interlocutora válida de Dios en su fragilidad, no a pesar de ella. Hombres y mujeres "torpes y necios para comprender" pero, sin embargo, continuamente amados por Dios. Hombres y mujeres de débil fe, de fácil inclinación  a la traición de la Alianza, dados a la queja, olvidadizos, cegados por tantas pasiones, pero siempre amparados por la Fidelidad amorosa de Dios que ha decidido que fuera de la humanidad, no hay salvación: es en la humanidad, en el ser hombre-mujer, donde acontece el acto salvador.

Cada vez que las religiones alejan al ser humano de sí mismo haciéndole anhelar ser un ángel, están alejando de Dios. Cada vez que las religiones miran con sospecha la humanidad, están sopechando de Dios, Aquel que ha creado al varón y a la mujer a su imagen y semejanza. Cada vez que las religiones propugnan caminos de acceso a Dios al márgen de los caminos de la humanización, pierden hondura, pierden corazón.

Sí, porque creo en Jesús de Nazaret como hijo de Dios, Verbo encarnado, el Cristo, afirmo rotúndamente que fuera de la humanidad, no hay salvación. Soy salvada en tanto que humana criatura llamada a ser divinizada transitando los caminos de mi concreta humanidad. Sin miedo, sin orgullo, abandonada, dejándome hacer en un proceso que va de nacimiento en nacimiento a través de sucesivas muertes.

domingo, 7 de agosto de 2011

Una fe siempre débil

Hoy Pedro quiere caminar sobre las aguas. Pone a Jesús a prueba: "Si eres tú haz que pueda ir hacia ti caminando sobre las aguas". Pedro no sabe que está pidiendo justamente aquello que es nuestro destino: nuestra divinización. Caminar sobre las aguas es un símbolo del poder de Dios. Pedro quiere hacerlo y Jesús no le dice que no. El vehemente discípulo se arriesga, baja de la barca. La fe es precisamente riesgo. Ese es nuestro camino de creyentes: correr el riesgo de dejar los terrenos conocidos y seguros y arriesgarnos a ir más allá incluso de la lógica, del nivel de conciencia que nos dice que es imposible caminar sobre las aguas. Sin embargo, tras los primeros pasos animosos Pedro duda y se hunde. Surge la petición de auxilio y es respondida. Jesús seguramente lo sabía, sabía que Pedro no daría muchos pasos antes de que llegaran el miedo y la duda. Sí, Dios sabe que nuestra fe siempre será una fe transida de debilidad. Las tormentas nos acompañan, los embates de la vida son múltiples. Jesús no puede asegurarnos que no nos pasará nada, que no sufriremos, que no nos sentiremos naufragar, pero sí nos asegura su presencia.

Nuestro destino es dar a luz a Dios en nosotros, ser Dios en Dios, dirán Hadewijch de Amberes y Maese Ekchart, pero no es tarea sencilla. Acontece el nacimiento de lo divino en nosotros en la vida, en medio de la vida, de la existencia con sus luces y sus sombras, con sus días de sol y sus días de densa oscuridad.

Este domingo el evangelio ha dejado en mí gratitud. Gratitud hacia un Dios que no sólo acoge mi debilidad, sino que cuenta con ella. Hoy pido al Señor de la Vida y de la Historia su Gracia que, como una mano tierna y fuerte a la vez, me otorgue la parte de fuerza que yo no tengo. ¡Hay tantas cosas que me asustan, que me hacen temblar...! dentro y fuera de mí percibo aguas turbulentas que me hacen zozobrar a mí, a tantos seres queridos, a tantos seres humanos, hermanos y hermanas míos a los que nunca conoceré...

¡Señor, ayúdanos!
Hemos bajado de la barca confiados en ti,
en respuesta a tu llamada.
Míranos ahora,
caminantes del infinito,
cansados, sedientos y asustados,
es la hora de la tormenta
en la que todo se hace oscuro
y cada presencia se antoja un fantasma.
Míranos y danos tu mano.
Sostennos como nadie más puede hacerlo,
Ayúdanos, Señor, ayúdanos
porque tú sabes que nos aventuramos más allá de las aguas conocidas
por ti, sólo por ti, niños inocentes y limpios aún
que deseaban explorar contigo el infinito.
Hombres y mujeres ahora de piel tostada por el sol,
de manos encallecidas por la tarea diaria
de aparejar la vida,
pero deseosos aún de secundar tu invitación
e ir más allá, siempre más allá.
Hoy nos ves temerosos, cansados,
cargados de dudas, los ojos enrojecidos por las lágrimas,
la respiración entrecortada por el miedo.
Te esperamos, Señor Resucitado,
oteamos a diario el horizonte esperando verte venir
caminado sobre las aguas.

lunes, 1 de agosto de 2011

70 veces 7 o el valiente camino del perdón

No todos los días tenemos acceso a noticias tan impactantes por su  hondura humana. Esta tiene nombre propio: AMENEH BAHRAMI. Perdió la vista y perdió su hermoso rostro  al ser rociada con ácido por un hombre al que había rechazado en varias ocasiones. Tras varios años luchando por una sentencia justa, ayer debía cumplirse la ley de Ghesas según la cual, el agresor debía recibir ácido en los ojos de manos de su víctima. Ameneh le perdonó. "El perdón es más importante que la Ghesa y yo quiero actuar correctamente. He luchado durante siete años por este veredicto, para demostrar que una persona que lanza ácido debería ser castigada según la ley islámica, pero hoy le he perdonado porque estaba en mi derecho. Dios habla de la ley de Ghesas en el Corán, pero también recomienda que se perdone".

He aquí uno de esos momentos en los que emerge la grandeza del ser humano. Lo que ha hecho Ameneh nos convoca a cada uno de nosotros y de nosotras. Es un reto: Ameneh afirma que estamos en nuestro derecho cuando perdonamos ¿seremos capaces de ejercer tal derecho? ¿seguimos pensando que el perdón en determindas circunstancias es una debilidad, una falta de personalidad, una renuncia a triunfar a través del odio, de la venganza o del despecho? ¿creemos que es mayor derecho el derecho a la venganza o el derecho a perdonar?

Elegir perdonar o elegir castigar, elegir perdonar o elegir odiar, elegir perdonar o elegir expulsar de nuestras vidas a quien nos dañó. Podemos elegir, es el gran vértigo de la libertad humana. Y hay más: ¿dónde está el límite para el perdón? Jesús nos responde con un categórico "setenta veces siete", es decir, un perdón total ya que el siete es el número que simboliza la plenitud, por lo tanto Jesús señala hacia un  perdón siempre, en toda ocasión. Resulta escandaloso para la mente humana, para nuestra lógica que sigue teniendo mucho de retributiva: tal has hecho, tal mereces.

Dios es per-don, es decir, el don superlativo ya que tal es el significado del sufijo "per". Dios es Aquel que se da sin límite alguno. La decisión de Dios es dar-se y ese don total de sí es el per-dón. Dios es Amor, cuando Dios se da, no puede dar sino Amor. Así, per-donar es Dios amando sín límites. Por ello quizá sólo el perdón es capaz de recrear la realidad porque sólo el amor nos crea. Siendo un hecho que el ser humano es un ser limitado e imperfecto, inclinado al pecado, únicamente un Dios per-dón puede ser condición de futuro para nosotros. Un Dios-juez inmisericorde nos aboca al infierno de la eterna culpabilidad. El Dios perdón que se nos muestra en Jesús nos libera con su misericordia. Tal liberación pone en funcionamiento mecanismos internos de gran potencia quedando capacitada la persona para ser adentrada en otras honduras que le permiten responder de forma alternativa a los acontecimientos, dando respuestas que no nazcan del ego, sino de su Ser o Esencia, desde allí donde es habitado por el Amor y de donde brota el Amor.

El perdón de Ameneh obliga a mirar más allá. Es un perdón que señala a otra realidad más profunda y misteriosa. La valentía de esta mujer al ejercer su derecho al perdón cercenando la cadena de dolor que se hubiera prolongado en el castigo de su verdugo, se transforma en una llamada para todos y para todas, pero especialmente para los que nos llamamos creyentes. Ameneh ha optado por el perdón porque como ella misma dice, Dios recomienda que se perdone. Los cristianos, seguidores de un Dios crucificado que perdona desde la cruz, deberíamos hacer del perdón un modo de vida. Para ello no queda más remedio que abrirse al don... abrirse al perdón de Dios: sólo quien se ha sentido perdonado puede perdonar. El primer paso, entonces, será reconocerse necesitado del tal perdón, reconocerse pecador. Finalmente el camino del perdón será el camino de aquel que valientemente reconoce su culpa y se deja perdonar abandonándose en un Amor que supera toda lógica y que nos capacita para hacer nosotros lo mismo.