La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

martes, 9 de agosto de 2011

Fuera de la humanidad ¿hay salvación?

Dios es Misterio, nos guste o no. Dios es insobornable, irreductible, inaprensible... Dios es libre. La revelación cristiana contiene algo escandaloso: en su libertad, Dios decide hacerse uno de tantos, el último y el servidor de todos, hasta morir una muerte de cruz. Creemos los/las cristianos/as en un Dios que se hace carne (sarx), que se hace siervo y se vacía (kénosis), que muere y resucita. Escándalo para los judíos, locura para los gentiles y, si somos sinceros, escándalo y locura también para los que nos decimos seguidores de Jesús, el Cristo. Es normal que nos sintamos sobrepasados por la revelación de Dios en Jesús porque es algo inmenso, inconmensurable, no asequible a la pura razón. Si lo comprendiéramos totalmente, ya no sería Dios, sino creación humana.

Además hay otro dato: Jesús viene a dar cumplimiento a las promesas hechas a Israel, promesas que han sido pronunciadas en medio del acontecer humano. En el momento oportuno, Dios irrumpe en la historia humana pero no al márgen de ella, sino en ella, a partir de ella, haciéndose él también ser histórico y transitando los caminos de la "verdadera encarnación" como dice la Dei Verbum.

Cada página de la Biblia está plena de humanidad. Cada pasaje rezuma humanidad, pero una humanidad que es hecha interlocutora válida de Dios en su fragilidad, no a pesar de ella. Hombres y mujeres "torpes y necios para comprender" pero, sin embargo, continuamente amados por Dios. Hombres y mujeres de débil fe, de fácil inclinación  a la traición de la Alianza, dados a la queja, olvidadizos, cegados por tantas pasiones, pero siempre amparados por la Fidelidad amorosa de Dios que ha decidido que fuera de la humanidad, no hay salvación: es en la humanidad, en el ser hombre-mujer, donde acontece el acto salvador.

Cada vez que las religiones alejan al ser humano de sí mismo haciéndole anhelar ser un ángel, están alejando de Dios. Cada vez que las religiones miran con sospecha la humanidad, están sopechando de Dios, Aquel que ha creado al varón y a la mujer a su imagen y semejanza. Cada vez que las religiones propugnan caminos de acceso a Dios al márgen de los caminos de la humanización, pierden hondura, pierden corazón.

Sí, porque creo en Jesús de Nazaret como hijo de Dios, Verbo encarnado, el Cristo, afirmo rotúndamente que fuera de la humanidad, no hay salvación. Soy salvada en tanto que humana criatura llamada a ser divinizada transitando los caminos de mi concreta humanidad. Sin miedo, sin orgullo, abandonada, dejándome hacer en un proceso que va de nacimiento en nacimiento a través de sucesivas muertes.

4 comentarios:

Andrés dijo...

Siempre creí en la mediación del hombre para aproximarse al misterio de Dios. Jesús de Nazaret y el Cristo resucitado son encarnación. Dios, hecho hombre, que sufre y se acerca a los más marginados de su tiempo para liberarles en su integridad. Cuanto más humano más divino. ¡Cuanta hipocresía cargada de gestos de inhumanidad se reviste, en ocasiones, de falsa divinidad!
Gracias Elena, tus palabras evocan en mis convicciones, buenas sensaciones y sentimientos para compartir con otros. Andrés

Elena Andrés Suárez dijo...

GRacias por tu comentario, gracias por tu vida que quiere ser mediación. Un abrazo.

Javier Palacios dijo...

Hay que salvar no el alma
a la hora de morir el hombre
hay que salvar al hombre ya viviendo en la historia.
(Óscar Romero, 16 de julio de 1977)

Elena Andrés Suárez dijo...

Gracias por traer a nuestro recuerdo a Monseñor Romero,vida y palabra retadoras por su carga de humana divinidad.