La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

jueves, 15 de septiembre de 2011

La maratón de la vida

En el blog de Javi Palacios estaba este vídeo colgado y el título de su post es "no es lo mismo triunfar que ser el primero". Me han emocionado el vídeo y el título y, por eso, dejando constancia de mis fuentes, quiero seguir con la reflexión de Javi aquí, simplemente porque me ha hecho conectar con algo que late en mi corazón de educadora y que sé que todos los educadores que seguís este blog compartís.

Con lo que he conectado al ver el vídeo es con el sentido mismo de la vida. ¿Qué es la vida? ¿acaso una carrera, una maratón, en la que cada uno busca el mejor puesto? ¿quiere eso decir que hay "personas de élite" así como hay atletas de élite? ¿quiere decir que no podemos hacer sino correr y correr a lo Forrest Gump y ver si llegamos a una meta, sea esta cual sea? ¿es de verdad eso la vida?

Ya hubo quien comparó la vida con una carrera y no fue otro que San Pablo. Igual que los corredores en el estadio corren y se esfuerzan por una corona que se marchita, nos dice él, así los cristianos debemos correr y esforzarnos pero no por una corona que se acaba marchitando, sino por una corona eterna. Y no sólo los cristianos. Todo ser humano debiera sentir el ímpetu interior de "salir a por todas", de ir adelante, pero no pisoteando a los demás, no dejando atrás heridos, sino en comunión con el resto de "corredores". Corredores cuyo álito sea el amor, la solidaridad, el mero hecho de acoger el inmenso regalo de la vida. Corredores que corran por el puro placer de hacerlo, sin pensar en recompensas. Corredores que dejen tras de sí estelas de alegría, de unidad, de esfuerzo ilusionado.

La imagen del corredor nos sirve porque evoca esfuerzo, constancia e ilusión, pero no nos sirve si el corredor va solo, si el corredor no tiene quien le recoja cuando sus fuerzas flaquean o cuando tropieza. No nos sirve un corredor emborrachado de gloria, repleto de medallas pero vacío de amor.

La vida es una maratón en tanto en cuanto no vamos solos. Esa imagen de la salida de una maratón en la que se ve un montón de personas, casi apiñadas, que salen a la vez, esa imagen es la imagen de la vida. Nos guste o no, lo queramos o no, vamos juntos, más juntos de lo que creemos. Existe una comunión real aunque invisible que nos hace compañeros de fatigas y de alegrías.

En el vídeo vemos al joven pletórico que gana... De noche vemos al anciano que, más caminando que corriendo, avanza poquito a poco... y alguien le espera. No son multitudes como en el caso del ganador. Le espera una persona amada, la mujer que ha caminado con él la vida. Para ella él es el ganador porque su mirada es la mirada del corazón, la que no se queda en las glorias externas sino que sabe sopesar los tesoros interiores que sólo se ven bien con el corazón, como dijo el zorro al principito. Y, curiosamente es, a la caída de la vida, casi de noche, cuando llegamos a comprender, por fin, las cosas más esenciales.

Por eso, la reflexión de Javi y este vídeo, me hacen desear de todo corazón que sepamos transmitir a nuestros alumnos que la vida vale la pena si la vivimos unidos. Que las notas, las puntuaciones, los éxitos son muy relativos. Que lo esencial, lo bello, lo que perdura se sitúa en otro lugar: en el corazón. 

Quizá nunca llegue a ganar una medalla, ni un premio, pero si hay alguien esperándome en la meta, aunque sólo sea una persona, para darme un abrazo, mi vida habrá sido plena porque habré amado y habré sido amada.

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