La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 10 de octubre de 2011

Desplegar el Ser

Imaginad un gran velero, uno de aquellos hermosos barcos a vela que surcaban los mares del mundo en otras épocas. Imaginad ahora que el viento sopla a favor de la ruta. Llega el momento de desplegar todas las velas. Pero... no se despliegan. El capitán del hermoso velero teme hacerlo. y, así, el velero avanza lentamente impulsado por el esforzado remar de los marineros. Absurdo ¿verdad? Pues así es como funcionamos nosotros cuando nos afincamos en el ego inmaduro. 

Entrar en procesos de crecimiento espiritual significa perder el miedo al miedo. El miedo siempre estará ahí, pero, progresivamente, podemos no tener miedo de tener miedo y vivir como si el miedo no existiera.

Esa es la única manera en la que nuestro Ser podrá manifestarse plenamente en nosotros. El Ser que soy más allá de la máscara del ego inmaduro. Ser o Self ... Mi Esencia, aquello de mí que es eterno, que es mi verdad, mi Yo real. 

Así, la vida es la oportunidad que se me regala para dar a luz ese Ser. Desde el punbto de vista creyente, mi Ser y el Ser de Dios son uno, no porque yo sea Dios, sino porque mi vocación es llegar a ser Dios en Dios.

La llamada que Dios me hace no es sino desplegar todas las velas, romper todos los límites que impiden que mi Ser navegue ligero aprovechando todas mis capacidades. Dios no es un obstáculo para ser yo mismo/a. Dios es la condición de posibilidad para que se dé mi plena manifestación. Porque Dios, con su amor, elimina el miedo. Él /Ella es Fuente de Vida, tronco en el que vivo injertado recibiendo nutrientes para crecer. Pero, esta ley del crecimiento que nos dice que hay un Ser libre y hermoso más allá de las capas del ego que decimos "yo", rigen para todos: creyentes y no creyentes. Por eso, en este terreno podeos encontrarnos y enriquecernos todos.

Sin embargo, hay quien sospecha que creer en Dios significa renunciar a ser yo. Es algo totalmente falso. Que yo sea yo en toda mi plenitud no significa que Dios deba desaparecer. Que Dios lo sea todo en mí no significa que yo deba desaparecer. Se trata de ir más allá del dualismo. Como nos decía el sábado un hombre sabio a los participantes en uno de mis cursos "somos no-dos". Desde la no-dualidad, el otro no es otro separado de mí, sino "lo otro de mí" como yo soy "lo otro de él/ella". Ni los otros seres humanos son amenazas a mi yo ni Dios lo es. Desaparece así la raquítica visión del ego inmaduro que a todo tiene miedo, que percibe toda realidad fuera de sí como separada de él. 

No hay separación. La Física Cuántica nos habla de una total unidad en el nivel de la materia más mínimo e invisible. Necesitamos poder decir "yo", todos vivimos el proceso de individuación indispensable para ser yo mismo/a, para crear mi identidad pero, llegados a cierto punto en el crecimiento espiritual, descubrimos que "yo", la primera persona del singular, no es ni primera, ni persona, ni singular, porque somos uno en Aquel que lo es Todo en todos. Comienza el proceso de "descreación", una especie de "deconstructivismo" o vacío que permite la emergencia de la Esencia real de mi Ser.

Sólo permitiendo la plena manifestación y despliegue del Ser podemos vivir la Unidad con los demás y con Dios. Es por eso que, la Educación de la Interioridad, comienza por el encuentro con uno mismo, con una autocomprensión más amable y sabia de uno mismo/a que nos abra pacíficamente a los demás y a Dios y nos prepare para la gran experiencia de la comunión. Las velas comenzarán a desplegarse.

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