Hace dos días celebramos la eucaristía de Navidad en Egibide. En la homilia Diego nos propuso algo que me emocionó: "No se trata de celebrar la Navidad sino de SER Navidad".
Esa idea bien simple me pareció, sin embargo, de gran hondura. Realmente este año muchas personas vamos a tener la oportunidad de ser adentrados en el auténtico sentido y vivencia de la Navidad: el Amor que elige hacerse semejante al otro para liberarlo.
En mi caso y por circunstancias familiares, viviré una Navidad realmente sobria en todos los sentidos. Una parte de mí extraña aquellos años de familia a la mesa, villancicos y mesa atestada de todo tipo de exquisiteces gastronómicas. El olor de los deliciosos platos de mi madre llenando la casa... Eso es ya pasado como las navidades en las que, como el turrón, llegaba a casa por Navidad y todo eran abrazos y reencuentros de familia y amigos y te hacían sentir esperada, especial...
Nuestra navidad este año será silenciosa y pequeñita: sólo tres y sin mesa, en torno a la cama de mi padre. Os confieso que me inquieta un tanto cómo será, cómo me sentiré, pero algo me dice que si sé escuchar, la Navidad me susurrará mensajes no escuchados hasta ahora.
Pero lo mío es una minucia comparado con lo que sentirán tantísimas familias que deberán acudir a la ayuda social para poder cenar algo, para poder comer algo. Qué decir de las familias desahuciadas ¿dónde celebrarán su Navidad? o más bien...¿tienen algo que celebrar?
Sí, porque de la Navidad siempre decimos que hay que celebrarla, pero este año, si aprovechamos la oportunidad, la podremos vivir y entender.
Allí donde haya hombres y mujeres acariciando el dolor de otros, haciéndoles nacer una sonrisa en medio del dolor. Allí donde unos den algo para que otros tengan algo. Allí donde se piense más en el otro que en uno mismo, allí SERÁ Navidad.
SER Navidad es dejar que Dios de verdad pueda nacer en este mundo y que Dios pueda nacer quiere decir que le dejemos amar a través de nosotros. SER Navidad es "hacerse Dios" para el prójimo, es decir, hacerse servidor, el último, amar incondicionalmente, anunciar con la vida concreta que hay Esperanza.
Celebrar la Navidad sin SER Navidad es una campana hueca, repetir las rutinas de siempre de compras, regalos, nervios, quizá besar una imagen monísima del Niño Jesús pero sin ser capaces de besar los rostros concretos de tantos hermanos y hermanas solos, enfermos, ancianos, en paro, desahuciados, marginados, tristes.
Este año en el que la vida en su fluir nos sitúa en realidades críticas, justo este año ¡SEAMOS NAVIDAD!