La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 23 de enero de 2013

Profetas de un futuro que no es el nuestro

Hace unos días un amigo me recordó este poema de Mons. Romero. Siempre actual, siempre interpelante.

El Reino no solamente está más allá de nuestros esfuerzos, sino que trasciende nuestra visión.
Cumplimos en nuestra vida solamente una ínfima fracción de la magnífica empresa que es la obra de Dios.
Nada de lo que hacemos es completo, lo cual es otra forma de decir
que el Reino siempre nos trasciende.
Ninguna declaración expresa todo lo que puede ser dicho.
Ninguna oración expresa totalmente nuestra Fe.
Ninguna confesión deviene en perfección.
Ningún programa lleva a cabo la misión de Cristo.
Ninguna meta o serie de objetivos incluye la totalidad.
Eso es lo que proponemos.
Plantamos las semillas que algún día brotarán.
Regamos las semillas que ya han sido plantadas,
sabiendo que contienen una promesa futura.
Echamos los cimientos que necesitarán posterior desarrollo.
Proveemos la levadura que produce efectos más allá de nuestras aptitudes.
No podemos hacer todo,
y al darnos cuenta de ello nos sentimos liberados.
Eso nos permite hacer algo y hacerlo muy bien.

Será incompleto pero es un comienzo,
un paso a lo largo del camino,
y una oportunidad para que la gracia del Señor aparezca y haga el resto.
Quizá nunca veremos los resultados finales.
Pero ahí está la diferencia entre el maestro de obras y el albañil.
Somos albañiles, no maestros de obra, ministros, pero no Mesías.
Somos los profetas de un futuro que no es el nuestro.

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