La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

martes, 9 de abril de 2013

LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL DE LA PERSONA: LA BÚSQUEDA DE SENTIDO



La Compañía de María me pidió el año pasado que reflexionara sobre la dimensión espiritual de la persona y la búsqueda de sentido. Como se trata de un texto extenso os la ofreceré "por entregas". Hoy la primera parte. ¡FELIZ PASCUA!

                La vida espiritual empieza a cobrar un valor explícito en cada uno de nosotros cuando descubrimos que no hemos de hacer simplemente lo que se nos impone desde fuera en virtud de la ley o de los acontecimientos y las circunstancias; la vida espiritual empieza cuando descubrimos que hay algo en nosotros que se nos impone desde dentro –aunque pueda haber sido provocado desde fuera- y que, en cierta manera, nos exige corresponder a ello con todo nuestro ser, en la medida de nuestra capacidad. Una exigencia así hace que cada uno emerja en su singularidad.[ii]

Intentar reflexionar a la vez sobre la dimensión espiritual del ser humano y sobre la búsqueda de sentido es todo un reto. No escogemos como objeto de nuestra reflexión cualquier aspecto, sino dos cuestiones que apuntan y que afectan al Ser de cada uno de nosotros y que tienen unas derivaciones educativas de gran calado.
Podríamos comenzar haciéndonos algunas preguntas que nos sirvan de guía. Siempre nos llevará más lejos comenzar dejándonos interrogar en lugar de dar por sentado que lo sabemos todo.

¿Qué es “lo espiritual”?
Uno de los primeros interrogantes que plantea este tema es “¿qué entendemos por espiritual?”. En muchas lenguas la palabra “espíritu” significa literalmente “aire”, por ejemplo, en latín spiritus, en griego pneuma, en hebreo ruáh, âtman en sánscrito, ruh en árabe, etc. ¿Es entonces, y atendiendo a su etimología, lo espiritual algo vacuo, es decir, falto de contenido, vacío? En muchas mentalidades sí. No son pocos los que identifican “lo espiritual” con una pérdida de tiempo o con la carencia del realismo necesario para afrontar de forma práctica las cuestiones de la vida. Otros entienden por espiritual algo intangible como el aire, por lo tanto, inaprensible y, finalmente inasequible para el  común de las personas.
Sin embargo, desde una antropología cristiana, afirmamos que el ser humano, hombre y mujer, porta en sí una dimensión a la que llamamos espiritual, es más, los cristianos creemos en un Dios que es Padre/Madre, Hijo y Espíritu, aludiendo a la dimensión pneumatológica de la fe. De Dios afirmamos que es trascendente, pero también decimos que es inmanente. Un Dios misterio que paradójicamente se manifiesta en la carne de Jesús de Nazaret.
Por ello, lo espiritual o el espíritu en el cristianismo no hace referencia a algo vacío de contenido o a algo intangible. A partir de la experiencia de Pentecostés, el cristiano acoge el pneuma, la ruáh como la presencia del mismo Dios en el interior de los corazones, presencia que capacita para la comprensión del Misterio de Dios de forma íntima y que genera un impulso que transforma esa experiencia interior en implicación social. En clave cristiana es el don del Espíritu el que unifica la dimensión interior y la exterior. Nada más práctico, pues, para un seguidor de Jesús que la vida espiritual. 

Religiones y dimensión espiritual
Otra pregunta importante que podemos hacernos es si la dimensión espiritual es específicamente cristiana. La respuesta, por obvia, se nos olvida a veces. Por supuesto la dimensión espiritual está a la base de todas las religiones y todas proponen caminos para su desarrollo y crecimiento. Pero conviene traer a primer plano de nuestra reflexión algo esencial para avanzar en nuestra comprensión de la dimensión espiritual: se puede ser religioso y poco o nada espiritual  del mismo modo que se puede ser nada religioso y muy espiritual.
                La vida espiritual no es específicamente cristiana.  Diría incluso que muchos cristianos, por practicar su religión, se consideran dispensados de cultivar la vida espiritual. Ahora bien, si una vida espiritual que profundiza en sí misma, en unas circunstancias determinadas, penetra en la comprensión de ese hombre singular que fue Jesús hace veinte siglos, y, si esa vida espiritual-por así decir- queda transformada por ese encuentro en profundidad, de hombre a hombre, con Jesús, entonces, indudablemente, dicha vida espiritual debe considerarse como cristiana. Pero-insisto-se puede tener vida espiritual sin ser cristiano. Incluso se puede tener vida espiritual sin creer en Dios puesto que la vida espiritual de que hablamos-correspondiente a las exigencias interiores que crecen en nosotros-no es necesariamente resultado de una fe en Dios. Dicha vida espiritual es resultado de una toma de conciencia de sí mismo, por parte de cada uno, en virtud de la cual uno renegaría de sí si no correspondiese a ella; es decir, si no afirmase en sí una grandeza de la que él mismo es responsable puesto que es libre.[iii]
Así pues, nuestro acercamiento a la dimensión espiritual es desde una comprensión universal de dicha dimensión y no como patrimonio de las religiones. Éstas han hecho y  siguen haciendo su peculiar aportación a la búsqueda de sentido y a la vida espiritual, pero no pueden pretender si son fieles a su entraña y al mismo espíritu que las hizo nacer, acotar y cerrar la vivencia de lo espiritual a sus parámetros. Hacer tal cosa iría en contra de lo que las mismas religiones afirman y que no es otra cosa sino que el ser humano es espiritual. Si no lo podemos afirmar de todo hombre, de toda mujer, sea creyente de una u otra religión o sea no creyente, entonces tal afirmación es falsa.
Pero una mirada profunda y atenta al ser humano nos muestra que éste continuamente da muestras de portar en sí tal dimensión espiritual.


[i] Esta reflexión se realizó a petición de la Compañía de María y para uso de sus grupos de reflexión internacionales.
[ii] Légaut, Marcel. Génesis de la vida espiritual. Entrevista, 1990.
[iii] O.c.

3 comentarios:

Javier Palacios dijo...

Aunque ahora no pueda estar tan pendiente del mundo virtual, no dejo de leerte puntualmente... Gracias, Elena, por todo lo que vas suscitando en nosotros... No quiero olvidarme de mandarte abrazo pascual aunque sea desde la distancia.

Elena Andrés Suárez dijo...

Muchas gracias, Javi, tu hija es el espacio real que debes frecuentar ahora. Un abrazo lleno de la Luz del Resucitado.

Anónimo dijo...

Me gustó la información amigo en relación al sentido de la vida, y en otro término el de la trascendencia.
Nada más quisiera hacer una observación, a pesar de que soy católico, el ámbito del "ánmia" o "espíritu" NO tiene nada que ver directamente con la religión aunque en la actualidad se haya confundido esta lejana relación.