La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 5 de junio de 2013

La medicalización superlativa

El ser humano posee facultades maravillosas, entre ellas la de dialogar con su cuerpo y escuchar de qué enfermedades del alma le habla. La enfermedad corporal, en algunos casos, es la última palabra que nuestro Ser emite para hacernos ver que algo no va bien. Como un piloto rojo, el cuerpo duele o se enferma de determinadas maneras cuando no escuchamos nuestras emociones, nuestras crisis, nuestros dolores "no-físicos".

Pero la forma de vida por la que hemos ido optando en occidente nos ha convertido a la mayoría de nosotros en vedaderos "analfabetos corporales". No escuchamos nuestro cuerpo, no entendemos su lenguaje simplemente porque no escuchamos nuestro mundo interior, porque aun escuchándolo no lo entendemos, nos perdemos en él. Analfabetos "vitales", podríamos decir.

Hay quien cuida su salud física a través del ejercicio, de una alimentación determinada. Eso está muy bien, pero, cuando llega la enfermedad, por pequeña que sea, inmediatamente acudimos a las píldoras y lo hacemos porque la mayoría de los médicos proponen ese camino.

Es raro el médico que al explicarle nuestros síntomas nos pregunte por nuestro estado emocional, por nuestras inquietudes, preocupaciones, miedos, responsabilidades, relaciones. ¡Claro, uno va al médico no a confesarse! De acuerdo, pero hicimos mal en occidente al separar de forma tan contundente cuerpo y espíritu, ese dualismo que criticamos en lo religioso, rige gran parte de la práctica médica occidental. A tal dolor, tal pastilla o tal operación o tal tratamiento, aunque comporte problemas y tratornos de todo tipo.

No propongo ni mucho menos obviar las excelencias de nuestros avances médicos, sino reconocer que vivimos en un contexto de medicalización superlativa. Por ejemplo, nuestros ancianos son inmediatamente drogados, atontados para que superen sus ansiedades y tristezas. Ante la falta de compañía, de amor, de seres paciente y amables en sus vidas, nuestros mayores son atiborrados de pastillas para dormir, para tranquilizarse... Sin embargo, dentro de nosotros vive la capacidad de acoger los dolores vitales de tal forma que los sanemos, eso sí, poco a poco, no de un día para otro, pero ese tipo de sanación desde el interior, proporciona crecimiento personal, cosa que las muchas pastillas impiden tantas veces.

Frente a la ansiedad, la depresión, la angustia, la tristeza, una pastilla puede ayudar en un momento determinado a no hundirse, pero no ayuda a solucionar el problema de fondo. Escucharse, respirar, llorar lo que se debe llorar el tiempo necesario, hablar con seres sabios, meditar, orar, hacer deporte, pasear, pintar, escribir, jugar, abrazar y dejarse abrazar, practicar el pensamiento positivo cuidar de otros, leer, callar, reconciliarse con la soledad, aprender a dejar ir y un largo etcétera de verbos y sustantivos más potentes que muchas pastillas pero que olvidamos cuando nos sentimos mal físicamente.

Educar la Interioridad tiene que ver también con recuperar la sabiduría que aúne cuerpo y alma de tal forma que seamos personas más sanas por dentro y por fuera, física, emocional y espiritualmente.

3 comentarios:

Gonzalo dijo...

La muerte no es nada, las limitaciones son ausencia de ser.
Lo real es lo que soy y puedo desplegar.
Si dejo de pensar en mis carencias,
me asombraré de la riqueza que tengo al alcance de la mano.
................

También en el orden espiritual es verdad lo dicho.
Empeñarnos en no tener fallos es frustrante,
porque fallos los tendremos hasta la hora de morir.
Fíjate más en todo el bien que puedes hacer cada día.
................

Tampoco te dediques a mirar con lupa los fallos de los demás.
Todos son mucho más que esos fallos que puedes detectar en ellos.
Hacerles ver lo bueno que hay en ellos,
puede animarles mucho más a ser mejores.
.................Fray Marcos

Andrés dijo...

Me gusta mucho lo de "analfabetos vitales". Me incluyo en el grupo. Rápidamente acudo a la "solución pastilla" para curar rápidamente todos los achaques que me aporta la cincuentena.
Hay que seguir cuidando y descubriendo el interior para vivir más sanos por dentro y por fuera.

Elena Andrés Suárez dijo...

Hala, Andrés, qué va! tú, en todo caso, eres, como yo torpe cercano al analfabetismo corporal, pero jamás vital tú sabes bien de procesos e interioridades.

Cuidate.
ELENA