La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Mi vida, la vida de una mujer



La mujer que hoy soy habla con ternura a la niña de ayer y le dice:
"No tengas miedo, yo estoy aquí para protegerte, para escucharte, para quererte. Me gusta que juegues y que rías, me encandila verte dormir y soñar con más juegos y más risas y si tienes una pesadilla, yo te abrazaré en la noche. Dejaré la luz del pasillo encendida, así te sentirás más tranquila y si me llamas acudiré con una sonrisa. Te cojo de la mano cuando está enferma y te duele la garganta y a los pies de tu cama hago marionetas con tus muñecas favoritas. Me enternece escucharte, lo que me explicas es importante para mí porque lo es para ti. Te quiero, mi niña, a tu lado estaré por siempre, tú juega, juega, juega."

La mujer que hoy soy habla a la adolescente que fui y le dice:
"¡Qué maravilla que crezcas y busques tus espacios! No temas hacer amigos y entregarte a la verdadera amistad, eso alimenta tu alma. Entiendo que te cueste explicar lo que ya sientes como tu intimidad, no pasa nada, aquí estoy para cuando quieras hablar. Te tomo de la mano y te abrazo en tus primeras decepciones y aún juego contigo cuando te siente niña. Pregúntame todo lo que quieras sobre los cambios de tu cuerpo. Eres bella, no te hace falta nada más para serlo, eres bella así. Escucha el latir de tu sexualidad, es bueno, te ayuda a conectar con tu ser mujer, si necesitas saber algo, pregúntame, yo te responderé. Cuando te haces un lío y no sabes qué decir, qué hacer, tranquila, seremos pacientes las dos, tú exprésate, yo te quiero igual."

La mujer que hoy soy habla con la joven que fui y le dice:
"Querida, te ves radiante, con tanta fuerza... Vuela, no te pares ahora a pensar demasiado, es tiempo de sueños e ilusiones, si escuchas a tu corazón él te guiará y si al volar te haces daño, aquí me tienes, sigo a tu lado, siempre, protegiéndote, amparándote, abrazándote. Te comprendo, hay tanto por vivir que a veces no se sabe muy bien cómo afrontarlo, tranquila, el tiempo y la vida te irán enseñando. No disimules nada de ti, sé tú misma. Sigue abriéndo el cofre de tu corazón al tesoro de la amistad. Sí... Dios late en ti, goza de ese latido, será tu faro y tu guía en las noches que vendrán. Siempre llegará la luz, siempre, por eso ahora es tiempo de soñar y de dar los primeros pasos en pos de tus sueños. Te sientes fuerte, crees saber ya tantas cosas, es normal, atrévete, sí, atrévete a todo aquello que te haga crecer, sigue rechazando aquello en lo que no crees, lo que hace mal a tu cuerpo, a tu alma, a tu corazón. Estaré a tu lado para confirmar tu esencia, porque ella perdurará."

La mujer que hoy soy me habla hoy y me dice:
"Mírate...¡qué plenitud brilla en ti! Fruto de tantos pasos, decisiones, despedidas y regalos. Hoy eres lo que decidiste ser y lo que no esperabas ni podías saber. La que fuiste y la que eres hoy se dan la mano, nos damos la mano y nos miramos a los ojos sintiéndonos madres-hijas-hermanas-amigas. Hemos atravesado tantas noches, llorado tantas tristezas, cantado tantas canciones, jugado a tantos juegos, carcajeado tantas alegrías, hollado tantos caminos que otros nos decían eran de locos... Y aquí estamos, nosotras y yo, más allá de la mitad de la vida con la certeza clavada en el alma de que lo que vendrá será aún mejor que lo que llegó porque nos lo promete la propia Vida, nos lo asegura Dios. ¡Qué guapa nos vemos en la madurez de nuestra vida!"

La mujer que hoy soy habla a la anciana que seré y le dice:
"Venerable mujer, ante ti me descalzo: eres tierra sagrada labrado tu cuerpo por bellas señales de la vida. En el atardecer de tu vida los contornos de tu existencia se perciben más claros por más simplificados. Has crecido en tantas despedidas, has saboreado las honduras de la vida y hoy te preparas para un viaje definitivo en el que se unen el principio y el final. Terminas donde comenzaste: siendo niña. Pero en tu pecho late un corazón de fuego pleno de sabiduría. Ante esa sabiduría yo me arrodillo y la venero. Seré tú, anciana mía, seré tú y te amaré y te cuidaré y reiré con tus despistes, sentiré ternura y compasión con tus achaques, acariciaré los dolores de tu cuerpo y los de tu alma. Cuidaré de mí para ser una anciana sana, vital, suave como canto de río, rotunda como árbol milenario. Desde este ahora que vivimos, te saludo y te acogo, anciana-niña-mujer-amiga-madre-hija-hermana-amiga".

No hay comentarios: