La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Dentro de Dios

Acaece, cuando el Señor es servido, estando el alma en oración
y muy en sus sentidos, venirle de presto una suspensión, adonde le
da el Señor a entender grandes secretos, que parece los ve en el
mismo Dios; que éstas no son visiones de la sacratísima
Humanidad, ni aunque digo que ve, no ve nada, porque no es visión
imaginaria, sino muy intelectual, adonde se le descubre cómo en
Dios se ven todas las cosas y las tiene todas en sí mismo. Y es de
gran provecho, porque, aunque pasa en un momento, quédase muy
esculpido y hace grandísima confusión, y vese más claro la maldad
de cuando ofendemos a Dios, porque en el mismo Dios -digo,
estando dentro en El- hacemos grandes maldades. Quiero poner
una comparación, si acertare, para dároslo a entender, que aunque
esto es así y lo oímos muchas veces, o no reparamos en ello, o no
lo queremos entender; porque no parece sería posible, si se
entendiese como es, ser tan atrevidos.
Hagamos ahora cuenta que es Dios como una morada o palacio
muy grande y hermoso y que este palacio, como digo, es el mismo
Dios. ¿Por ventura puede el pecador, para hacer sus maldades,
apartarse de este palacio? No, por cierto; sino que dentro en el
mismo palacio, que es el mismo Dios, pasan las abominaciones y
deshonestidades y maldades que hacemos los pecadores. ¡Oh
cosa temerosa y digna de gran consideración y muy provechosa
para los que sabemos poco, que no acabamos de entender estas
verdades, que no sería posible tener atrevimiento tan desatinado!
Consideremos, hermanas, la gran misericordia y sufrimiento de Dios
en no nos hundir allí luego, y démosle grandísimas gracias, y
hayamos vergüenza de sentirnos de cosa que se haga ni se diga contra nosotras; 
que es la mayor maldad del mundo ver que sufre
Dios nuestro Criador tantas a sus criaturas dentro en Sí mismo y
que nosotras sintamos alguna vez una palabra que se dijo en
nuestra ausencia y quizá con no mala intención.
¡Oh miseria humana! ¿Hasta cuándo, hijas, imitaremos en algo
este gran Dios? ¡Oh!, pues no se nos haga ya que hacemos nada
en sufrir injurias, sino que de muy buena gana pasemos por todo y
amemos a quien nos las hace, pues este gran Dios no nos ha
dejado de amar a nosotras aunque le hemos mucho ofendido, y así
tiene muy gran razón en querer que todos perdonen por agravios
que los hagan. Yo os digo, hijas, que aunque pasa de presto esta visión, que es
una gran merced que hace nuestro Señor a quien la hace, si se

quiere aprovechar de ella, trayéndola presente muy ordinario

                                       Santa Teresa de Jesús: Castillo interior o las Moradas. Morada Sexta Cap.10

Dentro de Dios acontecen nuestras vidas, en Dios que nos abraza, que nos protege, que nos nutre. Dentro de Dios acontece nuestra vida, lo hermoso de la vida humana y, como afirma Teresa, las " abominaciones y deshonestidades y maldades que hacemos los pecadores".

Esta imagen que propone Teresa en la que Dios es el ámbito, el lugar en el que todo sucede me parece hoy una gran fuente de consolación y de luz. Cuando siento el vómito y el espanto ante mi pecado y a causa también del pecado de nuestro mundo, saber que todo sucede "en Dios"o más bien "dentro de Dios", otorga la posibilidad de contemplar todo de una forma nueva. Si Dios es el hogar de toda la aventura humana, si Dios se hace receptáculo de lo puro y lo impuro, del gozo y del dolor, del pecado y de la gracia sin ser Él mismo nada más que puro Amor, entonces yo misma soy convocada a amparar por igual y con el mismo amor que se me da, lo puro y lo impuro, el gozo y el dolor, el pecado y la gracia de mí misma y de toda la humanidad.

Lejos de generar una interpretación relativista de todo, o de favorecer un espiritualismo alejado de los dolores de la humanidad, saber y sentir que todo acontece en Dios impulsa los dinamismos del Amor concretados en la mejora personal y social. Pero se trata de un saber por experiencia. Es una mística de ojos abiertos, mística del amor vivido y vívido que no aleja de la vida, que no engendra cegueras sino mayor finura en la visión y, por ello, mayor hondura y lucidez en los actos y en las palabras. Junto a ello se va dando, en esta certeza de existir en Dios, una ampliación del perdón a uno mismo y a los demás

Si dentro de Dios acontecen también las abominaciones humanas y "Dios no nos hunde en ello" por razón de su Misericordia, quien se acerca o se deja adentrar de veras en tal misericordia no puede luego sino actuar misericordiosamente y no hay mayor marca de la misericordia que el perdón auténtico.

En el Misterio de Dios se desdibujan hasta desaparecer los límites que la mente humana necesita para comprender el mundo y actuar en él. Dios nos desinstala y por eso, sin saberlo, le ponemos límites también a Él, porque incomoda sobremanera las falsas seguridades de nuestro ego individual y colectivo.

Aquel Jesús de Nazaret que fue sacado de las murallas de la ciudad para morir a causa del escándalo de su vida y de su palabra, ese Jesús, que ahora es Cristo Universal y Cósmico, rompiendo los límites de la cortedad de miras humanas, nos muestra que Dios es hogar infinito, sin murallas, sin excepciones, sin fronteras. Dios es Dios para todos, para todas y hace de su infinita misericordia camino de sanación de la abominación humana.

sábado, 11 de octubre de 2014

África, pecado de Europa. Victor Codina

África, pecado de Europa

ÁfricaVictor CodinaAhora que el tema del ébola, con miles de muertos en África occidental y el temor a contagios en España y en otros países, comienza a alarmar a todo el mundo y genera una psicosis de miedo y angustia… puede ser útil recordar un libro de Luís de Sebastián, economista y especialista en ciencias sociales y políticas, profesor de ESADE y de la UCA de San Salvador (1934- 2009). La obra se titula África, pecado de Europa (2006).
Luís de Sebastián que unía al rigor científico una gran sensibilidad social y una profunda fe cristiana, quiso hablar del “pecado” de Europa con África, para demostrar que la injusticia que Europa ha cometido con África exige restitución, hay que devolverle lo robado, reparar el daño cometido.
África ha sido colonizada por Francia, Inglaterra, España, Bélgica, Portugal, Holanda, Italia… Con la excusa de civilizar y modernizar el continente africano, las potencias coloniales se enriquecieron con las materias primas y crearon una situación de dependencia de las metrópolis que en algunos países dura hasta hoy. África para algunos es solo un lugar para safaris…
Ahora son naciones independientes, con bandera e himno propio, pero donde una gran mayoría vive en situaciones precarias de alimentación, salud, educación y transportes, donde faltan infraestructuras básicas, hay conflictos bélicos y étnicos (a veces por cuestiones de los límites artificiales establecidos por las metrópolis), débiles democracias, hay hambrunas y sequías, miles de emigrantes que huyen hacia las costas del  Mediterráneo español o italiano en busca de un futuro mejor, mientras hay niños soldados y se explotan las ricas minas de diamantes o de coltán (¡para nuestros móviles!) Este continente, del cual fueron arrebatados millones de esclavos para el trabajo de América, es el que padece el flagelo del ébola, que ahora nos preocupa porque llega a Europa…
Pero África no solo es un continente que posee una gran  riqueza de materias primas y de biodiversidad, sino un continente con una gran riqueza cultural, humana y religiosa, una gran sabiduría de sus tradiciones -desde Egipto a Cartago-, la fuerza imponente de su juventud, la vitalidad de sus mujeres, un profundo sentido religioso, la alegría de los diversos grupos cristianos y de unas Iglesias jóvenes. África es el continente de Mandela y Desmond Tutu, de mártires cristianos, de cooperadores y misioneros que se han jugado la vida por ayudar al pueblo. De África salieron Agustín, Orígenes y Atanasio, África fue la cuna del monacato y en África se santificaron Charles de Foucauld y los mártires trapenses de Tibhirine…
No sabemos si Europa, ahora que tiene pánico ante el contagio del ébola, será suficiente humilde y lúcida para reconocer su pecado y reparar el daño cometido. En todo caso ojalá a través del clamor del pueblo sufriente escuchemos hoy la voz del Espíritu que nos pregunta, como a Caín, “¿dónde está tu hermano Abel?”

jueves, 2 de octubre de 2014

Ángeles custodios

Hoy en el calendario católico nos recuerdan a los ángeles custodios. "¿Seres con alas de otros mundos?" Un tanto incompetentes por lo que parece ¿no? Demasiado dolor en este mundo, mal custodiada está la vida.

O.. ¿no será que lo hemos entendido mal? ¿No será que sus alas invisibles nos invitan a alzar nosotros el vuelo y hacernos visiblemente CUSTODIOS DE LA VIDA?

Sucede que el impulso de la Vida está ahí. El impulso del amor, de la compasión, de la bondad, de la generosidad, del perdón, pero no lo captamos enredados como andamos en nuestros miedos. Cuando despertamos y "vemos" cada uno/a de nosotros/as puede ser ángel custodio en el trabajo, en la familia, en el barrio, dentro de casa. Custodiar, cuidar, vigilar para que todo aquello que amenza la vida no llegue a triunfar. Oponernos activamente a la injusticia y falta de humanidad en cualquier ámbito pequeño o grande. Es más fácil suspirar por ángeles alados que desplegar nosotros nuestras propias alas: la voluntad, la determinación, la ética del amor al prójimo y del bien común, siendo, como dice Silvio "un tilín mejores y mucho menos egoístas".

Así que tú y yo hoy, mañana, siempre, quedamos convocados/as para ser ángeles custodos de la vida.

Unas palabras y una canción para que nos inspiren:

"Confiar por igual en todos los pueblos de la tierra, y no sólo en algunos, abre un camino de paz. En todos los pueblos hay un número reducido de personas demenciales, capaces, si alcanzan el poder, de arrastrar a multitudes en el engranaje del odio y de la guerra. Por eso, resulta esencial no humillar a los miembros de una nación cuando sólo algunos dirigentes han desencadenado increíbles violencias. ¿Lo sabemos suficientemente? No hay un pueblo más culpable que otro, eso no existe ni existirá nunca." (Hno Roger de Taizé)

miércoles, 1 de octubre de 2014

Historia de un alma: La noche de la nada


Jesús me tomo de la mano y me hizo entrar en un subterráneo donde no hace ni frío ni calor, donde no luce el sol, y al que no visitan ni el viento ni la lluvia. Un subterráneo donde no veo nada más que una claridad semivelada, la claridad que difunden a su alrededor los ojos bajos de la Faz de mi Prometido. (...)
Mi prometido no me dice nada, ni yo le digo tampoco nada a Él: tan sólo que le amo más que a mí misma. Y en el fondo de mi corazón siento que es verdad, ¡pues soy más de Él que mía...!
No veo que avnacemos hacia la cumbre de la montaña, pues nuestro viaje se hace bajo tierra; pero, con todo, me parece que nos acercamos a ella sin saber cómo. La ruta que sigo no tiene ningún consuelo para mí, y sin embargo, me trae todos los consuelos, porque es Jesús quien la ha elegido y yo quiero consolarle a Él, ¡sólo a Él!

Esto escribe Teresa a su hermana Pauline con tan sólo diecisiete años. Cinco años más tarde escribe lo siguiente al seminarista  Maurice Bellière, a ambos les unirá una amistad epistolar profundísima a pesar de que nunca llegaron a verse.

(Jesús) permitió que mi alma se viese invadida por las más densas tinieblas, y que el pensamiento del Cielo, tan dulce para mí, sólo fuese en adelante motivo de lucha y de tormento (...)
Intento refresacar mi ánimo cansado con los pensamientos de ese luminoso país donde descansan mis esperanzas; ¿y qué es lo que sucede? Es un tormento peor; la oscuridad misma parece tomar prestada la elocuencia de los pecadores que viven en ella. Escucho sus acentos burlones: "Todo es un sueño, este parloteo de un Cielo bañado en luz, y de un Dios que lo creó todo y que vaya a ser tu posesión en la eternidad...¿No es cierto que tú crees que la niebla que te rodea se disipará más adelante? De acuerdo, sigue deseando la muerte. Pero la muerte convertirá tus esperanzas en desengaños; significará sólo una noche más oscura aún, la noche de la mera no existencia"

Cuando escribe estas palabras, Teresa llevaba seis meses sufriendo esta "noche de la nada". Hacia fuera poco o nada de este sufrimiento moral se traslucirá porque ella ha gestado en sí una férrea infancia espritual que le lleva a vivir el más pleno de los abandonos. Su felicidad es estar con Dios, en Dios, bajo su luz aunque no la perciba ni la disfrute, como ella dice:


Cuando canto la felicidad del cielo y la eterna posesión de Dios, no experimento la menor alegría, pues canto simplemente lo que quiero creer. Es cierto que, a veces, un rayo pequeñito de sol viene a iluminar mis tinieblas, y entonces la prueba cesa un instante. Pero luego, el recuerdo de ese rayo, en vez de causarme alegría, hace todavía más densas mis tinieblas. (Manuscrito C Historia de un alma)

Teresa de Lisieux puede enseñarnos a diferenciar entre querer los consuelos de Dios o amar al Dios de los consuelos, se den estos o no. Teresa de Lisieux es maestra sublime para los momentos oscuros de nuestra fe, oscuridad que en todo camino profundo de abandono en Dios, acaba llegando. Esa oscuridad no es fruto de un Dios maquivélico que nos prueba llevándonos al límite de forma casi sádica. No, la noche, las diferentes noches que han atravesado los hombres y mujeres de Dios de todos los tiempos, supone el tránsito necesario del "ego" a la "esencia", del "hombre/mujer viejo/a" al "hombre/mujer nuevo/a", de la noche a la luz, del "dormitar" al "despertar".

Mal orientado anda quien anhela el contacto divino por sus consuelos y luces. Mucho hay aún que purificar. Mas esa purificación, cuando existe la sinceridad del corazón, acontece con naturalidad, no con "morbosidad y ensañamiento". Y es entonces cuando, en medio de la noche, se conoce una Paz del corazón que permanece más allá de los embates de la crisis y el dolor. Esa noche suaviza el interior, ilumina aún cuando nada se vea, otorga conocimiento sin saber qué se conoce, plenifica vaciando, cura con profunda herida, nos eleva adentrándonos.

Decía el Hno Roger de Taizé que "Dios no nos amenza", en todo caso, añado humíldemente y con palabras de otro, Dios nos amenza de resurrección, de vida, de eterno amor. En pos de tal Amor el caminante es progresivamente desnudado de artificios para ser revestido de Verdad, esa Verdad que nos hace libres.

Os invito a conocer más a Teresa de Lisieux, la santa de los tiempos modernos, la de la férrea infancia espiritual.