La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Biografía del silencio. Pablo d'Ors

De vez en cuando me gusta recomendar libros desde este blog. Este verano me ha acompañado en los momentos de meditación un librito del genial Pablo d'Ors. "Biografía del silencio" Ed. Siruela. Digo librito porque en su forma es pequeñito, manejable, hasta cabe en un bolsillo. Sin embargo su contenido es bien grande, enorme, profundo, luminoso. 

En sus página d'Ors abre su alma, nos deja conocer de primera mano cómo comenzó a meditar y el horizonte que en la sentada meditativa se le ha ido desvelando. A medida que se lee parece que se está con un viejo amigo que te confía lo que vive, lo que es, lo que sabe y lo que no sabe, dudas y certezas, aciertos y errores. Hay momentos sublimes en lo que expresa. Confieso que con más de una de sus expresiones se me han saltado las lágrimas.

Como suele sucederme (y seguro que a muchos/as de vosotros/as) este libro llegó a mí en el momento oportuno, quizá por eso me ha impactado tanto y deseo recomendarlo. Sea como sea, para quien quiera saber qué es de verdad eso de "meditar" este es un libro de obligada lectura que , desde ya, incluyo en la bibliografía para la Educación de la Interioridad.

Transcribo un trocito para abrir boca:

 
A cada instante tengo un dilema que resolver: o estoy aquí, donde de hecho estoy, o me voy a otra parte. Siempre estoy deseando quedarme conmigo o partir y alejarme de mí. Desde que hago meditación, elijo más veces permanecer en casa, no huir. Perder la conciencia y viajar quién sabe adónde tendrían que resultarme mucho más fatigoso que mantenerme alerta; pero para mí no es así todavía: La atención me parece un trabajo, y la distracción, en cambio, un descanso.    Todas estas resistencias por mi parte son absurdas y tienen una causa muy clara: la necia creencia de que perdiendo mis fantasmas terminaré por perderme yo. Pero mis fantasmas no soy yo; ellos son precisamente lo menos yo mismo que hay en mí.
  Este descubrimiento me ha llevado años de práctica de meditación. Pero hoy sé, y lo digo con tanto orgullo como humildad, que conectar con el propio dolor y con el dolor del mundo es la única forma, demostrable, para derrocar al principal de los ídolos, que no es otro que el bienestar. Para lograr tal conexión con el dolor es preciso hacer exactamente lo contrario a lo que nos han enseñado: no correr, sino parar; no esforzarse, sino abandonarse; no proponerse metas, sino simplemente estar ahí.
  Tras todo lo dicho, bien cabe afirmar que el dolor es nuestro principal maestro. La lección de la realidad -que es la única digna de ser escuchada- no la aprendemos sin dolor. La meditación no tiene para mí nada que ver con un hipotético estado de placidez, como hay tantos que la entienden. Más bien se trata de un dejarse trabajar por el dolor, de un lidiar pacíficamente con él. La meditación es, por ello, el arte de la rendición. En el combate que supone toda sentada, vence quien se rinde a la realidad. Si en el mundo se nos enseña a cerrarnos al dolor, en la meditación se enseña a abrirnos a él. La meditación es una escuela de apertura a la realidad.
  Por lo que acabo de escribir, no es de extrañar que la meditación silenciosa y en quietud haya sido acusada de sofisticado masoquismo; y es que se llega a un punto en que uno desea sentarse a diario con la propia porción de dolor: frecuentarlo, conocerlo, domesticarlo... Sin dejar de ser tal, el dolor va cambiando de signo conforme se lo frecuenta. Y es así como se aprende a estar con uno mismo.
(Pablo d'Ors. Biografía del silencio. Ed. Siruela 2014)

No hay comentarios: