La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Navidad sin Dios

Celebramos aquí en esta vida temporal, el nacimiento eterno que Dios Padre ha realizado y realiza aún sin interrupción en la "eternidad" y que este mismo nacimiento se ha producido también en el tiempo, en la naturaleza humana. Este nacimiento se produce siempre. Pero cuando no se produce en mí ¿qué me importa? ¡Qué por el contrario se produzca en mí , ¡es toda la cuestión!

Maestro Eckhart (1260-1328). Del nacimiento eterno


Ahora sí... Ahora que se ha celebrado el sorteo de Lotería de Navidad, ahora sí es Navidad, claro que también está la Navidad del Corte Inglés, luego llegará la lotería del Niño. Un sinfín de "apósitos" que se han ido pegando al cuerpo de Misterio de la Navidad cristiana que absolutamente nada tienen que ver con su significado, con lo que nos recuerda, con lo que en sí mismo encierra en su núcleo de religación de Dios y de la Humanidad.

Cada año me es más costoso y me duela más asistir a esta patraña de Navidad atea, navidad sin Dios. Sí, atea porque su dinamismo social funciona de tal forma que anuncia y apunta hacia "no-Dios". Todo el despilfarro, la oda masiva al consumismo descerebrado, la instrumentalización del fondo de humanización, solidaridad y amor de la Navidad cristiana que convierte toda esa riqueza interior en una banalidad absoluta que favorece el consumo desmedido, jugando con la "lágrima facilona" del "vuelve a casa por Navidad" o de la abuela despistada del anuncio de la Lotería de este año. 

Navidad instrumentalizada descaradamente por las grande superficies, marcas, empresas y la inmensa mayoría de nosotros/as jugando nuestro papel de obedientes cuidadanos/as que no se cuestionan casi nada y ocupan su puesto en el engranaje de la máquina de gastar navideña.

¡Qué hipócritas somos! o, si me permitís, sobretodo qué hipócritas todos/as aquéllos/as que se quejan de que se pongan belenes y símbolos religioso en plazas o colegios pero son incapaces de actuar en coherencia y dejar ellos y ellas de celebrar esa navidad cristiana en la que no creen.  Insulto para los empobrecidos este festín de consumo e igualmente insultante para quienes sí reconocemos en Belén un Misterio brutal, un anuncio de algo que golpea la lógica humana y que nos lanza infinitamente más allá de nosotros mismos.

Belén es el recuerdo de que Dios jamás se casa con lo superfluo, con lo egoísta, con lo tibio y mediocre. Belén es Misterio sólo accesible para quien acalla el tumulto de sus voces interiores y afina el oído para Escuchar  que Dios desea poner su morada en el dolor de la humanidad, en los lugares de pobreza y periferia. Que no es un Dios de poder humano, sino humilde, vacío de sí para llenarnos a nosotros si acudimos a Él /Ella desnudos de artificios como humildes y asombrados pastores o buscadores e inquietos Magos de Oriente.

Dios no puede encontrar espacio para brillar en nuestras atestadas mesas navideñas, en nuestras conversaciones superficiales, en nuestras poses navideñas. Consciente o inconscientemente todo ello apaga la Luz de Belén, como se apaga toda llama que carece de oxígeno.

Esa Luz brilla incombustible, potente en cada ser humano que da su vida, que busca a Dios, que construye humanidad, que se entrega, que tiende la mano, que sueña con algo más que "comer y beber", sea donde sea, también en estos contextos ateos y consumistas. Seguro que hay tantas personas cerca que no dicen nada, que se "amoldan" a lo que toca por no crear conflicto, por no llamar la atención, pero internamente buscan a Dios, anhelan encontrar la Luz de Belén en medio de todo este lío "navideño".

Y también brillará esa Luz infinita en todos los rincones de infierno y dolor de nuestro mundo, brillará en esa legión de hombres y mujeres que pasarán la Navidad junto a un enfermo amándolo, en un campo de refugiados, recogiendo comida para los bancos de alimentos, dando una taza de caldo caliente a los sin techo de nuestras ciudades, acompañando a ancianos/as solos/as. Brillará la Luz de Belén en las pequeñas comunidades cristianas que en todo el mundo celebrarán desde el alma la llegada del Emmanuel, del Dios-con-nosotros/as.

Pero, sí, porque Dios es Dios, brilla por siempre esa Luz en la Esencia de todos y de todas, porque estamos hechos a medida de lo infinito aunque no lo sepamos, aunque no lo queramos saber incluso aunque lo rechacemos. Nuestra Esencia es divina, nuestro hogar verdadero es Belén porque allí, en ese lugar simbólico y eterno, lo verdaderamente humano queda cuidado, atendido, gestado y parido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El clero utiliza para instrumentalizar la Navidad las mismas herramientas que el capitalismo. Sólo le molesta que ha perdido el foco de atención...