La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 24 de abril de 2017

La Alegría de la Resurrección

Y amaneció... Esa salida del sol vivida junto a un pequeño grupo de personas hermanadas me parecía ser una silente parábola del Reino:
"El Reino de los cielos se parece a aquellos hombres y mujeres que dejaron la seguridad y confort de los caminos conocidos y caminaron de noche, adentrándose más y más hasta llegar al punto desde el que dejarse bañar por los rayos del Sol que nace de lo alto"
Parábola de Paz, de fraternidad y sororidad, parábola silenciosa, humilde, pequeñita que desembocó al final de la mañana entorno a un ciprés plantado con mimo, con consciencia, con amor.

Sol y ciprés, camino y excavación, espera contemplativa y acción de labriego... Todo unido, todo siendo parte de un Todo.

Y amaneció y sentí en mi piel el escalofrío de la Vida verdadera que lo atraviesa todo, que lo nutre todo, que lo ilumina todo y todo hace florecer imparable y eterna. Eso es Resurrección.


martes, 11 de abril de 2017

Semana Santa

Una vez más nos sucede como con la Navidad: celebramos misterios cristianos sin tener ni idea de qué significan. Así que las carreteras se llenaran de coches, los hoteles de personas, las playas de toallas y las procesiones más conocidas de tablets y móviles lanzando destellos.
Como leí en algún lugar, una vez más nos olvidamos del protagonista de la Navidad y de la Semana Santa: Jesús de Nazaret.

Pero también habrá estos días no pocos y pocas que dejarán sus casas y acudirán a Pascuas para jóvenes, Pascuas familiares, otros se retirarán en monasterios y otros muchos harán cabriolas para entrar de lleno en el significado de estos días densos de la vida de Jesús manteniendo el ritmo de cada día y buscando momentos de interiorización cuidando de enfermos, atendiendo necesidades familiares... Ellos y ellas buscarán en la contemplación y profundización del Triduo Pascual, agua fresca para sus vidas, regeneración de la Esperanza y fortalecimiento del Amor.

Sí, una vez más creo que debiéramos dejar de ser hipócritas como sociedad y que aquel que no cree en Dios y, sobretodo, aquel que se ríe de la religiosidad y de la fe de otros/as, siguiera con su vida como lo hacemos cuando nada hay nada que celebrar. Pero no, disfrutaremos gustosos de unas vacaciones incluso en  lugares exóticos y caros gracias al "recuerdo" de la Muerte y Resurrección de uno a quien algunos aceptamos como rostro de Dios. Eso sí: algunos no creyentes me mirarán como a un bicho raro y esbozarán una sonrisilla socarrona si intento explicarles porqué y cómo celebro yo aquello en lo que sí creo y que orienta mi vida.

Mi deseo es que los que nos dejemos adentrar en la Pascua del Señor, seamos removidos por la hondura de cada uno de esos tres días y recuperemos y actualicemos en nuestras vidas el sentido del paso de Dios hecho uno de tantos y el servidor de todos por nuestro mundo.


martes, 4 de abril de 2017

Perplejidad...

Mi "habitat" cotidiano es el mundo de la enseñanza y dentro de él mi tarea es la creación y puesta en marcha de proyectos que integren la Educación de la Interioridad, la "atención al Ser" en el día a día escolar. La interioridad humana es la matriz de los valores, la tierra donde estos pueden echar raíces y mantenerse, dejando de ser meras "poses" que se deshacen ante el primer problema moral para pasar a ser pilares de una vida vivida éticamente.

El tipo de formación del profesorado que conlleva esta propuesta pedagógica me regala vivir con los/as educadores/as momentos de gran densidad humana y espiritual, recibir y compartir confidencias muy hondas y en ocasiones incluso íntimas. Cada día soy testigo de la gran calidad humana y profesional de los educadores de la escuela concertada (a la que hoy hay empeño en destruir poco a poco). De la escuela pública no tengo información d primera mano, así que no puedo opinar, pero no dudo de que en ella hay grandes personas y grandes educadores (porque lo uno no puede darse sin lo otro, ya hasta las neurociencias nos certifican que una mala persona no puede ser un gran profesional)

Pero no voy a dar mi opinión sobre los desaguisados que está sufriendo la escuela concertada en este país donde abunda el cainismo más rancio y basado en la pura ideología. Quizá sea tema para otra entrada.

Hoy simplemente quiero expresar la paradoja que vivo  a diario. Me explico: mientras en el ámbito educativo, al menos el que yo conozco y en el que me muevo, hay un convencimiento de que ya no se puede educar a los niños y jóvenes sin tener en cuenta la educación de la dimensión interior de tal forma que favorezca y capacite a los alumnos para una vida vivida desde la construcción activa  de la unión con los demás, con el mundo y, en el caso creyente, con Dios, los acontecimientos mundiales, cercanos y lejanos de los que se hacen eco los medios de comunicación, nos presentan a una humanidad muy herida en la que quienes crean las hojas de ruta de las naciones valoran más (a pesar de sus discursos llenos de alusiones a los derechos humanos, etc... ) su propia seguridad y confort que a los ciudadanos a los que dicen servir. El "modus vivendi" generalizado no parece que sea el de un verdadero interés por la construcción de la unidad, sino claramente la apuesta y el énfasis en lo que nos separa.

Tampoco abundan los modelos de honestidad, servicio, lucidez, altura intelectual y política en los dirigentes que  aparecen en las noticias.

Por otro lado la enorme cantidad de atentados y agresividad ambiental, el pisoteo de la democracia, parece querer anunciar una época en la que, tras el impás de paz y deseo de libertades que llegó tras las dos Guerras Mundiales, vuelve a percibirse un "tufo" a totalitarismo realmente preocupante.

Así pues, no puedo evitar sentir con fuerza esa sensación de "remar contra corriente" cuando los "profes" gastamos energía, creatividad, dinero, tiempo personal en re-crear la educación para que responda a los retos del siglo XXI y reconocemos como uno de los pilares de tal educación la atención al ser integral del alumno (y del profesor) que incluye su dimensión interior.

Una siente (y ello es así desde que alcanzo a recordar) que desea aportar algo desde su pequeñez a la construcción de una humanidad más humana, es decir, más amorosa, más honesta, más pacífica, más creativa, más respetuosa del planeta, más Familia. Pero, cada vez que abro la ventana y oteo los acontecimientos mundiales al menos los que más ruido hacen, todo son corruptelas, engaños, mediocridad intelectual, asesinatos, fundamentalismos, agresividad, demagogia... 

¿Qué pretendemos de nuestros jóvenes si quienes somos los responsables de este momento de la historia de  la humanidad, los adultos, estamos continuamente tomando decisiones que cierran la puerta a la paz, al desarrollo global, al cese del hambre y las guerras? ¿Qué herencia les estamos preparando?

Sí, educar es un camino abierto a la Esperanza de que algo puede cambiar. Pero el mundo sólo irá a mejor si cada ser humano mejora. Ahí radica la clave. Sólo puede pensarse en un cambio real de lo que no funciona y daña nuestra vida si cambiamos cada uno de nosotros. Quizá por ello no hay verdadero interés en dejar avanzar la educación alternativa, la educación del siglo XXI. Quizá por eso en España interesa tanto enfrentar a "la concertada" y a "la pública" haciéndonos creer que somos enemigos. "Divide y vencerás". Mientras todo el énfasis educativo no recaiga en lo pedagógico y dentro de ello, en el factor humano, seguiremos favoreciendo una generación que simplemente agache la cabeza y "aguante el chaparrón"... Pero, cuidado, este chaparrón trae aguas que ya nos ahogaron antaño: el pisoteo progresivo de las democracias y el campo abierto para los fundamentalismos bajo la excusa de la defensa del bienestar económico y de las propias fronteras frente al enemigo.

Perplejidad, eso es lo que hoy siento.