La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 15 de abril de 2019

María de Betania

Sólo quien contempla, ve. Sólo quien calla, escucha. Sólo quien Escucha aprende...


Esa eres tú, María de Betania. De la misma estirpe que María de Nazaret. La estirpe de mujeres que no miran, contemplan. Mujeres que callan para Escuchar la Verdad y luego la pronuncian y proclaman con actos arriesgados y valientes. Mujeres que aprenden de Jesús y con Jesús qué es la verdadera humanidad. Mujeres receptáculo de lo divino para parirlo en la Humanidad.

Esa eres tú, María de Betania. Capaz de ir más allá de lo preparado, de lo esperado, de lo cómodo, de lo aceptado. Por ello vas de la mano con la mujer sirofenicia, y descolocas hasta al propio Jesús y le pones ante sus ojos horizontes universales perfumando sus pies de nardo.

María de Betania, como Magdalena, amando a Jesús porque ves en él lo que otros no pueden ver. Ves a Jesús, no lo que esperas de él, no lo que le pides, no lo que deseas de Él, no lo que puede hacer. Le ves a Él  lo recibes dejándole ser. Tú, a sus pies. Tú, discípula como Magdalena. Amándole en libertad como ella.

María de Betania, hermana de Marta, la amiga de Jesús siempre atenta a tenerlo todo listo para él  para todos los que se acercan a casa. Marta, directa, clara, resuelta e inquisitiva. Tú sabes que ella es necesaria y le ofreces el sustento del descanso en Dios. Porque tú, María de Betania, eres la que aprendió a descansar en Dios, a dejar que Él sea y tú llenarte de su energia de su amor y su belleza sentada a sus pies.

María de Betania, teóloga como la samaritana licenciada en la escuela de la Escucha. Sentada en un brocal de atención y presencia. Estirpe de los que adoran en Espíritu y Verdad.

María de Betania, hermana de un resucitado, de Lázaro desatado de su ataduras. Comprendiste como ama Dios: liberando de toda cadena, iluminando cada noche, abriendo todas las losas funestas.

María de Betania. Portadora del perfume del amor. María, yo hoy me pongo a tus pies. Enséñame a mí lo que aprendiste tú siendo amiga de Dios.

3 comentarios:

Erika dijo...

Hermoso Hna... sin palabras, sólo abrazando ese corazón liberado, rebosante que no puede hacer otra cosa que expresar amor

José María Lana dijo...

Leer este texto invita al silencio,a la escucha atenta, a la contemplación.

Elena Andrés Suárez dijo...

Gracias, Erika y José María. Os deseo una semana santa iluminada por la Sabiduría.