La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 10 de abril de 2019

Si la sal se vuelve sosa...

¡Oh Pueblo, Pueblo de Dios!
perdiste el pasaporte en el camino,
el pasaporte colectivo de la Tierra Prometida,
y lo cambiaste por salvoconductos individuales,
que permitan a los buenos escaparse al Tabor,
dejando abandonada la arena del desierto,
la arena del combate solidario de la liberación.
Pera ¿no eras tú un pueblo mesiánico,
un pueblo que cargaba sobre sus espaldas
la esperanza secular de la Humanidad,
y que al llevarla por el desierto
transportaba consigo a cuestas
la Tierra Prometida?
¡La llevabas, la construías, despertabas a los esclavos
y hacías brillar la gloria de Dios!
¿Dónde está ahora tu sangre mesiánica,
perdida con tu pasaporte entre altas especulaciones
del Cristo teologizado?
Vuelve, vuelve atrás,
a tus raíces de Egipto y de la Gloria de la Cruz.
Vuelve atrás para poder ir adelante.
Vuelve a tu Cristo desnudo,
a tu verdadero Cristo,
a tu Mesías glorioso, llagado y activo,
que sigue en la brecha mesiánica,
solitario pero dinámico,
gritándote que seas la conciencia de la Humanidad,
conciencia liberadora,
apoyada en la Fuerza de la Debilidad,
abrazada a cuantos mantienen la llama de la esperanza,
aunque se les haya oscurecido Dios.
Vuelve atrás para caminar adelante,
desde el desierto hasta la Tierra Prometida,
desde los márgenes hasta el centro,
el Centro Divino del Gran Encuentro Solidario
de los esclavos
y de los amos convertidos.
Vuelve.  
(Patxi Loidi. Poema: Pueblo mesiánico en “Gritos y Plegarias)    


Si la sal se vuelve sosa…

            Si nosotros y nosotras que hemos recibido el don maravilloso de la fe nos adueñamos de él y lo encerramos en normas y ritos que nos dejen tranquilos, entonces la sal se vuelve sosa.
            Si toda la riqueza de amor que Dios derrama en nosotros no la revertimos en el cuidado amoroso y compasivo de toda vida, entonces la sal se vuelve sosa.
            Si habiendo gustado internamente a Dios, no sabemos reconocerlo presente en otras formas de nombrarlo y celebrarlo, si no sabemos descubrir el Espíritu que aleta en otras tradiciones religiosas y de sabiduría, entonces la sal se vuelve sosa.
            Si somos llamados a transitar los agrestes caminos que nos lleven hacia la Esencia y nos conformamos con las autopistas del ego, entonces la sal se vuelve sosa.
            Somos sal, somos luz. Ni en exceso ni en defecto. Transitar los caminos del interior nos llevará a descubrir las dosis exactas.

            Ir hacia sí mismo, hacia el núcleo divino de nuestro ser para ahí liberar la energía, es emprender el camino de la tierra prometida y vivir la gran aventura del pueblo hebreo (Annick de Souzenelle. "El Egipto interior o las diez plagas del alma". Ed. Kier. Buenos Aires,1999. Pág.43)

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