La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 27 de mayo de 2019

Educar la Interioridad: Salir del sueño de las apariencias

Confieso que llevaba días creyendo que sería un bulo, un montaje y que incluso quizá formara parte de una campaña de concienciación acerca del cuidado del medio ambiente. Pues no, me desayuno viendo esas imágenes en el telediario y compruebo que son fotos de algo real: colas de personas para hacer cumbre en el Everest.

No sé cómo expresar la cantidad de pensamientos y emociones que me provocan esas imágenes, de todo ello me quedo con una cuestión que quizá engloba todas: cultura de la "pose".



El 29 de Mayo de 1953 dos escaladores, Tenzing Norgay y Edmund Hillary, de 39 y 34 años años respectivamente, lograban subir a la cima del mundo, el monte Everest de 8,848 metros. Habían pasado 31 años desde el primer intento en 1922...




¿Podían imaginar aquellos exploradores de altísimas cumbres y de lugares desconocidos, lejanos, que un día todo quedaría al alcance de un "selfie"?

Cultura de la "pose", del Instagram, del muro de Facebook, en cuyas redes de superficialidad caen muchos (no todos, es verdad). Inculta cultura que nos convierte en esclavos de la imagen, del "salir en la foto" porque si no, no existes: ni tú, ni tu empresa, ni tu colegio, ni tu familia. Si tú no cuelgas fotos de tus salidas y entradas simplemente no existes.

Cultura y adoración de la imagen y la pose. Lo vemos todo, y creemos que sabemos de todo (informados a medias no estamos formados en nada), pero todo con filtros: los de instagram para vernos más guapos, menos gordos, menos arrugadillos y los filtros de lo que otros deciden que veamos en función de lo que conviene o no a sus intereses (¿hace cuánto que no se habla de Siria o de Venezuela, que no se ven imágenes de las vallas de Melilla, de la pobreza de Haití o de los misioneros asesinados en tantos países? Más cerca: ¿dónde se informa de todo lo que conlleva la huelga de la escuela concertada en Euskadi?)

Poses y filtros. Nueva caverna platónica de la que algunos logran escapar. Para quienes en ella permanecen, lo real es la apariencia y el artificio, lo intangible por su pura vacuidad, humo, nada...

La imagen de las colas en el Everest, es la representación perfecta de lo que potencia este sistema capitalista en el que vivimos medio bien-estantes unos, empobrecidos la mayoría y pecaminosamente ricos una minoría: el consumo de experiencias.

Consumir es el verbo central. Es la premisa, lo urgente, lo necesario. Situando el consumo en el centro del motor capitalista neoliberal, todo es factible de convertirse en producto: las cosas, la naturaleza, los proceso y, lo más triste, las personas.

Incapaces de gozar del paisaje, de asumir paciente y sabiamente el camino peliagudo, el esfuerzo mantenido y, lo más importaten: el sentirse compañero que cuida del otro/a con quien hago cordada. Así nos quieren: aparentemente en grupo, pero más bien siendo manada, rebaño informe con apariencia de "individualidad". Nos quieren en "colectivos", no nos quieren únicos e irrepetibles; nos quieren adocenados con apariencia de individuos llenos de derechos pero carentes de obligaciones. No nos quieren críticos y en común-unión. No interesa la vivencia del grupo, de la familia, de la comunidad, de la verdadera ética de la ayuda al otro sintiéndolo como hermano/a. Interesa, y mucho, "el colectivo", pero para la foto, para la pose, no en el día a día. En lo cotidiano mejor nos quieren solos, aislados, callados, cada uno feliz en su casa y, como mucho, aparentemente conectados de forma virtual. Cada uno creyendo que el aparentemente infinito mundo al que se accede desde la pantalla táctil, es el mundo real por haber olvidado los filtros y las poses que hay detrás.

Todos con una tórticolis y deformación del alma que nos lleva a mirar pantallas, pero a temer las pupilas del otro al alzar la cabeza y el corazón.

No interesa el riesgo de crear algo diferente y nuevo a no ser que sea algo diferente y nuevo que encaje totalmente en los parámetros económicos que enriquecen a los ya ricos.

Ya lo sabes, querido/a amigo/a: "consumo, luego existo" esa es la nueva definición del ser. Somos los occidentales "homo consumiensis", devoradores del planeta, obesos orondos de la experiencia por la experiencia aunque no me aporte nada más que calorías inútiles en forma de instantáneas vacías de vida.

Haciendo cola pacientemente para "ser en apariencia" pero incapaces de aplicar esa misma paciencia a los procesos profundos de la vida que nos conducen a "ser en verdad".

Educar la interioridad es salir de ese sueño de apariencias y poses, es dejar de ser dóciles con un sistema que nos atonta cada vez más. Es escalar las cumbres de la existencia y descender a sus abismos para encontrar allí la Vida real, la que no se puede fotografiar, la que acontece en la verdadera humanidad, imposible de comprar o vender.


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