La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 6 de mayo de 2019

Ética, Política y Ecología en la Educación de la Interioridad

Dos son los objetivos irrenunciables de la Educación de la Interioridad entendida no como proyecto entre otros sino como marco pedagógico desde el que ordenar y sistematizar el proceso educativo de un colegio que opte por este Paradigma.

1. LA UNIFICACIÓN DE LAS DIMENSIONES DE LA PERSONA, es decir, que, en un esquema antropológico básico, cuerpo, mente y corazón "trabajen" juntos. Favorecer, a través del proceso de EI, que la persona atraviese sus fases evolutivas dentro de la escuela, viviendo experiencias que le muestren experiencialmente que es "uno" y que esos tres ámbitos personales en realidad son uno sólo. Con este objetivo deseamos hacer camino de unificación personal dejando atrás la dispersión y desestructuración.
2. LA CONSTRUCCIÓN DE LA UNIDAD CON LOS DEMÁS, CON EL MUNDO Y CON DIOS. Es aquí donde nos jugamos la significatividad de la EI. Me explico: si nos quedamos satisfechos con el primer objetivo y todas las acciones y propuestas desde la EI son tendentes a la conexión personal, ciertamente hacemos un gran regalo a nuestros alumnos y alumnas.  También hay que decir que lo normal es que, en esa "atención a lo interior", broten de forma natural la empatía, la compasión, el interés por el bien del otro y la mirada atenta a la realidad, pero es igualmente cierto que los educadores y educadoras hemos de favorecer con el mismo empeño, el cuidado de una vida interior que no se convierta en un "lugar cómodo", cerrado, de refugio o huída o una actitud de atención interior que no sepa traspasar las trampas del egocentrismo.
Por ello, aun cuando lo normal es que broten en los chicos y chicas la compasión y la inteligencia moral, es preciso subrayar y especificar con propuestas concretas, este segundo objetivo u horizonte de sentido de la EI, ya que la unificación personal no es el final del camino, sino el inicio y la base para el camino de plena humanidad que pasa por el amor al otro y por el acrecentamiento de la lucidez interior que nos permita una mirada crítica sobre la realidad sacándonos de la mirada superficial y teñida de los prejuicios y límites de la parte insana de nuestro yo.

Atender a este objetivo nos alejará de caer en los cantos de sirena de una vida supuestamente "interior" que genere una capacidad de interiorización lastrada por el peso de la mirada autocentrada, basada en la simple reducción de los niveles de estrés, nerviosismo... Existen en este momento formas de trabajar la atención a la dimensión interior que, desde mi punto de vista, corren el riesgo de enfatizar tanto el "yo" pacificado, personalista, emocional, que abran la puerta a comprensiones de la vida interior que potencian más y más el ego-centrismo, que, por otro lado, siempre ha sido el constante peligro y piedra de toque de la vida espiritual.

Ciertamente la lucha contra el "ego insano" será siempre el "agere contra" que toda persona atenta a su desarrollo espiritual tendrá que realizar, pero desde luego, en el momento actual, cuando la EI casi se ha transformado en una moda, hemos de estar más atentos que nunca a no generar procesos que se contenten con el simple "estar bien", sino, impulsar el desarrollo de la conciencia moral de nuestros alumnos, vivir con ellos el compromiso con el cuidado del otro, especialmente del más desfavorecido  (cercano y lejano) y del cuidado de ese "otro" que es nuestro planeta a través del énfasis de una comprensión real de qué es y por donde pasa hoy el compromiso ecológico en el día a día.

Sin estos tres subrayados, la EI puede llegar a convertirse en un pasatiempo egocéntrico que tan sólo haga un aporte más al injusto sistema neoliberal en el que todos vivimos, al favorecer una errónea comprensión de la vida interior que se sustentaría sólo en favorecer momentos de "paz interior" alimentando más y más el "narcisismo interior".

Para favorecer un cambio social, el individuo debe conocerse y re-conocerse en lo que es, conectar con sus fondo más profundos atravesando sus capas de miedo, egoísmo y comodidad. El autoconocimiento no es el único eje de la EI, sin la dimensión interpersonal esta queda coja y herida. Si, además, enraízamos la propuesta en la fuente humanizadora del Evangelio, es irrenunciables la presencia del ethos cristiano del amor al prçojimo que adopta la forma de una pro-existencia que mira especialmente hacia el hermano caído y vapuleado. No basta con "saber" que empobrecido existe, la EI debe potenciar, fomentar, animar, una vida con actos concretos de amor al prójimo y al planeta.

Todo ello nos lleva, irremisiblemente, a saber y tener en cuenta, que en el camino de EI que nuestro colegio decida hacer, debemos contemplar espacios de calidad para la educación ética, política y ecológica, No hará falta multiplicar proyectos si la Ei se aplica "a pleno rendimiento" y sin olvidar sus dos grandes columnas de sustentación que son los dos anteriores objetivos señalados al inicio.

Este es nuestro formidable y atractivo reto como educadores/a de la Interioridad humana.

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