La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

viernes, 15 de julio de 2011

Cuatro verbos y el pan de la vida II

Permitidme hoy que copie una entrada del mes de diciembre. Marisa me preguntó por los verbos que descubrimos en la vista a la fábrica de harina en Medina de Rioseco. Al releer la entrada para recordarlos, sentí que quiero volver a ofreceros esta reflexión. A veces nos acostumbramos demasiado a este ritmo nuestro en el que cada día hay noticias nuevas, temas nuevos... Pero debemos ser un poco "vacas" y saber rumiar las cosas, darles vueltas, "gustar internamente". Yo he rumiado esta entrada y la vuelvo a publicar unos meses después con la misma fuerza y convicción que en aquel momento, es más, para mí está cargada de nuevos significados desde mis nuevas experiencias en este maravilloso camino de la vida.

Ya pasó el largo puente de la Immaculada. Lo he pasado conociendo un poquito de Castilla-León y lo que he conocido me ha enamorado.

Comparto con vosotros dos momentos y cuatro verbos. Los dos momentos fueron la navegación por el Canal de Castilla y la visita a la fábrica de harina, todo ello en Medina de Rioseco.

Primero me encontré navegando por un canal construído allá por el siglo XIX a pico y pala. El  Canal de Castilla nace de la idea de articular un eje de comunicación comercial, una red fluvial que hacia el norte llegara hasta Santander y por el sur hasta Madrid. Toda una obra de ingeniería que hoy costaría poco construir pero que en aquel momento supuso horadar la tierra a base de manos humanas.

Mientras navegaba apaciblemente por el Canal, pensaba en cuántas manos habían trabajado en la construcción de ese cauce, en cuánto sudor había regado el canal... Me dí cuenta, así, de que para que un buen día las cosas fluyan apaciblemente hay que vivir previamente momentos de duro trabajo. Es la fase de horadar la tierra, de eliminar obstáculos, de abrir camino...

Así pues, el primer verbo que comparto con vosotros es el verbo "fluir", un verbo que para poder ser conjugado en nuestra vida personal y social, precisa de otros tres. Esos tres verbos los encontré después en la visita a la fábrica de harina.

¿Alguna vez habéis pensado en todo el trabajo que se esconde detrás del trocito de pan que os váis a llevar a la boca? Pues yo a partir de la visita a la fábrica de hárina, ya no volveré a comer el pan de la misma manera.

La fábrica de Medina de Rioseco está junto al Canal. Es un edicifio que no llama la atención por fuera pero por dentro es un asombroso e intrincado puzzle de poleas, motores, cedazos, tubos... Todo absolutamente interconectado de piso a piso. Desde los cimientos de la fábrica alimentados por el agua del canal que mueve los ejes principales, hasta el último piso donde concluye el proceso, se descubre una maravillosa unidad. Esa fábrica me evocó mi propio interior: Yo también estoy configurada por diferentes "estancias" o "pisos" o "dimensiones" pero todo ello forma una unidad que soy yo misma.

En mí hay aguas subterráneas que a veces fluyen caudalosas y otras se secan. En la fábrica, cuando el agua no llevaba suficiente fuerza como para mover el rotor principal, se disponía de un motor para poner en marcha toda la maquinaria. A mí también me pasa, a veces no fluye (he aquí el verbo inicial o final) el agua de la vida, a veces me estanco, a veces no tengo fuerza y ¡qué necesario es disponer de motores alternativos! Os diré algunos de mis motores: cuando yo no puedo, se ponen en marcha el motor de la fe y de la esperanza; cuando yo no puedo, arranca su marcha el motor del amor: el amor que siento por otros me moviliza, el amor que recibo de otros me sostiene. ¿Cuáles son los motores de nuestra vida?

Y, hacia el final de la visita, la simpática mujer que nos lo explicó todo, resumió el proceso de fabricación de la harina en tres verbos: LIMPIAR, TRITURAR Y CERNER. Así de sencillo... Limpiar, triturar y cerner, los tres verbos que dan lugar al componente principal del pan, la harina... Y así es en la vida. El pan de la vida se origina conjugando estos tres verbos que son como tres tiempos vitales.

TIEMPO DE LIMPIAR:  Como para construir el Canal, es el tiempo de eliminar obstáculos, de hacer espacio, de abrir camino. Como para obtener una fina harina, es el tiempo de quitar impurezas, el tiempo de la primera criba. 

TIEMPO DE TRITURAR: El tiempo de permitir que la vida muela y haga fino lo que en nuestra persona es duro e impermeable. Dejarse triturar no es gustoso, duele y nos oponemos, por eso, como observé en la fábrica, hay que pasar por más de un punto de triturado. Los acontecimientos que nos trituran se suceden y repiten hasta que no oponemos resistencia y permitimos que se trasforme en polvo fino y suave toda nuestra dureza interior.

TIEMPO DE CERNER: cerner es el acto de pasar la harina por muchos y diferentes cedazos para conseguir una pureza mayor, para eliminar toda pequeña partícula de no-harina. El verbo griego crimeo significa separar, juzgar, discernir y de él vienen la palabra crisis y la palabra criba. De tal manera que podemos decir, siguiendo el ritmo que marca la fabricación de la harina, que también en cada persona se da un tiempo en el que es necesario separa el grano de la paja, es decir, ir a lo esencial de uno mismo. Un tiempo en el que es necesario saber juzgar, es decir, saber definir la propia vida en sus rasgos nucleares. Un tiempo en el que se debe discernir o cerner, es decir, eliminar todo aquello, por mínimo que sea, que nos separa de nuestra esencia, todo aquello que empeora el pan de la vida. Tantas veces esos cedazos que nos purifican del todo son las crisis que vamos atravesando y que funcionan como una criba que separa lo que soy de lo que no soy. Podríamos decir que el ser humano es una criatura "crítica" en el sentido de que nos vamos configurando en nuestra identidad atravesando crisis. Es conocido que en los caracteres chinos la palabra crisis viene representada por un ideograma que significa "oportunidad", y es que las crisis son una oportunidad para el discernimiento, para cerner la harina de la vida y dejarla más limpia y fina aún.

Así, tras estos tres tiempos, la vida interna fluye mejor, hay menos obstáculos y la navegación en las aguas del mundo transcurre más serena incluso en medio de todo tipo de dificultades.

Horadar la tierra interior: limpiar, triturar y cerner, para poder fluir. Así se amasa el pan de la vida.

Ya véis todo lo que puede enseñar una paseo por un canal y una visita a una fábrica de harina... Os lo recomiendo.

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