La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 28 de septiembre de 2020

Dar el do pecho: de "Solo ante el peligro" a "La comunidad del anillo"

Quiero continuar con esta idea de "dar el do de pecho" en este curso que ya tan complicado se está mostrando, pero, a la vez, tan pleno de opotunidades.

Bastantes de mis amigos maestros/as van compartiendo conmigo lo emocionados/as y gratamente sorprendidos/as que se sienten al ver la seriedad y  madurez con la que sus alumnos/as están afrontando todo este lío de entradas escalonadas, itinerarios por los pasillos y escaleras, mascarillas, distancia de seguridad, recreos a diferentes horas, lavado de manos, geles...

Otros me explican la fuerza que están encontrando en el apoyo, presencia y complicidad de sus compañeros/as de claustro.

Esta "vidilla" y estas cosas son las que no salen en ningún titular, porque, si debiéramos entender y describir el mundo guiados sólo por los titulares de los telediarios, prensa, algunas redes sociales.... esto se parecería desmasido a una película apocalíptica y, en lo que a Educación se refiere, el profesor se parecería mucho a Gary Cooper en "solo ante el peligro".


Pero, nada más lejos de la realidad, al menos, en la mayoría de los casos. Porque lo que nadie dice, lo que no sale en ningún titular es la red de apoyo y cariño que existe en la gran mayoria de claustros. Si enfocamos la mirada en la relación profesor-ministerio de educación, ese "Solo ante el peligro" me parece más real. Pero si nos enfocamos en lo que es el día a día de un claustro, comprobamos que la red de relaciones de cariño, respeto y apoyo, gestada durante años en tantos casos, actúa como apoyo diario del profesor/a que hace que no se sienta "Solo ante el peligro".

Porque un claustro de profesores de un colegio, por norma general, es un ecosistema pleno de ilusiones compartidas. Cuando uno se zambulle en el ritmo interno de un colegio, descubre que el claustro no es un ente abstracto, es la suma de la personalidad y de las certezas de cada educador/a que forma parte de él. Hay conflictos como en todo grupo humano, hay "disidentes" más o menos silenciosos o ruidosos, puede haber épocas oscuras, pero, siempre, al final, se cuela por todos los resquicios esa experiencia de ser compañeros/as, de que verdaderamente cada uno puede y debe aportar al bien común del colegio, a su evolución y mejora que redunda en la evolución y crecimiento de su razón  de ser: los alumnos/as.

Así, el símil cinematográfico pasa de ser "Solo ante el peligro" a vernos inmersos en la increíble aventura de "La comunidad del anillo" del Señor de los Anillos. Quizá todo "profe" que lea esta entrada, podrá identificarse a sí mismo con uno de los personajes de Tolkien y, siendo arriesgado,  quizá a alguno de sus compañeros/as. En todo claustro nos encontraremos con Frodo, Samsagaz, Gandalf, Aragorn, Légolas, Peregrin Tuk, Arwen, Gimli, Galadriel, Eowyn, etc... Sí, ahí los encontraréis, bajo el rostro y los andares de vuestros compañeros y compañeras de toda la vida. Cada uno aportando su peculiar modo de ser "educador/a". Cada uno, cada una , formando esa preciosa e increíble "comunidad del anillo" de un claustro educativo.



Ojo: no soy ingenua, habrá que estar siempre atentos a los "Gollum" y "Saruman" que, bajo capa de bien, pueden minar la fuerza de la comunidad, pero, es que ¿qué gracia tendría entonces la aventura? Ahí es donde toca dar el "do de pecho". Cuando vienen tiempos oscuros, cuando toca salir de la tranquilidad de la tierra media para "ir más allá", entonces es cuando más demuestran su fortaleza y su debilidad los lazos creados en la comunidad educativa y, más en concreto, en el claustro de profesores/as.

Frodo y Sam se sentían pequeños para semejante tarea y efectivamente lo eran, pero, apoyados en el cariño y la fuerza de la Comunidad del anillo, lograron lo que nadie había logrado jamás. Quizá tú también te sientas tan minúsculo como un pequeño hobbit de la comarca, y quizá lo seas, pero si a tu lado encuentras un verdadero amigo como Sam, si te aventuras a educar acompañado por un "claustro-comunidad", te auguro grandes gestas y mucha felicidad.


Propuesta para dialogar en los claustros: 

¿Es tu claustro "comunidad" o más bien favorece el sentirse "solo ante el peligro? 

¿En qué ámbitos de la vida escolar os sentís y actuáis como compañeros, como red de apoyo e inspiración mutua? ¿De qué modo?

¿En qué ámbitos se os "cuela" el "solo ante el peligro"? 

¿Dónde sentís que debéis reforzar vuestros modos de actuación para ampliar la fuerza que proviene de ser compañeros/as?

En este contexto del Covid-10: 

¿Cuál es la misión principal a la que queréis responder? 

¿Qué necesitáis para ello? 

¿Qué debéis eliminar para poder responder a esa misión?





miércoles, 23 de septiembre de 2020

DIEZ AÑOS


Este blog cumple hoy DIEZ AÑOS.

No puedo evitar decir aquello tan repetido de ¡cómo pasa el tiempo!, pero es que así lo siento, porque al recordar que un veintitres de septiembre de 2010 yo vivía en Vitoria, trabaja en aquella Diócesis y creaba este blog en mi despacho de Egibide, me doy cuenta de cómo ha cambiado mi vida en diez años, de cuánto camino hecho, cuántas personas bellas se han cruzado en mi camino en una década (Emilio...¡qué decir!), cuántos nuevos proyectos nacidos, cuántas despedidas, que también las ha habido (la más dura la muerte de mi padre) y, sobre todo, me sorprendo pensando que hace diez años vivíamos en un mundo sin mascarillas ni distancias de seguridad, ni confinamientos, ni cuarentenas...

Miro con los ojos de la memoria aquel día, en aquel despacho, atreviéndome a comenzar un blog con la sensación de hacerlo por probar pero sin visos de llevarlo más allá. A la vez, ilusionada por si podía servir de lugar de encuentro para los que nos fascina la educación y en concreto, la educación de la dimensión interior.

Recuerdo bien que latía en mí, mientras me atrevía a escribir mi primera entrada, el eco vital de la formación con los/as educadores/as de La Salle en San Asensio, aquellos inicios de lo que luego fue "HARA", lugar y hora de amistades que perduran, de nuevas actividades, de posibilidades que han ido cristalizando en estos diez años.

Comenzaba su camino este blog en medio de la aventura y el reto de poner en marcha un plan diocesano de EI y otro pedagógico para Egibide. Ahora, mirando atrás, doy gracias por aquel tiempo, por aquella confianza depositada en mí, por, de nuevo, las amistades gestadas en mis años en Vitoria.

Hoy, escribo esta entrada haciendo memoria agradecida y con un sentimiento grande de sorpresa por haber podido decir algo (espero que algo lúcido e interesante) durante diez años.

En este día de agradecimento, os anuncio que mientras el blog cumple diez años, está naciendo de su entraña una página web que está en construcción y que espero pueda ver pronto la luz.

La Vida sigue, la Vida no se detiene, la Vida siemrpe invitándonos a vivir y crear con ella más Vida y en abundancia.

Sigo regresando a casa y lo hago, muy bien acompañada gracias a vosotros y a vosotras, los que me leeis y animáis a seguir. Desde mi corazón GRACIAS.

jueves, 17 de septiembre de 2020

PIONEROS DE UN MUNDO INÉDITO: La Educación de la Interioridad y su adaptación al contexto del COVID-19

El curso al que os invito, nació a través de la petición del Equipo de Titularidad de los centros de la Fundación Franciscanas de Montpellier. En sus centros ya se había identificado la urgencia de comenzar el curso con un trabajo serio y secuenciado en torno a la dimensión emocional de la comunidad educativa. Me pedían cómo hacerlo situando la EI como marco pedagógico. Aquella petición encendió mi ilusión y la creatividad fue fluyendo. 

La reflexión teórica que fundamenta el curso y la propuesta práctica se gestaron al encontrarme con una frase que leí en la documentación acerca de la espiritualidad franciscana que me facilitó el querido Pere Ribot,franciscano y alumno ya diplomado del Posgrado y que llamó poderosametne mi atención por cómo entronca con los ejes principales de mi propuesta de EI:.

"Seremos pioneros de un mundo inédito. Esta es la ocasión para sanar nuestra relación con nosotros mismos, con los demás, con Dios y con la creación" ("Hacer misericordia en los tiempos del COVID"-19,Bernardo Molina OFMCap.Pontificia Universidad Antonianum-Roma)

Así fue naciendo "Pioneros de un mundo inédito". El "estreno" tuvo lugar en el mes de mayo con el grupo de educadores/s de Franciscanas de Montpellier con los que ya habíamos comenzado la formación antes de la pandemia. Ahora la retomábamos on line... Algo que me parecía imposible, incluso "frío",  se hizo más que posible y cálido gracias a la calidad de esos educadores/as liderados por un ET con ganas y convencido de que ese era el camino. Con ellos/as, la propuesta fue creciendo, enriqueciéndose; corregí, limé, añadí... Y al terminar, la sensación de todos/as era que teníamos algo muy hermoso entre manos. Durante el mes de junio-julio el Equipo Motor de F. Montpellier trabajó arduo y crearon sus propias rutinas y sesiones. Las leí y corregí, hice mis aportes y ahora, sé que están "bregando" como buenos pioneros y pioneras para que en sus coles esté presente ese soporte emocional tan necesario en esta situación nueva para todos.

Después, en el mes de junio, impartí el curso a un grupo abierto de quince educadores/as de diversos centros y hasta países. Fue, una vez más, enriquecedor y sorprendente. Veía como este formato virtual, a pesar de todo, me ofrecía la posibilidad de hacerme presente y de poder aportar algo a mis queridos "profes" a los que quiero con toda el alma y, a través de ellos, llegar a los alumnos.

En julio, pudimos retomar el proceso formativo con los/as alumnos/as del Posgrado Experto Universitario en Educación de la Interioridad que este año se ha celebrado en Irun y que interrumpimos en marzo por el confinamiento. En esa primera sesión on line, de doce horas, pudimos trabajar los contenidos del curso "pioneros" y fue un placer compartirlo con ellos/as.

Esta tarde, impartiré la última sesión a un grupo de 91 educadores/as de la Familia Santa Ana (la congregación con la que yo estudié, mis monjas, las HH de la Caridad de Santa Ana). De nuevo, veo crecer el curso, mejorar con sus apotaciones y peticiones...

En noviembre, si Dios quiere, lo viviré con otro grupo de profesores de otra institución y priorizaremos que sea presencial...¡Ojalá!

¡Ya somos más de cien "pioner@s"!

Y sigo invitando a quien quiera unirse a esta aventura de ser Pioneros/as de un mundo inédito.

Os dejo debajo, la explicación de curso.


EL PORQUÉ DE ESTA PROPUESTA FORMATIVA:

Nos situamos en un regreso a las aulas en el mes de septiembre radicalmente diferente, nuevo y desconocido. Quizá la palabra que más resuena al pensar en retomar un curso escolar en un contexto de COVID-19 sea INCERTIDUMBRE. Aunque es cierto que la incertidumbre forma parte de la vida humana, nunca como ahora nos habíamos hecho tan conscientes de hasta qué punto la vida es incontrolable. Esta experiencia ha penetrado en nuestros hogares durante los días de confinamiento y atraviesa nuestras calles en el inicio de un tanteo de “normalidad”.

Pero, si en algún “lugar” esa incertidumbre se hace tangible y presente, es en los colegios. ¿Cómo retomar el bullicio de la vida escolar con medidas de distancia social, mascarillas y guantes?

Imaginar nuestros colegios: aulas, pasillos, patio, salón de actos, gimnasio, comedor… es imaginar una vida en relación llena de abrazos, cercanía física, equipos, grupos… ¿Podemos educar a dos metros de distancia? ¿Podremos y sabremos expresarnos y vivirnos cercanos con media cara tapada? ¿podrán nuestros ojos decirlo todo o casi todo?

Y, además, ¿es factible en el ámbito concreto del despliegue de la EI, realizar actividades como los masajes por parejas, grupales, juegos de contacto, movimiento, respiración consciente?

En esta formación, queremos ofreceros una reflexión y unas estrategias para poder adentrarnos en el nuevo curso como “pioneros/as de un mundo inédito”. Cambiaremos la significación de la incertidumbre como algo enervante o que desasosiega por una lectura positiva que nos inspire para ser exploradores y pioneros que intentan descubrir qué nuevos territorios pedagógicos y existenciales aparecen ante nosotros en ese regreso a las aulas “distanciados” pero nunca lejanos los unos de los otros.

El eje de esta propuesta es situar el TRABAJO CORPORAL Y LA APERTURA A LA TRASCENDENCIA como columnas sustentadoras de LA INTEGRACIÓN EMOCIONAL irrenunciable y verdaderamente más necesaria que nunca dada la “mochila emocional” con la que nos reencontraremos todos en la escuela. Tanto los adultos como los niños y adolescentes, necesitaremos poder sentirnos seguros, acogidos y poder reconocer las emociones que hay en cada uno de nosotros en un contexto mundial convulso e incierto.

DESTINATARIOSEducadores/as que hayan realizado formacion en EI con Elena Andrés,  o bien el Posgrado Experto en Educación de la Interioridad para Centros Educativos en el campus La Salle  (Aravaca).

OBJETIVOS:

•Comprender la importancia de situar en el centro de la acción educativa la atención a la dimensión interior del alumno tras la experiencia compleja y densa del confinamiento.
•Relectura de las claves teóricas ya estudiadas a la luz de los nuevos acontecimientos.
•Conocer e interiorizar los núcleos de la espiritualidad cristiana que aportan luz y sentido en un contexto de pandemia y post-confinamiento.
•Realizar una lectura pedagógica del momento que vivimos: qué nos enseña, qué oportunidades encierra, qué nos certifica como educadores.
•Experimentar las técnicas que en este momento más pueden ayudar a la comunidad educativa a integrar el abanico de emociones propias del post-confinamiento.
•Comprender las claves generales para la adaptación didáctica de las técnicas de la EI en dos fases: de 3 a 10 años y de 11-18 años.

CONTENIDOS:

        Bloque teórico: 
            Una Educación de la Interioridad: una brújula para no perdernos en un mundo inédito.
            El Evangelio: fuente de sentido y de humanización.
            Los/as educadores/as del siglo XXI: pioneros de un mundo inédito
            La integración emocional a través del trabajo corporal y la apertura a la trascendencia.

        Bloque práctico
     Relajación-respiración consciente-visualización-juego libre-expresión plástica libre-  narraciones: Adaptación necesaria en un contexto de distancia social y mascarilla. Adaptación didáctica de 3 a 10 años y de 11 a 18 años.

DURACIÓN DE LA FORMACIÓN: 12 HORAS.
Se entregará al alumno el material pertinente.

PRECIO: 840 euros 

Fechas: a concretar entre la institución  y la formadora.

LA FORMACIÓN SERÁ A TRAVÉS DE GOOGLE-MEET o a través de la plataforma que utilice la institución interesada.


INSCRIPCIONES: escribir un mail a eandres.interioridad@gmail.com 



miércoles, 9 de septiembre de 2020

Dar el "do de pecho": Amar al alumno

Cuando estudiaba magisterio, teníamos en el aula de música (me especialicé en Educación Musical) una frase en la pared "Que el alumno ame la música", ese era el objetivo, el faro, el horizonte de un maestro de educación musical. Pero junto a ello, se repetía en muchas de las asignaturas y en boca de diferentes profesores, lo esencial de que "el profesor ame a sus alumnos".

Tiempo después, cuando me estrené en un aula, en todo momento, sobretodo cuando me sentía sobrepasada, caundo me sentía sin recursos, esa frase se hizo "un mantra" para mí.

Descubrí que el amor es el camino, que el amor ha de ser la atmósfera educativa, que si el alumno/a se siente amado, no en general, sino "en concreto", entonces las dificultades lo son un poco menos.

Si el/la maestro/a AMA AL ALUMNO, el/la alumno/a, en cierta media amará la materia, se le dé mejor o peor, porque durante los minutos de impartición de esos contenidos, los recibirá de alguien que le mira con respeto y cariño, quizá lo que más ame llegue a ser la presencia de su maestro y no recuerde después bien la asignatura.

Y ahí es donde sé de buena tinta, que nuestros maestros y maestras están ya dando el "do de pecho". Están traspasando todos los límites impuestos de mascarillas y distancias, para hacer llegar a sus alumnos una presencia amorosa, paciente, ilusionada y esperanzada.

                                                                                                                                                                     Ayer, en una de las formaciónes on line que estoy impartiendo, una educadora nos explicaba con un nivel de sinceridad precioso, lo duro que había sido para ella el confinamiento y el post-confinamiento, nos describía su nivel de ansiedad. Y entonces nos dijo que, todo eso había durado hasta el momento exacto en que hacía unos días había comenzado a recibir a los niños en el cole, nos decía que "al comenzar a tomar la temperatura, indicar por donde ir, dar la bienvenida, se me pasó todo". Y yo, escuchaba esto y contenía mi alegría y mis lágrimas, porque ahí estaba, en carne y hueso, una maestra de corazón. Ahí estaba ella diciendo en voz alta lo que tantos y tantas están sintiendo y viviendo y, seguramente, no lo dicen.

Así lo viven ya miles de profes en toda nuestra geografía. Así son los/as maestros/as de verdad, los /as vocacionados. Sabedores de su debilidad, con sus límites y miedo como todo ser humano, pero cuando están con sus niños, con sus chavales ¡se olvidan de todo! Y entonces, el niño, el joven se siente amado, se siente especial, se siente apoyado y eso le da alas... ¡y cómo necesitamos recuperar el alto vuelo!

Como sociedad hemos de cuidar de nuestros maestros y maestras. No son héroes ni falta que les hace. Son personas como tú y como yo pero que han recibido el don de SER EDUCADORES/AS. Ese don es un tesoro de incalculable valor para la sociedad, para el bien común. Debemos cuidarlos.

Ahí están, ellos y ellas, hoy, dando el "do de pecho" en esta sinfonía una tanto desafinada del tiempo de pandemia.

¡GRACIAS, MIS QUERIDOS MAESTR@S!

martes, 1 de septiembre de 2020

Dar el "do de pecho": las emociones

 Hoy ellos y ellas, los "profes", ya están en el cole.  Cuando estaba en el colegio como profesora, una de las cosas que más me gustaban era ese primer día en el que nos veíamos los unos a los otros más o menos morenos, sonrientes, con cara descansada; algunos con unos kilillos de más por "las tapitas" veraniegas, otros, por el contrario, con kilitos de menos por la natación, las largas caminatas. Todos, eso sí, con anécdotas que contar, algunas fotos para compartir (cuando no había wtsup). Había compañeros con los que te unía una amistad y cariño que se concretaba en que te habían traído o les traías un regalo porque habías recordado a esa persona durante las vacaciones... Ese primer día con un picoteo especial o una comida de inicio de curso. Ese día mágico en el que sientes que "todo es posible y todo está por hacer" y tu pereza se te va por el desagüe porque al reencontrarte con tus compañeros y compañeras, se te pone en pie de guerra el ardor pedagógico y ya te pones en marcha.

Este año, me dicen mi marido y mis amigos profes, no se podrán dar los besos y abrazos del reencuentro. Es más, no pueden encontarse juntos todo el claustro.  Cada etapa se reunirá en su lugar, sin interacción o con la mínima. A quien no le vaya mucho la liturgia de abrazos y besos se sentirá aliviado, lo reconozco, porque cada uno es como es. Pero a mí, qué queréis que os diga, me apena esa imagen de claustro compartimentado y más, cuando el deseo es trabajar como un todo. Si ya cuesta tanto a veces salir del "propio querer e interés" de tu etapa...

Y aquí viene mi apreciación segunda. Si ayer me ponía en la piel del profe desde el punto de vista tan sólo curricular, teniendo que crear programaciones y didácticas para lo presencial, para lo on line, aprender a trabajar a metro y medio, con mascarilla, con gel, con ventilaciones varias, etc, etc... Hoy quiero ponerme en la piel del docente situándome en el ámbito emocional.

Ya llevan los colegios bastantes años inmersos en la creación de proyectos de educación emocional. Resuena lo de la imporatncia de las emociones por doquier.


En el contexto de la Educación de la Interioridad, es el segundo contenido enunciado como "integración emocional" por aquello de que las emociones no basta con conocerlas, sino que, nos guste o no, las emociones nos acompañan todo el día y toda la vida y es así porque la vida es, en gran medida, experiencia que emociona. Ahora, con el COVID entre nosotros, a  muchos la vida nos conmociona.

Si ya es de por sí complejo integrar el mundo emocional, qué diremos en este momento. 

Estamos habituados o bien a ocultar nuestras emociones o, cuando menos, a disimularlas. Sólo nos permitimos sacarlas a pasear si son agradables y ahí, en general, mostrarnos no nos cuesta tanto. 

Pero ¿como "lidiamos" con las emociones desgradables como, por ejemplo el miedo o la tristeza y qué decir de la ira o la vergüenza?

Seamos sinceros: hay emociones que no son "bien vistas" en sociedad, esas, las ocultamos, las taponamos. Nos decimos que esa tristeza o esa ira o esa vergüenza queda para la intimidad, que ya lo afrontaremos en casa y, tantas veces, ni en casa nos permitimos ese sano descan-ser que nos permite mostrarnos tal y como estamos, sin filtros ni máscaras dejándonos acoger y querer en esa emoción desagradable.

Digo esto porque no me cuesta imaginar la cantidad de  profesores/as que ahora mismo, han entrado en el cole con ilusión, por supuesto, con ganas, pero también con un trasfondo de miedo (miedo al contagio, miedo a lo que puede pasar si hay que volver a cerrar el centro, miedo...), con enfado por la falta de apoyos institucionales, con vergüenza por sentir miedo cuando parece que otros están como súper tranquilos y hasta hacen amago de un abrazo "y yo saldría corriendo"...

Por más que se haya denominado a este momento "nueva normalidad", esto, nada de todo esto es normal. Nos acostumbraremos (o no...), pero no es normal. Por lo tanto, lo que sí es normal es que aparezcan dentro de nosotros, también de los adultos, por supuesto, emociones encontradas y que haya momentos en los que sintamos que "no puedo con esto" o "no sé qué hacer". Momentos de alegría enorme por ver a los alumnos, por descubrir como nos sorprenden, pero también momentos de tensión, de tristeza, o de miedo y los va a haber, porque ya antes del COVID los había. Por eso, ahora, como nunca, habrá que aprender a reconciliarse con la vulnerabilidad que se evidenciará en esta incertidumbre generalizada.

Y, desde mi punto de vista, esta es una clave importantísima: aprovechar este momento tan único, para adentrarnos de lleno en la urgente tarea de integrar de veras nuestro mundo emocional dentro de la escuela. No "saber" las emociones racionalizándolas, sino acogerlas, expresarlas sanamente, dejándonos sostener cuando las feuerzas fallen y celebrando juntos cuando llega la alegría. No somos superhéroes. Con excesiva simplicidad hemos utilizado ese calificativo con los sanitarios. No hace falta que nadie sea un héroe. Un profesor es un ser humano con su mochila vital a cuestas como sus alumnos, como los padres y madres de su colegio. Un/a profesor/a necesita apoyo emocional si queremos que él o ella apoye emocionalmente a sus alumnos.

La oportunidad que nos brinda el COVID si sabemos acogerla, es la de crecer emocionalmente como comunidad educativa. Dejar de disimular "como si aquí no pasara nada" o dejar de ir de víctimas (porque casi siemrpe se dan estos dos excesos en las personas y/o en las instituciones). Podríamos descubrir el puente sobre aguas turbulentas que podemos construir para transitar este curso que se presenta incierto y complejo. Ese puede ser el "do de pecho" que emita la escuela y ojalá esa vibración resuene en toda la sociedad.

Queridos profes: CUIDAOS PARA PODER CUIDAR.