La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

jueves, 20 de febrero de 2020

El trabajo corporal en la Educación de la Interioridad a la luz de la Danza de la Vida


El fin de semana pasado viví el regalo de conectar de nuevo de la mano de Loreto Sanjuan con lo más genuíno del sistema creado por ella Danza de la Vida- Movimientos esenciales.
En este mismo blog tenéis la información acerca de este sistema de movimiento consciente que facilita la conexión con nuestro ser espiritual.
Conocí a Loreto el año 2000, hace veinte años. Experimenté Danza de la vida durante tres años en sesiones de unas cuatro o cinco horas algunos sábados al mes. Allí reconecté con mi corporalidad y la redescubrí como camino hacia una conexión más honda y real con mi espíritu. he decir que ha sido de las vivencias más potentes de mi vida. Tras cada seminario de movimiento, regresaba a mi vida cotidiana cargada de descubrimientos y de interrogantes, esos interrogantes me llevaron a leer, investigar, reflexionar y experimentar más y más en torno a la corporalización de la experiencia interior y del cuerpo como cauce de expresión de la vida espiritual. En ese contexto me encontré con maestros en la distancia como la gran Annick de Souzenelle y su "Simbología del cuerpo humano" y el maravilloso "loco" Alejandro Jodorowsky cuyos "Evangelios para sanar" me abrieron horizontes insospechados. A la vez, el trabajo con el sistema Danza de la Vida de Loreto, me incitó a profundizar más en los místicos y a hacer lecturas comparadas entre la mística cristiana y la mística musulmana (sufismo) y judía (Cábala).
Es en ese contexto donde se encuentra la semilla de lo que, con el paso de los años entiendo como uno de los contenidos irrenunciables de la Educación de la Interioridad, el TRABAJO CORPORAL.
Comencé a adaptar las sesiones con Loreto a mis alumnos/as de Secundaria del colegio de Barcelona donde en ese momento trabajaba. Fui encontrando el modo de hacerles llegar esa conexión corporal profunda de un modo que fuera atractivo y comprensible para ellos y ellas y el resultado fue magnífico. 
Fueron años de profunda exploración personal y de experimentación con los adolescentes en el contexto escolar primero y después en otros contextos tras la creación de un esquema de Talleres de Interioridad con Josep Otón y Jordi Osúa. Permitidme que os diga que cuando nadie usaba el término "Educación de la Interioridad" ni el término "Talleres de Interioridad" nosotros comenzamos a hacerlo en Barcelona y lo publicamos por vez primera en el año 2003 en la revista de Pastoral Sal Terrae: 

Año 2003, Tomo 91, Número 1063. Dedicado a: Educar la interioridad


Tras cinco años aplicando un sistema de EI que iba naciendo al ritmo de mis alumnos, pasé a formar parte del proyecto de creación del Casal Lluís Espinal en la Cova de Manresa. Allí, con unas condiciones inmejorables, pude terminar de dar forma al cuerpo teórico y práctico de la EI que critalizó en mi primer libro sobre el tema y el primero que se publicaba en España con el título "La educación de la Interioridad: una propuesta para Secundaria y Bachillerato" Ed. CCS. En ese libro dejé constancia de esa primera concreción de mi experiencia con adolescentes en continuos y numerosos retiros, convivencias y talleres de interioridad y previamente en las aulas. Es prescisamente en ese libro donde me atrevo a dejar constancia y a compartir una ejercico al que yo llamé "Conciencia Corporal y baile" (págs.104-107). Hoy ese ejercicio ha evolucionando, tiene otro ritmo, nuevos ingredientes, y lo he rebautizado como "Conciencia Corporal en movimiento"pero en esencia es el mismo.
Ese ejercicio se basa al cien por cien en las sesiones con Loreto. Evidentemente no puedo denominarlo Danza de la Vida, pero sí nace de ese sistema en tanto su objetivo es por un lado, conectar a través del cuerpo con los cuatro elementos y, en segundo lugar, permitir que el alumno encuentre su propia danza, su propio movimiento con una forma de proponer y animar el ejercicio no invasiva.

Mucho habría que decir acerca de ese ejercicio, pero en esta entrada quiero dejar constancia de lo que late en el humus del mismo y que es muy profundo. No es un ejercicio de movimiento sin más, no es su objetivo "pasarlo bien" o "terminar bailando". Es un ejercicio que señala como ningún otro hacia la recuperación de nuestro curpo como hogar y como pórtico de entrada hacia lo más profundo que nos habita . 

Años más tarde, al formarme en Leibterapira personal, método Dürckheim, se me confirmaba esta centralidad de lo corporal en la vida espiritual. El propio Dürckheim señala el importante camino hacia la trasparencia del Ser en el cuerpo que soy o que vamos siendo, porque nuestro cuerpo es cuerpo en devenir.

Así, los aportes del Sistema Danza de la Vida y de la Leibterapia personal, me han permitido bucear y contemplar desde diversos aspectos y enfoques lo que para nosotros, cristianos es el Miserio de la Encarnación. Para mí ahí reside la importancia de no desdeñar ni olvidar el cuerpo en el camino de conexión interior y menos aún en el camino de FE.

Ya he citado muchas veces esa famosa frase de Pierre Teilhard de Chardin: "No somos seres humanos viviendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales viviendo una experiencia humana". Y la experiencia humana nace y se expresa en este cuerpo que yo soy. Nada de cuanto me pasa mientras vivo en este nivel de existencia puede acontecer fuera de mi cuerpo o al margen del mismo.
Esa es la centralidad del "exertitium" en mi propuesta de Educación de la Interioridad. A través del contenido al que denomino "Trabajo Corporal" quiero señalar que no hay Integración Emocional ni Apertura a la Trascendencia (los otros dos contenidos esenciales) si no hay una comprensión en la experiencia de los dinamismos corporales, si no hay una conexión con el cuerpo que soy, si no trabajo "en" y "con" mi cuerpo, es decir, si no encarno lo que vivo.

El fin de semana con Loreto ha vuelto a traerme certezas del pasado que siguen vivas hoy con nuevos acentos y otros ritmos, pero igual de presentes.
No dejaré nunca de insistir a quienes os interesáis por este modelo de EI que no podemos convertir la misma en  "fichas". Necesitamos las esterillas, los calcetines y el suelo. Necesitamos levantarnos de las sillas con nuestos alumnos. La EI no puede pivotar exclusiva ni predominantemente en ejercicios de relajación y meditación, por más imporatnes que sean, es necesario el movimiento creativo, la danza libre, la exploración del cuerpo a través del movimiento.

Os animo  a conectar con vuestro cuerpo, nuestro gran amigo, nuestra casa, el lugar donde cielo y tierra se abrazan.

GRACIAS, LORETO SAN JUAN, POR TRAERNOS TU SENSIBILIDAD Y RIQUEZA INTERIOR A TRAVÉS DE LA DANZA DE LA VIDA. 

Veinte años después, por fin, recibo mi certificado... El tiempo es tan relativo...

miércoles, 12 de febrero de 2020

QUIERO SER LLAMADA HIJA DE DIOS


"Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios" (Mt 5, 9).


Aquí me tienes, Madre mía, Dios mío, Abbá. Aquí me tienes tensando mi ser para que todo él, cuerpo, mente y corazón, se abran a ti, a la presencia que siempre eres en mí.
Aquí, en este silenciamiento que no alcanza a ser nunca pleno silencio, escucho mis interiores aullidos: miedos, preocupaciones, cansancios y dudas. ¡Cómo alzan la voz cuando lo que necesito de veras es su silencio!
Aquí, en este tránsito hacia lugares más serenos y prístinos, escucho también, más allá de mis voces, la voz de los sin voz, de los muertos de nuestro injusto mundo. Siento que me pueblan los dolores y las angustias de mis prójimos, de los sufrientes y empobrecidos.
Es justo aquí, en este deseo de Encontrarte en mí, que me encuentro con toda la oscuridad y con toda la luz.
Todo sale a mi encuentro, y entre todo ello te busco a ti. Tengo sed de ti, mi Amor.
Entonces recuerdo tu voz que debió de sonar tan potente en los corazones de quienes abarrotaban los pies de la montaña.: “Dichosos lo que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán hijos de Dios”
Tu eco llega hasta este aquí y este ahora en el que anhelo tu Paz.
Sí, la anhelo porque todo anda tan revuelto, porque hay tanta guerra en mí y alrededor de mí…
El eco de tu voz desde lo alto de aquel monte, perdura hasta hoy.
El eco de una propuesta rotunda, de una locura, de una ruptura con toda lógica.
Entiendo en ese eco, que no me ofreces una paz facilona, de esas de “manual antiestrés”
Entiendo que es una Paz de tal calado que debo trabajar por ella, que debo crear las condiciones de posibilidad.
Hubiera sido tan agradable que nos la regalaras… Una paz de “todo a euro”, envuelta en aromas e inciensos…
Pero no, tú, inquietante Amor, me aseguras que sólo seré hija de Dios si trabajo, si me esfuerzo, si opto en mis acciones, por la Paz que anhelo.
Y te pregunto, Vida de mi vida: ¿Qué es primero: ¿la paz de mi corazón o la paz de este mundo? ¿Dónde debo poner el acento?
Sí, ya me parece escuchar tu respuesta brotando de una cariñosa sonrisa.
Ya voy entendiendo que no existe lo uno sin lo otro,
Que un corazón en guerra consigo mismo, no irradiará nunca paz a su alrededor.
Pero que, a un corazón pacificado ninguna guerra le puede arrebatar su Paz.
Ya voy comprendiendo, sin saber como lo comprendo, que tu Paz, esa que que nos diste (“Mi Paz os dejo, la Paz os doy”) fructifica cuando soy verdaderamente humana, no una máscara de mí misma.
Voy vislumbrando los brotes de esa Paz genuina y verdadera en las raíces de plena humanidad de mi pequeño ser y en el de la Humanidad.
Aquí y ahora, abierta a tu Presencia, escucho que lo repites una y otra vez, pero no terminamos de comprender:
“Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán hijos de Dios”
Hijos de Dios… hijas de Dios… Pacificados seres que trabajan por liberar la paz de en medio de tantas guerras personales, familiares, políticas, económicas. Luchas de poder, luchas por tener, luchas por trepar, luchas por aparecer…
En medio de todo ese afán, en medio de la convulsión, atruena silenciosa tu Voz que habla de una Paz que este mundo no puede dar, pero que no es calma sin más.
Una Paz que tú nos das, pero por la que hemos de trabajar. Don y tarea, pasiva actividad.
Paz que es fruto de la justicia, del desvelamiento de toda mentira y de la denuncia de toda maldad.
Quiero ser llamada Hija de Dios. A medio camino entre tu Don y mi trabajo consciente por ella, que sea en este mundo amado la paz, tu Paz, mi Dios.