La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 29 de abril de 2019

Creer en la Resurrección

¿Qué significa y qué conlleva creer en la Resurrección de Jesús? Sólo puedo responder desde mi propia experiencia. 

Y digo que sólo puedo responder desde mi experiencia personal porque realmente lo de la Resurrección de Jesús es una cuestión de experiencia y no de pensamiento ni de argumentación.

Así sucedió con los discípulos y las discípulas de Jesús. No pensaron en nada de ello, no desearon que resucitara... LO EXPERIMENTARON. Es cierto que Jesús había dicho que resucitaría, pero es la desesperanza lo primero que invade el corazón del grupo de discípulos. El relato de los dos discípulos de Emaús abandonando la comunidad absolutamente desencantados es una buen muestra de que ninguno de ellos y ellas asumió la resurrección del Maestro sino tras vivir una experiencia personal de Encuentro con el Resucitado.

Por ello es de una enorme complejidad "razonar" la fe en la Resurrección. Para mí ha sido y es una Luz que ha iluminado mi vida continuamente. No concibo mi vida sin el anclaje en la Resurrección de Jesús, sin alusión al Cristo cósmico e interior. Anclaje digo porque creer y afirmar que Cristo ha resucitado, no me lleva a valorar más otra vida que esta que es la única que conozco, al contrario, afirmar la resurrección de Cristo conlleva trabajar cada día en la construcción del Reinado de Dios que es Alegría, Justicia y Paz. Afirmar la Resurrección no es esperar otra vida, sino abrazar esta vida concreta, mi vida concreta, como el mismo Jesús hizo. Conlleva favorecer la creación de "mesas de fraternidad" donde todos y todas puedan sentirse queridos, donde cada persona se vea afirmada y respetada en su dignidad.

Si Cristo ha resucitado, entonces toda causa en pro de la Vida, a pesar de acontecer en contextos de dolor, injusticia y ataques directos al corazón de esa Vida, está preñada de un "SÍ" absoluto  por parte de Dios. Si Cristo ha resucitado, la última palabra no la tienen las cruces de la humanidad, sino la Vida que emerge plena y bella de los sepulcros vacíos. Por ello, afirmar que la última palabra la tiene la Vida no quita nada a la responsabilidad personal de cada hombre y mujer que debe transitar su propio camino y hacer su aportación concreta al cuidado de toda vida, pero para el/la creyente, todo ello acontece en el marco de un mundo amado por su Creador y no abocado al sinsentido sino "amenazado de Resurrección".

Creer que este mundo concreto, con su Historia concreta llena de luces y sombras, está preñada de una semilla de Resurrección significa actualizar cada día una mirada esperanzada que impulsa a comprometerse  a través de acciones concretas con la causa de los empobrecidos, con los ámbitos de humanización, con el trabajo diario en pro de la mejora del entorno cercano desde el estilo de Jesús, portando en el corazón la Carta Magna del Evangelio: Las bienaventuranzas de la vida.

Pero todo ello radica en una experiencia interior, mediada sí por muchas experiencias humanas, pero experiencia personal al fin y al cabo que nadie puede hacer entender ni vivir a nadie. 

¿Por qué creo en la Resurrección? Porque he vivido mis propias resurrecciones. Porque experimento
en mí misma un dinamismo de vida eterna. Porque creo firmemente que el Amor no puede limitarse a este nivel de existencia. Porque siento y respiro a un Cristo Cósmico que vive en mi y en los millones de seres amorosos cuidadores de la Vida y que me anuncia en el centro de mi ser la realidad de una existencia eterna, infinita, perpetua...

¿Y si Jesús no hubiera resucitado? Cada cierto tiempo me hago esta pregunta. Nada cambia. Si Jesús no resucitó, su vida, su paso concreto por este mundo sigue siendo para mí impulso, modelo y me lleva a creer que vivir al estilo de Jesús, es vivir de verdad, se crea o no en él como Hijo de Dios. Afirmamos los cristianos que "si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe"... No sé si será herético enmendar esa afirmación paulina, pero, si Jesús no ha resucitado, su vida me impele igualmente a seguir soñando, con los pies en la tierra y la mano en el arado, por la construcción del reinado de Dios. Pero, en todos caso, afirmo y proclamo llena de alegría que sí, que Jesús resucitó y nos abrió el sendero que nos lleva a la plena Humanidad viviendo en común unión con los demás y con Dios. 

Y... No olvidemos que tras la Resurrección, celebraremos el derroche de Espíritu que es como"la última pieza" que Dios coloca en este puzzle existencial. Sólo por el don maravilloso de la misma vida de Dios penetrándonos, la fe en la Resurrección nos saca de nuestros miedos, comodidades, y dudas y nos da la energía del Amor necesaria para vivir resucitadamente y resucitando esperanzas.

miércoles, 17 de abril de 2019

"¿Qué me dais si os entrego a Jesús?"

Uno de los doce discípulos, el llamado Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes y les preguntó: "¿Qué me daréis si os entrego a Jesús?" (Mt 26,14)



Decidiste no ya vivir robando, sino ser ladrón. Sí, Judas, porque a pesar de que te engañases a ti mismo diciéndote que era necesario hacer espabilar a Jesús de su sueño de fraternidad, lo único que buscabas era dinero. Sólo dinero. ¿Qué mala hierba había crecido en tu corazón, triste Judas? ¿Qué veías en el brillo de las monedas que te hizo vender a tu amigo, al hombre más bello y limpio que habías conocido? ¿Qué poder ejercía el dinero sobre ti para enseñorearse de tus pensamientos, de tus emociones, de tu cuerpo y poseerte de tal forma que ni a Dios pudiste reconocer junto a ti?


¿Sabes lo más triste, Judas? Que no has sido ni serás el único poseído por el dios dinero.

Lo que tú no sabías es que esa pregunta tuya, esa maldita pregunta  "¿qué me dais si os lo entrego?" resuena y se repite en boca de los poderosos y de los amigos y servidores de los poderosos de este mundo.


"¿Qué me dais si os entrego la Amazonia para sacar petroléo, gas...? Le dicen muchos a las grandes corporaciones que asesinan la selva y a los indígenas.
"¿Qué me dais si os entrego todos los minerales?" Se escucha por todo el continente africano mientras mueren millones de hambre, de enfermedad, de guerras pagadas por los que expolian el continente.
"¿Qué me dais si os doy todo el placer que podáis desear?" Le dicen a los ricos y monstruos del mundo los que se enriquecen con el tráfico y trata de seres humanos: niños, niñas, mujeres...
"¿Qué me dais si os aúpo al poder?" Le dicen al lider político de turno y a su partido los que desean mover los hilos de la vida de un país desde la oscuridad de despachos y reuniones escondidas y teñidas de dinero robado a los ancianos, a los colegios, a la sanidad, a los trabajadores honrados, a las infraestructuras...
"¿Qué me dais si no prohibo la fabricación de plásticos de un sólo uso o la contamianción atmosférica o el uso de sustancias químicas para fumigar o...."? Le dicen los gobiernos y los políticos a los dueños de corporaciones y empresas que se lucran enfermando la tierra y al ser humano.
"¿Qué me das si ...?" Y resuena el abominable mantra en la vida de los grandes y de los medianos , en la vida de todo el que se agarra al dinero como único dios y fin pasando por encima de quien haga falta.

Y así, ya ves, Judas, sigue resonando tu egoísmo, tu mediocre y ciega comprensión de la vida. Resuena en nosotros, en nuestro modo de vida de ricos capitalistas, aburguesados neoliberales amigos del dinero venga de donde venga. Resuena también, no creas que no, en la Iglesia que dicen fundó Jesús y hay tanto cura y monseñor amante del relumbrón, apoyando dictaduras, caminado junto al explotador, callando injusticias...

Esa pregunta y su respuesta de treinta monedas, asesina a millones de seres humanos en todo el mundo y a quienes corren a denunciar la injusticia y a defender la Vida, se les sigue apartando, humillando, calumniando, despreciando e incluso, asesinando.

Ya ves, ciego y egoísta Judas, no fuiste muy original al vender a tu amigo. Una parte de la humanidad ha vendido desde siempre a la otra...

Pero te diré algo que tú no quisite o no pudiste ver: Hay una mirada que mira y ve más allá y que toca los corazones acorazados haciéndolos latir de nuevo y los devuelve a la Vida. Hay una amenaza de resurreccion que pesa sobre todos nosotros y que se actualiza en cada persona que rechaza las bolsas de treinta monedas y actúa en favor de la vida. 


Hay muchos "Pedros" que se dejan mirar por el Amor y pasan de la amargura a la alegría de sentirse perdonados. Tú no te dejaste mirar. Tú no creíste que Dios tenga el poder de penetrar hasta en la tiniebla más profunda. Tú te aferraste a tu negrura como te aferrabas al dinero y desesperaste. Pobre Judas. Si te hubieras dejado mirar...

martes, 16 de abril de 2019

Judas

"Os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar". Contundente, claro, directo. Jesús lo sabe. Sus amigos no y se preguntan a qué se refiere, cómo puede ser posible algo así... Judas sí, Judas sabe que se refiere a él.

Pobre Judas. Tan sumergido en su oscuridad que no soporta más la Luz que emana de Jesús. Desea esa luz, la ama, pero le hace daño porque acogerla supone renunciar  a tanto... y asumir los planes de Jesús. No, eso no puede ser. Judas sabe que su Maestro no va por buen camino. Recuerda los primeros momentos junto a él. Fueron bellos, intensos. Creyó tocar el cielo y vio que al cielo llegarían si Jesús triunfaba y se erigía Rey. Jesús... ¡Qué maravilla! Caminar junto a  alguien que hace milagros, que encandila a las masas con sus relatos y sus gestos. 

"Yo también me dejé encandilar"-se dice con amargura a sí mismo. No lo soporta más. No soporta la sonrisa sincera de Jesús, ni su mirada directa y clara. "¿Por qué tiene que ser así?, ¿por qué no podemos ocupar el lugar que nos corresponde: Él Rey, nosotros, yo, gobernando Israel?" 

Judas siente la lucha en su interior. Una lucha atroz, inhumana que le tiene agotado el cuerpo y el alma. Ha tomado una decisión: si Jesús no acepta su destino como Rey, si continúa desafiando a los dirigentes religiosos, él le ayudará a ver su error. Si los Sacedotes le reprenden y le hablan, aunque sufra un pequeño castigo, seguro que se dará cuenta de que no queda otro camino que hacer lo que hay que hacer y ser como hay que ser...

"¿Y cómo hay que ser?"-se pregunta Judas mientras mira los rostros que cenan junto a él en la mesa. ¿Acaso hay que ser como tú, cobarde y ladrón? "¡¡NO!! A mí no me ha quedado más remedio que ser así, pero,él, Jesús, puede ser lo que quiera. El es grande pero no sabe aprovechar su grandeza, podría conseguir lo que quisiera, podría liberarnos de los romanos, podría...¡¿Por qué no quiere?!"

Judas sufre, Judas teme, Judas muere por dentro y ya no puede alcanzarle la mano amorosa que Jesús le tiende junto con el pan. y, en medio de su febril diálogo interior escucha una voz rotunda decirle sólo a él,como una flecha directa a su corazón: "LO QUE HAS DE HACER, HAZLO PRONTO".

Y Judas, pobre Judas, se levanta de la mesa y se va... Hacia la noche se va.


lunes, 15 de abril de 2019

María de Betania

Sólo quien contempla, ve. Sólo quien calla, escucha. Sólo quien Escucha aprende...


Esa eres tú, María de Betania. De la misma estirpe que María de Nazaret. La estirpe de mujeres que no miran, contemplan. Mujeres que callan para Escuchar la Verdad y luego la pronuncian y proclaman con actos arriesgados y valientes. Mujeres que aprenden de Jesús y con Jesús qué es la verdadera humanidad. Mujeres receptáculo de lo divino para parirlo en la Humanidad.

Esa eres tú, María de Betania. Capaz de ir más allá de lo preparado, de lo esperado, de lo cómodo, de lo aceptado. Por ello vas de la mano con la mujer sirofenicia, y descolocas hasta al propio Jesús y le pones ante sus ojos horizontes universales perfumando sus pies de nardo.

María de Betania, como Magdalena, amando a Jesús porque ves en él lo que otros no pueden ver. Ves a Jesús, no lo que esperas de él, no lo que le pides, no lo que deseas de Él, no lo que puede hacer. Le ves a Él  lo recibes dejándole ser. Tú, a sus pies. Tú, discípula como Magdalena. Amándole en libertad como ella.

María de Betania, hermana de Marta, la amiga de Jesús siempre atenta a tenerlo todo listo para él  para todos los que se acercan a casa. Marta, directa, clara, resuelta e inquisitiva. Tú sabes que ella es necesaria y le ofreces el sustento del descanso en Dios. Porque tú, María de Betania, eres la que aprendió a descansar en Dios, a dejar que Él sea y tú llenarte de su energia de su amor y su belleza sentada a sus pies.

María de Betania, teóloga como la samaritana licenciada en la escuela de la Escucha. Sentada en un brocal de atención y presencia. Estirpe de los que adoran en Espíritu y Verdad.

María de Betania, hermana de un resucitado, de Lázaro desatado de su ataduras. Comprendiste como ama Dios: liberando de toda cadena, iluminando cada noche, abriendo todas las losas funestas.

María de Betania. Portadora del perfume del amor. María, yo hoy me pongo a tus pies. Enséñame a mí lo que aprendiste tú siendo amiga de Dios.

domingo, 14 de abril de 2019

¿Y tú, a quién ves cuándo miras a Jesús?

Hoy comenzamos la Semana Santa. Son los días más densos de la vida de Jesús. 

El joven maestro de Nazaret decide entrar en Jerusalén (aunque sabe que se mete literalmente en la boca del lobo porque ha enfadado a los poderosos) y decide hacerlo no de cualquier manera. Monta en un borriquillo y, así, es aclamado por multitudes como "el hijo de David".

Podemos imaginar lo mal que esto sentó a las autoridades políticas y religiosas presentes en Jerusalén...

En el momento en el que Jesús, sobre un sencillo asno, traspasa el umbral de la ciudad, ya no hay marcha atrás. Todas las piezas se sitúan en esta partida entre el Bien y el Mal. Nadie queda al márgen de este estremecedor "Juego de Tronos_" de egos y falsas expectativas...




Estoy  entre la multitud que le espera. Yo también quiero ver quién es ese hombre que despierta pasiones.

Estoy ahí. Me rodean ancianos, jóvenes y niños, hombres y mujeres, mercaderes sorprendidos por el lío que se está armando y personas que llevan tiempo allí a la espera de verle "a él, al de Nazaret".

Cada rato escucho a alguien decir algo: "Dicen que si te mira te cambia la vida".... "¿Sabes que curó al hijo de mi prima?"... "Pues yo creo que es un mentiroso y un blasfemo, la verdad"... "claro, si además va con una gentuza que no veas, y hombres y mujeres juntos... eso no es bueno"...

Yo no hablo, yo no sé qué decir ni quiero decir nada... yo sólo quiero verle y entender quién es...

Y, de pronto, un grupo numerosos de niños y niñas entra por la muralla cantando, saltando y moviendo con alegría ramas de olivo. Todos alargamos el cuello para ver mejor. y, a lo lejos escuchamos cánticos y aclamaciones.

Pienso para mí que realmente quien llega debe de ser muy importante y que su entrada será llamativa y dejará claro su poderío... Pero no, sólo veo entrar niños... ahora mujeres... y un grupito de hombres muy normales, tirando a pobres... y, espera ¿qué es eso que veo? ¿Un hombre montado en un burro? ¡Debe de ser una broma!

Me muevo un poco, busco un lugar desde el que poder ver mejor. y, sí, ese es el tal Jesús, el de Nazaret. Ha entrado, ya está dentro de la muralla y viene sobre un borrico. Y tampoco veo a ninguna autoridad de la ciudad a la espera para saludarle. Solo hay una multitud de personas normales, incluso tirando a muy pobres, muchos niños y los que dicen son sus discípulos y discípulas. Esperaba algo más, no sé... Miro a mi alrededor y veo rostros emocionados. No sé qué ven en él, porque yo no veo nada del otro mundo...

¿O sí?

Espera... Fíjate bien, me digo. y observo a Jesús, solo a él. Me sacude un escalofrio de emoción porque su presencia es radicalmente  diferente a todas. Me había estado fijando en lo de fuera, en la multitud, en los gritos... Pero ahora le veo a ÉL. 

Es diferente a todos. Sereno, firme pero cálido... Sonríe, pero no con orgullo ni vanagloria. Sonríe con amor y delicadeza. Sonríe desde el corazón. Nos mira, sí, pero no como quien pasa revista a sus lacayos, no, nos mira como si nos buscara a cada uno, a cada una, como si nos conociera...

Me quedo muda, sin respiración: ¡me está mirando a mí!. La borriquilla ha tenido que pararse porque los niños no dejan de moverse delante de ella y Jesús, detenido justo delante de donde yo estoy, me está mirando.... Yo diría que  más bien, ha buscado mis ojos.

Se detiene el tiempo. Esa mirada... Soy sumergido en un espacio de luz y verdad, soy llevada a un lugar de Paz. No oigo ya las aclamaciones, ni siento los empujones. Sólo Él y yo y nada más. No hay tiempo, ni ayer ni mañana, sólo este instante dilatado, infinito, perfecto.

No pienso. SOY... Como Jesús ES.

Y una voz de siglos como de montes y mares, como de flores y ríos, entona como un verso en mi corazón: ¿Y tú, a quién ves cuándo me miras? Yo te veo a ti ¿me ves tú a mí?


miércoles, 10 de abril de 2019

Si la sal se vuelve sosa...

¡Oh Pueblo, Pueblo de Dios!
perdiste el pasaporte en el camino,
el pasaporte colectivo de la Tierra Prometida,
y lo cambiaste por salvoconductos individuales,
que permitan a los buenos escaparse al Tabor,
dejando abandonada la arena del desierto,
la arena del combate solidario de la liberación.
Pera ¿no eras tú un pueblo mesiánico,
un pueblo que cargaba sobre sus espaldas
la esperanza secular de la Humanidad,
y que al llevarla por el desierto
transportaba consigo a cuestas
la Tierra Prometida?
¡La llevabas, la construías, despertabas a los esclavos
y hacías brillar la gloria de Dios!
¿Dónde está ahora tu sangre mesiánica,
perdida con tu pasaporte entre altas especulaciones
del Cristo teologizado?
Vuelve, vuelve atrás,
a tus raíces de Egipto y de la Gloria de la Cruz.
Vuelve atrás para poder ir adelante.
Vuelve a tu Cristo desnudo,
a tu verdadero Cristo,
a tu Mesías glorioso, llagado y activo,
que sigue en la brecha mesiánica,
solitario pero dinámico,
gritándote que seas la conciencia de la Humanidad,
conciencia liberadora,
apoyada en la Fuerza de la Debilidad,
abrazada a cuantos mantienen la llama de la esperanza,
aunque se les haya oscurecido Dios.
Vuelve atrás para caminar adelante,
desde el desierto hasta la Tierra Prometida,
desde los márgenes hasta el centro,
el Centro Divino del Gran Encuentro Solidario
de los esclavos
y de los amos convertidos.
Vuelve.  
(Patxi Loidi. Poema: Pueblo mesiánico en “Gritos y Plegarias)    


Si la sal se vuelve sosa…

            Si nosotros y nosotras que hemos recibido el don maravilloso de la fe nos adueñamos de él y lo encerramos en normas y ritos que nos dejen tranquilos, entonces la sal se vuelve sosa.
            Si toda la riqueza de amor que Dios derrama en nosotros no la revertimos en el cuidado amoroso y compasivo de toda vida, entonces la sal se vuelve sosa.
            Si habiendo gustado internamente a Dios, no sabemos reconocerlo presente en otras formas de nombrarlo y celebrarlo, si no sabemos descubrir el Espíritu que aleta en otras tradiciones religiosas y de sabiduría, entonces la sal se vuelve sosa.
            Si somos llamados a transitar los agrestes caminos que nos lleven hacia la Esencia y nos conformamos con las autopistas del ego, entonces la sal se vuelve sosa.
            Somos sal, somos luz. Ni en exceso ni en defecto. Transitar los caminos del interior nos llevará a descubrir las dosis exactas.

            Ir hacia sí mismo, hacia el núcleo divino de nuestro ser para ahí liberar la energía, es emprender el camino de la tierra prometida y vivir la gran aventura del pueblo hebreo (Annick de Souzenelle. "El Egipto interior o las diez plagas del alma". Ed. Kier. Buenos Aires,1999. Pág.43)

miércoles, 3 de abril de 2019

Despedida y homenaje a un amigo

Ayer supe que Ángel cerró los ojos. Ayer me quedé sin palabras. 

Ángel María Ipiña, clérigo de San Viator. La Vida quiso que nos encontráramos en Vitoria, en el contexto de uno de los cursos de formación que allí impartí durante diez años. Tras unos días de curso y después de una de las actividades más potentes, Ángel me regaló un abrazo y una mirada que llevaré por siempre en mi corazón. Ya está. Esa fue toda mi relación con él. No volvimos a vernos en persona.

Tiempo después, siguiendo a Ángel a través del facebook, fui sospechando que algo le pasaba. Le escribí y me lo confirmó. Estaba enfermo. A partir de ahí viví el inmenso privilegio de recibir sus escritos, cartas cercanas, preciosas, lúcidas, donde nos iba compartiendo su proceso. Incluso nos llamamos por teléfono un par de veces.

Mi sensación al recibir cada comunicado, era de "no merecerlo", a fin de cuentas, sólo habíamos coincidido una vez. Ángel también leía este blog y dejaba de tanto en tanto comentarios jugosos. Él fue uno de quienes me animó a no dejar de escribir aquí y es por ello y por la forma en que me ha impactado su Vida, que deseo y necesito hacer homenaje de su persona aquí.

A través de esta relación de hermandad con Ángel, favorecida por él mismo, he aprendido muchas cosas importantes. La primera que la fraternidad no nace ni crece por si sola, sino cuando nos hacemos conscientemente presentes y cercanos, como él hizo con tantísimas personas y conmigo misma. Me abrió gratuitamente, porque sí, las puertas de su corazón. No sabes, Ángel, como eso me ha impactado y cuánto me has enseñado así.

La segunda lección de Ángel ha sido su FE, una fe con mayúsculas. Una entrega y confianza en Dios preciosa, realista, madura. En estos años de su lucha por no ceder espacios de más a la enfermedad, ha ido grabando videos cortitos compartiendo su forma de entender la fe, la vida, la enfermedad... Cada vídeo es ahora, tras su partida, un tesoro mayor aún de lo que ya eran. Enseñanzas claras, sencillas pero tan profundas y necesarias...

La tercera gran lección ha sido su forma de vivir la enfermedad y su apertura a compartir ese proceso personal con nosotros. Su generosidad me ha impactado y conmocionado.

Ayer lloré... Lloré porque me da tristeza que un ser humano tan bello se vaya. Porque creía que aún podría escribirle tras la Semana Santa... me quedé como muda... Sólo alcanzaba a recordar aquel abrazo y aquella mirada suya. ese fue nuestro lugar de encuentro, allí estaba todo. 

Ángel, ya estás en el Corazón de tu Dios al que tanto has amado, al que entregaste todo tu ser, por quien te dejaste iluminar y enseñar. Me alegra saberte ahí, en ese otro nivel de existencia al que se accede cerrando los ojos a este mundo. A la vez, Ángel... me hubiera gustado tanto poder verte de nuevo, explicarte algunas cosas, compartir ... Echaré mucho de menos tus mensajes. Guardaré como un tesoro sorprendente cada carta y mensaje que me has enviado. Sé que muchísimas personas lo harán porque eras querido por muchos.

No sé qué más decir...La única palabra que todo lo resume es tu propio nombre, ÁNGEL. Eso has sido en tu vida para muchas personas, para mí, un Ángel, presencia de Dios.

GERO ARTE, ÁNGEL. GOIAN BEGO.