La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 23 de febrero de 2011

La voz del pueblo

¿Estamos acaso sordos? ¿Es posible que los países llamados desarrollados no escuchemos la llamada que llega desde Túnez, Egipto, Libia...? Pues efectivamente parece que hay una sordera generalizada.

Hagamos memoria: ¿Cuánto regímenes totalitarios y asesinos han progresado mientras los países democráticos miraban hacia otro lado? 

Ahora, en estos momentos iniciales del siglo XXI, se elevan las voces de los pueblos árabes que claman por la libertad. Ante nuestros ojos desfila la figura prepotente y loca de Gadafi decidido a matar a todos sus opositores, ya lo está haciendo. Y ¿acaso no recordamos que ese dictador asesino ha dormido con su jaima en el palacio de la Moncloa? ¿no recordamos que se ha paseado por el mundo democrático recibido con todos los honores? y algunos políticos españoles dicen que no se puede hacer nada si es el pueblo el que los elige... ¡Qué desfachatez! como si no supiéramos que hay  elecciones falseadas, compra de votos, que en tantos países la corrupción y el miedo campan por sus anchas.

Occidente se siente defensor y bondadoso porque envía observadores de Naciones Unidas a algunos países, porque emite comunicados de denuncia... Pero occidente olvida que en la reciente historia ha mirado mucho hacia otro lado, ha permitido que las cosas llegaran a extremos dramáticos. ¿Nunca terminaremos de aprender de lo sucedido con la llegada de Hiltler al poder? ¿ya hemos olvidado el genocidio de Ruanda?

Estados Unidos, el vigía de la libertad...¿Qué está haciendo? ¿qué dice ahora Obama pasado el "subidón" egipcio?

Mientras, las plazas se transforman en amplificadores del clamor de los pueblos oprimidos árabes. Sin embargo ¡cuántas plazas más han sido y siguen siendo desatendidas! ¡Cuántos clamores no escuchados por toda latinoamérica en el resto de África, en las calles de la India!

Las televisiones nos dicen lo que conviene decir, nos dan la información con cuentagotas y, tras enumerar los muertos en las revueltas, se enumeran con mayor emoción los goles marcados por el Cristiano Ronaldo de turno. 

Sólo internet consigue romper todos los límites. La red invisible nos está uniendo a los que deseamos informaciones reales, libres. Pero queda pendiente crear y fortalecer la red imprescindible: la de la solidaridad de la gran Familia Humana. Eso no lo harán los politicos, eso nos corresponde a nosotros, los ciudadanos de a pie.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Mens sana...

Todos sabemos cómo continúa el dicho: in corpore sano. Hagamos pues ejercicio moderado, alimentémonos bien, vayamos al médico cuando sea conveniente, llevemos una buena higiene y nuestra mente quedará reluciente. Hoy, los descubrimientos provenientes de campos como la neurología nos demuestran que quizá debiéramos invertir los términos y tomar en serio que una mente saneada ayuda al cuerpo a estar mejor. Y...¿qué es una mente saneada?

Nuestros pensamientos ejercen un poder casi tiránico sobre nosotros. Tanto es así que ha hecho su aparición en el escenario ciéntifico la psiconeuroinmunobiología,  la ciencia que estudia la conexión que existe entre el pensamiento, la palabra, la mentalidad y la fisiología del ser humano. En palabras del Dr. Mario Alonso Puig, Médico Especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo, Fellow de la Harvard University Medical School y miembro de la New York Academy of Sciences y de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, esta ciencia nos muestra una conexión que desafía el paradigma tradicional. El pensamiento y la palabra son una forma de energía vital que tiene la capacidad (y ha sido demostrado de forma sostenible) de interactuar con el organismo y producir cambios físicos muy profundos (¿No resuena para los cristianos aquí el hermoso comienzo del evangelio de Juan "en el principio existía la palabra, por ella todo fue hecho..."?).

En los últimos años se suceden los estudios sobre la forma en la cual mente y cuerpo están en una total y perfecta interrelación. Cuando ésta no es tenida en cuenta nos perdemos en los vericuetos de enfermedades psicosomáticas sin ir a la raíz de tales malestares. Los pensamientos están en la base de muchos de esos problemas físicos y vitales que arrastramos con resignación. De nuevo en palabras del Dr. Puig: 

Siempre encontraremos razones para justificar nuestro mal humor, estrés o tristeza, y esa es una línea determinada de pensamiento. Pero cuando nos basamos en cómo queremos vivir, por ejemplo sin tristeza, aparece otra línea. Son más importantes el qué y el porqué que el cómo. Lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando. Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretación de la realidad. 

 Ya encontramos esta idea en el Talmud (comentarios rabinicos de la Escritura, o sea, nos situamos antes de Cristo): "no vemos el mundo tal y como es, vemos el mundo tal y como somos".

En todas las épocas de la humanidad los hombres y mujeres sabios han experimentado en sí mismos que mente, cuerpo y espíritu cuerpo forman una sola entidad y con las palabras propias de su tiempo, han transmitido esa experiencia. Mente, cuerpo y alma no son tres dimensiones separadas que funcionan las unas al márgen de las otras. Aún cuando nos empeñamos en vivir así, esa fracturación de lo que en origen forma una unidad, nos acaba pasando factura.

El cristianismo en su devenir histórico vivió una deriva hacia el rechazo o sospecha del cuerpo proveniente de los gnósticos y potenciado por S. Agustín, deriva que aún estamos arrastrando. Aunque cada vez más surgen voces en la Iglesia que abogan por una recuperación de la dimensión corporal en la vida de fe, aún se mira con cierto recelo todo lo referente al cuerpo, como si éste continuara siendo el "hermano menor" en el camino de fe. Sin embargo... ¿dónde más podemos vivir tal fe si no es en nuestro cuerpo? ¿no creemos acaso los cristianos en un Dios encarnado? ¿nos creemos las leyes de la auténtica encarnación de las que habló Vaticano II? y... ¿por qué en las causas de los santos se pide un milagro de orden físico como muestra de la santidad de un hombre o una mujer? ¿no sería más lógico pedir un milagro espiritual? Algo nos dice que todo es uno y que si algo no nos afecta en el cuerpo, no nos afecta en prácticamente nada.

Habrá quien piense que estos descubrimientos que sitúan en determinadas zonas de nuestro cerebro la experiencia espiritual o en la producción de sustancias muy concretas la posibilidad de curar determinadas enfermedades (La palabra es una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar con tomografía de emisión de positrones cómo las personas que decidieron hablarse a sí mismas de una manera más positiva, específicamente personas con transtornos psiquiátricos, consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral, precisamente los circuitos que les generaban estas enfermedades) puede llevar a reducir todo a una mera cuestión física que nos aleje de la fe, de lo espiritual. Personalmente creo que se trata de todo lo contrario. Si de veras creemos que somos hechura de Dios hemos de acoger con alegría todo aquello que nos habla más y más de la fina imbricacion de cada partícula de nuestro ser corporal y espiritual.
Somos seres complejos, maravillosos, que parten de una unidad. Esa unidad de nuestras dimensiones, unión original, nos debiera llevar a reconocer en ello la misma unidad  de Dios: quien es Uno, nos crea uno. Quien es Uno en lo múltiple, nos crea siendo uno en lo múltiple. Cada persona es una: mente cuerpo y alma soy yo. Pero somos múltiples, diferentes unos de otros aunque idénticos en nuestra configuración como seres humanos. ¿No resuena algo del misterio trinitario en ello?

Así pues, debiera ser ya el momento en el que no nos pudieramos permitir no conocer los descubrimientos científicos que nos van ofreciendo con mayor claridad científica, esta absoluta unidad entre las dimensiones de nuestro ser.

Es ya el momento de incluir en los estudios teológicos, en la pastoral, en toda reflexión seria sobre la antropología creyente los datos que provienen  no sólo de la psicología, sino de nuevas derivaciones como la citada psiconeuroinmunobiología.

Un buen ejercicio sería cotejar textos de todas las tradiciones religiosas con datos ciéntificos sobre el funcionamiento del cerebro o del cuerpo en estado de meditación-oración para ver que en numerosísimas ocasiones unos y otros dicen lo mismo o señalan en la misma dirección con palabras propias de su época y de sus campos específicos. ¿Alguien hará ese servicio a la humanidad? ¡ojalá! Al menos en el seno del cristianismo lo percibo como una obligación. Estamos obligados por la fidelidad a nuestra fe en la encarnación del hijo de Dios. Estamos obligados porque eso mismo nos hará redescubrir el significado de la Gracia de Dios.

domingo, 13 de febrero de 2011

¿QUIÉN DEFIENDE A LOS PACÍFICOS?

El mundo está de enhorabuena. Egipto ha logrado terminar con un gobierno corrupto a través de la lucha pacífica de la mayoría de sus ciudadanos. Gracias a internet y a los foros sociales todo se puso en movimiento y el resto del mundo ha podido seguir minuto a minuto los sucesos diarios en la plaza de la Liberación.

En esos 18 días de manifestaciones pacíficas hubo momentos de tensión y muertos más de 300, causados por la irrupción en la plaza de grupos pro-Mubarak. Mientras tanto, EEU y Europa miraban de lejos y con prevención lo que iba sucediendo. Ningún organismo internacional, ningún presidente ha tenido ni palabras ni gestos de claro apoyo al pueblo egipcio.

Pero... ahora sí, ahora que Mubarak se ha ido, todos se suben al púlpito de las declaraciones ostentosas de apoyo a los egipcios. En concreto ha llamado mi atención la reacción del gobierno estadounidense en la persona de su flamante presidente. Obama declaró hace poco que son pocas las ocasione en las que asistimos a hechos históricos, comparó lo sucedido en Egipto con la lucha pacífica de Gandhi, Luther King o la revuelta estudiantil China. Aludió a que todos llevamos en el alma el deseo de ver cosas así. Pero se equivoca, lo que deseamos es que, ante las injusticias del mundo y las luchas de los débiles por acabar con ellas, los poderosos den la cara, sean valientes y denuncien lo denunciable apoyando y protegiendo a los pequeños. Pero no, eso nunca sucede.

¿Por qué no se dijo eso mismo cuando aún no se sabía cómo terminarían las cosas? ¿por qué no se hicieron declaraciones y gestos de claro e inequívoco apoyo a esta revolución cuando fueron atacados los pacíficos manifestantes?

Mi pregunta es ¿quién defende a los pacíficos? Nadie, no interesan. No tiene dinero ni poder. Detrás  de las declaraciones de los políticos hemos de pensar que hay palabras muy medidas. Se dice no lo que se debe decir sino lo que conviene en pro de los intereses económicos y estratégicos.

Da naúseas comprobar una vez más que la muerte y los padecmientos de los hombres y mujeres de a pie de un país no interesan a los poderosos si no pueden sacar de ello un rédito. político o económico. Si la revuelta hubiera sido violenta hubieran saltado todas las alarmas porque peligraban muchas cosas.

Ahora todo son declaraciones emocionadas. Veremos qué sucede cuando las aguas vuelvan a su cauce. Veremos qué sucede cuando haya un nuevo gobierno en Egipto. Y...¿qué pasa con los numerosos pueblos que aún deben soportar gobiernos dictatoriales y corruptos?

¿Quién defiende a los pacíficos?

domingo, 6 de febrero de 2011

Humanamente divinos y divínamente humanos

Un punto en el cosmos, unas coordenadas espacio-temporales latitud y longitud: el Atlas argelino y, en él, un pequeño y pobre pueblo y en ese pueblo un pequeño y pobre monasterio cisterciense y en él, nueve hombres sencillos y dentro de ellos, nueve grandes corazones. De ellos, siete murieron tras su secuestro el 26 de marzo de 1996.

El 31 de mayo se hallaron las cabezas cortadas de estos siete monjes, no así sus cuerpos que nunca fueron encontrados. Fue el GIA (Grupo Islámico Armado) quien los secuestró, sin embargo, no está claro si quienes los asesinaron fueron sus secuestradores o el propio ejército argelino con el objetivo de culpar al GIA desacreditándolo dentro y fuera de Argelia. Esto último es lo que piensan los monjes de Notre Dame de l’Atlas Midelt (Marruecos), fundación hermana del monasterio de Tibhirine.

Hasta aqui una noticia más dentro de las miles de noticias sobre asesinatos oscuros y terribles en la humanidad. Pero tras aquello que a los lejanos nos es presentado como mero titular de una noticia, siempre hay rostro concretos, vida, emociones y, muchas veces, luces que perfilan la realidad más triste y cruel con contornos insospechados.

Esa luz es la que atraviesa la magnífica película "De dioses y hombres". Desde el punto de vista cinematográfico se trata de una obra de arte. El ritmo pausado que nos permite conocer una jornada en la vida de aquellos monjes (la película se abre con el rezo de los maitines "Señor, ábreme los laibios y mi boca proclamará tu alabanza" y cierra la primera escena con la oración de la noche: "Salve Regina") y nos deja adentrarnos suavemente en las opciones vitales de unos hombres de diferentes edades y temperamentos. En pocas pinceladas, el director explica de forma brillante y clara la irrupción del fundamentalismo en medio de la cotidianeidad tranquila y sencilla de una pequeña población y de toda una nación.

De tal modo que, a medida que avanza la película, el espectador es testigo del proceso interior de cada uno de los monjes ante el riesgo de ser atacados por los integristas islámicos. Proceso no ajeno a las personas con las que convive la comunidad cisterciense. Hay una frase que se clava en el corazón. Se trata del momento en el que el abad del monasterio y otros monjes conversan con unos de sus vecinos sobre los acontecimientos dramáticos que están teniendo lugar en muchos puntos de Argelia. Los monjes plantean entonces la posibilidad de irse de allí. Uno de los monjes define el momento diciendo más o menos algo así: "somos unos pajarillos apoyados en una ramita... No sabemos cuando echaremos a volar". Una mujer le responde con contundencia: "Ustedes son la rama sin la que nosotros, los pajarillos, no tenemos donde apoyaros". La interdependencia queda patente. A lo largo del film se percibe que no sólo los monjes son necesario para el pueblo por su labor asistencial, por su presencia amable y amorosa, sino que para los propios monjes ese es su pueblo su lugar, la concreción de Dios en sus vidas, podríamos decir "su lugar teológico". Es allí en Tabharit donde unos  y otros aprenden a ser personas, musulmanes  unos, cristianos otros.

Escena tras escena, diálogo tras diálogo, somos introducidos en la interioridad de los acontecimientos. y este es, a mi modo de ver, el gran acierto de la película: no nos presenta hechos grandiosos, no hay alharacas. Todo se nos presenta en la cotidianeidad y la rutina, Como dirá el prior en el momento en el que todos deciden quedarse, lo que les salva es el cumplimiento de sus obligacioes día tras día: los rezos, la campana, la atención a su pueblo...

 En medio de esa cotidianeidad es donde el director descorre ante el espectador el velo de lo más profundo de aquellos monjes. Aparece su humanidad con sus miedos, dudas, inquietudes... Llega la noche oscura: el hermano que cuida la huerta y que grita  a Dios por la noche "No me dejes, ¡ayúdame!" escuchado con compasión y respeto por sus hermanos. Asistimos a los momentos de discernimiento del prior en su paseo por el bosque hasta llegar junto al lago y ver volar una bandada de patos salvajes, quizá percibido como signo de la necesidad de marchar o quizá como un signo para alzar la mirada y ver más allá de los hechos concretos y de los miedos que generan...

Se suceden las reuniones comunitarias presididas por la sencilla vela en medio de la mesa. Reuniones serenas, donde se dice lo que se piensa y se siente, donde se habla de lo divino y de lo humano de forma pacífica. Las votaciones se suceden y. tras el periodo de discernimiento que cada uno vivirá a su manera, llega la decision unánime de quedarse.

Es entonces cuando brilla la luz de lo divino en lo humano y lo humano concreta lo divino. La noche oscura da paso a la paz interior. Se nos permite de nuevo presenciar la ínima oración antes de dormir del hermano que ha superado la noche. Una sublime declaración de amor a Dios, en lo que parece la página de su diario escribe un "te amo" apasionado que genera un abandono en Dios gestado atravesando sus opacidades.

Cada monje escribe y reflexiona internamente sobre su decisión. y cada una de esas escenas parece descubrirnos algo de nosotros mismos.

Cautiva y emociona la deliciosa ternura que emana de estos hombres. La forma en la que se quieren y se cuidan en los más mínimos detalles, como el "masaje" que el más anciano de la comunidad da a un hermano más joven asustado aún por la llegada de los fundamentalisatas al monasterio, o la escena en la que el prior se levanta de la cama para ir a apagar al luz al hermano médico. Son hombres recios con alma de niño. En ellos se puede reconocer la bienaventuranza de Jesus: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios". No hay recriminaciones a los hermanos que se han escondido, no hay recriminaciones ni enfados cuando uno manda literalmente a la mierda a otro. Sólo se respira un amor sencillo de los unos por los otros, la acogida del otro en sus luces y en sus sombras.

Junto a estos monjes oramos y celebramos una deliciosa liturgia de nochebuena. junto a ellos fregamos el suelo, asistimos a una circuncisión, hablamos del amor y sentimos miedo y ansiedad en las visitas que los integristas hacen al monasterio. Recibimos una lección de lo que es el auténtico diálogo interreligioso cuando el prior cita para el cabecilla del grupo armado una aleya del Corán: Hablando el lenguaje que el otro entiende se da el encuentro auténtico.

Se acerca el final y somos invitados a la última cena de la comunidad. El hermano médico trae buen vino y una música especial: la muerte del cisne del Lago de los Cisnes de Tchaikovsky. La cámara recorre los rostros de cada monje. Sus expresiones son de una alegría y una paz que sólo pueden provenir de una experiencia fontal de amor. Se mezclan el goce del paladar tomando un buen vino, el disfrute de una música que embriaga y unos corazones que han gustado internamente algo más allá de las palabras, y así, la cámara se concentra en sus ojos, unos ojos que han visto, de verdad, han visto. Una escena sobrecogedora plena de calidez, hondura, humanidad y divinidad.

Al terminar la película, se tiene la convicción de que lo que se ha visto es el reflejo de una vida verdadera, que ser persona tiene que ver con las actitudes de esos hombres. Como dice, Christian, el prior, vivir es ir "de nacimiento en nacimiento". La película nos enseña lo que quiere decir nacer: la apertura al otro/Otro. Nos muestra también que lo divino y lo humano nunca van separados: “Sois dioses, hijos del Altísimo todos” (Sal 82,6), ese es el pórtico de la película y quizá su resumen.

Un dato interesante y esclarecedor: el director de la película, Xavier Beauvois, es ateo, lo cual a mi modo de ver es una invitación a que nadie se adueñe de la aventura humano-divina de los monjes de Argelia. La película no toma partido, no señala "buenos" ni "malos". En realidad es un gran icono que quiere llevarnos a entrar nosotros en esa experiencia de ser personas pacificadas y pacificadoras, tengamos la fe que tengamos o no tengamos ninguna.



sábado, 5 de febrero de 2011

4 de febrero de 2011: el día en el que musulmanes y cristianos egipcios rezaron juntos

El pueblo egipcio nos está haciendo pensar y sentir. Nos hace pensar en qué es la democracia, qué es el poder, cuál es el verdadero lugar y la palabra de los ciudadanos y ciudadanas.ante el devenir de su nación... Nos hace sentir una gran emoción. Parecía que en este mundo nuestro no quedaba ya lugar para las revoluciones por la libertad, no había lugar para la mayoría pacífica sino tan sólo para las minorías violentas.

De pronto Túnez nos sorprende y, entonces, llega Egipto y una plaza se convierte en el centro del mundo. Creo que no somos pocos los que contenemos la respiración esperando que la protesta pacífica no desemboque en un enfrentamiento sangriento. La llegada de los pro-Mubarak casi transforma todo ello en una guerra civil, sin embargo, el papel crucial que está jugando el ejército egipcio, ha conseguido frenar en parte la violencia.

Y en medio de todo ello sucede algo que merece una reflexión, una mirada atenta, algo que los medios de comunicación han plasmado en sus titulares pero, como cabía esperar, no han analizado a fondo dejándolo casi en una mera anécdota. Me refiero al rezo común de musulmanes y cristianos. La oración  la dirigió un imán —«esto no es un movimiento religioso, sino de toda la nación» proclamó—, y los orantes rezaron juntos ..." Esta es la frase reseñada en varios periódicos, y en una frase se concentra la cristalizacion de un sueño, de un deseo, de una búsqueda.

De pronto un pueblo entero se une en pro de una causa común: la libertad, la mejora de sus condiciones, el fin de un gobierno corrupto y tal causa común provoca la oración común. Esto es lo significativo, el hecho de que los anhelos más hondos de los hombres y mujeres, los anhelos de felicidad, de libertad, de paz, son los que pueden movilizarnos y con-vocarnos permitiendo que se desdibujen los límites y fronteras que nos separan.

Ayer, en la plaza Tahrir, se sentía ese viernes como el "Día de la partida". El dinamismo interno de esta movilización masiva permitió que la unidad se hiciera visible más allá de las creencias religiosas y, en un país de mayoría musulmana, más allá de los sexos. Fue el imán que dirigía la oración  del quien lo dijo durante el sermón islámico de la oración del viernes, los predicadores han insistido en que la revolución egipcia "no es religiosa" y "pertenece por igual a musulmanes y cristianos, hombres y mujeres".

Resulta sorprendentey esperanzador... ¿Se mantendrá ese sentimiento de igualdad y hermandad una vez finalice este proceso de cambio? No lo sabemos, el tiempo lo dirá, pero lo cierto, lo que debe permanecer en nuestro recuerdo colectivo es que hubo un día, un lugar y una hora en la que musulmanes y cristianos, hombres y mujeres, oraron juntos. Los nombres de  Alá y de Jesús resonaron en los corazones de miles de seres humanos a la misma hora y en el mismo lugar. convocados por un mismo anhelo. Por encima de los diferentes nombres de Dios todo quedó envuelto en la esencia de Dios, le invoquemos como le invoquemos: la Unidad.

Ayer, en Egipto, se hizo visible lo que muchos creemos firmemente: que la paz no llegará si no hay diálogo entre las religiones y tal diálogo solo será verdadero y eficaz si es el pueblo, los hombres y mujeres de a pie los que comenzamos a caminar unidos, a rezar juntos, a dejarnos convocar por la justicia y la paz dejando a un lado diferencias de credos.

Definitivamente, ayer fue un día histórico.