La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Lo mejor de nuestra Humanidad.

Cuando corren tiempos convulsos, cuando casi todo invita a la decepción o al enfado o a la resignación, entonces es una medicina acercarse  y escuchar las voces de aquellos y aquellas que representan lo mejor de nuestra herida humanidad.

Hoy me "sana" el corazón releer a Etty Hillesum (una y mil veces y mil veces más) y a Thomas Merton que nos dejó hace cincuenta años (justo cuando yo nací).




"Si en estos tiempos no te derrumbas de desolación y si, por otro lado, no te vuelves, a fuerza de autodefensa, dura y cínica o te resignas, entonces tienes todavía alguna posibilidad de ser más sensible, tierna y comprensiva y capaz de amar a un semejante".
(El corazón pensante de los barracones. Cartas. Pág. 21)




"La voz de Dios se oye en el Paraíso: 

<
>>Lo que era cruel se ha vuelto misericordioso. Lo que ahora es misericordioso nunca fue cruel. Yo siempre he eclipsado a Jonás con mi Misericordia y no conozco en absoluto la crueldad. ¿Me has visto alguna vez, Jonás, hijo mío? Misericordia sobre misericordia sobre misericordia. He perdonado al universo sin medida, porque yo nunca he conocido el pecado.
>>Lo que era pobre se ha vuelto infinito. Lo que es infinito nunca fue pobre. Para mí, la pobreza siempre ha sido algo infinito: no amo a los ricos. Prisiones sobre prisiones sobre prisiones. No atesoréis para vosotros mismos éxtasis sobre la tierra, donde el tiempo y el espacio corrompen, donde los minutos interrumpen y roban. No sigas aferrándote al tiempo, Jonás, hijo mío, para que los ríos no te arrastren.
>>Lo que era frágil se ha vuelto poderoso. Yo amé lo que era máximamente quebradizo. Me preocupé de lo que no era nada. Toqué lo que carecía de sustancia y, en el interior de lo que no era, yo soy>>
(Thomas Merton. Diarios 1939-1968. Págs. 101-102)

¿Y si cada día termináramos la joranada escolar leyendo a nuestros/as alumnos/as de ESO y Bachillerato, sobretodo de Bachillerato, textos de lo mejor de nuestra Humanidad? Sería un buen contrapeso a la multitud de voces vacías y negativas que vociferan desde tantos altavoces. Esto también es Educación de la Interioridad.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

Marana-Tha!! (no eres tú quien ha de venir, Señor...)

Maranatha significa ‘el Señor viene’. Es la transcripción de la palabra griega μαραναθα (maranatha), que a su vez proviene de la expresión de origen arameo mâran'athâ.


¡VEN!

Tú ya viniste, Señor de nuestra Historia
Ya pusiste tu tienda entre nosotros
y nosotros te expulsamos.

Te dijimos de mil maneras que no te queremos
en nuestros "centros"
ni políticos, ni económicos, ni teológicos.

Tu Presencia nos molestó, Jesús,
profeta andariego de las ciudades y pueblos,
amigo de los que molestan a unos u a otros.

Tú ya viniste, Señor de la Vida,
ya nos dijiste por donde transita el camino de la verdadera Humanidad,
tanta claridad nos molestó.

Te dijimos que no hablaras de Dios,
que no hablaras de política,
que no hablaras del ser humano,

Hablaste demasiado y demasiado claro,
con gestos y con palabras,
con silencios y con abrazos.

Tu ser libre se nos clavó
allí donde todo estaba confortablemente situado...
Nos sobrabas en la ecuación.

Tú ya viniste y, a nuestro pesar,
te quedaste
en el rostro de cada hermano.

Pusiste tu tienda-templo
en el corazón de los pisoteados
en el alma del pueblo aplastado.

Ahí te has quedado
y sigues viniendo,
en cada clamor de sufrimiento, 
en cada rostro ensangrentado,
en cada par de pies cansados...

Y desde los empobrecidos de este mundo sordo y ciego,
nos tiendes 
tu mano tierna de niño en Belén,
tu mano de profeta libre desde los caminos
tu mano con marca de clavo desde el Calvario
y nos dices: ¡VEN!


No eres tú quien ha de venir, mi Señor,
soy yo quien he de venir
al dolor de cada hermano.                                         (Elena Andrés Suárez)