Gracias, Consuelo Ferrús, por darme a conocer este artículo que encuentro fabuloso para establecer un diálogo y reflexión en los colegios que proponen procesos de EI que incluyen la meditación, el midfulness y similares.
DEL TIBET A NETFLIX
La meditación guiada llega ya a Netflix y Spotify
como contenido de entretenimiento y, de paso, como anestesia para los
males de nuestro tiempo ¿Nos lleva la meditación a un individualismo aún
mayor?
01.02.2021 | 08:49 horas
Por CARLOS CASCOS
La meditación es una
práctica que nace principalmente como ejercicio espiritual de las
religiones budistas e hinduistas, pero también de otras no tan reconocidas como
el islam, el judaísmo e incluso el cristianismo. Pero la
popularización de la meditación en occidente no se debe a la religión, si
no a la falta de esta. Si ha logrado convertirse en una de
las tendencias modernas de salud y cuidados personales más populares
de los últimos años, no ha sido por mantener la intención de la filosofía
zen que busca "alcanzar la condición natural de la conciencia
humana", sino por ofrecer soluciones prácticas para hacernos mejores
personas, reducir el estrés o manejar la ansiedad. Así lo demuestra un estudio
del National Center for Health Statistics que refleja
el crecimiento de estadounidenses que practicaron la meditación,
un 14% en 2017 frente al 4% del 2012. Pero, ¿Cómo se ha puesto
de moda una práctica tan alejada de los ritmos de vida modernos?
Los cánones budistas categorizan
más de cuarenta formas de meditación, pero una de las más populares
es la llamada Anapana Sati Yoga, o meditación de la respiración, en
la que toda la concentración pasa a seguir los ritmos de inhalación y la
exhalación de nuestro cuerpo, evitando dejarse llevar por los pensamientos,
ideas y sensaciones que naturalmente surgirán durante el ejercicio. El salto
al mainstream de una práctica tan vacía de
estímulos se ha producido gracias a aplicaciones móviles como Headspace,
que ofrecen audios de meditación guiada. Esta app, una de las más
populares del mercado, estrenó a principios de enero en colaboración con
Netflix su propio programa, Guía Headspace para la
meditación para motivar a aquellos cuyo propósito de año nuevo
fuera introducirse en la meditación. El londinense y ex monje
budista Andrew Puddicombe, escritor, profesor de meditación y cofundador
de la app, nos trae todos sus saberes en cápsulas audiovisuales de
meditación guiada para todos los públicos, "sin necesidad de irse al
Himalaya a convertirse en monje".
Espiritualidad en un mundo
ateo
No es la primera vez que la
plataforma apuesta por contenidos basados en la espiritualidad, como ya lo hizo
en abril de 2020, (en pleno confinamiento) con el estreno de Midnight
Gospel, una serie basada en los podcasts de Duncan Trussell y
animada por Pendleton Ward, creador de Hora de Aventuras. En
ella podemos ver a su protagonista, un curioso podcaster llamado Clancy,
explorando múltiples universos virtuales donde entrevista a personajes que, en
cada capítulo, abordan una cuestión filosófica diferente como la
religión, la meditación, la magia, la muerte o las drogas. En estos podcasts
reales convertidos en animaciones postapocalípticas, la meditación es uno
de los temas recurrentes y se presenta como una forma de salvarse a uno
mismo en un mundo que se descompone por momentos.
Más allá de Netflix, en Spotify
también han aterrizado con éxito los podcasts sobre meditación guiada. Un caso
de éxito es el podcast Meditada,
que fue el tercer podcast más escuchado de Spotify España en el
2020, con una media de 25.000 escuchas diarias. Su creador, Luis,
propone sesiones de meditación guiada de 20 minutos para casi cada faceta
de la vida: para lidiar con pensamientos negativos, para empezar el día con
ganas, para dormir sin miedo, para disfrutar del trabajo o para
amenizar tus 20 minutos de running sobre el asfalto.
Cada vez más estudios
científicos demuestran los efectos positivos de la meditación
Los fundadores de Headspace,
Andrew Puddicombe y Richard Pierson, declararon en una entrevista que sus
intenciones sobre la meditación al crear esta app eran "desmitificarla y
hacerla más accesible, más relevante para el mundo moderno y más
creativa" o, en otras palabras, secularizarla. Una de las claves para
entender cómo y porqué ha triunfado la meditación en un occidente cada vez
más secularizado, se debe al fenómeno por el cual nos sentimos más atraídos por
las religiones orientales y sus prácticas que por las de nuestra cultura, como
por ejemplo el cristianismo.
La importación cultural en
occidente se produce a través de una traducción de las enseñanzas
religiosas orientales al lenguaje contemporáneo, reduciendo estas
prácticas como la meditación, el yoga o el taichi, a meras actividades de
consumo, estilos de vida y aficiones, privadas de cualquier atisbo
de religiosidad que aseguran mejorar nuestra salud, hacernos más
exitosos en el trabajo o disfrutar más de la vida, llenando un vacío espiritual
sin tener que renunciar a nuestro ateísmo.
Aunque secularizada, la
meditación aporta una dimensión espiritual al que la practica.
Redescubrir la forma en la que nuestro cuerpo se relaciona con el entorno,
reconocer cómo ignoramos nuestra capacidad sensorial, romper con la automatización de
las actividades cotidianas y tomar conciencia de los pensamientos que
tienen lugar en nuestra mente, puede llegar a generar una experiencia mística
muy parecida a la que sienten los creyentes. Las diferencias son obvias, ya que
en este caso la parroquia es la silla en la que te sientas, la deidad eres tu
mismo y la fe no es necesaria, ya que la neurociencia nos aporta el
empirismo científico para demostrar que los beneficios en nuestro cerebro son
reales. De hecho, el auge de la meditación parece ir de la mano con el aumento de estudios científicos que demuestran
los efectos positivos de la meditación en nuestro cerebro: en 2010
solamente se publicaron 10 estudios sobre la materia frente a los 1203 estudios
publicados en el 2018.
Salud mental, autoayuda y
neoliberalismo
Los efectos secundarios de la
pandemia están siendo devastadores para la salud mental y la situación
económica de gran parte del mundo. La meditación se presenta en este escenario
caótico siguiendo una de las mayores máximas del neoliberalismo: encontrando
su mejor oportunidad en mitad de la peor de las crisis. Así, la práctica de la
meditación centra su discurso a través del lenguaje terapéutico de la
autoayuda, un discurso que encaja a la perfección con el modelo neoliberal que
entiende al individuo como dueño de su destino, absoluto responsable de sus
circunstancias y por lo tanto el único capaz de curarse a sí mismo, sin atender
a las circunstancias económicas, sociales y culturales que le rodean. En las
sociedades del primer mundo, cada vez más hiperconectadas mediante la tecnología, pero
atomizadas y desprovistas del sentido de comunidad, cuyas enfermedades mentales
más preocupantes son la ansiedad y la depresión, aprender a manejar el estrés
de la vida moderna es una necesidad primordial.
No es casualidad que muchos de
los CEO de la industria tecnológica como Microsoft o Linkedin, hayan confesado
practicar el mindfulness como una forma de liberarse del estrés de
sus vidas, tomar mejores decisiones en su trabajo y vivir plenamente. Eso si,
sin renunciar de ninguna manera a las dinámicas empresariales que sus
imperios comerciales generan en sus vidas y en las de sus trabajadores.
Esta idea se cristaliza cuando
empresas como Google o Deutsche Bank incluyen el mindfulness como
una prestación para sus empleados para atajar los problemas derivados
del estrés laboral y la productividad constante. En 2018, el 52% de las empresas estadounidenses contaban con algún
tipo de servicio de mindfulness para sus trabajadores. El escritor Ronald
Purser, en su libro McMindfulness: cómo el mindfulness se convirtió en
la nueva espiritualidad capitalista, denuncia cómo no solo las empresas, si
no otras instituciones como los colegios, los gobiernos o el ejército
abrazan esta dinámica que sitúa a la víctima como responsable bajo la idea
de que el éxito (y la salud) es algo que depende de uno mismo, llevándonos así
a una peligrosa deriva en la que la meditación se convierte en un ritual
perfecto para sobrevivir al capitalismo sin alterarlo. Una reflexión muy
alejada de la que promueven otros afamados gurús de la meditación, como el
médico y escritor Deepak Chopra, autor del libro Las siete leyes
espirituales del éxito, que recientemente publicó su nuevo programa "21 días de
meditación" junto al famoso cantante y productor J Balvin, cuyo éxito
radica en la perfecta traducción de las enseñanzas religiosas orientales y su
lenguaje espiritual a la cultura occidental y el lenguaje capitalista.
Lo que deberíamos preguntarnos,
asumiendo que la meditación ha venido para quedarse, es si nos lleva a
un individualismo aún mayor y sirve como anestesia para los
males de nuestro tiempo, o por lo contrario es una herramienta
ideal para lograr un mejor y más profundo entendimiento de las relaciones
humanas, romper con la fantasía digital y la sobreestimulación en la
que nos vemos envueltos y centrar nuestro bienestar en la atención plena del
presente. Mientras tanto, podemos seguir confiando nuestra salud mental a
Netflix.
***** CARLOS CASCOS (Madrid, 1994) estudió Periodismo y
Cinematografía en Madrid. Ha colaborado en diferentes programas de radio y en
medios digitales como Vice, Mondo Sonoro, Yahoo! o TiU. Ahora es guionista en
el programa de Gen Playz (RTVE)