CITA CON ÁNGELES .Silvio Rodríguez
Creo que no aprendemos. La historia de violencia de la humanidad es una lista interminable y... no aprendemos. Hoy vuelvo a esta canción.
Blog sobre la interioridad en relación con el crecimiento personal y la espiritualidad
CITA CON ÁNGELES .Silvio Rodríguez
Creo que no aprendemos. La historia de violencia de la humanidad es una lista interminable y... no aprendemos. Hoy vuelvo a esta canción.
Si nosotros, los que estamos en los campos de prisioneros de cualquier parte del mundo solo salvamos nuestros cuerpos, será insuficiente. Al fin y al cabo, no se trata de mantenernos con vida a toda costa, sino de cómo nos mantenemos con vida. A veces creo que cada nueva situación, ya sea buena o mala, puede enriquecernos con nuevas perspectivas. Y si nosotros abandonamos a su destino los duros hechos que debemos afrontar irremediablemente, si no los acogemos en nuestra mente y en nuestro corazón para lograr que se asienten y se conviertan en hechos que nos permitan madurar y encontrar algún sentido, no seremos una generación viable. (...)De los campos mismos deberían irradiarse nuevos pensamientos; nuevas ideas que transmitan claridad deberían traspasar nuestras alambradas y reunirse con las ideas que la gente de fuera habrá conquistado con tanta sangre y en circunstancias que, poco a poco, se están volviendo igual de difíciles. Y quizá entonces, sobre una base común de búsqueda sincera de respuestas que expliquen estos hechos incomprensibles, la vida descarrilada podrá dar un cauto paso adelante. (CARTAS DE ETTY HILLESUM)
Una vez más, la profunda voz de Etty Hillesum me ayuda a adentrarme en una lectura de estos convulsos tiempos que vivimos con algo más de profundidad y lucidez huyendo de la visceralidad y los tópicos.
Cuando se mira el mapa mundial desde el punto de vista de los conflictos bélicos en desarrollo, identificamos 58 focos de violencia y lucha. Hay que añadir ahora una nueva guerra declara : Israel-Palestina.
Empatizar con cada conflicto, es decir, percibirlo, acogerlo en el corazón, sufrir con los que sufren, sería destructivo para cualquier mente humana. Por ello, seleccionamos, como lo hacemos con todo. Cada persona, en el nivel individual, selecciona la información, asume lo que puede, olvida o sitúa en tercer o cuarto lugar lo que no puede procesar. Olvidar es sano para el cerebro humano a todos los niveles. En un mundo tan hiper informado, creo que es una forma lícita de protección personal nada criticable. Recordemos lo que nos sucedía durante la pandemia con el exceso informativo, la necesidad de desconectar de las continuas ruedas de prensa, datos y crear, poco a poco, espacios personales y familiares de un cierto sosiego.
Pero no se trata tan sólo de crear espacios de sosiego por pura comodidad personal, eso sería desafección, la desafección que realmente hace que el supuestamente "bueno" acabe siendo cómplice, por silencio e inacción, de los supuestamente "malos".
Al espacio de sosiego que me refiero es aquel que permite que cada ciudadano pueda ir mas allá de los meros datos, pueda cribar con sentido común y mirada crítica las diferentes informaciones que se vierten sobre los sucesos mundiales, cercanos o lejanos físicamente. Saber leer la realidad desde la inteligencia y la sensibilidad personal de cada uno. Aplicar algo más que pura visceralidad o lamentos timoratos.
Así me resuena lo que Etty desea desde el campo de concentración: una base común de búsqueda sincera de respuestas que expliquen estos hechos incomprensibles. Sí, porque resulta siempre incomprensible el dolor atroz que el ser humano inflige al ser humano, o , al menos, ojalá siga pareciéndonos incomprensible.
Anhela Etty Hillesum que, creando esa base de comprensión, la vida descarrilada pueda dar un cauto paso adelante... La vida descarrila en cada lucha entre hermanos, en cada asesinato en pro de banderas, religiones, razas, de lo que sea. Siempre la vida descarrila si un ser humano mata o maltrata a otro. La vida descarrila en la violencia pequeña, sin publicación y en la gran violencia visible.
Por ello, estoy estos días intentando conectar a diario con mi interior. Adentrarme en ese lugar profundo donde puedo empatizar y llorar las atrocidades de mundo a la par que afronto en mí con valor y decisión, la guerra interior contra los deseos de venganza, contra el juicio fácil y visceral y contra la desensibilización. A la par, cuido mi forma de informarme y cuido mi espacio familiar para que sea sosegado, con ese sosiego que permite pensar mejor y sentir mejor.
Es una guerra interior, esta sí, que vale la pena. Según avanza mi vida, cada vez siento con mayor claridad que el campo de batalla definitivo es el interior de cada persona. Ahí se deciden las guerras pequeñas y grandes. Es mi opción personal clara e inamovible contra la violencia, contra la venganza, contra la cosificación de los otros, la que puede marcar al diferencia. Las guerras no son "setas" que aparecen por arte magia. Tras cada guerra, tras cada conflicto, hay una larga historia de intereses egoístas, de locuras humanas, de mentiras y medias verdades. Por eso, como dice la canción: "la guerra es muy mala escuela, no importa el disfraz que viste, perdonen que no me aliste bajo ninguna bandera".
Cuando una persona se desensibiliza, la humanidad pierde la batalla en pro del cauto paso adelante para que la vida triunfe. Necesitamos voces lúcidas, pensamiento férreo, reflexión honda ante el ruido de la violencia que, no lo dudemos, nace en cada persona que permite que esta eche raíces en su interior. Necesitamos aprender a valorar la vida, agradecerla, cuidarla y defenderla cada día, en lo cotidiano, en lo pequeño y en lo grande.
Dice Etty: Por eso me parece muy peligroso que se afirme continuamente: "No queremos pensar, no queremos sentir, es mejor desensibilizarse ante toda esta desgracia". ¿Acaso el sufrimiento, sea cual sea la forma en que se nos presente, no es una parte de la existencia?
Ví esta foto en el perfil de wtsapp de Ana. Somos amigas queridas desde que ella participó en un curso de verano que impartí hace muchos años. Ya he dicho qUe deja huella por donde pasa, y dejó huella de cariño en mi corazón.
Al ver al foto le pregunté a Ana por su historia y me dijo que no sabía que se la había hecho hasta que se la enviaron. Me explicó la intra historia de la imagen: Fue le primer día de cole. Esperando ella en el patio a sus nuevos alumnos, se abalanzaron sobre ella un grupo de alumnas del curso pasado. Con tanto ímpetu y cariño que sintió que se iba a caer y pidió un abrazo de grupo. Y, ahí quedó, en el eterno universo de la imagen...
Y me explicaba Ana que sus exalumnas le compartían que la iban a echar mucho de menos, que no había otra andereño como ella. ¡Qué dulzura y qué gratificante! ¡Cómo alegra el corazón saberse querida, reconocida!
Pero, Ana, lejos de alimentar más ese ego nuestro que si no le pones freno se come a todos, les dijo que únicos somos todos. Que claro que no hay nadie más como ella, pero nadie más como nadie.
¡Qué sabiduría la tuya, querida Ana! Porque en tu respuesta capto yo esa capacidad para ayudar al alumno a entender que todos los profesores son dignos de reconocimiento y respeto.Ya sabemos todos que siempre habrá profes que enamoran al alumnado, profes que agradan más, que tocan el corazón. Y también sabemos bien que hay profes pues que no llegan tanto, que ni "fú ni fa", o que, incluso, cuesta y mucho, tenerlos como profes y como compañeros. Cada uno es como es. Por eso en tu respuesta Ana, se abre una puerta importante para esas niñas: reconocer que cada persona es única, que en el cole van a tener profesores, pero también compañeros de todo tipo y que, a veces, se trata de afinar la mirada para identificar en cada uno algo especial. Gran aprendizaje para la vida de después, para aprender que no todo el mundo nos va a resultar atractivo o agradable, pero sí que todo el mundo es merecedor de nuestro respeto y saber estar.
En tu respuesta, Ana, capto tu consciencia de que el proceso de enseñanza-aprendizaje en un cole se hace en equipo y ser equipo es nunca menospreciar al compañero, aunque tenga puntos de vista pedagógicos o de otro tipo que no sean los nuestros. No dar nunca espacio a criticar o menospreciar a otros profesores, especialmente , por parte de los alumnos.
En tu respuesta, Ana, me llega un mensaje de hondura, de profundidad, que impele a ir mas allá, que invita a vivir en común-unión. Y doy fe de que así tú, Ana, creadora de espacios de creatividad, vida, alegría. Y sé de tu luchas y de tus pesares. Eres una mujer luminosa y vital, Ana, en todos los aspectos de tu vida y se nota, sí señora, se nota mucho. Así que no me extraña que te abracen hasta casi hacerte caer y no me extraña tu respuesta.
Y es que educamos como somos. No podemos improvisar. Un maestro, una maestra, entra en el aula con todo lo que es. Los alumnos lo perciben, les llega... ¡Qué le vamos a hacer!
Pero, además, en esta imagen, veo la instantánea de lo que viven miles de educadores y educadoras en todo el mundo: la alegría del reencuentro, la alegría de vivir una profesión que alimenta el alma cuando nace del corazón, que gratifica cuando el alumno crece, cuando se te acercan, cuando se abren a ti, aunque suceda poco.
Esa imagen expresa que los maestros/as saben acoger la vida de sus alumnos y saben dejarse acoger.
Me gusta mucho, Ana, me hace bien mirar esta foto que, en mi móvil sí veo entera, con esas sonrisas limpias y abiertas, con esa mirada de amor de esas niñas tan bonitas.
Abrazo, mirada, diálogo... Claves para una educación con corazón.
ESKERRIK ASKO, ANA MAITIA!
Hace tiempo que me atraía vivir la experiencia de sumergirme en lo más profundo del océano y ver barcos hundidos, reminiscencias de naufragios. Los naufragios son dramas humanos muy atractivos y, si del Titanic se trata, románticos en extremo.
Así que, me apunté a esa inmersión en batiscafo para ver los restos del Titanic. ¡Qué emoción! Sí, la excursión es peligrosa, y es cara, no sé si más lo uno o lo otro...
Y, ahora, aquí estoy, hundido yo también, en mi propio naufragio, perdido... Puedo decirte que esto no tiene nada de romántico ni de emocionante. Recluido con mis compañeros de excursión en un reducido espacio y haciendo lo posible por ahorrar oxígeno. No pierdo la esperanza de que nos puedan rescatar. Sé que será muy complicado, pero no quiero pensar que sea imposible. Tengo deseos de vivir, muchos planes y sueños por cumplir. Mi familia me espera, mis amigos. En este momento, daría todos los ceros de mi cuenta por un poco más de oxígeno y un poco más de tiempo para vivir. Aquí abajo, me imagino el cielo azul, la brisa marina de la que tanto he disfrutado en mi yate. Escucho las risas de mis hijos, de mi esposa. Recuerdo a mis amigos en tantas fiestas juntos... En medio de esta lóbrega oscuridad de lo profundo, donde no llegan los rayos del sol, me pregunto por qué tuve que meterme en este batiscafo. ¿Será mi ataúd perpetuo? Nunca pensé, cuando vi la película Titanic, que quizá yo pase a ser parte de la lista de desaparecidos de este barco maldito. ¡Qué triste paradoja vital! En el Titanic yo hubiera sido de los que pudieron subir a los botes salvavidas porque hubiera viajado en primera clase. Quizá entonces, me hubiera salvado... Pero ahora, soy prisionero en este moderno y tecnológico batiscafo. Desde su ventana circular, veo los restos del barco, imagino a aquellos viajeros ricos, bien vestidos, elegantes, disfrutando del viaje sin saber lo que les esperaba... Y sonrío tristemente, porque la historia se repite en mí.
No dudo de que ya nos estarán buscando. Soy conocido, soy importante. Tengo muchísimos contactos en las altas esferas económicas e, incluso, políticas. Sí, me están buscando, lo sé, sólo espero que no lleguen demasiado tarde.
Hola, me llamo Mohamed, o Amina, o Hamza, o Yousef. Soy un varón o una mujer, o un niño, o,
Esta patera, o este barco superpoblado que se está hundiendo frente a las costas de un país democrático, desarrollado, civilizado, va a ser mi tumba en lugar de ser mi tabla de salvación. En esta inmensidad del mar, me siento nada, me parece que no soy nadie para nadie. Sé que en el puerto me esperan mis familiares o mis amigos. Sé que en mi país mi madre o mi padre o mi esposo o mi esposa, me desean lo mejor y esperan mis noticias, saber que he llegado bien y que puedo comenzar a vivir de nuevo. Pero, aquí, en alta mar, no veo venir a nadie a buscarnos. No creo que nos dejen morir, quiero creer que no será así, pero algo dentro me dice que debo encontrar en mí las fuerzas para no ahogarme cuando esto se hunda. Me dijeron que era posible, me dijeron que llegaría buen puerto. No sé de dónde saqué el dineral que me pidieron por mi plaza. Quiero creer que tengo derecho a vivir en paz, a comer, a no temblar de miedo. Busco comida y trabajo y paz y un futuro que en mi país es imposible. Con toda mi alma deseo reunirme con mi familia que ya vive en Europa y sentir su abrazo y que me hagan sentir seguro. Sabía que esto era peligroso, lo sabía, pero más peligroso era quedarme allí. Tenía que intentarlo, me va la vida en ello. Y, por buscar vivir, parece que voy a morir aquí, en medio del océano. No entiendo nada. Estamos aquí en la superficie. Seguro que nos ven. No es tan complicado venir a ayudarnos y menos aún para los europeos, ellos tienen medios que en mi tierra son escasos. Pero... este barco ya se hunde y yo, no sé nadar y...estoy tan cansado y tengo tanta hambre y tanto frío... Creo que llegarán demasiado tarde.
TODOS SERES HUMANOS. TODOS MERECEN EL ESFUERZO POR SALVAR SUS VIDAS. TODA VIDA ES SAGRADA.
¿Mujer, por qué lloras?
¿A quién buscas?(Jn 20)
Señor...¿por qué lloro?
Lloro por la humanidad ciega y herida.
Lloro por los millones de maltratado y olvidados
en las cunetas de la extraña pseudo vida que hemos aceptado.
Lloro por mi desmedida pequeñez
y mi propia hipocresía.
Lloro mis comodidades de burguesa de medio pelo.
Lloro el descuido de mis dones
y la ocultación de mis talentos
para alimento del hermano hambriento.
Señor, lloro por tanto...
No lloro de más, lloro de menos.
Señor ¿a quién busco?
Cuando acudo a tu presencia,
sedienta mi mirada, temblorosas mis manos,
¿qué te pido?¿qué pretendo?
¿Qué busco cuándo te busco?
¿Con quién ansío el encuentro?
Se me antoja tu presencia , al inicio,
desfile de los rostros que me parecen tuyos,
de los ropajes con los que yo te cubro,
de los perfiles con los que yo , en mi alma, te dibujo.
Llorando te busco y me busco y busco todo lo humano
lo que pudiera rescatarnos de esta carencia de vida
que nos atenaza.
Lo que pudiera arrebatarnos del frío abrazo
de una vida que no es más que apariencia.
¡¡Arrebátame el alma, Señor!!
El alma y el cuerpo y el pensamiento.
De mí tómalo todo,
déjame desnuda de lo vano
y remecida de lo Bello.
Cristo Jesús, Señor Resucitado.
Lloro y te busco
y tú me alegras y me encuentras.
Cristo Jesús, Señor Resucitado,
Hermano y amoroso compañero,
ALEGRÍA QUE ENJUGA TODAS LAS LÁGRIMAS
Y DEVUELVE LA FUERZA Y EL ÁNIMO
TODO LO HUMANO EN TU LUZ,
RECUPERA SU FUEGO.
Nuestro cactus de Navidad floreció profusamente entre diciembre y enero, luego sus flores se fueron... Ya no esperábamos más flores. Pero hace dos semanas apuntaron algunas anunciando un nuevo florecer y, hoy, Domingo de Ramos, ahí están, tres bellas flores navideñas al inicio de la Pascua.
Las flores del cactus de Navidad (o también llamado de Santa Teresita, curioso), se asemejan a velas. La primera vez que las vi me quedé embebida, perpleja por la capacidad creativa de la naturaleza, por el modo en el que supera al ser humano tantas veces en imaginación.
Así, cuando el cactus de Navidad florece, parece que estuviera encendiendo velas navideñas, velas que anuncian y celebran que la "La Luz vino al mundo".
Pero, hoy es Domingo de Ramos y nuestro cactus de Navidad se ha empeñado en encender tres velitas... Le miro y le pido que me cuente su historia, que me diga sus razones para florecer "fuera de tiempo". Escucho su respuesta mientras contemplo sus colores,su belleza, su palabra florida.
Y me dice que para Dios no hay más tiempo que el presente, que todo momento es oportuno si se acoge el agua de lo divino, el aire del Espíritu. Que todo tiempo es momento de flores si las raíces se hunden en lo hondo y se empapa la tierra de Dios.
Que si en Navidad celebramos que "para Dios no hay nada imposible", como entendió María, y "la que llamaban estéril (Isabel) ya está en cinta" en la Pascua se nos sigue anunciando lo mismo: la Vida verdadera no conoce obstáculo, ni tan siquiera la muerte consigue vencer el dinamismo de Vida inscrito por Dios en todo lo creado.
Mi cactus me regala tres velas, tres luces, tres vidas coloridas por entre sus verdes hojas como si me dijera que Jesús tenía tanta razón: "Nunca sabes el tiempo ni la hora". Pero no es amenaza de muerte o de juicio, es AMENAZA DE RESURRECCIÓN, DE VIDA, DE ETERNO AMOR.
Tres flores, tres velas... Tres heridas:
Parece crear este cactus "rebelde" un lazo que une nacimiento y muerte, como hacían los antiguos pintores y poetas que unían Belén y Calvario en el mismo cuadro, en el mismo poema. Nuestro cactus es sabio y me recuerda que la vida de Jesús es un único poema, un único canto con una melodía constante: Dios asume todo lo humano y lo regenera, llevándolo "más allá" de lo que podemos atisbar a ver y comprender con la sola razón humana.
Mi cactus aún me dice que, si me fijo bien, los que acudieron a aquella gruta de Belén guiados y atraídos por coros angélicos y la luz de un estrella distinta a todas las estrellas, quizá estén hoy entre la multitud que aclama al hombre de Nazaret, al maestro de Galilea. Quizá los mismos que sintieron que algo grande y especial emanaba de aquel niño envuelto en pañales, sienten hoy que algo grande y especial brota de ese rabboni montando sobre un asnillo y le tienden ramas de olivo y le aclaman como parte de la estirpe de David.
Y me dice mi cactus sabio, que como en Belén, muchas de esas personas se alejarán de la multitud y del momento de aclamación sin haber entendido casi nada. Por ello, en pocos días, algunos de ellos, estarán gritando y afirmando lo contrario: que ese rabboni es maldito, que es blasfemo, que merece morir.
Mientras, la Luz sigue brillando, no dejó de hacerlo desde el día que brilló en Belén. Pero "la Luz vino a los suyos y los suyos no la recibieron" (Jn3, 19).
Este año me toca regar unas flores de Navidad en Domingo de Ramos y me resulta un acto de sabiduría que me invita a la contemplación y a la Vida.
Escucho para no ser yo "necia y torpe para entender" y acoger la revelación que, a cada instante, acontece por doquier.
Me encanta Mafalda. De pequeña pasaba horas mirando sus tiras y me sentía ahí, con ella, como una más de su cuadrilla.
He encontrado un grupo de Facebook donde puedo ver tiras y tiras de los geniales personajes creados por Quino. Todas me hacen pensar. Mafalda es una filósofa de primera línea.
Hoy os comparto una que me ha gustado especialmente.
Lo peligroso viene cuando pretendemos vivir con "felicidades copiadas". Busco por ahí y por allá, en vidas de otros, la clave de la felicidad, o el "cómo" ser feliz. Copio estilos. Creo una agenda vital según el modelo que me dicen que seguro no va a fallar o que está "bien visto" en mi entorno.
Es lo que me parece que nos está pasando hace muchos decenios a los hombres y mujeres que transitamos el siglo XX-XXI. Quizá el neoliberalismo, tan amante él de discursos acerca de la originalidad, de "be yourself" del "just do it", tan centrado en el individuo, nos ha colado el gran gol de una uniformidad peligrosa y aborregadora.
Veo a Mafalda acudir a la tienda de llaves para buscar la llave de la felicidad, qué preciosa inocencia. Ojo: inocencia, que no ingenuidad.
Todos buscamos la felicidad,porque todos anhelamos ser felices. Es bonito buscar la felicidad, es natural, no es ingenuo. Sin embargo, a mi alrededor descubro que con mucha frecuencia están llenos los mostradores de falsos vendedores de felicidades prefabricadas, estandarizadas. "Aprovechateguis" de esa llamada universal que todos sentimos hacia la felicidad.
Abunda el vendedor y la vendedora de recetas facilonas. Desde felicidades consistentes en bellezas por arte de filtros instagrámicos o de filtros-cremas-operaciones para sentirte bien contigo mismo/a, pasando por vendedores/as de felicidades que duran lo que dura el viaje a paraísos exóticos, a mesas gastronómicamente originales y ocios aventureros, hasta vendedores/as de felicidades espirituales que duran lo que dura el humo del incienso.
Sí, Mafalda, abundan los astutos y las astutas. En mi entorno descubro que, por ejemplo, en esto de la interioridad, de cultivar tu interior, existe ya un verdadero "mercado persa". Miles de canales de youtube, libros, blogs (incluido este, no me excluyo), incluso "tik-tokers" de lo pseudoespiritual, etc. Especialistas en interioridad creyente, interioridad no creyente, medio creyente, creyente en energías vacuas y arcángeles anunciadores de cambios de nivel cuántico...¡Hay lo cuántico, "cuantico" vendedor/a de humos bajo el título "no sé qué cuántico"...
Acuden "cienes" de personas en busca, personas con sed, personas que, con toda sinceridad, quieren mejorar, cambiar sus vidas porque perciben que algo debe cambiar. Y, si no afinamos la mirada y acrecentamos la escucha, pues acabamos dándole la llave de nuestra felicidad al primer o primera vendedora de humo, de falsas llaves, de llaves prefabricadas que nos encontremos (o que nos aconsejen: "¿Sabes? Estuve en el retiro de"... o "tienes que leer el libro de".... o "escucha la charla de..." o "si comes esto y bebes aquello tu vibración...").
Hoy, Mafalda, y aún más después del trauma de la pandemia, a ti te costaría llegar al mostrador del viejito. Hay una cola larguísima de personas esperando que le fabriquen la llave de la felicidad. Unos ya por desesperación, otros por pura comodidad porque, seamos sinceros: lo de buscar la felicidad dentro de uno no apetece, por más que sea el primer gesto automático que nos salga. En seguida, visto lo complejo de ir al fondo, dejamos la responsabilidad de descubrir nuestra llave de la felicidad en otras manos.
Yo, querida Mafalda, me voy contigo de la tienda. Abandono la cola y me voy contigo con esa certeza de que abundan los astutos y las astutas, pero escasean los y las verdaderos maestros y maestras. Estos, desde luego, jamás los encontrarás detrás de ningún mostrador.
Por eso Jesús, el de Nazaret, no fue muy amigo de mostradores, sino más bien, de mesas compartidas. Jesús, en todo caso, te invita a salir de detrás del mostrador, como hizo con Mateo y, luego, te pone en camino y "quien tenga oídos para oír, que oiga". Pero, esto, lo de Jesús, lo dejo para otro día.
Para
ser buen bailarín contigo
no
es preciso saber adónde lleva el baile.
Hay
que seguir, ser alegre,
ser
ligero y, sobre todo, no mostrarse rígido.
No
pedir explicaciones de los pasos que te gusta dar.
Hay
que ser como una prolongación ágil y viva de ti mismo
y
recibir de ti la transmisión del ritmo de la orquesta.
No
hay por qué querer avanzar a toda costa
sino
aceptar el dar la vuelta,
ir
de lado, saber detenerse y deslizarse en vez de caminar.
Y
esto no sería más que una serie de pasos estúpidos
si
la música no formara una armonía.
(Extracto del poema de
Madeleine Delbrel El baile de la obediencia)
Escribo
estas líneas desde el más absoluto respeto hacia el marido, la familia y amigos
de AGNÉS LASSALLE. No suele resultar acertado interpretar los gestos que otras personas
hacen desde lo más profundo de su corazón, porque, sin quererlo, le ponemos
nuestro punto de vista, nuestra sensibilidad, nuestra total subjetividad y
podemos tergiversarlo todo y restarle la belleza de la que nace y su sentido. Pero
es que a mí me ha cautivado y me ha impactado en el centro del alma esa danza
de su marido ante el féretro.
Es
una imagen ante la que las palabras no atinan a poder expresar más de lo que el
mismo gesto expresa. El gesto por sí mismo lo dice todo, absolutamente todo. Lo
que dice es AMOR. Y ya está. No debería nadie añadir nada más.
Sin
embargo, me voy a arriesgar y a dejarme llevar por todo lo que en mí moviliza
esa danza, ese baile. Y, aquí, es pura interpretación mía que, repito, desea no
estropear la inmensa y rotunda belleza y hondura de ese momento.
He
visto varias imágenes de ese momento y, cada vez, me resuena dentro, muy
dentro, el hermoso poema de Madeleine Delbrel, la gran mística y activista
francesa también. Del mismo modo vienen a mi recuerdo las numerosas
invitaciones a la danza que atraviesan los salmos y pasajes de la Biblia.
Me
surge dentro un rayo de esperanza al ver a este hombre danzar. Un hombre al que
le han arrebatado a su esposa. Un hombre que, seguramente, gozaba bailando con
su mejor pareja de baile: su mujer, su compañera. Un hombre que parece decirle a su mujer: "soy un buen bailarín contigo".
A mí
hoy, el baile de este hombre, sosteniendo con infinito amor y dulzura la
cintura y la mano imaginaria de su mujer muerta, me arrebata el corazón y me
hace llorar. Porque ahí se resumen el amor, la entrega, el cariño, la ternura,
el disfrute juntos, el camino hecho baile, danza de la vida compartida que
vivían él y su mujer.
Ese
baile, al que se suman amigos, familiares, esa canción elegida, se me antojan
una manifestación que dice todo, que expresa que podemos danzar junt@s. Que el
ser varón o mujer no es sinónimo de nada, sino posibilidad de todo lo bueno, lo
bello, lo verdadero.
Varón
y mujer en danza en camino, en vida compartida. Respuesta a la locura oscura y
triste, con otra locura, la locura del Amor que nos hace danzar en medio de la
tristeza, de la muerte, de la pérdida.
Lo
femenino y lo masculino que, unidos, generan Vida: música, baile, armonía, belleza,
bondad…
“Y esto no sería más que una serie de pasos estúpidos
Si la música no formara una armonía”
Esto,
la vida con sus aguas turbulentas, con sus noches y con sus amaneceres, con su
dosis de dolor y absurdo, no sería sino esa serie de pasos estúpidos si
no fuéramos capaces de Escuchar la música de fondo, armonía que subyace a lo
existente. Armonía que proviene del Amor.
Este
hombre que danza su amor en medio de su duelo, que danza solo para la mirada superficial,
pero en inseparable pareja para los ojos del corazón, este varón danzante, ha
escuchado y ha amado… Ha amado tanto que escucha más allá del grito de su
entraña y danza con su amada.
Se me antoja un gesto de resurrección, como si dijera “Talitha Kum”… Es su danza una puesta en escena del Cantar de los Cantares:
"Levántate, amada mía, ven conmigo preciosa. Mira que ya no hace frío y ha dejado de llover. ¡Han nacido flores nuevas y los pájaros han vuelto a cantar! El arrullo de la tórtola se escucha en nuestra tierra..." (Cant 2, 10-13).
Como si anunciara, en medio de la muerte hiriente y absurda, la resistencia de
la Vida, la potencia regeneradora del Amor. Su danza anuncia que el Amor es
quien tiene la última palabra, que el Amor es el arma más poderosa, que el Amor
no conoce las barreras de la muerte.
Veo
en ese varón que danza, la imagen de lo que hombre y mujer están llamados a
vivir en la sociedad y, desde luego, en la Iglesia. Ser compañeros de baile.
Compañeros creativos, respetuosos, amables. Aprendices de la armonía que posee la
música de fondo que suena para todos/as. La música del Amor que da sentido y
raíz a la Vida, el Amor que nos eleva y hace danzar aunque vengan
“maldadas”. Esa es nuestra común vocación.
No puedo evitar, por
último, leer ese gesto desde mi sensibilidad de imperfecta seguidora de Jesús y
ver en ese hombre una parábola del Dios danzante, del Dios bailarín que danza
con nosotros la Danza de la Vida aún en la muerte causada por la ceguera y
locura humanas. Danza de lo humano y lo divino que en Jesús de Nazaret confluyen en inseparable unión. Danza sorprendente, preludio de Resurrección, del Aleluya eterno que está
invitada a cantar y danzar toda la Humanidad:
"HAY QUE SEGUIR, SER ALEGRE, SER LIGERO..."
Quiero vivir así: quiero se alegre aún con el sufrimiento que la vida me traiga, quiero ser ligera aún cuando el entorno se me antoje tan rígido y enquistado. Quiero danzar suave y grácil y, sobre todo, acompañada, la Danza sin fin de la Vida que se me ha regalado.
.
He escuchado la entrevista desde entonces tres veces. Me resultan las respuestas y reflexiones de Francisco Villar retadoras, sugerentes, atinadas. Me da mucho qué pensar.
Como la entrevista es en catalán, voy a traducir y transcribir las afirmaciones y reflexiones que más me han hecho pensar por si os resultan sugerentes también a vosotros, padres, madres y maestros/as.
Le preguntan a F. Villar: "Los padres y madres deberían tener control sobre el teléfono móvil de sus hijos?" Responde F. villar: "ES QUE LAS CRIATURAS NO DEBERÍAN TENER TELÉFONO, en todo caso la criatura tiene acceso a TU teléfono y tú no es que tengas acceso al teléfono de tu hijo, sino que tu hijo está accediendo al tuyo. Ningún niño debería tener un móvil propio antes del los 16 años".
A partir de esta afirmación, el grupo de tertulianos del programa le lanza un montón de preguntas, opiniones acerca de lo difícil de no dejar a tu hijo tener móvil que, vienen a decir, es el modo relacional de los adolescentes, etc. Los aíslas, dice un tertuliano, si la decisión es de un sólo padre/madre... O son todos o tenemos problemas.
Y, ahí, lanza otra afirmación F. Villar que me encanta: "no estoy hablando de cosas fáciles, estoy hablando de cosas posibles.
Dice esto el doctor Villar, porque en el colegio de su hijo, los padres y madres de quinto de Primaria, decidieron hacer una contra presión social y trabajar para que los móviles no estuvieran presentes en el patio. Lo han hecho, y los niños han pasado de estar cada uno con su móvil a volver a jugar juntos.
Tras más comentarios, afirma contundentemente que, COMO SOCIEDADES HEMOS HECHO AVANCES, POR EJEMPLO, CON EL TABACO, RECUERDA ÉL QUE ANTES IBAS AL MÉDICO Y EL MÉDICO TE RECIBÍA FUMANDO, AHORA ES IMPENSABLE, TAMBIÉN HEMOS REDUCIDO EN UN TANTO POR CIENTO MUY LLAMATIVO EL NÚMERO DE ACCIDENTES DE TRÁFICO, PERO, REFERIDO A NIÑOS CON MÓVIL PROPIO "ES MUY GRAVE LO QUE LES ESTAMOS HACIENDO".
"Si estamos viendo las consecuencias que el móvil tiene ¿por qué no hacemos nada?". "Estamos viendo que cuando abrimos una pantalla de acceso a ese mundo (del móvil) a nuestros niños, les hace daño, entonces ¿por qué no les protegemos? No es el niño al que le interesa ese mundo, es ese mundo el que quiere acceder a mi hijo"
Continúa apuntando el incremento del número de intentos de suicidio y suicidios consumados entre adolescentes tras la pandemia, sobre todo en la chicas. Describe de qué modo la presión para las chicas en redes sociales es mucho mayor.
Se dice un dato interesante: "Más de la mitad de la población adulta, ve la TV con el móvil en la mano". F. Villar habla entonces de que "un ratón ha de tener multitarea, porque sale al campo para buscar comida, tiene que evitar a la vez a los depredadores y, además, buscar una pareja, pero nosotros no, nosotros precisamos de la capacidad de concentración. Yo estoy leyendo algo y la línea de arriba no me interfiere en lo que leo. Si no me concentro es cuando luego necesito el mindfulness, etc. porque no me concentro en nada".
Adultos, padres y madres, con el móvil mientras su hijo quiere interaccionar con él, madres dando el pecho mientras miran el móvil en lugar de mirar a su hijo y cantarle... Nos hace daño a todos.
Llega un momento en el que propone una imagen muy retadora. Afirma que "un niño no puede tener un móvil en propiedad" Entonces ejemplifica así: "Si yo sé que hay un callejón peligroso por el que quiere pasar, yo le protegeré (como madre/padre), porque sé lo que hay allí"
La entrevista sigue y continúa lanzando retos y más retos. Yo lo dejo aquí ya paso a comentar esta imagen del "callejón" que me resulta de los más retadora. ¿Por qué estamos permitiendo que nuestros niños y adolescentes se adentren solos en ese callejón oscuro y peligroso que, de hecho, es internet? Sabemos que el acceso a pronografía con contenidos durísimos, humillantes, enfermizos, se da en niños de ocho años gracias a los móviles y tablets. Lo sabemos, lo dicen todos los especialistas, nos avisan. ¿Por qué seguimos diciendo que no puedo controlar el ordenador o el móvil de mi hijo "porque es su intimidad". ¡No es su intimidad, es que tú debes protegerle,acompañarle, ayudarle porque eres su padre o su madre o su tía, eres un adulto, el niño no lo es.
Por otro lado, y se menciona por parte de F. Villar, el cerebro en esas edades está aún en crecimiento, está inmaduro, también por ese lado, el móvil hace daño a la facultad de la atención, al pensamiento...
Pero, de veras, lo que a mí me ha dejado más impresionada , es que nos lo dice alguien que se dedica a escuchar a adolescentes, chicos y chicas de 12, 15 años, que quieren suicidarse y, en gran medida, por el bullying que comienza en el colegio pero entra en casa, le persigue en el bolsillo, acoso que no le deja ni en la intimidad de su habitación. Bullying que, algunos niños, confunden con un juego. juego que mata porque les dejamos usar una herramienta potente y brutal como es un móvil.
¿Estamos enfermando a nuestros hijos? Creo que sin quererlo, sí. Pero, tampoco podemos esquivar nuestra responsabilidad como adultos diciendo que "no pasa nada" o que "no sabíamos" porque cada vez tenemos más datos, podemos leer más informes, escuchamos a muchos especialistas, pero... ¿por qué seguimos viendo a niños abducidos por un móvil en nuestras reuniones familiares, en los restaurantes, por doquier en las ciudades? La responsabilidad es nuestra, no de ellos.
Cuarenta días, pedagogía cuaresmal en la que el desierto se percibe como espacio a transitar, lugar en el que reencontrar el horizonte quizá perdido u olvidado.
En la travesía por el desierto de los hebreos, Dios caminaba
con ellos como “columna de humo durante el día y de fuego durante la noche:
Y Yahvé iba delante de ellos
de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una
columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de
noche. Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni
de noche la columna de fuego (Ex 13, 21-22).
Qué sugerente, que peculiar que
Dios eligiera tal forma me presencia: nube y fuego. Nube durante el día, fuego
durante la noche y ello, para que no cesaran de caminar.
Quizá la Cuaresma se trate de
eso, de no dejar de caminar. Avanzar, desplegar la vida en un camino no exento
de dificultades, repleto también de hermosas sorpresas. Camino en compañía de
otros caminantes y de Dios.
De día, es decir, cuando se ve,
cuando el camino se perfila con mayor claridad, Dios también es compañero de
camino, se hace presencia tenue, suave, grácil como una nube o como un etéreo
humo. Durante el día todo parece más llevadero. Cuando la luz ilumina el
caminar, quizá Dios quede un tanto relegado, olvidado, en segundo o tercer
plano, pero camina a nuestro lado y nos impulsa con suavidad.
Pero en la noche… La noche oscura
en la que no se ve, no se entiende, en la que los perfiles del sentido y la
orientación se desdibujan y desaparecen, ahí, en la noche, Dios se hace fuego.
No sólo fuego que ilumina y rompe la noche con su claridad, sino también fuego
que quema lo que sobra, lo que estorba, lo que debe ser enterrado.
Ahí descubro algunos mensajes de
la imposición de la Ceniza como inicio de la Cuaresma. Una invitación a quemar
en la presencia amorosa y sabia de Dios, todo lo que no debo ser, lo que no
estoy llamada a vivir, a lo que no debo entregarme. Esa ceniza brota de la
práctica del ayuno, de la limosna y de la oración.
Ayuno como pedagogía que
me enseña a autolimitar mis ansias, mis deseos desmedidos. Ayuno como
aplicación consciente de la sobriedad y la justa medida en lo material, en lo
emocional, en mis pensamientos y palabras. Así, se convierte en ceniza mi ansia
desmedida de tener, de poseer, de controlar, de opinar; pasa a ser ceniza la
parte de mi ego que invade, arrasa, impone y manipula.
Limosna como pedagogía de
lo samaritano: abrir los ojos, ver la necesidad del hermano y hacerme cargo de
él, cargando con él y encargándome de él. Limosna como pedagogía para aprender
a salir de la queja y vivir agradeciendo cada día lo que se tiene, a la vez que
se crece en conciencia de que lo que se tiene no nos pertenece. Limosna: darse
a uno mismo en lo que se da. Arden así el egoísmo y la ceguera, arden las
excusas que me alejan del prójimo y me hacen inmune a su necesidad.
Oración como experiencia
transformante. Oración, Encuentro a solas con quien me ama para dejar mi vida
desnuda ante Él. En la oración terminan de arder en la hoguera del Amor divino
toda mentira y falsedad.
Así, se me antoja que esa ceniza
con la que se nos persigna, debe inscribirse en el corazón. Que sea Jesús, el
Maestro, la imagen perfecta de la humanidad, quien signe nuestro corazón con la
imagen de su cruz. Cruz que anuncia vida, que mata toda muerte. Cruz, preludio
de Resurrección.
Te deseo y me deseo que esta
Cuaresma no dejemos de avanzar hacia esa Tierra Prometida que cada uno de
nosotros lleva dentro de sí. Que crezcamos en sensibilidad para descubrir y experimentar
que Dios acompaña cada uno de nuestros pasos, que nadie camina solo, que no hay
vida que sea inútil o absurda. Ojalá la profunda experiencia de saberme en las
manos de Dios, me capacite para ir al encuentro de esos otros caminantes que
caminan sintiéndose abandonados, cansados, desorientados o maltratados.
¿Podría ser yo también nube en el
camino de quien precisa la lluvia de la amistad o del cariño? ¿Podría yo ser
una nube que guarezca del sol tórrido a quien percibe su vida como un desierto amenazante
y estéril?
Ojalá así sea.
Todos y todas en la calle, con disfraces, máscaras y maquillajes y ropas que dejan salir algo de nosotros/as que no nos atreveos siempre a mostrar.
Puede que hayáis estado tiempo antes indagando en internet, en libros, buscando y buscando, "estrujando" vuestra propia genialidad y creatividad. Luego dialogando hasta llegar a un consenso que os haga sentir a todos que lo que vais a proponer en cada etapa vale la pena.
Sea como sea, cada año la jornada de la paz está ahí, como otras jornadas y conmemoraciones, en la escuela cristiana, además, cada año los tiempos litúrgicos ponen a funcionar la imaginación.
Lo que yo ahora voy a preguntarme y a preguntarte a ti y a tu equipo, no es nada nuevo y estoy más que segura que te lo habrás preguntado muchas veces. La pregunta es ¿realmente esas celebraciones, simbologías, actividades más o menos originales, sencillas o rebuscadas, cortas o largas, generan un "antes y un después" en tu comunidad educativa?
En realidad ¿es esa la pregunta acertada? Porque si el objetivo, el anhelo es ese, el peso que ponéis sobre vuestros hombros es de tamaño inhumano. ¿Quién puede arrogarse el poder de generar un "antes y un después" en la vida de otra persona? Si eso acontece, suele ser como por casualidad, casi sin pretenderlo y generalmente, quien provoca tal vivencia ni se entera.
Voy a formular la pregunta en términos mucho más sencillos: ¿la celebración, curso tras curso, de la jornada de la paz o de la que sea, facilita "algo" significativo, retador, motivador? ¿Lo genera en el alumno o en el profesor? ¿Lo genera en la comunidad educativa? Finalmente ¿incide en actos concretos y modos de relación visibles en el día a día de tu colegio?
Me dirás que apunto alto, pero es que no dudo que tú también. ¿Qué sentido tendría que, además de tu ya más que cargada jornada escolar, de tus tantísimas responsabilidades y tareas, sumaras "estas cosas" si no fuera porque algo te dice que es importante?
Sería triste identificar que lo hago, lo hacemos por una pura rutina, por cumplir el expediente, "porque toca"...
Personalmente, cuando he sido coordinadora de pastoral de un centro, he deseado fervientemente que lo que propusiéramos fuera por algo y, por eso, tuviera un sentido en su razón de ser, sus objetivos y su lenguaje en cada etapa.
Creo yo que si lo que preparas y creas como propuesta para una jornada de la paz no te interroga y remueve a ti el primero, simplemente estamos haciendo por hacer, es más, exigiendo a nuestros alumnos una reflexión y un compromiso que no tiene cabida en nuestra vida de adultos.
También se podría formular: sólo podemos acompañar a otro hasta allí mismo donde nosotros hemos llegado.
A veces pienso que estaría bien detener durante un curso académico tantas jornadas y "días de..." y elegir una cuestión y darle tiempo y dilatarla y mirarla, vivirla, hablarla, expresarla, desde todos los ángulos posibles que se nos ocurran y dar tiempo para que esa paz que decimos anhelar, nos ponga la vida patas arriba, como a Gandhi, tan traído y llevado él... ¿Pero quién se atreve a vivir como Gandhi?