La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

jueves, 30 de marzo de 2023

Mostradores, felicidad y astucia

Me encanta Mafalda. De pequeña pasaba horas mirando sus tiras y me sentía ahí, con ella, como una más de su cuadrilla. 

He encontrado un grupo de Facebook donde puedo ver tiras y tiras de los geniales personajes creados por Quino. Todas me hacen pensar. Mafalda es una filósofa de primera línea.

Hoy os comparto una que me ha gustado especialmente.



¿Quién puede decir que tiene "una llave de la felicidad"? En todo caso, como mucho, puedo creer que he encontrado "mi" llave de la felicidad, de lo que yo entiendo por felicidad, de lo que a mí me hace feliz. Pura subjetividad, y es normal que así sea. Cada persona ha de construir su vida. Cada persona precisa encontrarle un sentido a su existir.

Lo peligroso viene cuando pretendemos vivir con "felicidades copiadas". Busco por ahí y por allá, en vidas de otros, la clave de la felicidad, o el "cómo" ser feliz. Copio estilos. Creo una agenda vital según el modelo que me dicen que seguro no va a fallar o que está "bien visto" en mi entorno.

Es lo que me parece que nos está pasando hace muchos decenios a los hombres y mujeres que transitamos el siglo XX-XXI. Quizá el neoliberalismo, tan amante él de discursos acerca de la originalidad, de "be yourself" del "just do it", tan centrado en el individuo, nos ha colado el gran gol de una uniformidad peligrosa y aborregadora.

Veo a Mafalda acudir a la tienda de llaves para buscar la llave de la felicidad, qué preciosa inocencia. Ojo: inocencia, que no ingenuidad. 

Todos buscamos la felicidad,porque todos anhelamos ser felices. Es bonito buscar la felicidad, es natural, no es ingenuo. Sin embargo, a mi alrededor descubro que con mucha frecuencia están llenos los mostradores de falsos vendedores de felicidades prefabricadas, estandarizadas. "Aprovechateguis" de esa llamada universal que todos sentimos hacia la felicidad.

Abunda el vendedor y la vendedora de recetas facilonas. Desde felicidades consistentes en bellezas por arte de filtros instagrámicos o de filtros-cremas-operaciones para sentirte bien contigo mismo/a, pasando por vendedores/as de felicidades que duran lo que dura el viaje a paraísos exóticos, a mesas gastronómicamente originales y ocios aventureros, hasta vendedores/as de felicidades espirituales que duran lo que dura el humo del incienso.

Sí, Mafalda, abundan los astutos y las astutas. En mi entorno descubro que, por ejemplo, en esto de la interioridad, de cultivar tu interior, existe ya un verdadero "mercado persa". Miles de canales de youtube, libros, blogs (incluido este, no me excluyo), incluso "tik-tokers" de lo pseudoespiritual, etc. Especialistas en interioridad creyente, interioridad no creyente, medio creyente, creyente en energías vacuas y arcángeles anunciadores de cambios de nivel cuántico...¡Hay lo cuántico, "cuantico" vendedor/a de humos bajo el título "no sé qué cuántico"...

Acuden "cienes" de personas en busca, personas con sed, personas que, con toda sinceridad, quieren mejorar, cambiar sus vidas porque perciben que algo debe cambiar. Y, si no afinamos la mirada y acrecentamos la escucha, pues acabamos dándole la llave de nuestra felicidad al primer o primera vendedora de humo, de falsas llaves, de llaves prefabricadas que nos encontremos (o que nos aconsejen: "¿Sabes? Estuve en el retiro de"... o "tienes que leer el libro de".... o "escucha la charla de..." o "si comes esto y bebes aquello tu vibración...").

Hoy, Mafalda, y aún más después del trauma de la pandemia, a ti te costaría llegar al mostrador del viejito. Hay una cola larguísima de personas esperando que le fabriquen la llave de la felicidad. Unos ya por desesperación, otros por pura comodidad porque, seamos sinceros: lo de buscar la felicidad dentro de uno no apetece, por más que sea el primer gesto automático que nos salga. En seguida, visto lo complejo de ir al fondo, dejamos la responsabilidad de descubrir nuestra llave de la felicidad en otras manos.

Yo, querida Mafalda, me voy contigo de la tienda. Abandono la cola y me voy contigo con esa certeza de que abundan los astutos y las astutas, pero escasean los y las verdaderos maestros y maestras. Estos, desde luego, jamás los encontrarás detrás de ningún mostrador.

Por eso Jesús, el de Nazaret, no fue muy amigo de mostradores, sino más bien, de mesas compartidas. Jesús, en todo caso, te invita a salir de detrás del mostrador, como hizo con Mateo y, luego, te pone en camino y "quien tenga oídos para oír, que oiga". Pero, esto, lo de Jesús, lo dejo para otro día.


martes, 7 de marzo de 2023

Ser un buen bailarín contigo


Para ser buen bailarín contigo

no es preciso saber adónde lleva el baile.

Hay que seguir, ser alegre,

ser ligero y, sobre todo, no mostrarse rígido.

No pedir explicaciones de los pasos que te gusta dar.

Hay que ser como una prolongación ágil y viva de ti mismo

y recibir de ti la transmisión del ritmo de la orquesta.

No hay por qué querer avanzar a toda costa

sino aceptar el dar la vuelta,

ir de lado, saber detenerse y deslizarse en vez de caminar.

Y esto no sería más que una serie de pasos estúpidos

si la música no formara una armonía.

 

(Extracto del poema de Madeleine Delbrel El baile de la obediencia)

 

Escribo estas líneas desde el más absoluto respeto hacia el marido, la familia y amigos de AGNÉS LASSALLE. No suele resultar acertado interpretar los gestos que otras personas hacen desde lo más profundo de su corazón, porque, sin quererlo, le ponemos nuestro punto de vista, nuestra sensibilidad, nuestra total subjetividad y podemos tergiversarlo todo y restarle la belleza de la que nace y su sentido. Pero es que a mí me ha cautivado y me ha impactado en el centro del alma esa danza de su marido ante el féretro.

Es una imagen ante la que las palabras no atinan a poder expresar más de lo que el mismo gesto expresa. El gesto por sí mismo lo dice todo, absolutamente todo. Lo que dice es AMOR. Y ya está. No debería nadie añadir nada más.

Sin embargo, me voy a arriesgar y a dejarme llevar por todo lo que en mí moviliza esa danza, ese baile. Y, aquí, es pura interpretación mía que, repito, desea no estropear la inmensa y rotunda belleza y hondura de ese momento.

He visto varias imágenes de ese momento y, cada vez, me resuena dentro, muy dentro, el hermoso poema de Madeleine Delbrel, la gran mística y activista francesa también. Del mismo modo vienen a mi recuerdo las numerosas invitaciones a la danza que atraviesan los salmos y pasajes de la Biblia.

Me surge dentro un rayo de esperanza al ver a este hombre danzar. Un hombre al que le han arrebatado a su esposa. Un hombre que, seguramente, gozaba bailando con su mejor pareja de baile: su mujer, su compañera. Un hombre que parece decirle a su mujer: "soy un buen bailarín contigo".

A mí hoy, el baile de este hombre, sosteniendo con infinito amor y dulzura la cintura y la mano imaginaria de su mujer muerta, me arrebata el corazón y me hace llorar. Porque ahí se resumen el amor, la entrega, el cariño, la ternura, el disfrute juntos, el camino hecho baile, danza de la vida compartida que vivían él y su mujer.

Ese baile, al que se suman amigos, familiares, esa canción elegida, se me antojan una manifestación que dice todo, que expresa que podemos danzar junt@s. Que el ser varón o mujer no es sinónimo de nada, sino posibilidad de todo lo bueno, lo bello, lo verdadero.

Varón y mujer en danza en camino, en vida compartida. Respuesta a la locura oscura y triste, con otra locura, la locura del Amor que nos hace danzar en medio de la tristeza, de la muerte, de la pérdida.

Lo femenino y lo masculino que, unidos, generan Vida: música, baile, armonía, belleza, bondad…

“Y esto no sería más que una serie de pasos estúpidos

Si la música no formara una armonía”

Esto, la vida con sus aguas turbulentas, con sus noches y con sus amaneceres, con su dosis de dolor y absurdo, no sería sino esa serie de pasos estúpidos si no fuéramos capaces de Escuchar la música de fondo, armonía que subyace a lo existente. Armonía que proviene del Amor.

Este hombre que danza su amor en medio de su duelo, que danza solo para la mirada superficial, pero en inseparable pareja para los ojos del corazón, este varón danzante, ha escuchado y ha amado… Ha amado tanto que escucha más allá del grito de su entraña y danza con su amada.

Se me antoja un gesto de resurrección, como si dijera “Talitha Kum”… Es su danza una puesta en escena del Cantar de los Cantares:

          "Levántate, amada mía, ven conmigo preciosa. Mira que ya no hace frío y ha dejado de llover. ¡Han nacido flores nuevas y los pájaros han vuelto a cantar! El arrullo de la tórtola se escucha en nuestra tierra..." (Cant 2, 10-13).

Como si anunciara, en medio de la muerte hiriente y absurda, la resistencia de la Vida, la potencia regeneradora del Amor. Su danza anuncia que el Amor es quien tiene la última palabra, que el Amor es el arma más poderosa, que el Amor no conoce las barreras de la muerte.

Veo en ese varón que danza, la imagen de lo que hombre y mujer están llamados a vivir en la sociedad y, desde luego, en la Iglesia. Ser compañeros de baile. Compañeros creativos, respetuosos, amables. Aprendices de la armonía que posee la música de fondo que suena para todos/as. La música del Amor que da sentido y raíz a la Vida, el Amor que nos eleva y hace danzar aunque vengan “maldadas”. Esa es nuestra común vocación.

No puedo evitar, por último, leer ese gesto desde mi sensibilidad de imperfecta seguidora de Jesús y ver en ese hombre una parábola del Dios danzante, del Dios bailarín que danza con nosotros la Danza de la Vida aún en la muerte causada por la ceguera y locura humanas. Danza de lo humano y lo divino que en Jesús de Nazaret confluyen en inseparable unión. Danza sorprendente, preludio de Resurrección, del Aleluya eterno que está invitada a cantar y danzar toda la Humanidad:

                                            "HAY QUE SEGUIR, SER ALEGRE, SER LIGERO..."

Quiero vivir así: quiero se alegre aún con el sufrimiento que la vida me traiga, quiero ser ligera aún cuando el entorno se me antoje tan rígido y enquistado. Quiero danzar  suave y grácil y, sobre todo, acompañada, la Danza sin fin de la Vida que se me ha regalado.

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viernes, 3 de marzo de 2023

¿Estamos enfermando a nuestros hijos?

 



Hace unos días, mi querida amiga Marisa, me enviaba a mi wsapp la entrevista que en una radio catalana le hacían al psicólogo Francisco Villar Cabeza, coordinador del departamento de prevención del suicidio adolescente del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona y autor del libro que veis arriba.

He escuchado la entrevista desde entonces tres veces. Me resultan las respuestas y reflexiones de Francisco Villar retadoras, sugerentes, atinadas. Me da mucho qué pensar.

Como la entrevista es en catalán, voy a traducir y transcribir las afirmaciones y reflexiones que más me han hecho pensar por si os resultan sugerentes también a vosotros, padres, madres y maestros/as.

Le preguntan a F. Villar: "Los padres y madres deberían tener control sobre el teléfono móvil de sus hijos?" Responde F. villar: "ES QUE LAS CRIATURAS NO DEBERÍAN TENER TELÉFONO, en todo caso la criatura tiene acceso a TU teléfono y tú no es que tengas acceso al teléfono de tu hijo, sino que tu hijo está accediendo al tuyo. Ningún niño debería tener un móvil propio antes del los 16 años".

A partir de esta afirmación, el grupo de tertulianos del programa le lanza un montón de preguntas, opiniones acerca de lo difícil de no dejar a tu hijo tener móvil que, vienen a decir, es el modo relacional de los adolescentes, etc. Los aíslas, dice un tertuliano, si la decisión es de un sólo padre/madre... O son todos o tenemos problemas.

Y, ahí, lanza otra afirmación F. Villar que me encanta: "no estoy hablando de cosas fáciles, estoy hablando de cosas posibles.

Dice esto el doctor Villar, porque en el colegio de su hijo, los padres y madres de quinto de Primaria, decidieron hacer una contra presión social y trabajar para que los móviles no estuvieran presentes en el patio. Lo han hecho, y los niños han pasado de estar cada uno con su móvil a volver a jugar juntos.

Tras más comentarios, afirma contundentemente que, COMO SOCIEDADES HEMOS HECHO AVANCES, POR EJEMPLO, CON EL TABACO, RECUERDA ÉL QUE ANTES IBAS AL MÉDICO Y EL MÉDICO TE RECIBÍA FUMANDO, AHORA ES IMPENSABLE, TAMBIÉN HEMOS REDUCIDO EN UN TANTO POR CIENTO MUY LLAMATIVO EL NÚMERO DE ACCIDENTES DE TRÁFICO, PERO, REFERIDO A NIÑOS CON MÓVIL PROPIO "ES MUY GRAVE LO QUE LES ESTAMOS HACIENDO". 

"Si estamos viendo las consecuencias que el móvil tiene ¿por qué no hacemos nada?". "Estamos viendo que cuando abrimos una pantalla de acceso a ese mundo (del móvil) a  nuestros niños, les hace daño, entonces ¿por qué no les protegemos? No es el niño al que le interesa ese mundo, es ese mundo el que quiere acceder a mi hijo"

Continúa apuntando el incremento del número de intentos de suicidio y suicidios consumados entre adolescentes tras la pandemia, sobre todo en la chicas. Describe de qué modo la presión para las chicas en redes sociales es mucho mayor.

Se dice un dato interesante: "Más de la mitad de la población adulta, ve la TV con el móvil en la mano". F. Villar habla entonces de que "un ratón ha de tener multitarea, porque sale al campo para buscar comida, tiene que evitar a la vez a los depredadores y, además, buscar una pareja,  pero nosotros no, nosotros precisamos de la capacidad de concentración. Yo estoy leyendo algo y la línea de arriba no me interfiere en lo que leo. Si no me concentro es cuando luego necesito el mindfulness, etc. porque no me concentro en nada".

Adultos, padres y madres, con el móvil mientras su hijo quiere interaccionar con él, madres dando el pecho mientras miran el móvil en lugar de mirar a su hijo y cantarle... Nos hace daño a todos.

Llega un momento en el que propone una imagen muy retadora. Afirma que "un niño no puede tener un móvil en propiedad" Entonces ejemplifica así: "Si yo sé que hay un callejón peligroso por el que quiere pasar, yo le protegeré (como madre/padre), porque sé lo que hay allí"

La entrevista sigue y continúa lanzando retos y más retos. Yo lo dejo aquí ya paso a comentar esta imagen del "callejón" que me resulta de los más retadora. ¿Por qué estamos permitiendo que nuestros niños y adolescentes se adentren solos en ese callejón oscuro y peligroso que, de hecho, es internet? Sabemos que el acceso a pronografía con contenidos durísimos, humillantes, enfermizos, se da en niños de ocho años gracias a los móviles y tablets. Lo sabemos, lo dicen todos los especialistas, nos avisan. ¿Por qué seguimos diciendo que no puedo controlar el ordenador o el móvil de mi hijo "porque es su intimidad". ¡No es su intimidad, es que tú debes protegerle,acompañarle, ayudarle porque eres su padre o su madre o su tía, eres un adulto, el niño no lo es. 

Por otro lado, y se menciona por parte de F. Villar, el cerebro en esas edades está aún en crecimiento, está inmaduro, también por ese lado, el móvil hace daño a la facultad de la atención, al pensamiento...

Pero, de veras, lo que a mí me ha dejado más impresionada , es que nos lo dice alguien que se dedica a escuchar a adolescentes, chicos y chicas de 12, 15 años, que quieren suicidarse y, en gran medida, por el bullying que comienza en el colegio pero entra en casa,  le persigue en el bolsillo, acoso que no le deja ni en la intimidad de su habitación. Bullying que, algunos niños, confunden con un juego. juego que mata porque les dejamos usar una herramienta potente y brutal como es un móvil.

¿Estamos enfermando a nuestros hijos? Creo que sin quererlo, sí. Pero, tampoco podemos esquivar nuestra responsabilidad como adultos diciendo que "no pasa nada" o que "no sabíamos" porque cada vez tenemos más datos, podemos leer más informes, escuchamos a muchos especialistas, pero... ¿por qué seguimos viendo a niños abducidos por un móvil en nuestras reuniones familiares, en los restaurantes, por doquier en las ciudades? La responsabilidad es nuestra, no de ellos.