La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Sencillez y profundidad

He comenzado la lectura del libro de Josep María Esquirol LA PENÚLTIMA BONDAD, ensayo sobre la vida humana. Durante el verano pasado disfruté al máximo con otro libro suyo LA RESISTENCIA ÍNTIMA. Y una de esas personas que guarda lo que dices en su memoria, me regaló hace poquito este otro libro que he comenzado a leer con muchas ganas sintiendo en mí aún la estela de belleza y hondura que dejó el anterior libro.


Ya desde las primeras líneas me está emocionando y conmocionando. Desde luego leer a Esquirol no es ejercicio de lectura fácil ni de "pasar el rato". Es lectura de las que retan a tu inteligencia y a tu corazón. Cada frase es una invitación continúa a ir más allá y repensarlo todo o casi todo. Hay reflexiones que verdaderamente me convulsionan y me obligan a quedarme un buen rato "gustando internamente" lo que acabo de leer. Requiere, como un buen menú, tiempo para saborear y captar lo que se te está diciendo incluso más allá de las propias palabras. De veras que siento esta lectura como un reto personal, un verdadero ejercicio de filosofía: descubrir mi propio saber sobre las cosas dejándome interrogar por las palabras de este autor.

Comparto hoy con vosotros y con vosotras una párrafo que leí ayer y que llevo "rumiando" desde ese momento hasta ahora.

   Quien no perciba lo más sencillo, tampoco sentirá lo más hondo. Paralelamente, una cultura alejada de la sencillez, es también una cultura alejada de la profundidad. Esto es  lo que, de manera creciente, le ocurre a la nuestra. ¿Estará la civilización del progreso y del éxito científico desorientada como cultura de la vida? ¿Serán el consumismo exasperado, el malestar contenido, la violencia, por lo menos en parte, síntomas de tamaña desorientación? Hay un avance de lo abstracto que vacía y y enajena la vida. Quizá se acerca el día en que, debido a tal enajenación, el malestar será insoportable y se necesitarán toneladas de droga y de distracción para mantenernos constantemente aturdidos.
   La cultura que todo lo reduce a hechos y a datos es un cultura miope y, por eso mismo, decadente. Porque conviene saber que la decadencia de una cultura no se debe tanto a la poca destreza para enfrentarse a la dificultad y los asuntos más abstrusos, como a su desconexión de lo sencillo. Cúmulos de complejidades artificiosas, pero alejadas de lo simple y de lo profundo. Encontramos sencillez poética en el trabajo bien hecho, en el gesto antiguo de cada uno de os oficios. Encontramos sencillez poética en el uso de la palabra en el habla coloquial. Encontramos sencillez poética en la comprensión normal y sensata de las cosas, las definiciones de siempre.

Me voy a permitir ahora remitir esta descripción-reflexión a la vida escolar y a nuestras propuestas educativas. ¿No os parece que el hecho poético de "ser maestro/a" está quedando progresivamente ahogado por la infinidad de cargas burocráticas que cada educador/a soporta? ¿No os parece que la multiplicidad inagotable de proyectos que nos son presentados como irrenunciables para educar bien hoy, más que aportar algo a una educación más sosegada y amorosa, nos sobrepasa y aboca al agotamiento, sin poder, además ahondar en los proyectos propuestos?

Junto a todo ello, me parece a mí que incluso en las propuestas de conexión con la dimensión interior, trasponemos "tics" de esta "cultura de la distracción" y banalizamos lo profundo en pro del "toca hacer": toca meditar, pues meditamos, toca respirar, pues respiramos... 

El ambiente generalizado en la educación es hoy una atmósfera de innovación diaria que comporta una carga de exigencia sobre el educador/a que a veces hace que la creatividad no pueda fluir de veras por falta de espacios para pensar sosegadamente y, como señala Esquirol, por la desconexión de lo sencillo.

Creo firmemente que la escuela es uno de los ámbitos, junto con la familia, para descubrir la profundidad de lo sencillo: ¿desde cuando "jugar" requiere para un niño "o pensar en jugar" o "aprender a jugar" o "valorar el juego como "esto" o "aquello". Para el niño jugar es su vida, su realidad, su acción innata, en casa y en la escuela. Y como esto tantos otros ámbitos en los que todo lo complicamos con mil unidades didácticas, objetivos, líneas estratégicas, claquetas, gamificaciones, etc, etc … Que, desde luego, son buenas herramientas para potenciar la labor educativa, pero que están pasando a ser más importantes que la sencilla vida del aula de cada día, con sus mil y un acontecimientos, acontecimientos dentro del aula  que ya de por sí requieren de muchas dotes por parte del educador/a y que ya de por sí, son oportunidades educativas de enorme calado.

Aterrizando en el tema y eje temático de este blog, apuesto por este retorno a la profundidad de lo sencillo porque ello está en la entraña misma de la Educación de la Interioridad. Conectar con la dimensión interior, rescata en nosotros un mirar que, de forma natural, capta la belleza y la poética de lo cotidiano, del gesto repetido, de la acción diaria conduciéndonos irremisiblemente al gozo de la vida en lo que esta nos ofrece cada día: "a cada día le basta su afán". O, dicho en otro orden argumentativo: sólo quien educa la mirada interior puede captar y gozar de la profundidad de lo sencillo.

Cultivar con cuidado y calma la "atención a lo interior" nos devolverá al gusto por lo sencillo, rescatándonos del cúmulo de complejidades artificiosas que caracterizan la cultura actual.

Permanezcamos despiertos y atentos para no convertir la Educación de la Interioridad en una complejidad artificiosa más.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Ojalá



La palabra ojalá  viene del árabe لو شاء الله (law sha'a Allah) "si Dios quisiera". 

Me envía esta canción un amigo profesor. Me dice que es la canción de su vida de una alumna de 17 años. 

He escuchado la canción ya varias veces, he leído la letra otras tantas. Me parece maravillosa, pero me interroga que una chica de tan solo 17 años pueda sentirse identificada con afirmaciones tan fuertes que, a mí por lo menos, me parecen propias de alguien con mayor recorrido vital. ¿Quizá están nuestros adolescentes abocados a vivir vericuetos interiores, momentos oscuros, dudas, miedos, más propios de otros momentos de la vida? no lo sé... cuando menos a mí me ha interrogado que sea esta la canción importante de una personita de 17 años, ni mucho menos porque a esa edad no puedan surgir interrogantes profundos, brotar miedos e incertezas, no porque a esa edad no se vivan ya en ocasiones las primeras decepciones, sino por la densidad de esta letra. No sé, ahí queda para vuestra reflexión. Quizá podéis proponerla a vuestros chicos y chicas de ESO y escuchar como la interpretan y viven ellos/as.

Yo necesito ganas, no querer ganar
Y si algún día perdiese mi miedo a perder
Me duele haber corrido para no llegar
Ahora sé que el camino es la meta también

Ya me crecieron miedos que nunca eduqué
Y me sé las respuestas por no preguntar
Ya sentí como nadie cuando tuve el bien
Y lloré como todos cuando algo se va

Nadie te enseña a ser fuerte pero te obligan
Nunca nadie quiso un débil para confiar
Nadie te enseña los pasos en un mundo que
Te obliga cada día a poder levantarte y caminar
Donde fuiste tan feliz siempre regresarás
Aunque confundas dolor con la felicidad
Y ya no seas ni tú mismo pero pienses en ti mismo
Y eso matará

Y ojalá nunca te abracen por última vez
Hay tantos con quien estar pero no quien ser
Tan solo somos caminos que suelen torcer
Miles de complejos sueltos que debemos de vencer

Ojalá si te aceptasen por primera vez
Y entendiesen que es que todos merecemos bien
Que no existe una persona que no deba de tener
Ya que somos circunstancias que nunca elegimos ser

Confianza nunca volvió con el tiempo
Y el fruto de mi vida no se basa en lo que tengo
Y si todos los instantes pudiesen pasar más lentos
Si acaso dudarías esta vez en el intento
Y si entendiésemos que si somos perfectos

A pesar de borrones que quieran manchar el lienzo
Todo es una suma aunque eso no lo piense el resto
Una cosa es lo que soy y otra tan solo lo que muestro
Que yo ya no temo perder sino dar por perdido
Que yo ya no quiero vencer sino estar convencido
Que mucho antes de estar contento debo estar conmigo
Que voy a mirar a la soga pa’ decirle: Sigo
Que voy a parar de exigirme to' lo que me pido
Y voy a aprender a aceptar lo que nunca consigo
Que voy a parar de culparme, mentirme, fallarme, decirme tarde verdades que necesito

Porque también dediqué tiempo a quien ya no se acuerda ni de mí
También pegue los trozos de lo mismo que después partí
Tampoco me he entendido y he entendido que eso será así
No he estado confundido, he estado fundido con lo peor de mí
Me mudado a problemas y he querido ser feliz allí
Y he dado vueltas en círculos por no quitarte del medio a ti
He preguntado a todos para poder definirme a mí
¿Cómo decirle a un río que se pare y deje de fluir?

Nadie te enseña a ser fuerte pero te obligan
Nunca nadie quiso un débil para confiar
Nadie te enseña los pasos en un mundo
Que te obliga cada día a poder levantarte y caminar

Donde fuiste tan feliz siempre regresarás
Aunque confundas dolor con la felicidad
Y ya no seas ni tú mismo pero pienses en ti mismo
Y eso matará

Y ojalá nunca te abracen por última vez
Hay tantos con quien estar pero no quien ser
Tan solo somos caminos que suelen torcer
Miles de complejos sueltos que debemos de vencer

Ojalá si te aceptasen por primera vez
Y entendiesen que es que todos merecemos bien
Que no existe una persona que no deba de tener
Ya que somos circunstancias que nunca elegimos ser