La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

martes, 1 de septiembre de 2020

Dar el "do de pecho": las emociones

 Hoy ellos y ellas, los "profes", ya están en el cole.  Cuando estaba en el colegio como profesora, una de las cosas que más me gustaban era ese primer día en el que nos veíamos los unos a los otros más o menos morenos, sonrientes, con cara descansada; algunos con unos kilillos de más por "las tapitas" veraniegas, otros, por el contrario, con kilitos de menos por la natación, las largas caminatas. Todos, eso sí, con anécdotas que contar, algunas fotos para compartir (cuando no había wtsup). Había compañeros con los que te unía una amistad y cariño que se concretaba en que te habían traído o les traías un regalo porque habías recordado a esa persona durante las vacaciones... Ese primer día con un picoteo especial o una comida de inicio de curso. Ese día mágico en el que sientes que "todo es posible y todo está por hacer" y tu pereza se te va por el desagüe porque al reencontrarte con tus compañeros y compañeras, se te pone en pie de guerra el ardor pedagógico y ya te pones en marcha.

Este año, me dicen mi marido y mis amigos profes, no se podrán dar los besos y abrazos del reencuentro. Es más, no pueden encontarse juntos todo el claustro.  Cada etapa se reunirá en su lugar, sin interacción o con la mínima. A quien no le vaya mucho la liturgia de abrazos y besos se sentirá aliviado, lo reconozco, porque cada uno es como es. Pero a mí, qué queréis que os diga, me apena esa imagen de claustro compartimentado y más, cuando el deseo es trabajar como un todo. Si ya cuesta tanto a veces salir del "propio querer e interés" de tu etapa...

Y aquí viene mi apreciación segunda. Si ayer me ponía en la piel del profe desde el punto de vista tan sólo curricular, teniendo que crear programaciones y didácticas para lo presencial, para lo on line, aprender a trabajar a metro y medio, con mascarilla, con gel, con ventilaciones varias, etc, etc... Hoy quiero ponerme en la piel del docente situándome en el ámbito emocional.

Ya llevan los colegios bastantes años inmersos en la creación de proyectos de educación emocional. Resuena lo de la imporatncia de las emociones por doquier.


En el contexto de la Educación de la Interioridad, es el segundo contenido enunciado como "integración emocional" por aquello de que las emociones no basta con conocerlas, sino que, nos guste o no, las emociones nos acompañan todo el día y toda la vida y es así porque la vida es, en gran medida, experiencia que emociona. Ahora, con el COVID entre nosotros, a  muchos la vida nos conmociona.

Si ya es de por sí complejo integrar el mundo emocional, qué diremos en este momento. 

Estamos habituados o bien a ocultar nuestras emociones o, cuando menos, a disimularlas. Sólo nos permitimos sacarlas a pasear si son agradables y ahí, en general, mostrarnos no nos cuesta tanto. 

Pero ¿como "lidiamos" con las emociones desgradables como, por ejemplo el miedo o la tristeza y qué decir de la ira o la vergüenza?

Seamos sinceros: hay emociones que no son "bien vistas" en sociedad, esas, las ocultamos, las taponamos. Nos decimos que esa tristeza o esa ira o esa vergüenza queda para la intimidad, que ya lo afrontaremos en casa y, tantas veces, ni en casa nos permitimos ese sano descan-ser que nos permite mostrarnos tal y como estamos, sin filtros ni máscaras dejándonos acoger y querer en esa emoción desagradable.

Digo esto porque no me cuesta imaginar la cantidad de  profesores/as que ahora mismo, han entrado en el cole con ilusión, por supuesto, con ganas, pero también con un trasfondo de miedo (miedo al contagio, miedo a lo que puede pasar si hay que volver a cerrar el centro, miedo...), con enfado por la falta de apoyos institucionales, con vergüenza por sentir miedo cuando parece que otros están como súper tranquilos y hasta hacen amago de un abrazo "y yo saldría corriendo"...

Por más que se haya denominado a este momento "nueva normalidad", esto, nada de todo esto es normal. Nos acostumbraremos (o no...), pero no es normal. Por lo tanto, lo que sí es normal es que aparezcan dentro de nosotros, también de los adultos, por supuesto, emociones encontradas y que haya momentos en los que sintamos que "no puedo con esto" o "no sé qué hacer". Momentos de alegría enorme por ver a los alumnos, por descubrir como nos sorprenden, pero también momentos de tensión, de tristeza, o de miedo y los va a haber, porque ya antes del COVID los había. Por eso, ahora, como nunca, habrá que aprender a reconciliarse con la vulnerabilidad que se evidenciará en esta incertidumbre generalizada.

Y, desde mi punto de vista, esta es una clave importantísima: aprovechar este momento tan único, para adentrarnos de lleno en la urgente tarea de integrar de veras nuestro mundo emocional dentro de la escuela. No "saber" las emociones racionalizándolas, sino acogerlas, expresarlas sanamente, dejándonos sostener cuando las feuerzas fallen y celebrando juntos cuando llega la alegría. No somos superhéroes. Con excesiva simplicidad hemos utilizado ese calificativo con los sanitarios. No hace falta que nadie sea un héroe. Un profesor es un ser humano con su mochila vital a cuestas como sus alumnos, como los padres y madres de su colegio. Un/a profesor/a necesita apoyo emocional si queremos que él o ella apoye emocionalmente a sus alumnos.

La oportunidad que nos brinda el COVID si sabemos acogerla, es la de crecer emocionalmente como comunidad educativa. Dejar de disimular "como si aquí no pasara nada" o dejar de ir de víctimas (porque casi siemrpe se dan estos dos excesos en las personas y/o en las instituciones). Podríamos descubrir el puente sobre aguas turbulentas que podemos construir para transitar este curso que se presenta incierto y complejo. Ese puede ser el "do de pecho" que emita la escuela y ojalá esa vibración resuene en toda la sociedad.

Queridos profes: CUIDAOS PARA PODER CUIDAR.


2 comentarios:

Bárbara dijo...

Gracias. Valoro y agradezco tu reflexión. Somos seres humanos. Solo eso. Es mucho y a la vez es poco. Somos como todos. Nos pasan muchas cosas. Nos pasa lo mismo que a tod@s. Intentaremos hacerlo bien. Gracias por vuestra confianza!!

Elena Andrés Suárez dijo...

Gracias, querida Bárbara, así es... solo humanos y ahí radica nuestra grandeza, en ser de verdad humanos.