La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

martes, 27 de septiembre de 2011

Soledad indeseada y soledad buscada

En el camino del crecimiento interior la soledad y el silencio son "lugares" imprescindibles. En concreto la soledad es, con mucho, el lugar más inquietante en algunos momentos del camino. La soledad es uno de los miedos básicos del ser humano, sobretodo la soledad indeseada. No se trata aquí de un mero "estar solo" sino de ese "sentirse sólo" incluso aunque no se esté solo. Un "sentirse solo" que nos adentra en la certeza de que la existencia es algo enorme, que nos supera totalmente. Cuando se da la experiencia de la soledad indeseada, se vive el peso de la existencia, la "insoportable levedad del ser".

Tal experiencia puede hacer que se llegue a aborrecer incluso la soledad buscada que antes nos era grata. La soledad indeseada gana terreno, a modo de "agujero negro", se va tragando todo, o al menos, así lo percibimos. Puede comenzar  entonces la búsqueda compulsiva de todo aquello que el ego cree puede llegar a "rellenar" ese agujero que traduce como "vacío" en el sentido más negativo del término: vacío como "carencia de" en lugar de como "espaciosidad" o "posibilidad".

La Gracia recibida será la del momento en el que se acepta la soledad, se presente como se presente. Se reconoce y acepta que la soledad está ahí, forma parte de la vida. Nos adentramos en ella en lugar de rehuírla y lo hacemos conscientemente, sin buscar el más mínimo refugio o, como diría Simone Weil "manteniendo la mirada orientada". En ese momento se permite al grito interior alcanzar su máximo volumen. Se permanece en el infierno de la soledad indeseada sin desesperar o permitiendo la desesperación, pero se permanece, no hay ya huída.

El milagro sucede: comienza a despuntar la luz, se sale a la superficie y se respira una bocanada de aire fresco. Se sienten dentro toda la energía y el poder necesarios para desubrir el sentido de la vida, de los acontecimientos, sentido que antes nos parecía oscuro o inexistente. Se ha regresado a casa, al hogar interior. La soledad vuelve a ser querida, adopte al forma que adopte porque en realidad, ahora lo sabemos, nunca estamos solos. En este tránsito por el infierno fuimos aligerados del peso de la mirada dualista. Ahora sabemos que somos uno, Todo y todos forman parte de mí. Muere el ego inmaduro y el Self irradia su perfume y su luz. A partir de ahora, caminaremos más ligeros, menos esclavos del miedo, más perceptivos y pacificados. La soledad nos será siempre amada pues en ella estaremos en compañía del Todo.

jueves, 22 de septiembre de 2011

"SOY ÚNICA E IRREPETIBLE"

Hoy, por fin, me he reencontrado con los chavales/as de la ESO. Primer Taller de Interioridad de este curso en Diocesanas, por delante me quedan semanas y semanas, unos mil chicos y chicas, uffff... ¡se dice pronto!

Pero todo se hace paso a paso, día a día, acogiendo el afán de cada conjunto de veinticuatro horas que llamamos "día". Y hoy, ellos y ellas, me han regalado mi primer taller. Treinta y dos chicos y chicas de primero de la ESO. Cada uno llega de colegios diferentes (Diocesanas no tiene Infantil ni Primaria). Cada uno con sus circunstancias a cuestas, pero todos con esas caritas de niños/as que aún conservan en este primer curso de la ESO. ¡Cómo me emociona y me gusta mirarles a los ojos! Aún hay ilusión, ganas, curiosidad, simpatía, frescura...¡que dure mucho, por favor!

Y así hemos comenzado porquito a poco. Una mañana completa en nuestra acogedora sala de interioridad (nuestro Barnegunea). Chavales movidos, parlanchines algunos, callados otros, observadores, algún repetidor que debe dejar claro que esto ya le viene pequeño pero que, al final, se lo pasa bien...

Y entonces ha llegado la perla de la mañana. Al comentar qué se llevaban del taller, Tatiana nos dice con una vocecita de esas que hay que hacer un enorme esfuerzo para poder escuchar qué dice: "A mí me el taller me ha confirmado que soy única e irrepetible". ¡Madre mía, Tatiana! ... ¿Tú ya sabes lo que has dicho, niña mía?

¿De dónde habrá sacado esta niña de ojos azules, tranquila, callada, que ella es única e irrepetible? ¿Es una experiencia que ella tiene o una idea que le han dicho?

Lástima que ha sonado el inexorable timbre y eso no perdona... Algo he podido decirles, sobretodo recordarles que es la verdad más verdadera: que cada uno, cada una son únicos y que la vida es eso, descubrir qué es lo que hace que yo sea único e irrepetible. Y, diciendoles esto desde lo más profundo de mi corazón, hasta los más dispersos y charlatanes se me han quedando mirando, y... sus ojos...¡cómo brillaban! 

Yo creo que estos niños nuestros necesitan que les digamos bien claro que son únicos, pero no sólo que se  lo digamos, mejor aún es que se lo hagamos sentir. Que les hagamos sentir que no son una foto y un expediente académico. Pero..¿acaso no lo necesitamos tú y yo? ¿Quién no siente una profunda ilusión y como un escalofrío que te recorre la espalda cuando alguien te trata con respeto, con ternura, cuando alguien te llama por tu nombre con cariño en medio de los pasillos del cole o te dirige una mirada cómplice?¿quién no descansa cuándo percibe que el otro, la otra, empatiza con tu situación, con tu momento y no te critica?

El hecho es que verdaderamente somos únicos e irrepetibles, pero... si no me lo recuerdan de vez en cuando, es algo que se va borrando de mis pensamientos y mi originalidad pierde brillo y, hasta si me descuido, me "aborrego", acabo diciendo y haciendo lo que se espera que diga o haga en virtud de sentirme integrado o para no tener problemas.

Nos quejamos del sistema en el que vivimos. Estoy segura que la auténtica revolución y el posible cambio, provienen de recordar tozudamente a las personas que son únicas, que no hay otro como yo, como tú, y eso sin soberbia, sino como una realidad demostrable, como una evidencia. Nosotros y nosotras, educadores/as, no nos podemos permitir ver a todos los alumnos como un batallón informe. Permitámonos una mirada que discrimine la unicidad, la originalidad de cada alumno. Escribe en tu lista de alumnos, al lado de la foto de cada uno de tus chavales, eso que descubres en él, en ella, que le hace diferente al resto. Escríbelo y reescríbelo si hace falta, a medida que avance el curso. Empápate de ello porque, si lo haces, eso es lo que le transmitirás a ese chaval cuando te dirigas a él, cuando le mires, cuando te entrevistes con sus padres... En ello, hay una semilla de crecimiento interior, haciéndolo así regarás esa semilla y quizá, sin saberlo, hagas posible que algunos se sientan felices y satisfechos de ser ellos mismos y crezca el deseo de ir a mejor

Y... ¿por qué no? Escríbelo de tus compañeros/as de claustro. Busca y rebusca eso que hace especial y único/a a tus compañeros educadores/as, al personal no docente...

Vayamos más allá de las etiquetas. Yo me creo que soy única e irrepetible, y me creo que tú lo eres y que cada uno de los casi mil chavales con los que compartiré mañanas de interioridad este curso, es único e irrepetible como hoy me ha recordado suavecito Tatiana.

Y... ¿no es acaso esta la experiencia profunda del creyente?: Dios me asegura que soy único e irreptible. GRACIAS, Tatiana, sin saberlo, has dicho "palabra de Dios". Sólo cabe responder alabando la sabiduría que se revela a los pequeños de este mundo.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Momo y Beppo, el barrendero

"En las ruinas de un anfiteatro, justo afuera de una ciudad italiana sin nombre, vive una niña huérfana llamada Momo, que posee la habilidad extraordinaria de saber escuchar. Escucha de una manera tan especial que es capaz de encontrar las respuestas a los problemas de quien habla con ella, de hacer amistades e inventar juegos muy divertidos, hasta el extremo de que en su barrio la frase "Vete a ver a Momo" se ha convertido en proverbial." Momo tiene amistad con todos y especialmente con el barrendero Beppo y el guía turístico Gigi (también conocido como Gigi Cicerone o Girolamo).
Esta atmósfera placentera acaba con la llegada de los Hombres Grises, unos extraños individuos que representan al Banco de Tiempo y promocionan la idea de ahorrar tiempo entre la población (tiempo que puede ser depositado en el Banco y devuelto al cliente después, con interés). En realidad, hacen que la gente lo olvide todo salvo su obsesión por ahorrar todo el tiempo posible para un hipotético uso posterior. Gradualmente, la siniestra influencia de los Hombres Grises afecta a toda la ciudad: la vida se convierte estéril, se deja de hacer todo lo que se considera perder el tiempo, como el arte, la imaginación o incluso dormir. Los edificios y las ropas están hechos exactamente de la misma forma para todos y el ritmo de vida se torna ajetreado. En realidad, cuanto más tiempo ahorra una persona, menos tiene: los hombres grises lo consumen en forma de cigarros, hechos de pétalos secos de los lirios-horas que representan el tiempo. Sin esos cigarros, los hombres de gris no pueden existir.
Momo, por su especial personalidad, se convierte en un obstáculo para los planes del Banco de Tiempo. Los hombres grises intentan infructuosamente deshacerse de ella. Momo, junto a la tortuga Casiopea (que se comunica con ella gracias a los mensajes luminosos de su caparazón) se enfrentará a la dictadura de los hombres de gris y terminará con ellos. Para ello Momo deberá ir al mismo manantial del tiempo.

Ayer utilicé el símbolo de la maratón para hablar de la vida. La imagen de un multitud moviéndose junta me evocaba que no vamos solos. Pero, si habéis visto el vídeo, el auténtico protagonista y vencedor es el ancianito que llega a la meta sólo, poquito a poco y ya entrada la noche, con la única compañía de su mujer también anciana que le acoge llena de ternura.

Un querido amigo me hizo caer en la cuenta de que "los que corren se pierden muchas cosas del camino...". Le estuve dando vueltas a esa cuestión y recordé a Beppo el Barrendero, el amigo de Momo. Hombre tranquilo y pausado, lento incluso para hablar, a veces tarda días en responder, lo cual hace que mucha gente piense que es un poco "corto". Simplemente reflexiona bien lo que dice, vive su tiempo más despacio que el resto. El arte de la paciencia hace que en el fondo posea mucha sabiduría. Hay una escena en el libro en la que Beppo está barriendo una calle larguísima y explica su secreto: está atento tan sólo al trocito que está barriendo. Lo que hace Beppo es vivir el presente y poner en él toda su atención, todo su ser. No es lento como muchos le perciben, simplemente está en el presente al cien por cien y así es como toda prisa desaparece, porque no hay mejor momento ni mejor lugar que el presente.

Nombraba ayer a Forrest Gump. Forrest corre y corre, hasta que un día se da cuenta de que no sabe por qué corre, entonces se detiene y regresa a casa. Beppo ha estado siempre en casa, porque el hogar lo llevamos dentro de nosotros. Mi casa está donde estoy. ¿Adónde queremos ir cuando corremos tanto, cuándo planificamos tanto? ¿adónde nos llevan nuestras ataduras con el pasado y nuestras proyecciones de futuro? Muchas veces tan sólo nos exilian de poder disfrutar del momento presente con toda la riqueza que éste encierra. ¿No será más bien que no estamos a gusto con nosotros mismos y buscamos tapar esa insatisfacción haciendo muchas cosas?

Por otro lado, en medio de nuestras maratones vitales resulta muy difícil escuchar al que está al lado. Entre su presencia y la mía se interponen un sin fin de ruidos que provienen de las prisas que me generan impaciencia, o de mis miedos que crean murallas invisibles. Ahí entra Momo, la niña que escucha de una forma tal, con tal profundidad y atención que quien habla con ella sale renovado y clarificado a pesar de que Momo casi nunca dice nada.

Precisamos del "ministerio de la escucha". Debieramos crear escuelas de escucha para ser verdaderos "escuchantes", no meros "oidores". Seguro que habéis vivido la experiencia de sentiros verdaderamente escuchados. En esa experiencia hay acogida, cariño, respeto, ternura... Quien sabe escuchar, escucha con el corazón, por eso oye la voz del alma más allá de las palabras. Quien sabe escuchar hace como Momo: inventa mil juegos para el otro y los dos acaban jugando juntos. Es el juego de la escucha en el que las palabras se transforman en meras excusas para un Encuentro que revitaliza a quienes se encuentran. Cuando nos sentimos escuchados, siempre regresamos del Encuentro con una sonrisa en el rostro y en corazón, como niños que regresan de sus juegos.

Momo y Beppo nos enseñan "el poder del ahora" (libro muy recomendable, por cierto). Caminar es más hermoso que correr. Caminar lento, tranquilamente, caminar unos al lado de los otros, dejando espacio a la confidencia, a la risa, a los silencios. Caminar relajadamente atentos, dando la oportunidad de que se nos revele la Belleza de la Vida en el rostro del otro, en la naturaleza, en los sonidos, olores, sabores y texturas de la vida.

Y correr apasionadamente cuando del hermano necesitado se trata. Galopar hacia quien nos necesita sin perezas ni reservas, entonces, sí, correr, porque el otro/a me necesita.

Que Momo y Beppo nos enseñen a vivir de veras: pasito a paso y escuchando.


jueves, 15 de septiembre de 2011

La maratón de la vida

En el blog de Javi Palacios estaba este vídeo colgado y el título de su post es "no es lo mismo triunfar que ser el primero". Me han emocionado el vídeo y el título y, por eso, dejando constancia de mis fuentes, quiero seguir con la reflexión de Javi aquí, simplemente porque me ha hecho conectar con algo que late en mi corazón de educadora y que sé que todos los educadores que seguís este blog compartís.

Con lo que he conectado al ver el vídeo es con el sentido mismo de la vida. ¿Qué es la vida? ¿acaso una carrera, una maratón, en la que cada uno busca el mejor puesto? ¿quiere eso decir que hay "personas de élite" así como hay atletas de élite? ¿quiere decir que no podemos hacer sino correr y correr a lo Forrest Gump y ver si llegamos a una meta, sea esta cual sea? ¿es de verdad eso la vida?

Ya hubo quien comparó la vida con una carrera y no fue otro que San Pablo. Igual que los corredores en el estadio corren y se esfuerzan por una corona que se marchita, nos dice él, así los cristianos debemos correr y esforzarnos pero no por una corona que se acaba marchitando, sino por una corona eterna. Y no sólo los cristianos. Todo ser humano debiera sentir el ímpetu interior de "salir a por todas", de ir adelante, pero no pisoteando a los demás, no dejando atrás heridos, sino en comunión con el resto de "corredores". Corredores cuyo álito sea el amor, la solidaridad, el mero hecho de acoger el inmenso regalo de la vida. Corredores que corran por el puro placer de hacerlo, sin pensar en recompensas. Corredores que dejen tras de sí estelas de alegría, de unidad, de esfuerzo ilusionado.

La imagen del corredor nos sirve porque evoca esfuerzo, constancia e ilusión, pero no nos sirve si el corredor va solo, si el corredor no tiene quien le recoja cuando sus fuerzas flaquean o cuando tropieza. No nos sirve un corredor emborrachado de gloria, repleto de medallas pero vacío de amor.

La vida es una maratón en tanto en cuanto no vamos solos. Esa imagen de la salida de una maratón en la que se ve un montón de personas, casi apiñadas, que salen a la vez, esa imagen es la imagen de la vida. Nos guste o no, lo queramos o no, vamos juntos, más juntos de lo que creemos. Existe una comunión real aunque invisible que nos hace compañeros de fatigas y de alegrías.

En el vídeo vemos al joven pletórico que gana... De noche vemos al anciano que, más caminando que corriendo, avanza poquito a poco... y alguien le espera. No son multitudes como en el caso del ganador. Le espera una persona amada, la mujer que ha caminado con él la vida. Para ella él es el ganador porque su mirada es la mirada del corazón, la que no se queda en las glorias externas sino que sabe sopesar los tesoros interiores que sólo se ven bien con el corazón, como dijo el zorro al principito. Y, curiosamente es, a la caída de la vida, casi de noche, cuando llegamos a comprender, por fin, las cosas más esenciales.

Por eso, la reflexión de Javi y este vídeo, me hacen desear de todo corazón que sepamos transmitir a nuestros alumnos que la vida vale la pena si la vivimos unidos. Que las notas, las puntuaciones, los éxitos son muy relativos. Que lo esencial, lo bello, lo que perdura se sitúa en otro lugar: en el corazón. 

Quizá nunca llegue a ganar una medalla, ni un premio, pero si hay alguien esperándome en la meta, aunque sólo sea una persona, para darme un abrazo, mi vida habrá sido plena porque habré amado y habré sido amada.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Tiempos vitales

Saber en qué tiempo se está. Qué nos pide el alma: callar o hablar, reír o llorar, soltar o abrazar, actuar u observar, saludar o despedir... Saber en qué tiempo estoy y en qué tiempo estás. Ser fieles a nuestro ritmo interno y al de los demás puede posibilitar que dancemos juntos la danza de la vida sin pisotones innecesarios, sin miedos, sin sospechas, simplemente, como hacíamos en el cole, conjugando correctamente los tiempos... pero los tiempos vitales.

lunes, 12 de septiembre de 2011

"Soy mujer. Soy varón"

En el desarrollo de nuestra identidad nuestro género juega una papel central. Reconocerme mujer o reconocerme varón. Como ya dije en el anterior entrada no incluiré en mi reflexión la homosexualidad ni la tranasexualidad porque supera con mucho el objetivo de estas sencillas reflexiones. 

A esta importancia de nuestra identidad sexual se une la manera en la que culturalmente se nos enseña a ser varón o mujer. La cultura en la que nacemos nos "dirá" que nos corresponde o no hacer en función de nuestro género e incluso nos ofrecerá un código de conducta sexual. Si a ello le añadimos los criterios de las diferentes religiones para sus creyentes, nos damos cuenta de que realmente nacer varón o nacer mujer no es algo que tenga repercusiones únicamente personales, sino que la sociedad al completo participa en la traducción de las implicaciones del género de cada uno de sus miembros.

¿Qué sucedería si como el "buen salvaje" de Rousseau, naciéramos en un contexto en elque nadie nos dijera qué es ser mujer o ser varón? ¿serían nuestros comportamientos iguales, nuestra autoimagen? Por ejemplo, la sociedad dicta el modelo estético: cómo viste el varón, cómo la mujer, cómo peinarse, cómo maquillarse o no, depilarse o no, etc. En el caso de un varón que naciera en ese estado "salvaje" que propone Rousseau, ¿optaría un varón por vestir una falda? permítaseme lo trivial del ejemplo por lo gráfico que resulta.

¿Qué es lo esencial de ser mujer o de ser varón? Creo que quien está habituado a la introspección puede responder. Cada uno debemos y podemos saber cuál es la influencia que nuestro género tiene en nuestra forma de comprendernos y de comprender el mundo. Es un hecho que el cerebro masculino y el femenino tienen significativas diferencias fisiológicas. Esas diferencias, evidentemente, influyen en nuestros comportamientos. Es importante conocer y tener en cuenta todo ello y otros factores para poder entender la importancia de ser varón o de ser mujer.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Sexualidad, crecimiento personal y espiritualidad

Algo hemos avanzado en el discurso espiritual en materia de corporalidad. De vez en cuando hay autores/as que nos recuerdan que somos seres corporales y que nuestro cuerpo participa de la vivencia interior, es más, se hace cauce de ella cuando no, incluso, punto de partida para la misma. No está mal. En nuestra cultura católica occidental hemos atravesado siglos "sin cuerpo" o quizá obsesionados tan sólo por una dimensión del cuerpo: la sexualidad. Parecía que, a mayor evolución espiritual, menor corporalidad hacía falta.

Si repasamos la evolución de los documentos magisteriales en materia de moral podríamos decir que prácticamente se reducen a la moral sexual. Ciertamente la Moral Social o Doctrina Social de la Iglesia también ha ido evolucionando, pero el hincapié en materia de moral sigue haciéndose en lo referente a la sexualidad.

Permítaseme una crítica constructiva a nuestros hermanos obispos: ¿para cuándo verles encabezar alguna manifestación contra la ley de inmigración o contra el sistema que ha producido esta terrible crisis económica que ahoga a tantas personas sencillas? Bien está pronunciarse contra la ley del aborto, pero mejor aún equilibrar las quejas magisteriales ampliándolas a los dramas sociales como el paro, la violencia de género, los sin techo, el uso de la  prostitución y el calvario de las mujeres obligadas a ejercerla, los contratos basura, el comercio de armas y un largo etcétera de injusticias sociales graves y de atentados contra los derechos de las personas, por no hablar de la escasez de pronunciamientos públicos en contra de las múltiples guerras y hambrunas que asolan a tantos pueblos de nuestro planeta.

¿Por qué lo sexual atrae tanto la atención del magisterio católico y de muchos movimientos laicales que ponen en ello un gran énfasis? ¿Por qué lo sexual-genital se hace tan presente, en el otro extremo, en programas del corazón, en discursos de emancipación de todo tipo? Quizá porque la sexualidad es realmente importante, es un dinamismo de una increíble potencia en el sí del ser humano, pero no acabamos de encontrar el punto de equilibrio. 

Quiero señalar que para mí, personalmente, no deja de resultar cuando menos "curioso" (por no decir  enervante) que la reflexión sobre la sexualidad en el ámbito católico la encabecen y firmen varones célibes. Creo que las mujeres somos más "pacíficas" en la vivencia de la sexualidad, quizá no nos rompemos tanto la cabeza o  a lo peor, por desgracia, en el contexto católico, nos hemos resignado a que hablen por nosotras sin apenas escucharnos y sin molestarnos nosotras mismas en corregir discursos realmente obsoletos y, tantas veces, insultantes. La mujer, en todo caso, comparte con sus íntimas (madre, hermana, amiga...), sus preocupaciones y gozos sexuales sin pretender imponer nada a nadie. La reflexión sobre sexualidad de las mujeres tiene lugar en el ámbito de la confidencia y también, desgraciadamente, en el ámbito del hermetismo y el silencio. Es una herencia de la historia de la mujer sobre la faz de la tierra: recluída al ámbito del hogar, reflexiona y se expresa en la intimidad del mismo con sus iguales, las otras mujeres.

Hoy, queriendo dejar a un lado el oscurantismo de antaño, caminamos hacia un modelo de hombre y de mujer que gozan del ejercicio de su sexualidad abiertamente. Especialmente, desde los mass media,  se nos transmite un perfil de mujer que toma la iniciativa en materia de relaciones sexuales. Sería estupendo este aparente equilibrio de los roles tradicionales si no fuera porque, en una sociedad que se pavonea de haber dejado atrás los lastres y tabúes de antaño en torno a la sexualidad, seguimos siendo tan pacatos como siempre, sólo que ahora nos situamos en otro extremo, el del "todo vale", "todo se dice", "todo es bueno". 

Pero olvidamos que una vivencia serena y equilibrada de la sexualidad no se basa tan sólo en la genitalidad, sino que incluye aspectos como la ternura, la generosidad, la escucha, el pudor, la espera, el respeto y un largo etcétera de cuestiones de las que no se habla con tanto coraje y profusión como se habla de otros temas meramente genitales.

Porque cuando hablamos de sexualidad hemos de tener en cuenta dos claves que, a mi modo de ver, son importantísimas: la sexualidad en referencia a la vivencia del mí-mismo y la sexualidad en cuanto relación con otro/a.

Sobre estos dos aspectos de la sexualidad intentaré ir reflexionando en las próximas entradas de este blog. Por hoy, simplemente lanzó estas cuestiones y espero vuestros comentarios.




domingo, 4 de septiembre de 2011

Las estaciones del ama II

Amaia me envía este vídeo titulado "las estaciones del alma"... Es hermoso, que lo disfrutéis. Feliz comienzo de semana.


sábado, 3 de septiembre de 2011

Las estaciones del alma

A veces llueve y hace frío. El alma se hace toda un ovillo y reclama calidez. Tiempo de llorar, tiempo de sufrir, tiempo de permanecer sin desesperar.

A veces, la tierra se cubre de una suavidad de hojas caídas. Tiempo de dejar ir. El corazón reconoce todo lo que dejó atrás, cuanto soltó otorgándole así un latido más liviano.

A veces, el cielo se colorea de azul y unos rayos de sol amables todo lo acarician. Aromas sublimes de flores pueblan el aire. El interior se serena y una sonrisa se afinca en la respiración y en los gestos... Tiempo de calma, tiempo de serena alegría, tiempo de re-conocer. La mirada interior se abre. Cada noche se transfigura en alborada y el alma despierta de su letargo de invierno.

A veces, hay un estallido de luz y de color. El ropaje se hace ligero. El día se alarga como si no quisiera renunciar a la fiesta, a los juegos y risas. Cuerpo, alma y corazón son adentrados en la Luz de toda luz y no queda memoria del frío y del desasosiego, tan solo un Presente de pura Presencia y Amor. Tiempo de resucitar, tiempo de reír, tiempo de abrazar.

Tales son las estaciones del alma. Sabio/a es quien se deja adentrar en ellas escuchando lo que cada una le dice de sí, acogiendo lo que cada una hace nacer como fruto del Ser.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Un nuevo reloj

Andrés nos envía esta preciosa oración. GRACIAS.

Hoy me he encontrado en las manos
con tus regalos, Señor:
nuevo día, nuevo curso, nuevo tiempo, nueva vida, nueva lluvia, nuevo sol...

Sabes, Padre, que al volver al surco voy con temor y temblor.
Sé que en las casas del mundo
habita el mismo dolor.
Sé que seguirá la tierra
reseca de desamor.

Y sé que seguiré oyendo
quizá, "la misma canción"...
Por eso, Padre, para este tiempo que estreno con ilusión, quiero y te pido también un nuevo reloj.

Un reloj que mida el tiempo como mide tu amor: Que se pare cuando lleguen las niños y jóvenes a mi rincón para escuchar y compartir.

Un reloj que me situe la mente y el corazón en el momento presente que es tu momento Señor.

Un reloj que se adelante al futuro, en mi misión de llevar por los caminos tu Palabra con mi voz...

Un reloj que mida el tiempo con tu paciencia, Señor, con el ritmo y la medida universal del amor; despertador de rutinas, que nunca mida la entrega del tiempo y del corazón.

Con la vida, con el tiempo que hoy me regalas, Señor, para darme sin medida... espero un nuevo reloj.