En el desarrollo de nuestra identidad nuestro género juega una papel central. Reconocerme mujer o reconocerme varón. Como ya dije en el anterior entrada no incluiré en mi reflexión la homosexualidad ni la tranasexualidad porque supera con mucho el objetivo de estas sencillas reflexiones.
A esta importancia de nuestra identidad sexual se une la manera en la que culturalmente se nos enseña a ser varón o mujer. La cultura en la que nacemos nos "dirá" que nos corresponde o no hacer en función de nuestro género e incluso nos ofrecerá un código de conducta sexual. Si a ello le añadimos los criterios de las diferentes religiones para sus creyentes, nos damos cuenta de que realmente nacer varón o nacer mujer no es algo que tenga repercusiones únicamente personales, sino que la sociedad al completo participa en la traducción de las implicaciones del género de cada uno de sus miembros.
¿Qué sucedería si como el "buen salvaje" de Rousseau, naciéramos en un contexto en elque nadie nos dijera qué es ser mujer o ser varón? ¿serían nuestros comportamientos iguales, nuestra autoimagen? Por ejemplo, la sociedad dicta el modelo estético: cómo viste el varón, cómo la mujer, cómo peinarse, cómo maquillarse o no, depilarse o no, etc. En el caso de un varón que naciera en ese estado "salvaje" que propone Rousseau, ¿optaría un varón por vestir una falda? permítaseme lo trivial del ejemplo por lo gráfico que resulta.
¿Qué es lo esencial de ser mujer o de ser varón? Creo que quien está habituado a la introspección puede responder. Cada uno debemos y podemos saber cuál es la influencia que nuestro género tiene en nuestra forma de comprendernos y de comprender el mundo. Es un hecho que el cerebro masculino y el femenino tienen significativas diferencias fisiológicas. Esas diferencias, evidentemente, influyen en nuestros comportamientos. Es importante conocer y tener en cuenta todo ello y otros factores para poder entender la importancia de ser varón o de ser mujer.
2 comentarios:
Lo diverso, distinto, específico, peculiar,...hay que vivirlo como riqueza. Lo masculino y femenino es rico, positivo y bueno. Yo también llevo en "mi mochila" los prejuicios y estereotipos adquiridos en mi proceso de socialización y educación en referencia al hombre y a la mujer. Poco a poco he ido aprendiendo a fijarme y valorar más a la persona, su humanidad, su capacidad de acogida y comprensión hacia el otro, sobre todo si es distinto-a de lo que "es habitual" en nuestro entorno social y religioso. Hay que querernos con lo masculino y femenino que hay en cada uno de nosotros.
SE puede decir más alto, pero no más claro. ASí es, Andrés. GRACIAS
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