Yo no puedo ser mi luz,
yo no puedo ser mi agua,
yo no puedo ser mi camino,
en mí no hallo fuerza duradera
ni palabras que den vida.
Yo no puedo iluminarme,
ni otorgarme gracia alguna,
de aquello divino, que yo sé me preña,
no hay nada que yo me otorgue, que yo posea.
Todo me es vertido, de todo remecida
en el vacío que queda cuando de mí no queda nada.
Abro mis manos, abro mi ser por entero
y suplico ser llenada de nada mío
para ser de verdad quien soy.
En la más absoluta oscuridad deambulo
cuando soy yo quien camino.
La sed más áspera impregna esta vida
cuando me ofrezco aguas de pozos por mí construídos.
La debilidad me derrumba
cuando pongo a funcionar mis fuerzas.
Y es este ser, tan frágil, tan inconsistente,
tan nada, tan pasajero,
el ánforasagrada para un vino nuevo,
el cofre recamado de un tesoro deslumbrante.
Nada y Todo se fusionan,
vacío y plenitud se comprenetan,
pecado y gracia se besan
y de ellos no quedan formas
emergiendo una no-forma nueva.
Mas no tengo ojos para contemplar nada de todo esto,
ni mis oídos lo escuchan, ni mi boca lo gusta,
ni en mis manos descansa, ni mi nariz lo huele,
nada de mí lo capta
sabiendo que todo en mí lo recibe.
Esta verdad no sabida, tan sólo recibida,
es el amable drama al que asisto como público y actriz.
Drama con toques de comedia,
con líneas épicas y seres m´siticos,
representación que fluye excelsa
bajo la atención perfecta
de un sublime director.
Son mi carne y mis huesos,
mis entrañas y pensamientos
y el diario acontecer
el escenario y platea de tal representación.
A veces aplaudo, a veces pataleo,
a veces no entiendo y otras me salto el guión.
Tantas otras dejo mi vida en blanco
para que sea escrita.
Ahora me llena un sólo anhelo:
SILENCIO
Que el silencio sea el telón alzado
y yo vea el rostro deseado
y en él... quien yo sea.
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