CUARESMA... Infinitamente más que el ayuno y la abstinencia aunque estos dos elementos sean clave en el camino del "dominio de sí" evangélico. Éste tiene más que ver con la docilidad del dejarse hacer y dejarse ser que con una férrea voluntad de poder que tienda a la perfección. No olvidemos que la perfección a la que se refiere Jesús es la compasión: "sed compasivos como vuestro Padre del cielo es compasivo" (Lc 6,36).
Así pues, la Cuaresma debiera ser un tiempo de preparación profunda para transitar el camino de la Pascua, eje central de la fe cristiana. Los días finales de Jesús son de una densidad tremenda. Si el Adviento nos prepara para acoger la manifestación de Dios hecho niño, hecho carne, la Cuaresma nos invita a preparar todo nuestro ser para transitar los caminos de la lógica del abajamiento comenzada en Navidad y que llega a su momento culminante con el Misterio de la Muerte y Resurrección de Jesús que instaura un tiempo nuevo para la humanidad, un tiempo de plenitud.
Paradójicamente la plenitud del hombre y de la mujer, nos dice Jesús con sus palabras y su vida, se hallan en la entrega plena, en el servicio gratuito. El lugar de mayor "altura" es el más bajo, a los pies de todos, el servidor de todos no pretendiendo ser servido sino servir. La plenitud que indica Jesús tiene más que ver con la escucha y el paso sereno que con el activismo desmedido y la inquietud y el desasosiego (recordemos el pasaje de Marta y María...).
Los días de la Pascua seremos adentrados en un horizonte totalmente diferente del que dibujaría nuestro ego, por ello es tan necesario preparar el corazón, permitir que nuestro ser re-conecte con la hondura vital, espiritual, psicológica que se encierran en los tres últimos días de la vida de Jesús, días que no están en absoluto desgajados del resto de su vida pública y podemos imaginar que tampoco de su vida oculta de la que nada conocemos pero cuyos reflejos pueden intuirse en sus palabras y gestos.
Ayunar de superficialidad, de claves de lectura rutinarias y apresuradas de la Palabra, abstenerse de creer que se es conocedor de la historia de Jesús y de los discípulos para permitir que algo toque de veras nuestro corazón, o más bien, Alguien. Cuaresma... La preparación para acoger abiertos un tiempo de plenitud que toma la forma del pan partido y del vino derramado, de un perdón sin límites, de un desvelamiento a las afueras de las murallas, en los extrarradios de los centros de poder político y religioso. Se acerca la Pascua de Jesús, un tiempo de plena revelación, tiempo de plenitud...
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