Hace ya unas semanas os dejé una pregunta planteada. Doy desde aquí gracias a Ángel Mari Ipiña por su respuesta en forma de vídeo y por compartir en él vida (al final, querido Ángel, he decidido no publicarlo).
Pasado este tiempo deseo compartir la respuesta que yo me doy a esa pregunta y lo hago en el contexto de todas las muertes absurdas, crueles y dolorosas que nos envuelven. Soy consciente de que mi reflexión es fruto de una persona que vive en un país rico, que puede desarrollar un trabajo que le llena, que no me falta salud ni comida, vivo en un lugar precioso y sin guerra, etc. por ello circunscribo mi reflexión al ámbito de una vida con esas características. ¿Cómo sería mi reflexión en el caso de ser una refugiada, una mujer maltratada...? No lo sé, Tampoco sé cómo reaccionaría si me diagnosticaran una enfermedad grave a mí, sólo sé de mi capacidad para asumir golpes duros y sé de mi resiliencia y de mi fe hasta el lugar donde la vida me ha llevado y desde los aprendizajes que a mí me ha tocado vivir, desde ahí me expreso en esta entrada.
Ante los acontecimientos dolorosos, desagradables o duros que todos y todas hemos de afrontar alguna vez en la vida, hace tiempo que no me pregunto "por qué". He descubierto la riqueza a la que me abre preguntarme "para qué".
Vivir es aprender a aceptar y a reconciliarnos con el hecho irrenunciable de que somos vulnerables y con la realidad contundente de que la vida no se puede controlar, manipular ni organizar, dicho en castizo :"Echa cuentas y te saldrán rosarios".
Somos, efectivamente, protagonistas de nuestra vida, a eso estamos llamados, a vivirla con pasión y entrega. Qué triste no sentir como pasión la construcción de la propia vida, nuestra gran obra. Pero en esa construcción apasionada poco es lo que podemos controlar. Podemos soñar, podemos y ojalá tengamos proyectos personales, ello nos impele hacia delante sacándonos de la apatía del puro sobrevivir. Pero nada ni nadie puede asegurarnos que todo, absolutamente todo será como lo deseamos o como a uno mismo le parecer que sería mejor.
Por ello, cada contratiempo, del calado que sea, es una gran oportunidad para aprender a Escuchar desde lo profundo, más allá de los puros esquemas mentales y de las meras necesidades de nuestro ego. Cada contratiempo, cada crisis, cada "golpe" es una invitación a ir más allá y descubrir nuevas posibilidades, nuevas claves de lectura de la vida, quizá una gran oportunidad para descubrir capacidades ocultas o para aprender a agradecer lo que se asumió como pertenencia propia y hoy se descubre como don ante su posible pérdida.
Creo que preguntarme "para qué" en lugar de "por qué" me hace más agradecida, más flexible y también más optimista, sí, optimista porque al bucear en el "para qué" descubro siempre que todo tiene un sentido pero tantas veces oculto para la simple razón, un sentido que debe ser iluminado también por el corazón. Ese "para qué" pone a funcionar juntos Razón y Corazón y de ese trabajo conjunto emerge una nueva Luz que descubre un horizonte de sentido en medio incluso del aparente sin sentido.
"Todas las cosas sean cuales sean, todas incluso el pecado son necesarias y todo acabará bien". Esta frase que Juliana de Norwich escuchó en su corazón al preguntar a Dios acerca del pecado y del mal si todo ha nacido de su Amor, fue para mí una frase que se clavó en mi alma y en mi mente y que me ayudó a ir pasando del "por qué" al "para qué" transitando el camino de la pobreza interior por la cual me sé parte de un inmenso tapiz cósmico en el que yo soy tan sólo un hilo más y poco puedo llegar a atisbar del sentido de la Obra Universal. Sin embargo, cuando hago silencio, cuando me dejo en Dios y le permito que Él /Ella mire a través de mí, todo muestra una armonía y una Belleza inenarrables y entonces, sí, todo tiene sentido y sé que "todo acabará bien", sea lo que sea, porque no somos seres para el absurdo, sino seres creados por Amor y para el Amor.
1 comentario:
Siempre inspirador leerte Elena. Repetimos tantas frases, pero pocas veces nos detenemos a profundizar y establecer una relación personal con el planteo. Gracias por provocarnos con Juliana de Norwich y con tu reflexión.
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