Pensar es un acto profundamente humano. No tengo constancia de que otras especies vivas sobre la faz de la tierra piensen. En todo caso, no hay acto humano sin pensamiento, ya sea como motivación, o como consecuencia del acto.
Mucho se ha criticado a Descartes y su "pienso luego existo". Reducir la existencia humana a un puro pensar ha demostrado que no era lo más acertado. Situar en lo más alto el intelecto generó una caricatura de un ser humano con una cabeza enorme y un cuerpo diminuto y nos ha hecho daño al relegar el mundo de lo corporal y de las emociones a un cajón de cosas que molestan o han molestado al ciudadano occidental.
Pero llegó, por pura ley del péndulo el "siento, luego existo" y ahora mismo pensar molesta, distrae, se nos señala como un obstáculo para todo aquel o aquella que quiera crecer como persona.
Y aquí entro de lleno en lo que hoy ha ocupado un rato de mi pensar, porque sí, una es persona que piensa, lo quiera o no. Un amigo querido me ha enviado un video, uno de esos en los que se nos regalan supuestas dosis de sabiduría y alguien parece que "se ha quedado calvo" descubriendo una verdad universal.
La persona del video en cuestión, que no se había quedado calva ni metafórica ni literalmente pues estaba dotada de una hermosa melena y diente blanquísimos (qué envidia me dan los dientes blanquísimos de estos seres despiertos y liberados del pensar), emitía la ya cansina afirmación de que "tú no eres tus pensamientos" y el largo rosario acerca de pensamientos limitantes, etc, etc.
Y confieso mi hartazgo y empacho con estas cuestiones ya tan manidas y tan tópicas. Sí, hace rato, mucho rato, que quien se vive buscador, en camino, quien quiere crecer como persona, se encuentra con esta realidad: yo no soy mis pensamientos. Hay múltiple literatura al respecto. Depende quien lo trate, el tema es pura patraña pseudo psicológica con tintes pesudo espirituales o se torna algo más profundo y enriquecedor.
Pero hoy, yo, ser pensante, reivindico la importancia capital del pensar y del PENSAR DE CALIDAD, pensar bien. Esperando no parecer soberbia, me atrevo a reelaborar lo de Descartes y afirmar: "pienso bien, luego existo mejor"
¿Y qué es pensar bien? Pues trabajar duro para crecer en conciencia de mis pensamientos, de su calidad o de la ausencia de ella e ir entrando en un proceso que me ayude a identificar cada vez mejor, qué pensamientos me frenan, cuales son pura repetición que no aporta nada. Identificar, sí, los pensamientos que me limitan en cualquiera de los ámbitos de mi existencia, pero, cuidado, no tirar por la ventana "al niño con el agua sucia". He de aprender a identificar y rescatar aquel pensamiento que me inspira, que me anima, que me motiva, que me hacer ir más allá, incluso que me emociona del tal modo que se convierte en horizonte hacia el que encaminar mis pasos. Pero, por favor: nunca dejar de pensar, nunca renunciar al acto humano del pensar. Eso sí, un pensar de calidad.
La historia de la humanidad muestra la honda huella que el pensamiento deja en ella. El pensamiento científico que trae desarrollo y mejoras (también aplicaciones mortíferas de la ciencia, claro). El pensamiento filosófico que acompaña a las grandes civilizaciones que se han sucedido las unas a las otras (sí, con sus atrocidades de por medio, claro). El pensamiento sobre el ser humano, la antropología, la psicología, la pedagogía. El pensamiento hecho arte (sí el arte además de emoción, conlleva pensamiento).
Y es que, repito: no hay acto humano que no conlleve un cierto "pensar".
¡Qué peligrosa es la mente vacía!¡qué empobrecedor anclarnos en el "siento luego existo"! Nos convertimos las personas en esclavas de la pura emoción, de la visceralidad. La pura emoción sin reflexión, sin una guía interior es destructiva. Nos hacemos victimarios de todo aquello que nos molesta o que nos saca de la zona de confort. Cuando no se aprende a pensar con calidad, se vive al albur de las voces de otros, porque siempre habrá otro que piense por mí y al que mi pereza mental le vaya muy bien.
La ley del péndulo nos lleva siempre como humanidad a extremos que no son buenos. No todo es pura racionalidad o todo pura emocionalidad. La vida humana se despliega en un terreno donde hay muchos tonos intermedios y estos son tantas veces sanadores para nuestros excesos extremistas
Hoy precisamos de pensadores y pensadoras de altura. Hemos de reivindicar el saber pensar, precisamente para que los ideólogos de turno no nos puedan manipular ni hacer comulgar con piedras de molino.
En el mundo de las noticias falsas y falseadas, de los rumores y de los hilos de opinión en redes sociales en un mundo en el que llegan a lo más alto del poder mundial los mediocres que sólo viven para el poder y el dinero, es urgente que eduquemos mentes despiertas, pensamiento crítico, capacidad para generar argumentaciones y discursos creativos, lúcidos, humanos y humanizantes.
He experimentado en mí que lo "afectivo" es lo "efectivo"; sí, las ideas por sí solas no mueven a una persona, pero también estoy convencida por experiencia de que las ideas pueden impulsar o pervertir a las sociedades. El poder de la palabra humana es inmenso. Poder creativo y poder destructivo. Cuando el ser humano "empalabra" su realidad , crea sentido y, en el lado contrario, puede generar caos y división.
Pensar con claridad, pensar profundamente, cavilar, dar vueltas a los asuntos verdaderamente importantes, sí, incluso "filosofar" es un acto inherente al ser humano. Eliminarlo, devaluarlo, minusvalorarlo es deseable para quienes ansían sociedades de borregos, fáciles de manipular, de llevar de aquí para allá... "Pensamiento líquido" en "sociedades líquidas", nos suena el concepto...
Reivindico el acto de pensar y el saber pensar y lo necesito en mi vida. Necesito mejorar la calidad de mi pensamiento y necesito nutrirme de grandes pensadores y pensadoras. No quiero youtubers ni influencers de bajo nivel intelectual y humano en mi vida. La historia de la cultura humana está preñada y llena de grandes voces que nos hacen falta para ver más allá.
¡PIENSO BIEN, LUEGO EXISTO MEJOR!