La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

martes, 9 de noviembre de 2010

Regresar a casa

Durante las dos últimas semanas se me ha hecho más y más patente la urgencia de poner toda nuestra creatividad a funcionar para ofrecer ámbitos en los que se puedan conocer los caminos de acceso a nuestra interioridad. Las personas creyentes parece que lo tendríamos que tener mas fácil puesto que las religiones tienen en sí pedagogías para hacer crecer el hombre, la mujer interior, sin embargo, las voces oficiales que más se hacen oir en los medios de comunicación parece que invitan más al dogma y al culto externo que a la vida interior. Catolicismo e Islam aparecen en las noticias y casi siempre por razón de asuntos bien poco religiosos. Si atendemos a las dos etimologías de la palabra religión, re-ligar y re-leer, las religiones debieran capacitar a sus fieles para re-ligar, es decir, volver a unir la realidad con su núcleo original que el creyente reconoce en Dios, un Dios Amor en el cristianismo y un Dios Misericordioso en el Islam. Evidentemente, cuando la deformación del fundamentalismo se hace presente en las religiones, éstas se transforman en lazos que axfisian y, en lugar de reunir o convocar, generan rechazo y repulsa.

Del mismo modo, si atendemos a la etimoliogía que relaciona religión con relectura, los fieles de las diferentes religiones debieran ser personas capaces de leer la realidad, toda realidad, desde las claves centrales de su fe. La lectura creyente de la realidad es capaz de ver en ella las huellas de Dios que no se aleja de su creación sino lo necesario para que ésta pueda ser. Cada lectura de la realidad tiene sus acentos desde cada religión, por ello ninguna lectura debiera ser excluyente, sino portadora de nuevas posibilidades de comprensión de la realidad. Ninguna religión agota el Misterio de DIos. Cada religión ofrece plenitud, pero no totalidad De nuevo aquí el fundamentalismo religioso transforma esa mirada que debiera ser contemplativa y, por lo tanto, humilde, en juicio, sospecha y persecución de lo no ortodoxo.

Es así, desde el fundamentalismo religioso como se perpetúa la separación entre sagrado y profano, es más, pareciera que esa separación es buena y necesaria.

Sin embargo, a pesar de esa deformación presente en todas las religiones, éstas están preñadas de sabiduría, una sabiduria que hoy se busca por doquier porque ha ido desapareciendo de la esfera pública. Nuestros políticos adolecen de palabras y hechos coherentes, los grandes mensajes bien ensamblados, capaces de ilusionar y esperanzar son inexistentes dejando lugar a riñas de patio de colegio entre unos y otros con continuas descalificaciones muy parecidas en ocasiones a las de los programas de cotilleo rosa.

¿Donde escucharán los jóvenes mensajes de hondura?¿Qué modelo de dirigentes, de líderes, de emprendedores encuentran? Que el premio Príncipe de Asturias al mérito deportivo sea otorgado a la selección española de fútbol dice mucho de por donde van los tiros en cuanto a los referentes que se ofrecen a la juventud. Por otro lado los contínuos escándalos de corrupción tampoco suscitan la confianza en los dirigentes políticos.

Pero en medio de todos estos desatinos públicos, sabemos que siguen existiendo las personas anónimas que viven cimentadas en recios valores como la generosidad, el servicio gratuito, la responsabilidad, el respeto verdadero a los demás, sean éstos quienes sean y vengan de donde vengan. Continúan existiendo personas con capacidad de reflexión honda, críticas con el aluvión de noticias falseadas y superficiales que nos llueven a través de internet y de la TV.

Y, gracias a Dios, aun hay hombres y mujeres sabios, creyentes y no creyentes, que, con valentía y lucidez, se adentran en los caminos del interior para buscar allí el ensamblaje de las múltiples piezas del puzzle de la vida.

Son muchisimos los creyentes y los ateos auténticamente humanos. Personas que irradian profundidad, sentido, paciencia... 

Urge hoy que entre todos reabramos las sendas que dan acceso a la interioridad humana. Urge que las religiones dialoguen entre ellas y pongan a funcionar a máxima potencia aquello que cada una tiene como regalo al mundo pero sin imposiciones y proselitismos que, en el fondo, buscan el poder.

Es muy urgente educar a nuestros niños, adolescentes y jóvenes para que sepan cómo vivir desde el interior para generar así una exterioridad que  no sea mero escaparate o protección  sino una exterioridad profunda que sale sin miedo al encuentro del otro y, si se escucha su susurro, del Otro, generando un compromiso hondo y serio con la vida.

Urge regresar a casa, al hogar interior. Al lugar donde puedo alimentarme y descansar, donde puedo reponer fuerzas y releer lo vivido. Sí... ojalá se reproduzcan como los virus de internet los mistagogos y mistagogas que nos enseñen, en el pórtico del siglo XXI, el camino a casa.

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