La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 21 de marzo de 2011

Cuando el encuentro nos preña de Vida

El brocal de un pozo, una llamada a la puerta, María e Isabel, unos magos siguiendo una estrella, unos hombres deseperanzados y un caminante que les sale al paso, Felipe y el eunuco... El Nuevo Testamento está atravesado de encuentros fecundos. Se entrecruzan preguntas y respuestas, dudas y certezas, miedos y fe. Personas que se encuentran, hablan, lloran, piden, se quejan, esperan, preguntan y personas que escuchan, acogen, enjugan lágrimas, dan, responden, explican, sanan...

Es la gran enseñanza de Jesús: que el Amor pide abrirse camino a través de nuestros gestos, que no se puede amar en abstracto, que amar a todos quiere decir amar a cada uno en concreto, también al enemigo.

Pero hoy centro mi mirada en esos encuentros que preñan de Vida. Encuentros "en el camino", no programados ni buscados, encuentros que fluyen. Hoy les pondré un nombre: Toni y M. Antonia, porque en todos los encuentros del evangelio sabemos quién se encontraba con quién: la samaritana y Jesús, María e Isabel, Felipe y el eunuco... Pues, en el evangelio de la vida diaria, el que vamos escribiendo tú y yo, los encuentros relevantes tienen nombre y rostro.

"Yo estoy a la puerta y llamo, si me abres, entraré y cenaremos juntos"...¡qué hermosa esta imagen del libro del Apocalipsis!, es decir, del libro de la Revelación. Sí, esta frase nos revela que Dios llama a la puerta humíldemente y espera, simplemente espera, podemos abrirle o no, responderle o no, pero si le abrimos, entonces entrará para compartir la cena, la intimidad nocturna que se presta a la confidencia y el descanso.

Yo creo que Dios llama a la puerta de mil maneras y espera a la puerta de mil maneras. Dios ha llamado a mi puerta a través de muchas personas: de mis padres mayores, de mis amigos amados y los acontecimientos de sus vidas, de los adolescentes, de los educadores a los que doy cursos, de los pobres, de Leku y, hace poco, a través de Toni y M. Antonia. Cada encuentro ha hecho nacer en mí una respuesta.

Y he comprobado que, si abro la puerta, mi casa se llena de risas, de cantos, de sonrisas, de abrazos, de pizzas compartidas, de paseos, de manos entrelazadas, de miradas profundas, de nuevas ideas, de proyectos retadores, hasta de un Gin-tonic exquisito que deriva en carcajadas... Cuando abro la puerta, quedo preñada de Vida.

Desde estas líneas os doy las gracias, M. Antonia y Toni, por todo lo bueno que habéis traído en dos días a mi vida y por lo que vendrá (¡queda poco para agosto!). Somos otra concreción más de ese Uno que somos en esencia. Nuestro encuentro está llamado a dar vida en abundancia, no sólo a nosotros mismos en forma de amistad, sino a otros muchos a través de nuestra vocación educativa.

"Mi casa ha sido tomada por las flores" canta Silvio Rodriguez... Mi casa interior está llena de presencias en la Presencia.

Sigue resonando la canción, Toni, tu canción: "Yo estoy a la puerta y llamo..."

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