La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 4 de noviembre de 2013

La justa injusticia

En nombre de lo eficaz atropellos de todo tipo. En nombre de lo eficaz exigencias y prisas que confunden, agotan, opacan la lucidez. En nombre de lo eficaz parece que todo vale, incluso la ineptitud y la mediocridad.

Y, a ratos, me parece que miramos para otro lado. Hombres y mujeres tirados y heridos por el sistema en la cuneta de los caminos sociales y planetarios y, nosotros, mirando para otros sitio porque llegamos tarde a no sé donde, porque tal papel o aquella firma tienen la última palabra para abrir o cerrar puertas que hemos creado nosotros mismos.

Todo es injustamente justo. Se nos vende y se nos cuela hoy una justa injusticia. Una justicia ciega, demasiado ciega, con una ceguera cruel que le impide ver que ser justo hoy al modo de justicia en vigor es generar brechas hondísimas, herir a demasiadas personas por el amino...

Donde hoy me duele la justa injusticia es en el trato que se da a los educadores/as en sus propios centros, donde se está cumpliendo lo de " a río revuelto...". Todo se mezcla explosivamente porque así de torpones y ciegos somos a veces. En el contexto de la crisis y sus recortes, se da permiso tácito, eso parece, para olvidar los Proyectos Educativos, tantos, que hablan del centro como de una familia, como de un todo que mira por el bien de los/as alumnos/as (que no clientes), que quiere educar en unos valore evangélicos... y tantísimas hermosas palabras que el viento de la crisis y su avanzadilla de "excelencia y calidad", se están llevando ante los perplejos ojos de muchos/as educadores/as que no pueden creerse lo que está pasando.

No, todo no vale, en ningún ámbito de la vida, pero menos aún en la gestión de un colegio. Todo no vale, repito y quiero repetírmelo a mí misma. Ningún otro fin sino el ser humano y, éste, feliz.

¿Sería descabellado imaginar a Jesús de Nazaret blandiendo el látigo en la entrada de mi colegio o del tuyo... y diciéndonos aquello de "el celo de tu casa me devora"?

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