La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Mística del educador/a

"No podéis preparar a vuestros alumnos para que construyan mañana el mundo de sus sueños, si vosotros ya no creéis en esos sueños; no podéis prepararlos para la vida, si no creéis en ella; no podríais mostrar el camino, si os habéis sentado, cansados y desalentados en la encrucijada de los caminos." (Célestin Freinet)

Esta cita del maestro y pedagogo francés  Célestin Freinet (1896-1966) me ha hecho pensar y sentir estos días por su sencillez y claridad para llamar la atención sobre algo que es de capital importancia en la vida de un colegio y es que, cada maestro, cada maestra, es, lo quiera o no, es modelo para sus alumnos.Es un tema sobre el que vuelvo una y otra vez porque para mí es el "quid" de la Educación verdadera que no quiera ser mera instrucción de cerebros y es el "quid" de la vida de un educador vocacionado.

Hoy, de una forma acuciante, urge regresar a un mística del educador, es decir, necesitamos revisar y enamorarnos de aquellas cuestiones que son el sustento de la vocación educativa.

Leía hace poco un artículo sobre la "mediocracia", es decir, el gobierno de los mediocres y para los mediocres. Se comparaba esa mediocridad que hoy abunda en muchos órganos de gobierno en todos los ambitos, con un sandwich mixto, el de jamón y queso de toda la vida, que ni es malo ni es exquisito, es bueno, está bien y nos saca de muchos apuros. Leyendo esa descripción de lo mediocre, de lo que bo es ni demasiado "malo" ni excesivamente brillante, me parecía descubrir que esa mediocridadse ha ido colando poco a poco en nuestros colegios.

Sé que es peligroso afirmar estas cosas sobretodo porque depende con qué pie te pille la reflexión, te atreves a poner cara y nombre  a esto o lo otro, algo tremendo porque entramos en el juicio en el que, generalmente, echamos pelotas fuera. 

Así que simplemente me centraré en lo que dice el pedagogo francés en la cita que encabeza esta entrada y reafirmo esa necesidad de que los docentes sean personas con capacidad de soñar, de imaginar, de ilusionarse aunque el cansancio hunda un poco las ganas. En la sociedad del "sandwich mixto" nuestros niños y jóvenes necesitan presencias en sus vidas que estimulen las ganas de conocer, de saber y, más aún, que despierten en ellos y ellas preguntas acerca de su identidad, del sentido de la vida y del lugar del prójimo en ese proyecto vital. Por ello necesitamos educadores y educadoras vitales (que no es sinónimo de "jóvenes"), personas enamoradas de la vida y conocedores de los ritmos vitales, de las tempestades y calmas chicas, de las luces y sombras, porque sólo así proveerán a sus alumnos de la capacidad de trazar sus propios mapas de vida más allá de lo meramente laboral.

Si los maestros y maestras de este país, enzarzándose en luchas entre la pública y la concertada, en huelgas agresivas, se sientan cansados y desalentados, se dejan dominar por la queja y la desgana, si quien manda en la vida de un educador es el reloj y el salario (sí, el trabajador merece su salario, todo él, pero no sólo de pan vive el hombre...) y no las ganas de acompañar a sus alumnos de mil maneras, entonces han ganado ya para siempre los mediocres y la escuela será, como muchos dicen y yo no comparto, un lugar donde perder la originalidad, las ganas de saber y el gusto por el conocimiento profundo.

Por favor, queridos maestros y maestras, cuidad vuestra vida interior para no dejar de brillar, Nuestros chavales necesitan LUZ y verdadera excelencia humana en un mundo tan "mediocrático".


«Vivimos un orden en el que la media ha dejado de ser una síntesis abstracta que nos permite entender el estado de las cosas y ha pasado a ser el estándar impuesto que estamos obligados a acatar», denuncia Alain Deneault, filósofo y profesor de Sociología en la Universidad de Québec y autor de Mediocracia, cuando los mediocres llegan al poder (Ed. Turner), un ensayo que llega hoy a España y que analiza cómo las mediocres aspiraciones que invaden la sociedad están provocando ciudadanos cada vez más idiotas. Condenados -diríamos- a desayunar, comer y cenar un sándwich mixto. «La mediocracia nos anima de todas las maneras posibles a amodorrarnos antes que a pensar, a ver como inevitable lo que resulta inaceptable y como necesario lo repugnante».

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