Primer Domingo de Adviento. Me gusta el Adviento. "Tiempo de espera, tiempo de Esperanza"... Quizá sea porque el ser humano es una criatura preñada de esperanzas, o que sin ellas no puede vivir. Y hay una gran Esperanza que atraviesa estas cuatro semanas de Adviento y que me hace sentirme como en casa en estos días. Ese casi eterno "marana-tha" que clama la humanidad desde hace tanto adopta hoy las formas de siempre y algunas nuevas. El clamor de y por los empobrecidos de la tierra sigue resonando, nos lleva a Siria, al Congo, a Etiopía, a fábricas donde niños trabajan jornadas de sol a sol cosiendo ropa para ricos, a tugurios donde niñas son explotadas sexualmente, a carreteras y parques de nuestras ciudades donde mujeres engañadas son obligadas a prostituirse. Pero hoy nos lleva también a barrios cercanos y quizá al piso de arriba donde toda la familia está en paro o donde un/a anciano/a está tan solo/a... Ese "marana-tha" tiene ahora ecos de enfermos crónicos que no pueden pagar sus medicinas, de enfermos de enfermedades denominadas "raras" que no cuentan para las grandes empresas farmacéuticas. Ecos de hombres y mujeres necesitados de ayudas sociales, de ayudas a la dependencia y que ven como el dinero a ellos destinado se esfuma no se sabe hacia donde, aunque,curiosamente, hay cada vez parques más bonitos en su ciudad a los que no pueden ir a pasear por no tener silla de ruedas, y grandes polideportivos y aceras más anchas para quien los pueda disfrutar. Adviento con eco a educadores/as despedidos y a otros/As desbordados por un número de recortes anti-educación.
Quizá sea este uno de los pocos "advientos" en los que los europeos tengamos razones para clamar, es decir, quizá sea esta triste situación de tanto dolor cercano, una oportunidad para comprender el verdadero sentido de la Navidad que se gesta en la oración y el clamor de estas cuatro semanas que tan desapercibidas pasan incluso para los/as cristianos/as.
El Adviento podríamos imaginarlo como una enorme manifestación silenciosa en la que millones de corazones claman por la salvación de lo humano, por el cambio de las estructuras injustas, por la Luz necesaria para ver de verdad sin dejarnos engatusar por luces de neón o deslumbrar por promesas fatuas.
Hoy, en casa, hemos encendido en la intimidad nuestra primera velita de una sencilla corona de Adviento, en esa vela, para esta semana, la palabra "FAMILIA", sí, con el deseo de que esta Luz hermosa de Dios ilumine a nuestros familiares pero también a la gran familia Humana: que el Reinado de Dios que es alegría, justicia y amor, llegue en el día a día, estando nosotros/as, todos/as, vigilantes, atentos/as... DESPIERTOS/AS, ajenos/as a las rutinarias críticas, a los lugares comunes, a las eternas quejas, a echar balones fuera y pensar que la culpa siempre es de otros, ajenos al duermevela neoliberal, a la falsa felicidad de ganar mucho dinero en la lotería del día 22. Despiertos/as, bien despiertos/as para ver, para oír, para tocar, oler y gustar el dolor y el gozo del hermano/a y el paso de Dios. Para ver el Rostro en todo rostro, me sea amable y amado o no.
Estemos, pues, en vela, despiertos/as, esperanzados/as mientras transformamos nuestro "marana-tha" en actos de liberación.
2 comentarios:
Eres maravillosa. "manifestación silenciosa en la que millones de corazones claman por la Luz necesaria para ver de verdad sin dejarnos engatusar por luces de neón".
Velando contigo des de lejos.
Lara.
Unidas, Larita, siempre.
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